sábado, 30 de septiembre de 2023

CUARTA PARTE DEL LIBRO "VIDAS DE LOS HERMANOS" (CAPÍTULO XII)

Continuamos con la publicación de la Cuarta Parte del antiguo librito (1928) escrito por el fraile dominico Paulino Álvarez (1850-1939) de la Orden de Predicadores.



CUARTA PARTE

DEL LIBRO INTITULADO

"VIDAS DE LOS HERMANOS" 

CAPÍTULO XII

DE LOS QUE ENTRABAN POR LA CONSIDERACIÓN DE LAS PENAS PRESENTES Y FUTURAS

I. Un doctor de gramática de Novara, ciudad de Italia, que había prometido entrar en la Orden de Predicadores, y señalado ya el día a los Hermanos de Milán, pervertido por los discípulos y la vanidad del mundo, abandonó su pensamiento y se trasladó a otra ciudad donde pudiera enseñar sin ver tan a menudo a los Hermanos. Pero el mismo día de su prevaricación perdió un ojo y perdido lo tuvo hasta que reconociéndose y confesándose volvió a recobrar la vista; que fue al día tercero, y entró en la Orden, en la cual devotamente permaneció.

II. Hubo en Bolonia un estudiante en extremo delicado, del cual por tres veces seguidas se tuvo una visión de que, si le amonestasen, entraría en la Orden. Díjolo así al Subprior el Hermano que la había tenido, el cual era paisano del estudiante, y el Subprior respondió: “Lleno cómo está de riquezas y delicias, difícilmente que pueda dejar los vicios de su juventud”. Contestando el Hermano que a Dios todo era posible, pensó el Subprior que aquello vendría del cielo y se fue a la casa del joven; pero al entrar en el aposento y observar el lujo de su cama y vestidos, se desanimó de tal suerte que ni una sola palabra dijo de lo que pensaba. El mismo estudiante, temeroso de que le quisiera llevar a la Orden, dijo al Subprior: “Si algo tenéis que decirme, no quiero oírlo, a menos que me prometáis no hablar de Dios”.  -“Hablaremos” -dijo el Subprior- “de vuestra patria y parientes, y al fin, tan solo dos palabras os diré de Dios”. -“Muy bien” -contestó el estudiante -“pero cuidado, no digáis más”. Y después de hablar algún tiempo familiarmente, levantándose el Subprior, dijo: “Me voy, pero antes quiero decirte las dos palabras prometidas: ¿Sabéis señor Recaldo, a qué lugar irán en el otro mundo los que en este no hacen penitencia?” -“No” -respondió el joven. Y el Subprior: -“Isaías, profeta, lo enseña diciendo: La polilla será tu estrado y tu vestido los gusanos”. Y después de exponerle estas palabras, con su licencia se retiró al convento. Pero él de tal manera quedó fijo en la meditación de esta polilla y gusanos, que ninguna otra cosa podía pensar; y en medio de sus juegos y diversiones con los amigos, así le perseguía este pensamiento y le amargaba la vida, sin poderlo arrancar de su corazón, que no sufriendo más, a los pocos días entró en la Orden, prefiriendo la pobre y dura cama, para hacer de los ángeles llevado al cielo, a dormir aquí en blando lecho y después ser sepultado en el infierno, convertido en aquella polilla y gusanos, cuya sola memoria le era intolerable.

III. De un joven noble, hermoso y delicado, contó el Maestro Jordán, de buena memoria, que le aconsejaba salir de la Orden un sujeto pudiente, y literato, y amigo de sus padres, y le decía: “Eres demasiado tierno; no vas a poder resistir la dureza de la Orden; más vale que te salgas ahora sin pecado ni infamia alguna”. A lo que el joven contestó: -“La causa que vos alegáis para que me salga, es precisamente la que me ha movido a entrar en la Orden. Porque pensé para mí y me dije: Si en este mundo no puedo sufrir ninguna aspereza, ¿Cómo sufriré aquellas intolerables e inenarrables penas del infierno? Así , pues, me resolví a padecer aquí esta aspereza por no padecer la eterna, y ser con los pobres pobre, porque en el cielo sea rico”.



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