jueves, 6 de septiembre de 2018

BREVE CRÓNICA DE UN GOLPE DE ESTADO MASÓNICO EN LA IGLESIA: ESTUDIO JURÍDICO-TEOLÓGICO DE LA RENUNCIA DE BENEDICTO XVI

Publicamos un documento imprescindible para cualquier católico.

Por Juan Suárez Falcó


Resumen: en este estudio queremos demostrar que la renuncia de Benedicto XVI no fue una renuncia al Papado, sino sólo a su ministerio como obispo de Roma. Mantuvo, por tanto, el officium y el munus petrino, por lo que creemos que, desde entonces, sigue siendo el papa, el único papa válido y legítimo de la Iglesia. Fueron circunstancias especialmente graves las que le empujaron a realizar ese movimiento táctico y que se han ido haciendo públicas con cuentagotas, en diferentes periódicos y por periodistas bien informados. Intentaremos exponerlas sintéticamente en este Documento. Estudiamos también desde el punto jurídico y teológico el alcance de esa renuncia.



1- Introducción

La fecha del 11 de febrero de 2013 [1] ha quedado grabada de manera indeleble en la mente y el corazón de los fieles de la Iglesia como una fecha de tristísimo recuerdo. No podré olvidar jamás la sensación de congoja y agonía que me invadió cuando recibí la llamada de una amiga ese mismo día que me decía: “Lo que estábamos esperando ha ocurrido. Acaba de dimitir Benedicto XVI”. Por razones que explicaré más abajo, para mí y un pequeño círculo de amigos católicos esta renuncia era esperada como el pistoletazo de salida del fin de los tiempos.

Escribo este artículo con la autoridad que me confiere el art. 212.2 del Código de Derecho Canónico, que expresa que los fieles tienen el derecho, Y A VECES INCLUSO EL DEBER, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestar a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la reverencia hacia los Pastores y habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas. Es pues, un deber para mí, conociendo los hechos que voy a describir a continuación, en completa comunión con la Doctrina de la Iglesia, encontrándome en gracia de Dios, denunciar los hechos que a continuación describo, para conocimiento de la Iglesia y salvación de las almas.


2- Asaltos de la masonería eclesiástica y antecedentes

La masonería eclesiástica es una realidad palpable que lleva infiltrándose en la Iglesia desde principios del s. XIX. La masonería es la Iglesia de Satanás. En su versión moderna, nació en 1717 en el Pub inglés “El árbol del Diablo”, unificando varias logias inglesas. Su única función es derrocar el orden cristiano en la sociedad, para lo que necesita destruir a la Iglesia (la Católica, Apostólica, Romana, única Verdadera, la Iglesia de Cristo, fundada en la persona de Pedro [2]). Nació en el seno del protestantismo, y amparada e inspirada por el falso judaísmo talmúdico y kabalístico, que es luciferino. NO me detendré más sobre esta materia, que conozco bien. Baste al católico perplejo un repaso de las muchas condenas [3] que la Iglesia ha realizado de esta infernal secta, que engaña a los incautos con un ropaje de humanismo, filantropía y conocimientos gnósticos, y que adora en realidad a Lucifer, el Ángel Caído, como van conociendo finalmente los que, convertidos poco a poco a las luces deletéreas de Satanás, acaban perdiendo la fe (si la tenían) y conociendo, finalmente, el secreto masónico.

La masonería, desde el principio, intentó infiltrarse en la Iglesia, para pervertir su doctrina y desviarla hacia los errores doctrinales y pastorales, con la intención de demolerla desde dentro. Recordemos que ya en el s. XIX la masonería italiana luciferina de los carbonarios aprobó el Documento titulado La Alta Vendita (la Alta Venta, en español), una serie de instrucciones Permanentes o Código de Reglas que aparecieron en Italia en 1818 [4]. Por Providencia divina, este panfleto cayó en manos de Gregorio XVI. Posteriormente, el Papa Pío IX le dio a Jacques Crétineau-Joly, periodista e historiador, permiso para publicar en su libro “La iglesia y la Revolución”, las copias de los documentos y la correspondencia de la Alta Vendita. En octubre de 1884, seis meses después de la aparición de la Humanum Genus (la mejor y más extensa denuncia de la masonería hecha por un Papa), se reiteraron estos mismos documentos con comentarios reales en una serie de conferencias que dio Monseñor George F. Dillon en Edimburgo, Escocia. Estas conferencias impresionaron de tal manera a León XIII que las publicó y distribuyó a su propio costo. En la Alta Vendita se establecía un plan para infiltrar la Iglesia Católica, colocando a masones en los seminarios, para que, con el tiempo, fueran ordenados sacerdotes y escalando hasta el obispado y el cardenalato, subvirtiendo con modernismo la Doctrina Católica desde los altos puestos de la Iglesia. El objetivo final era lograr que alguno de ellos llegara, algún día, a la Silla de Pedro, para, desde ahí, demoler la Doctrina Católica, desviándola hacia la apostasía general, y obligando a toda la Iglesia a seguir hasta el Infierno a ese falso profeta, bajo la bandera de la obediencia debida al “papa”. Entre otras cosas, ese Documento decía:

“… Es un deber de las sociedades secretas hacer el primer ataque a la Iglesia y al papa, con el objeto de conquistarlos a los dos. La obra para la que nos ceñimos no es una obra de un día, ni de un mes, ni de un año. Puede durar por muchos años, tal vez un siglo… Lo que debemos pedir, lo que debemos buscar y esperar, así como los judíos esperan al Mesías, es un papa de acuerdo a nuestras necesidades. Necesitamos un papa para nosotros, si tal papa fuera posible. Con ese papa marcharemos de forma más segura al asalto de la Iglesia, que con todos los libritos de nuestros hermanos franceses e ingleses”

“En un plazo de cien años…los obispos y sacerdotes creerán que están marchando detrás de la bandera de las llaves de Pedro, cuando en realidad estarán siguiendo nuestra bandera… LAS REFORMAS TENDRAN QUE SER INTRODUCIDAS EN NOMBRE DE LA OBEDIENCIA”.


Como vemos, es precisamente esa obediencia mal entendida la que está en estos momentos haciendo mella en tantos católicos poco formados, que creen que lo que diga Francisco debe ser creído y obedecido en su totalidad, como dogma de fe. Sin embargo, sabemos que cuando el que manda ordena algo contrario a la moral o a la fe, o que suponga pecado, no debe obedecerse [5]. No cabe la obediencia al error. Sólo a la Verdad. Y hay que obedecer antes a Dios que a los hombres, cuando éstos yerran o van contras las enseñanzas de Cristo, como bien dijeron Pedro y los apóstoles ante los judíos que les perseguían [6].

Además, el dogma de la infalibilidad del Papa se refiere sólo a las ocasiones, excepcionales, en las que él promulga a toda la Iglesia (no a un grupo de ella) una enseñanza dogmática en temas de fe y moral bajo el rango de “solemne definición pontificia” o declaración ex cathedra [7]. Fuera de esos casos, todo lo que declare un Papa puede ser magisterio, pero no hay promesa de infalibilidad en él. E incluso puede no ser magisterio, porque declare una mera opinión personal como teólogo privado o porque lo haga con una mera función de instrucción o pastoral, no de definición de doctrina, y, por lo tanto, sin ánimo de vincular a la Iglesia (es el claro ejemplo de Amoris Laetitia [8]).

El 3 de abril de 1844, un líder de la Alta Venta que se hacía llamar Nubius, escribió una carta a otro masón de alta posición. La carta también habla sobre el plan para infiltrar a la Iglesia Católica, y el intento de poner a un “papa” masónico, que promoviera la religión de la masonería:

Si queréis fundar el reino de los elegidos sobre el trono de la prostituta de Babilonia, hacedlo de modo que el clero marche tras vuestra bandera creyendo que sigue la de la Fe apostólica. Si queréis hacer desaparecer el último vestigio de tiranía y opresión, echad las redes como lo hacía Simón bar Joná. Echadlas en las sacristías, seminarios y monasterios en vez de en el mar ... Habréis predicado una revolución vestida con la tiara y la capa pluvial que marcha con la bandera de la cruz. Una revolución que basta con encender mínimamente para que estalle en un fuego que se extienda a todos los rincones de la Tierra

Eliphas Levi

El masón Eliphas Levi dijo en 1862:

“El día llegará en que el papa… declarará que todas las excomuniones están suprimidas y todos los anatemas retirados. Cuando todos los cristianos estén unidos dentro de la Iglesia, cuando los judíos y los musulmanes sean bendecidos y llamados de nuevo a ella… permitirá que todas las sectas se le acerquen poco a poco y abarcará a toda la humanidad en la comunión de su amor y oraciones. Luego, los protestantes ya no existirán. ¿Contra qué van a protestar? El Sumo Pontífice será entonces verdaderamente el rey del mundo religioso, y él hará lo que él quiera con todas las naciones de la tierra”.

Como vemos, data de antiguo el interés de la masonería eclesiástica (carniceros, macellai, en palabras del propio Cristo en revelación dada al Padre Pío, que le crucifican de nuevo en cada eucaristía, sacrílegamente realizada [9]) de usurpar la Iglesia desde dentro, para, bajo la exigencia de obediencia, llevar a muchos fieles al error y a la apostasía. Para que la mayoría de los fieles sigan a un falso papa en todo lo que diga era necesario educar durante muchas décadas a los católicos en la falsa creencia de que todo lo que diga el papa es verdadero y de obligada obediencia, y dejar de predicar sobre el pecado mortal, escatología, fin de los tiempos, Infierno o la necesidad de arrepentimiento para salvar el alma. A fin de cuentas, que la Iglesia dimitiera de su secular misión de enseñar, centrándose solamente en un mensaje melifluo basado en una misericordia mal entendida, según la cual todos los bautizados se salvan por la mera fe (e incluso los ateos, “si son buenos”, añadiríamos).


Y esto lo ha conseguido la masonería infiltrando a sus elementos como Profesores de seminarios y Universidades católicas, o como teólogos, o como sacerdotes, cuyas homilías eran arengas a favor de la libertad, igualdad y fraternidad masónicas. Lo han conseguido también dejando de predicar la presencia real de Cristo en la Eucaristía y creando las circunstancias necesarias para ir eliminando progresivamente la fe de los fieles en ella: quitando reclinatorios; dejando de decir que la gente debe arrodillarse en la comunión; dejando de predicar la necesidad de estar en gracia de Dios para comulgar; dejando de recordar cuáles son los pecados mortales que impiden acercarse a la comunión, comenzando por faltar a misa deliberadamente; concibiendo la misa como un banquete festivo con guitarras y canciones desacralizantes; apartando el Sagrario del ábside; introduciendo la comunión en la mano; permitiendo monaguillas; abusando de los ministros extraordinarios de la Eucaristía; quitando crucifijos, cirios y demás elementos del altar que manifestaran públicamente su carácter sacrificial, convirtiéndolos en “mesas de banquetes”; poniendo música durante la Comunión, evitando que los fieles reconocieran en ella el elemento central de la misa e impidiendo que se concentren en Aquél al que reciben; cometiendo todo tipo de abusos litúrgicos; permitiendo una pastoral contraria a la sana Doctrina de la Iglesia; enseñando que la conciencia puede dictar la conducta moral de una persona, aunque contradiga el magisterio de la Iglesia; promoviendo un falso ecumenismo según el cual todas las confesiones cristianas son igualmente válidas; promoviendo un falso diálogo interreligioso que aboca al indiferentismo; desincentivando la confesión, dejando de ponerse en el Confesionario o diciendo que "todos van al Cielo", etc., etc., etc…

Con estas desviaciones litúrgicas, doctrinales y pastorales, promovidas por masones infiltrados, muchos fieles caen en el Infierno cada día cuando, por error vencible, por falsos respetos humanos o por simple defección, se adhieren a los errores masónicos, o cuando, siendo presbíteros, callan ante esa venenosa ponzoña, sin levantar la voz para defender a su grey, por cobardía.


Cardenal Rampolla

Muchos masones llegaron incluso a Cardenales. Incluso uno de ellos estuvo a punto de ser elegido Papa, lo cual fue impedido in extremis por pura Providencia Divina. Fue el cardenal Rampolla del Tindaro, afiliado a la OTO, orden masónica luciferina, peligrosa por donde se la mire [10]. Resulta inquietante descubrir que de este cardenal procede, en línea directa consacratoria, el cardenal Bergoglio [11]. Y no parece casual tampoco que muchos integrantes de la Mafia de Saint Gallo y del “Equipo de Bergoglio” (nombre dado por el periodista Austen Ivereigh al círculo íntimo de obispos y cardenales que han ayudado de manera ilegal e ilegítima para que el cardenal Bergoglio llegara a ser elegido “papa”) procedan igualmente de esa línea o de la de los colaboradores del cardenal Rampolla, como el cardenal Gasparri o del cardenal Giambattista della Chiesa [12].

Luego, a principios del s. XX, a esa presión masónica se unió el comunismo, que también infiltró a miles de candidatos al sacerdocio en los seminarios, como ha descrito fielmente Bella Dodd, que había sido comunista, y fue convertida a la Fe católica por el Obispo Fulton Sheen, testimonió públicamente que había enviado personalmente un número superior a mil jóvenes a los seminarios católicos, para que pudiesen destruir la Iglesia desde su interior. Y cuando ella estaba deponiendo públicamente, dijo: “Algunos de ellos ya son Obispos”. ¡Y estaba hablando al final de la década de 1940 e inicios de los 1950! [13]

También Alice von Hildebrandt, esposa Dietrich von Hildebrandt, ha dado la voz de alarma sobre la infiltración del marxismo y de la masonería en la Iglesia, ambos nacidos de las profundidades de Satanás [14].


3- Los intentos de hacer dimitir a Juan Pablo II

La masonería eclesiástica intentó por todos los medios hacer dimitir a Juan Pablo II. Recordemos cómo ya desde antes del año 2000 se produjo una ola de intervenciones de cardenales, obispos, sacerdotes, organizaciones supuestamente católicas de base, etc. a favor de la dimisión de Juan Pablo II, por aquel entonces aquejado ya de una enfermedad de Parkinson avanzado.

Se unían, así, a la opinión de todos los medios de comunicación social en manos de la masonería, esto es, las televisiones y periódicos de todo el mundo. Clamaban, iracundos, para que el santo padre dimitiera, pero lo hacían con apariencia de piedad y bondad, justificándose en que su enfermedad así lo aconsejaba. De todos es sabido que la masonería internacional, esto es, el falso judaísmo edomita de las finanzas, junto con las demás sectas satánicas y luciferinas, los colectivos sodomitas, la ideología de género, las izquierdas, las derechas paganas, el mundo, a fin de cuentas, bramaban de rabia con el pontificado de Juan Pablo II, que se caracterizó por una lucha encarnizada contra el relativismo, el aborto, la sodomía, el comunismo, el falso ecumenismo y el liberalismo moral. Sus enemigos naturales, pues, dentro y fuera de la Iglesia, llevaron a cabo una deleznable campaña mediática [15], disfrazada en muchos casos de buenas intenciones, para que el santo padre diera un paso al lado, y poder meter ya entonces a uno de sus candidatos, que muy posiblemente podría haber sido el Príncipe del bando masónico, el jesuita Cardenal Martini [16].

Hizo bien Juan Pablo II en no dimitir, retrasando con ello la entrada del falso profeta en la silla de Pedro, que, de seguro, estaba ya preparado para gobernar la Iglesia. El mismo Benedicto XVI hizo unas declaraciones muy importantes con ocasión del libro entrevista “Luz del Mundo” (2010), con Peter Seewald, en relación con la posibilidad de su abdicación o renuncia, que han resultado proféticas, y que son bien aplicables al intento de forzar la dimisión de Juan Pablo II:

“Se puede dimitir en un momento de serenidad o cuando ya no se puede más” pero no se puede huir “precisamente en el momento del peligro” [17].


4- Enseñanzas inquietantes de la Novela “El Último Papa” (Windswept House), de Malachi Martin, sobre cómo la estrategia de la masonería eclesiástica sería forzar la dimisión de un Papa para entronizar al falso profeta

El padre Malachi Martin, autor del libro “El último Papa”

El interés de la masonería por poner a uno de los suyos en la Cátedra de Pedro no sólo ha quedado evidenciado por entrevistas, declaraciones y documentos de la masonería, sino que ha sido confirmado por un destacado sacerdote irlandés, conocedor como pocos de la masonería eclesiástica porque la sufrió en sus carnes, en su obra capital “El último Papa”.

El Padre Malachi Martin, jesuita irlandés, políglota, intelectual y muy bien formado, fue secretario personal del Card. Agostino Bea (posible masón, como puede verse en la Lista Pecorelli [18]). Tuvo la ocasión de leer el contenido completo del Tercer Secreto de Fátima, no sólo la visión del Papa huyendo entre cadáveres de sacerdotes para ir a morir mártir bajo una cruz de madera, sino las palabras de la Virgen explicando esta visión (las que comienzan con “En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe…” [19]), que tratan, a todas luces, de la apostasía de la Iglesia del fin de los tiempos, en la que ya estamos [20]. En ese libro, que él describió como verídico al 85%, el padre Malachi Martin describió con detalles la conjura masónica dentro de la Iglesia, poniendo otros nombres inventados a sus protagonistas reales, cuya finalidad era hacer dimitir al Papa, colocar al falso profeta (un Cardenal masón) como Papa de la Iglesia y llevarla a su destrucción interna. El Padre Martin, asqueado por el liberalismo que veía en el Card. Bea y en sus superiores, decidió abandonar la orden jesuita. Pablo VI le concedió poder exiliarse en Nueva York, sin incardinación eclesiástica [21]. Fue también exorcista, incluso taxista para ganarse la vida. Escribió libros excepcionales, que relatan las conjuras masónicas dentro de la Iglesia, que conoció de primera mano. Murió en extrañas circunstancias, en las que muchos ven un asesinato premeditado.

Resumo algunos de las principales conclusiones del libro, que todo católico debe leer para entender lo que está ocurriendo en la Iglesia. Se encuentra completo en Internet [22]. Sobre su otro exitoso libro 
"Windswept House: A Vatican Novel" (La casa azotada por el viento) se ha hecho una lista de equivalencias entre los nombres ficticios de la novela y los nombres de sus protagonistas reales puede verse aquí [23]. El libro cuenta lo siguiente:

El Cardenal Villot, masón, fue mentor del secretario de Estado en tiempos de Juan Pablo II, el cardenal Casaroli (hasta los años 90). Parece que se atrajo también a su sucesor, Ángelo Sodano, y le instruyó a ganarse la confianza del papa Juan Pablo II, para conseguir que, aunque pareciera contrario a sus propósitos, el papa ayudara sin saberlo al advenimiento del deseado NOM. De hecho, Juan Pablo II, sin saber su adscripción masónica, mantuvo a un buen número de cardenales y clérigos masones en sus puestos de responsabilidad, no sólo en Roma, también en las diócesis… El objetivo era fomentar un catolicismo que no reconociera ningún verdadero vínculo con el catolicismo anterior. Pero con el papa reticente en algunos temas, ese progreso hacia el NOM y la transformación de la Iglesia no se realizarían al ritmo deseado, para poder alcanzarlo en la fecha deseada.

Juan Pablo II siguió la línea de la colegialidad y del Concilio Vaticano II y no se inmiscuyó en las diócesis de los demás obispos, cuando miles de ellos introdujeron enseñanzas innovadoras en los seminarios, que permitieron que proliferara entre los clérigos la plaga de la homosexualidad o las diversas “inculturaciones” con que se adaptaron las ceremonias católicas. Cometió pecados de omisión, como tolerar herejías e inmoralidades, nunca por dolo.


El libro del padre Malachi Martin

En la novela aparecen diferentes miembros de las élites adscritos a la masonería, no todos en la misma línea, pero, de una forma más o menos consciente, todos al servicio de un plan que controlan y conocen en su verdadero alcance sólo unos pocos. A este plan lo llaman “el proceso” y se trata básicamente de un proyecto de mundialización que conducirá a un NOM. Dos aspectos importantes de este proceso son: hacerse con la Iglesia; y un proyecto genocida de reducción de la población por diferentes medios, sobre todo por el aborto, en relación al cual se dan descripciones de prácticas terroríficas en Rusia y China, y en general, con la promoción del “control de la natalidad”. Rusia es una pieza clave de este programa. El círculo más alto que dirige “el proceso” decidió simular la caída del bloque soviético, para traer una falsa sensación de paz y concordia, una falsa paz masónica. Los 75.000 topos y agentes dobles de la KGB infiltrados por todo el mundo, los gulags, permanecieron igual. Gorbachov recibió financiaciones ingentes de parte de los Rockefeller, Morgan y compañía para sus fundaciones por todo el mundo. Se llega a decir que la KGB manipulaba a distancia el sindicato polaco Solidaridad, para sus planes a largo plazo.

En cuanto a la Iglesia, un grupo de líderes del NOM, masones de alto grado, deciden en el marco de un tiempo favorable (5 a 7 años) que les concede su “Príncipe”, apoderarse del Vaticano (“oficina papal”). Cito: “Para ello, debemos aseguramos de que el titular de dicha oficina sea un hombre de cuya adaptabilidad a nuestras necesidades podamos confiar” (páginas 145-146)… “El candidato que reemplace al actual titular deberá ser alguien familiarizado con nuestros objetivos […], dispuesto a colaborar en la consecución de los mismos” (pág. 146).

La masonería eclesiástica planteó tres estrategias para quitarse de encima a Juan Pablo II y poner al falso papa que les interesaba: persuasión, aniquilación y dimisión (pág. 146). Cito y pongo en mayúsculas, por su importancia:

“LA ELECCIÓN CATEGÓRICA MEDIANTE LA CUAL ALCANZAREMOS NUESTRO OBJETIVO ES LA DIMISIÓN. EN RESUMEN, SE INDUCIRÁ AL ACTUAL TITULAR A DIMITIR DE SU CARGO […]. LA DIMISIÓN VOLUNTARIA DEL PAPA, EN ESTA ENCRUCIJADA DE DIVISIONISMO Y DESUNIÓN ENTRE LOS CATÓLICOS LAICOS Y ENTRE LOS PROPIOS CLÉRIGOS, SERÍA UNA PODEROSA SEÑAL, EQUIVALDRÍA A UNA ADMISIÓN DE DERROTA POR PARTE DE IMPORTANTES ELEMENTOS OPUESTOS A NOSOTROS” (pág. 147).


Juan Pablo II en la última fase de su pontificado, aquejado de la enfermedad de Parkinson.

Nótese que lo intentaron con Juan Pablo II durante gran parte de su papado, y también en su etapa final, cuando estaba enfermo de Párkinson, como hemos dicho arriba, pero el santo padre se mantuvo firme, conocedor de los planes de sus adversarios. Sin embargo, esa estrategia sí funcionó con Benedicto XVI, que dimitió el 11 de febrero de 2013.

Para realizar este plan, que es el mismo que tiene la “falange vaticana” del “Príncipe”, mantienen encuentros para colaborar y ser operativos. El líder del grupo de clérigos, llevando con él a un puñado de cardenales (Silvestrini, Laghi, Noé), es el secretario de Estado a punto de jubilarse y que continúa manejando todo en bambalinas tras su jubilación (Casaroli), y entre sus cardenales “amigos” está el cardenal Suenens de Bélgica (de quien se sabe que era masón, conforme a la lista Pecorelli).

La estrategia principal contra Juan Pablo II sería hacer sentir al papa que la mayoría de los obispos no estaban con él y no lo querían. Se crearon grupos liderados por cardenales que usarían a obispos afines para extender su influencia y su visión, serían el fermento para buscar en los demás obispos una progresiva asimilación de sus postulados y a su vez identificar a los obispos refractarios, a los que habría que combatir. Estos grupos concéntricos estaban formados por obispos de confianza del cardenal en el cargo de esta misión y obispos con debilidades y que pudiesen ser dóciles para salvar su situación. Entre ellos cada uno, obedeciendo una estrategia, actuaría: ya fuera cambiando las cosas en su diócesis por la vía de los hechos, ya fuera levantando discusiones y polémicas escribiendo a favor de los homosexuales o de la ordenación de mujeresy aunque se tuviesen que desdecir transitoriamente, el efecto buscado ya estaba conseguido. Para algunas cuestiones más delicadas usarían a obispos auxiliares (cfr. Cap. 27).

Una de las estrategias era cambiar la concepción del Papado, con tácticas como dejar de llamar al papa “vicario de Cristo” y usar mejor la expresión “vicario de Pedro”. Esto significaría que todos los obispos son iguales (todos son vicarios de los apóstoles) y el papado pierde su valor. La expresión “vicario de Pedro” se habría introducido en el nuevo misal en inglés, aunque todavía no se había aprobado (cfr. pág. 270).

Casaroli, mientras preparaba la forma de forzar a Juan Pablo II a dimitir, fue maniobrando para que los cardenales escojan al sustituto propuesto. Trabajó con tres posibles sustitutos: el Card. Lustiger (parece que de ascendencia judía o convertido del judaísmo, y seguro que masón), de París, el Card. Martini, jesuita, de Milán (muy posible masón), y el Card. Noé, del Vaticano.


S.S. Benedicto XVI, prefiguración del papa descrito por Malachi Martin en su libro.

En el caso anterior de renuncia de un Papa, Celestino V en 1294, se dice en la novela que “había suficientes pruebas para demostrar que Celestino había sido también víctima de engaño y manipulación por parte de su sucesor, el cardenal Benedetto Caetani, los enemigos de aquel Papa también decidieron enclaustrarlo físicamente (“curiosamente”, al igual que parece ocurrir ahora con Benedicto XVI, enclaustrado en el Monasterio Mater Ecclesiae). Él también se convirtió en un prisionero. Falleció de “una infección” en Castello di Fumore, en Frosinone, pocos meses después de su reclusión” (pág. 711).

“Era imprescindible debilitar la autoridad central del papado. No bastaba con librarse del actual sumo pontífice. […] Los papas serían realmente elegidos de forma democrática por todos los pastores de la Iglesia. El truco […] consistía en inaugurar el proceso descentralizador y mantener al mismo tiempo un firme control”
(pág. 712).

La novela desvela un plan urdido en torno al papa, para forzarlo a dimitir: primero diciendo ante la opinión pública mundial que el papa había dimitido, y luego, forzándole internamente a firmar su dimisión con el argumento de que ya era un hecho consumado y difundido a todo el mundo por los medios de comunicación. Malachi Martin sabía que el plan era forzar a dimitir a Juan Pablo II pero el papa eslavo no cedió. Fijémonos ahora cómo en la novela se recrea el tono laudatorio que la Iglesia y el mundo tienen hacia la supuesta dimisión de Juan Pablo II, justo la misma reacción ingenua que ha existido luego de la “dimisión” de Benedicto XVI. Estremece ver hasta qué punto es idéntica la situación descrita y la realidad:

“Según los comentaristas europeos y americanos, el papa eslavo había dimitido por razones de salud. Transmitían citas de importantes portavoces gubernamentales y de los secretarios de muchas conferencias episcopales importantes. También se especulaba sobre el futuro cónclave y la identidad del próximo papa. En general, el tono de los comentarios era laudatorio. Algunos encomiaban al santo padre por la sabiduría de su dimisión.”

Y, en lo que parece que tiene un enorme parecido con la dimisión de Benedicto XVI, se dice en novela cómo describirían el nuevo papel del papa dimisionario:

“Para el enriquecimiento de la Iglesia, como María en el evangelio, el santo padre ha elegido la mejor parte” (pág. 683). Y pone en boca de Casaroli: “De ahora en adelante, el ex santo padre sustentará la Iglesia con sus oraciones y su experto asesoramiento” (pág. 705).

Entre los cardenales más peligrosos (evidentemente todos masones), según Malachi Martin: Laghi, Casaroli, Lustiger, Martini, Sodano, Noe, Silvestrini, Suenens, Bernardin, etc. Entre éstos, varios habrían participado directamente en la misa negra satánica de la noche del 29 de junio de 1963 de entronización de Satanás en el Vaticano [24] (toda la camarilla de Casaroli, aunque él mismo no estuviese presente, a excepción de su sucesor en la secretaría de Estado, Angelo Sodano; pero ambos -Casaroli y Sodano- serían claves en el servicio al “proceso”) con el objetivo de debilitar el papado hasta colocar a uno de los suyos en su lugar y a esa tarea consagraron su vida; en particular se menciona al antiguo secretario de Estado, Card. Villot y a los cardenales Silvestrini, Noe y Laghi, así como al Card. Bernardin, siendo sacerdote, en la capilla emisora de USA, como “arcipreste” o segundo en la ceremonia, presidida allí por el obispo John Russell.


El cardenal Silvestrini, uno de los varios cardenales más peligrosos, según se desprende de la lectura de “El último Papa”. Integrante de la Mafia de Saint Gallo

En fin, en la novela, Juan Pablo II aparece cautivo en medio de los cardenales, sin casi capacidad de movimiento, con la hostilidad de muchos de ellos. Sin embargo, mantiene un círculo reducido de fieles que le sirven, como una especie de espías en medio del campo enemigo, dándole información. Entre ellos, su secretario personal, el jefe de seguridad, y algunos sacerdotes a los que encomienda misiones principalmente en Europa oriental y en EEUU, bajo la tapadera de otros encargos pastorales, o bien que están sirviendo a la estructura de poder de Casaroli y compañía, pero que se mantienen fieles al papa (una especie de agentes dobles). Uno de estos sacerdotes fieles al papa que habría accedido a toda la información sobre la misa negra, escapa de ser asesinado, pero en otra ocasión posterior lo asesinan macabramente y quien está detrás de la orden de deshacerse de él es el cardenal Silvestrini, por cierto, integrante, y no por casualidad, de la mafia de Saint Gallo. Entre los sacerdotes satanistas medio arrepentidos o que trabajaban como informadores para desvelar la red de EEUU, sistemáticamente todos van apareciendo asesinados ritualmente, macabramente.

Habla de una red de capillas satanistas en templos católicos por todo EEUU, como parte de una red mundial. La capilla madre en EEUU sería precisamente aquella donde en 1963 se realizó la misa negra para la entronización en el Vaticano de “el Príncipe”, en Carolina del Sur, a la que habría asistido siendo sacerdote el que luego sería Cardenal de Chicago y uno de los mandamases de esa red de clérigos satanistas, Joseph Bernardin, quien controlaba la Conferencia Episcopal de EEUU. Esta red estaría muy vinculada a la pederastia, con abusos y sacrificios rituales, y al homosexualismo. Es decir, todo eso no serían casos aislados, más o menos abundantes, sino prácticas en las que los que eran iniciados (o a los que se promovía en su degeneración) entraban en una red de la que no podían escapar. El “sumo sacerdote” de esa capilla madre satánica era el obispo John Russell. Uno de los protagonistas se pregunta si “existe un esfuerzo para transformar la Iglesia en un santuario seguro para pedófilos conocidos, y al mismo tiempo crear un campo de cultivo perfecto para cultos satanistas […], un esfuerzo encaminado a destruir la Iglesia, tanto moral como monetariamente [por las millonarias indemnizaciones a las víctimas de pederastia], un intento deliberado y expertamente organizado, para destruir la Iglesia desde el interior” (pág. 506).

“De pronto pasó a ser incontestable el hecho de que ahora, en este papado, existía dentro de la Iglesia católica la presencia permanente de clérigos que adoraban a Satán y les gustaba hacerlo, de obispos y sacerdotes que sodomizaban niños y se sodomizaban entre sí, de monjas que celebraban ‘ritos negros’ de Wicca y mantenían relaciones lesbianas dentro y fuera de sus conventos. De pronto quedó claro que durante este papado la Iglesia católica se había convertido en un lugar donde todos los días, incluidos domingos y fiestas de guardar, hombres llamados a ser sacerdotes cometían actos de herejía, blasfemia, sacrilegio e indiferencia ante los sagrados altares. No sólo se cometían actos sacrílegos ante los altares, sino que contaban con la complicidad o por lo menos el beneplácito de ciertos cardenales, arzobispos y obispos. Era alarmante la lista de prelados y sacerdotes involucrados. En total eran una minoría, oscilaban entre el uno y el diez por ciento del personal de la Iglesia. No obstante, muchos de ellos ocupaban cargos asombrosamente de alto rango y autoridad en las cancillerías, los seminarios y las universidades […].


Bergoglio lleva de la mano a Don Ciotti, sacerdote comunista favorable a la homosexualidad

Los hechos que provocaban el nuevo sufrimiento del papa eran esencialmente dos: los vínculos sistemáticos y organizados, o, en otras palabras, la red establecida entre ciertos grupos clericales homosexuales y conciliábulos satanistas, y el asombroso poder e influencia de dicha red. De los dos, el poder de la red, tan desproporcionado respecto a la minoría que lo ejercía, era el más devastador para el papa eslavo” (pág. 556). “El poder desproporcionado y la predominante influencia de dicha red se debían a sus alianzas con grupos seculares ajenos a la Iglesia católica y a la enorme cantidad de profesores en seminarios, universidades y escuelas católicas, que disentían de forma abierta y con toda naturalidad de los dogmas y enseñanzas morales del catolicismo” (pág. 557).

El autor pone esta reflexión en boca de Juan Pablo II:

(los adversarios) “ven el cisma inminente entre el papado y los obispos de la Iglesia. No sólo ven sino que contribuyen al desmoronamiento progresivo del catolicismo. En realidad, es justo afirmar que la mayoría de los católicos están ahora enajenados en mayor o menor grado de la verdad católica. Roma y el papado ya no son objeto de obediente devoción, sino a lo sumo de una veneración vaga y romántica. Gran cantidad de las misas y de las confesiones carecen de validez. Un número indeterminado de sacerdotes no han sido ordenados como es preceptivo. Y ni siquiera he intentado calcular todavía la cantidad de obispos que no han sido debidamente consagrados o que han dejado de creer. Ya no se honra a Jesucristo en nuestros tabernáculos, y en consecuencia ha abandonado nuestras iglesias, nuestros conventos, nuestras órdenes religiosas, nuestros seminarios y nuestras diócesis. A decir verdad, ¿por qué debería Nuestro Señor permanecer donde es objeto de negligencia, insulto y negación? Después de todo, no es él quien nos necesita” (pág. 566).

Se citan dos diócesis, una de EE.UU. y otra de Canadá, donde los obispos habrían administrado una especie de orden sagrado a numerosas mujeres (cfr. págs. 658-569). También concursos de ‘monaguillas’ en EEUU.

En el ritual de Entronización de Satanás que, según el padre Malachi Martin se realizó en la Capilla paulina del Vaticano el 29 de junio de 1963, los integrantes exclamaron:

“Aquel que, mediante este sanctasanctórum, sea designado y elegido como último sucesor al trono pontificio, por su propio juramento se comprometerá, tanto él como todos bajo su mando, a convertirse en instrumento sumiso y colaborador de los constructores de la casa del hombre en la Tierra y en todo el cosmos humano. Transformará la antigua enemistad en amistad, tolerancia y asimilación aplicadas a los modelos de nacimiento, educación, trabajo, finanzas, comercio, industria, adquisición de conocimientos, cultura, vivir y dar vida, morir y administrar la muerte. Ése será el modelo de la nueva era del hombre”

Por lo dicho en el párrafo anterior, parece evidente que el último papa, no sería canónicamente elegido [25], como dijo Malachi Martin en una entrevista, sería un masón luciferino [26]. Una vez producida la renuncia del papa, en la novela se describe cómo ha de ser el Cónclave posterior, para poder elegir a su candidato maligno, de manera que el cónclave se hiciera con plena legalidad aparente para que parezca que el nuevo papa elegido tras la dimisión del otro había sido canónicamente elegido. Pero al igual que Celestino V dimitió por las presiones de su sucesor Benedetto Caetani, también el papa eslavo fue objeto de presiones por los luciferinos (la “falange romana”) para dimitir. En el sínodo en que ha de ser elegido 
el nuevo papa se preparan preguntas (las Congregaciones actuales) para que salga un “consenso común” de los electores y así conducir a todos a la elección del papa “adecuado”. Igual que ha pasado en el cónclave de 2013, en el que Francisco siempre hizo alusión que intenta aplicar el programa que los electores dijeron antes de las votaciones [27]. También se habría comprometido el voto de los obispos y cardenales necesarios para que saliera el papa “adecuado”:

“Maestroianni sabía que, para no desviarse de sus planes, él y sus colegas debían ajustarse a la tradición eclesiástica y a la legislación de la Iglesia. La exactitud era la característica esencial de la tradición sacrosanta y la legislación detallada. El único objetivo de la tradición y de la ley era garantizar que el sucesor del papa anterior fuera inconfundible y manifiestamente el elegido de Dios por mediación del Espíritu Santo. Todos los actos se encaminaban a dicho fin. Cada paso debía ajustarse a la ley y a la tradición. De lo contrario, se pondría en duda la legalidad canónica de todo el proceso. Normalmente, sólo se elegía a un nuevo papa cuando el anterior había fallecido. Lo complicado en este caso era que la Iglesia tenía un papa perfectamente vivo. Por consiguiente, desde un punto de vista canónico, la posición adoptada por el Consejo de Estado, o mejor dicho la posición adoptada por el propio Maestroianni, junto a los cardenales Palombo, Aureatini, Pensabene, Graziani y otros, de que el papa viviente prácticamente había dimitido, tenía una importancia fundamental”…

“Aquellos cuestionarios que tanto había trabajado Gladstone para completar eran en definitiva documentos de la posición dogmática y pastoral de prácticamente todos los obispos que estaban en aquel momento en Roma. Y puesto que Maestroianni había hablado en persona con cada uno de ellos, creía saber qué cabía esperar.”


5- El Cónclave de 2005: Card. Ratzinger versus Card. Martini. El tercer hombre, el Card. Bergoglio

Ha trascendido a la luz pública que en el Cónclave de 2005, que acabó eligiendo al Card. Ratzinger, su principal oponente fue el Cardenal jesuita Carlo Maria Martini, hereje manifiesto.


El card. Lehmann, otro de los cardenales perteneciente a la Mafia de Saint Gallo participando en el Club de Carnaval de Aquisgrán (Alemania)

A las pruebas nos remitimos. En su llamado “testamento vital”, una entrevista concedida en el umbral de la muerte a dos periodistas (Georg Sporschill y Federica Fossati Confalonieri) para el Diario Corriere della Sera [28], ofrecía una visión de la Iglesia que quería realmente desasosegadora, aterradora, negadora de todos sus dogmas, que primara la conciencia por encima de su magisterio, que concibiera los sacramentos no como una disciplina sino como un alimento para los débiles, que concediera la comunión a los adúlteros, que no entrara a juzgar la sexualidad de sus fieles, que apoyara la teología de la liberación de los jesuitas tristemente asesinados en El Salvador (Ellacuría y otros), al tiempo que se remitía a otro miembro de la Mafia de Saint Gallo como el Card. Lehmann [29]. Todo esto, desgraciadamente, ha sido posteriormente repetido por uno de sus más conspicuos epígonos, el Card. Bergoglio, antes y después de su elección papal.

Pero no fue el de Martini un ataque agudo de heterodoxia en el tramo final de su vida: desgraciadamente, profesó siempre estas ideas y algunas más (negaba la existencia de un Dios católico, fue abiertamente contrario a la Humanae Vitae, estaba abierto a admitir el divorcio o la sodomía y, en suma, creía más en un Jesús político y sociológico que divino [30] y [31]).


Martini , perteneciente a la Mafia de Saint Gallo y quien promovió ostensiblemente la elección de Francisco

Martini, muy posible masón [32], líder de la Mafia de Saint Gallo, pidió a sus electores que los votos que tenía pasaran al Cardenal Bergoglio [33]. Esto señala a Bergoglio, también jesuita, como sucesor en el partido hereje, que aspira a subvertir la Iglesia. Los martinianos, de hecho, votaron a Bergoglio en 2005 y luego en 2013 [34]. El Card. Bergoglio ha alabado públicamente al Cardenal Martini [35].


6- La oposición a BXVI durante su pontificado

El pobre Benedicto XVI tuvo que lidiar durante todo su pontificado con la dura batalla que, desde fuera y desde dentro de la Iglesia, le hacían sus enemigos. Desde fuera, porque el mundo no podía soportar su claro posicionamiento contra el ateísmo, el aborto, la eutanasia, la anticoncepción, el adulterio, al tiempo que proclamaba sin ambages los dogmas de la Iglesia. En suma, sus palabras y escritos hacían rechinar los oídos de los medios seculares y profanos.

Pero también desde dentro, por parte de oponentes íntimos como el sacerdote Hans Küng, la compañía de Jesús casi al completo, y, entre ellos, el mismísimo Cardenal Carlo Maria Martini. Esa falange interna la tenía también entre los miembros modernistas, marxistas y masones de la Curia. Oposición interna que le llevó a decir alguna vez “mi autoridad acaba pasando esa puerta” [36], en referencia a la puerta de sus apartamentos papales en el Vaticano, lo que hablaba nítidamente de la hostilidad que sufría cada día entre sus supuestos colaboradores y la desobediencia que éstos hacían de sus indicaciones y mandatos.

El mismo Paolo Gabriele, su mayordomo, hombre de su total confianza, dijo siempre que había dado a conocer papeles suyos para que la gente viera la oposición que sufría Benedicto dentro del Vaticano y para intentar hacer volver a la Iglesia a su sitio. Posiblemente, actuó de buena fe, pero mal asesorado, haciendo un mal para conseguir un bien, lo que acaba siempre redundando en un mal mayor [37].

Lo que la masonería eclesiástica no podía perdonarle nunca al cardenal Ratzinger es que hubiera desempeñado durante casi un cuarto de siglo, de manera impecable, en la más sana doctrina, la Prefectura de Doctrina de la Fe. En particular, el card. Ratzinger cerró el paso de manera rotunda a la comunión de los adúlteros (o, como se les llama eufemísticamente “divorciados vueltos a casar”) con aquella famosa CARTA A LOS OBISPOS DE LA IGLESIA CATÓLICA SOBRE LA RECEPCIÓN DE LA COMUNIÓN EUCARÍSTICA POR PARTE DE LOS FIELES DIVORCIADOS QUE SE HAN VUELTO A CASAR (1994) [38]. En ella se recuerda un axioma fundamental de la fe católica: que la auténtica misericordia nunca se encuentra separada de la Verdad [39]. En un par de párrafos antológicos se rechazan las razones sentimentaloides que se ofrecían desde Alemania y otros países a favor de la comunión de los divorciados y vueltos a casar, justo las mismas razones que luego Francisco ha asumido con su 
Amoris Laetitia. Recordemos estos párrafos por su innegable actualidad [40].

Esta idea fue desarrollada plenamente en su Encíclica Caritas in Veritate (2009), donde el papa recuerda que sólo en la Verdad está la auténtica caridad y la auténtica misericordia que liberan al hombre del pecado. Como vemos, Verdad y misericordia no se oponen, nunca lo hicieron: quedaron unidas en Cristo y en el magisterio de la Iglesia. Es, por lo tanto, una falacia querer oponer misericordia y justicia, caridad y Verdad, pues Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida [41] y la Verdad nos hace libres [42], no una falsa misericordia que bendice los pecados del hombre [43].

Años antes, en 2005, escribió la Encíclica Deus caritas est, donde desmonta los errores que pretenden hacer de la caridad un arma política o de ideología política, al tiempo que proclama la necesidad de centrar el amor a los pobres como un reflejo del amor del hombre a Dios, desterrando la interpretación marxista de la justicia social [44].


Es digna también de recuerdo la amenaza de cisma que, en septiembre de 2011, le dirigieron a Benedicto XVI con total desfachatez desde Austria un grupo muy significativo de 329 sacerdotes, encabezados por el presbítero Helmut Schüller, que pedía, nada menos que matrimonios dentro del clero, ordenación de mujeres y de hombres casados, comunión para divorciados, casados en segundas nupcias o miembros de otras religiones, entre otras cosas. Una evaluación reciente llevada a cabo por el instituto de encuestas Ökonsult en este país tradicionalmente considerado católico, reveló que tres cuartas partes de los 2,6 millones de creyentes respaldaban el manifiesto “Llamado a la desobediencia”, publicado en internet [45]. En muy parecido sentido se presentó desde España, por parte del grupo herético, que se proclama católico sin serlo “Somos Iglesia” [46].

También ayudó el card. Ratzinger a Juan Pablo II a escribir la Encíclica Ecclesia de Eucharistia, de 2003, donde se reafirma la centralidad de la Eucaristía en la vida de la Iglesia y se recuerda la Presencia Real de Cristo en ella. Le valió muchas críticas desde Alemania.

Todo este discurso le granjeaba constantemente a Benedicto XVI todas las enemistades del mundo y de los apóstatas disfrazados de corderos dentro de la Iglesia. Y es que el mundo no escucha a los de Dios y sí a los que son del mundo [47].



7- Algunos encontronazos del card. Bergoglio con el Vaticano, en tiempos de Benedicto XVI

El card. Bergoglio se ha enfrentado un par de veces con el Vaticano, por dos asuntos menores.

La primera y muy sonada, cuando el portavoz del card. Bergoglio en Buenos Aires (el padre Guillermo Marcó) criticó duramente a Benedicto cuando hizo aquella suave alusión crítica al Islam en la Universidad de Ratisbona (septiembre de 2006). El padre Marcó basaba su discurso en que el Islam había aportado muchos valores buenos a la historia y la sociedad (¡¡!!) [48]. Parece evidente que un mero portavoz no se arroga esa capacidad de crítica tan fuerte sin que el cardenal no estuviera de acuerdo en ello. De hecho, Francisco ha hecho muchas veces ese mismo discurso, alabando el Islam en su pontificado [49]. El card. Bergoglio tardó tres meses en quitarle la portavocía, ante el malestar del Vaticano [50].

El padre Marcó es famoso por su heterodoxia y ha llegado a pedir libertad sexual para los católicos y que se cambie la práctica sacramental de la confesión, que debería sustituirse por la primacía de la conciencia [51]. Si nos preguntamos si Francisco le ha corregido, diremos que no sólo no lo ha hecho, sino que ha confirmado esa primacía de la conciencia diferenciada de las normas morales y por encima de ellas (uno de los pilares del luteranismo) en 
Amoris Laetitia. Y le ha premiado sacándole en el vídeo del Apostolado de la Oración de enero de 2016, en un ejercicio de sincretismo realmente perturbador [52].

La segunda vez fue con ocasión del nombramiento del presbítero Víctor Manuel Fernández como Rector de la UCA, propuesta que fue hecha por el card. Bergoglio y que le fue rechazada varias veces desde Roma, hasta el punto de que el cardenal tuvo que viajar a la metrópoli para resolver el asunto personalmente [53]. Francisco, una vez papa, ha premiado a “Tucho”, como él mismo pide ser llamado, con el obispado. Pero lo más grave es que el autor en la sombra de importantes partes de la 
Amoris Laetitia, que ya estaban escritas antes incluso de ambos Sínodos de la familia (¡¡!!)[54]. Es autor de libros como “Sáname con tu boca. El arte de besar”, está a favor de técnicas orientales de ampliación de la conciencia [55] y a favor de la comunión de los adúlteros impenitentes [56]. Espera que Amoris Laetitia sea un primer paso a una mayor apertura pastoral a otros asuntos de la fe [57].


8- La exitosa estrategia de la Mafia de Saint Gallo y del “Bergoglio Team” en el Cónclave de 2013

En septiembre de 2015, el cardenal Dannels confirmó, en la presentación de su biografía oficial, algo que era ya sabido como un secreto a voces en algunos corrillos vaticanos: que el cardenal Carlo Maria Martini había liderado una “Mafia” (sic) para impedir que el cardenal Ratzinger fuera elegido en el Cónclave de 2005 y para que, una vez elegido, tuviera toda la oposición posible en su pontificado.

Se reunían desde 1996, nada menos. Los miembros de ese grupo tomaron el nombre de Mafia de Saint Gallen por el nombre de la Abadía suiza donde se reunían, bajo la protección y la connivencia de su obispo, Ivo Fürer [58]. Eran, aparte de él, que se incorporó en 1999, el cardenal arzobispo de Milán, Carlo Mario Martini (fallecido en 2012) y su compatriota Achille Silvestrini, los cardenales alemanes Walter Kasper y Karl Lehman, el británico Basil Hume (fallecido en 1999), el obispo holandés Adriaan Van Luyn y el inglés Cormac Murphy O´Connor.


El vaticanista Paul Baade ha confirmado que tres días después de la muerte de Juan Pablo II se reunieron en Villa Nazaret, en Roma, los cardenales Martini, Murphy O´Connor, Silvestrini, Van Luyn, Bakis y Danneels, para impedir que saliera elegido el card. Ratzinger en el Cónclave siguiente. Afortunadamente no lo consiguieron. El amigo íntimo de Ratzinger, card. Meisner (quien, no por casualidad ha sido uno de los 4 cardenales en presentar las Dubia contra Francisco por su herética Amoris Laetitia) fue el más encarnizado enemigo de ese grupo, y podría contar muchas cosas (si el secreto del Cónclave no se lo impidiese) de cómo se realizó esa trama [59].

En 2014, el periodista inglés Austen Ivereigh, que fue subdirector de la revista ‘The Tablet’, director de las relaciones públicas del cardenal Cormac Murphy-O’Connor (integrante principal de la Mafia de Saint Gallo), arzobispo emérito de Westminster y doctorado con una tesis sobre la Iglesia en la política de Argentina, publicó una biografía del papa Francisco, ‘The Great Reformer. Francis and the Making of a Radical Pope’, en agosto de 2014, donde da detalles sorprendentes de las compromisos y pactos que se produjeron días antes de la elección de Bergoglio en 2013.

En ella, su autor afirma que, en los días precedentes al cónclave de 2013, cuatro cardenales, Murphy O’Connor, Kasper, Daneels (quien ya no podía participar en el acto debido a su edad) y Lehmann, se aseguraron el consenso del cardenal Bergoglio para su eventual elección y después pusieron en marcha una campaña para conseguirla [60].

Recordemos que Silvestrini aparece como uno de los principales oponentes a Juan Pablo II en el libro arriba comentado del pable Malachi Martin y como uno de los más furibundos apóstatas del partido del Ángel caído.

De Kasper poco hay que decir, salvo que es el teólogo de cabecera de Francisco, quien, en su primer Angelus, ya hizo propaganda de su libro, calificándole como teólogo “in gamba” [61]. Francisco ha promocionado con entusiasmo su discurso herético de que puedan comulgar los adúlteros. Lidera la unión con los protestantes y la desaparición de la Eucaristía. Preside el Pontificio Consejo para la Unidad de los cristianos. Es ínclito representante de la Teología del Rhin, caracterizada por la negación de los milagros de Cristo, la separación entre el Cristo histórico y el Cristo de la fe, promotor de la comunión de pecadores impenitentes y de la ordenación de mujeres y de la interpretación histórico-crítica de los Evangelios.


El cardenal alemán Walter Kasper

De Lehmann cabría decir lo mismo. Junto con Martini pidió abiertamente la dimisión de Juan Pablo II [62]. Y su grupo apoyó a Bergoglio ya en el Cónclave de 2005 [63]. Y antes aún, en 1993, los futuros cardenales Kasper y Lehmann pidieron al Vaticano admitir en la comunión a las parejas en matrimonios irregulares. Al año siguiente, la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por el card. Ratzinger, confirmó la doctrina y magisterios de siempre de la Iglesia, proclamando que tal cosa era imposible [64].

De Dannels no se puede decir nada bueno. En el 2010, intentó encubrir años de abuso sexual que envolvían a su amigo íntimo y colega, Roger Vangheluwe, obispo de Brujas, Bélgica. En la reunión con la víctima, el intimidatorio cardenal Danneels ordenó a la víctima de abuso que permaneciera en silencio [65] sobre el abuso, que “pidiera perdón” y “reconociera su propia culpa”. Danneels fue descubierto encubriendo este escándalo de abuso sexual eclesiástico cuando la víctima grabó secretamente la conversación. Sin embargo, el poderoso cardenal no sufrió consecuencias y continuó tramando y conspirando la elección de Jorge Bergoglio como papa. Este hombre no le teme a nadie y no está restringido por la Doctrina de la Iglesia, la enseñanza bíblica o el Magisterio, los cuales juró sostener en sus votos episcopales. A pesar del voto solemne, Danneels incentivó a Balduino, Rey de Bélgica para que firmara una ley en favor del aborto [66] y apoyó la enmienda para el matrimonio homosexual en Bélgica [67]. En la biografía, que pondrá a la venta el 29 de septiembre, se desvela también que Danneels escribió en mayo de 2003 una carta al primer ministro belga Guy Verhofstad felicitándole por haber introducido en el país el matrimonio para los homosexuales y terminar, de esta manera, “con la discriminación para las parejas formadas por personas del mismo sexo” [68]. Sin embargo, a pesar de todos estos escándalos públicos, ¡Francisco lo eligió como su representante personal para el Sínodo de la Familia, cuando no tenía derecho a formar parte del mismo! Y no sólo a él, sino a todo un grupo heterodoxo favorable a la comunión a los adúlteros [69].


Cardenal Daneels, uno de los integrantes de la Mafia de Saint Gallo

La Mafia de Saint Gallo realizó pactos para obtener la elección del card. Bergoglio en el Cónclave de 2013. Recordemos que las maquinaciones y acuerdos entre los cardenales para elegir papa están prohibidos por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada en 1996, y cuyo artículo 79 reza así:

“Confirmando también las prescripciones de mis Predecesores, prohíbo a quien sea, aunque tenga la dignidad de Cardenal, mientras viva el Pontífice, y sin haberlo consultado, hacer pactos sobre la elección de su Sucesor, prometer votos o tomar decisiones a este respecto en reuniones privadas”.

En el artículo 81, esos compromisos se castigan con la excomunión.

Por tanto, todos los Cardenales y obispos implicados en la Mafia de Saint Gallo están excomulgados latae sententiae y también el mismo Bergoglio, si se confirma, como parece, que estaba al tanto del complot. Y hay testimonios muy fiables que confirman que lo estaba: el card. Murphy O´Connor confesó, como informa el Catholic Herald el 12 de septiembre de 2013, que el card. Bergoglio sabía que él estaba siendo promocionado como candidato antes del Cónclave. Él admitió también que, después del Cónclave, el card. Bergoglio personalmente reconoció el liderazgo del cardenal inglés en la campaña para sacarle elegido papa [70]. En la misma entrevista el cardenal inglés confesó que Bergoglio conocía los planes para cabildear votos a su favor y apoyarle en el Cónclave, y que mantuvo discreción al respecto [71].

En el IX Capítulo del Libro “The Great Reformer: Francis and the making of a radical pope”, titulado “Cónclave”, páginas 349-367, Austen Ivereigh detalla cómo se hizo el complot: aprendieron del Cónclave de 2005, donde parece que Bergoglio no estaba informado de que el sector herético de Martini le apoyaría frente a Benedicto XVI y le captaron antes del Cónclave de 2013. A ello, Bergoglio respondió que sí: “Ellos primero se aseguraron su asentimiento, preguntado si quería, él dijo que él creía que en ese momento de crisis de la Iglesia, ningún cardenal podría decir que no si se le proponía” [72]). Con este asentimiento Bergoglio quedaba excomulgado automáticamente, sabedor como era de la pena de que la Constitución Universi Dominici Gregis le imponía en su art. 81 [73].



A partir de su consentimiento, como revela Austen Ivereigh y el The Wall Street Journal, los cardenales Murphy O´Connor y O´Malley fueron por las cenas previas al Cónclave promocionando a Bergoglio como candidato [74]. Su objetivo era alcanzar los 25 votos comprometidos antes de la primera votación, con lo que mostrarían con mayor claridad la apuesta por Bergoglio, algo que aprendieron del fallido Cónclave de 2005, según cuenta Ivereigh. Esos votos comprometidos implican que los cardenales electores comprometidos a votar al card. Bergoglio caían también bajo la excomunión del art. 81 mencionado. El card. Santos Abril y Castelló, hasta hace poco Arcipreste de la Basílica de España en Roma, Santa María la Mayor, cabildeó los 19 votos de los cardenales electores hispanos (españoles y latinoamericanos), con los que tenía buena relación después de haber sido Nuncio en Bolivia (1985) y, ¡atención!, en Argentina (2000-2003). Los cardenales Schönborn, Vingt-trois y Monsengwo Pasinya también ayudaron en la recogida de votos. Todo esto se hizo muy discretamente, por separado, sólo en la semana previa al Cónclave, la de las Congregaciones (del 4 al 12 de marzo de 2013), por lo que los medios de comunicación de masas no lo detectaron. En total, unos 30 cardenales comprometieron su voto, todos ellos excomulgados [75].

La cronología resumida de los hechos puede verse aquí [76].

El asentimiento de Bergoglio es claro, además, por los propios hechos posteriores, a la vista de las buenas relaciones que mantuvo y mantiene con Martini, Danneels (quien incluso estaba en la Logia del Vaticano el día de la presentación de Bergoglio como papa), Kasper, Lehmann o Marx… Todo parece indicar que era parte cómplice de la conjura contra Benedicto XVI.



9. El cardenal de Palermo, Paolo Romeo, revela un complot para asesinar a Benedicto XVI en noviembre de 2012

Una renuncia, como indica el Código de Derecho Canónico, sólo es válida si no ha sido obtenida por un miedo invencible o insuperable.


Cardenal Paolo Romero

No poca cosa parece una amenaza de asesinato. Y es que en febrero de 2012 el Periódico italiano reveló una exclusiva a nivel mundial [77], se dio a conocer que, en una cena en China en noviembre de 2011, el cardenal de Palermo, Paolo Romeo, hizo a alguien una confidencia sobre un complot que se estaba preparando para asesinar en el plazo de un año al papa (noviembre de 2011-noviembre de 2012 [78]). La información estaba contenida en un Informe elaborado por el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos, que lo hizo llegar al papa en enero del mismo año [79].

Debe darse credibilidad a esta amenaza pues también se han hecho especulaciones muy serias sobre la muerte de Juan Pablo I (asesinado, a los ojos de muchos investigadores serios) y sobre la mano eclesiástica que estaba detrás del atentado de Alí Agca contra Juan Pablo II. La masonería eclesiástica que sirve a Satanás, no se detiene ante nada para conseguir sus planes.

No sabemos si el plan desvelado por el card. Castrillón era o no cierto, o si era una amenaza encubierta de la masonería para que renunciara. Las amenazas sutiles, dejadas caer, son las preferidas de los amigos de los mandiles.



10- Una Carta desde Alemania en septiembre 2012


Recientemente hemos sabido que en septiembre de 2012 BXVI recibió una Carta desde Alemania a raíz de la cual comenzó a pensar en dimitir. Parece evidente que se le amenazaba con algo muy grave e injusto: tal vez una amenaza de cisma, o una rebelión de la Iglesia alemana, como la que años antes propugnó también la Iglesia austríaca. Tal vez esa rebelión pretendía subvertir la disciplina de los sacramentos en materia de casados vueltos a casar, pues es precisamente de Alemania donde estaban los más protervos defensores de ese sacrilegio.

Quien dio la noticia fue un sacerdote que escribió con pseudónimo, y prometía su veracidad. A la carta sólo tuvo acceso, aparte de BXVI, su secretario, Mons. Gänswein [80].



11- Últimas informaciones: presiones del SWIFT y de la Administración Obama


También es público y notorio que desde inicios de enero de 2013, antes de que BXVI renunciara el sistema de transacciones bancarias mundial, denominado SWIFT [81], cortó la conexión del Vaticano con el resto del mundo, de forma que ningún turista podía pagar en los Museos vaticanos, ningún trabajador del Vaticano podía sacar dinero de los cajeros, y ninguna transacción (cobro o pago) electrónica o en papel podía hacerse desde el Vaticano al resto del mundo, ni a las misiones, ni a ningún país. Y justo al día siguiente de la renuncia de BXVI, la conexión quedó restablecida…. Parece que el Banco de Italia no concedió autorización a los nuevos sistemas de pago electrónico que el Vaticano había pactado con el Deutsche Bank [82].

Además, se ha conocido hace poco que la Administración Obama [83], a través de la conjunción entre un falso católico (a favor de la sodomía y del aborto) como el Vicepresidente Joe Biden, quien se reunió con BXVI en junio de 2012, un falso judío, Georges Soros (ateo, mundialista y luciferino) y de John Podestá (amigo de los Clinton) y participante en fiestas satánicas [84].

Es por eso que un grupo de católicos ha enviado al nuevo presidente de los EE.UU., Donald Trump, una Carta pidiéndole que investigue el posible papel de la NSA y de la Administración Obama en la renuncia de BXVI [85].


11- ESTUDIO JURÍDICO-TEOLÓGICO DE LA RENUNCIA DE BENEDICTO XVI

CONCLUSIÓN FINAL, QUE ANTICIPAMOS AQUÍ

Tras estudiar los hechos, el Derecho canónico y la teología aplicables, hemos llegado a la siguiente conclusión, que iremos explicando en las palabras que siguen:

1º. O bien Benedicto XVI sólo renunció al ministerio de Obispo de Roma y a parte de su ministerio petrino (el gobierno activo y ordinario de la Iglesia universal), pero no al oficio (officium), ni al cargo (munus), ni al nudo ministerio petrino (en relación al ministerio petrino, todavía puede enseñar ocasionalmente -como ha hecho en alguna vez [86]-, gobernar de otra forma -secreta o discretamente [87] -, y podría confirmarnos en la fe, como esperamos muchos que haga, corrigiendo a Francisco en su voluntad de dar la comunión a los adúlteros sin propósito de enmienda o si quisiera, como parece, crear una liturgia conjunta católico-luterana que quitase la transubstanciación [88]).

2ª. O bien su renuncia es nula.

En ambos casos, Benedicto XVI continúa siendo el papa, el único papa válido y legítimo de la Iglesia. Conforme a la primera teoría, el card. Bergoglio sería Obispo de Roma. Conforme a la segunda teoría, ni siquiera eso. Dejo en el aire si es o no el falso profeta del Apocalipsis. Los hechos dirán, aunque todo el daño que lleva hecho apunta a una conclusión parecida. Por lo pronto, es un falso profeta, porque es amado por el mundo (Lucas 6, 26), a diferencia de los papas anteriores y está atacando la Eucaristía, a la que no parece amar (no se arrodilla nunca en la consagración, ni ante Jesús eucarístico, aunque sí lo hace en otras ocasiones como ante los mártires protestantes de Uganda o en el lavatorio de los pies a transexuales y musulmanes). Baste decir que está promoviendo dar la Eucaristía a los que vivan en adulterio sin propósito de enmienda, desde su llegada al trono de Pedro.

PREMISAS:

– Distinción entre oficio, munus y ministerio

En Derecho canónico, el oficio (officium) es el cargo que se ocupa. Sólo una persona puede ser su titular. Conforme al canon 145.1, el Oficio eclesiástico es cualquier cargo, constituido establemente por disposición divina o eclesiástica, que haya de ejercerse para un fin espiritual. Cada oficio conlleva una serie de competencias, potestades, derecho y obligaciones (canon. 145.2). Es lo que se llama “munus” (significa tarea, obligación, encargo, misión, función). Y ese oficio, con ese munus, se ejerce mediante el ministerio, es decir, con el ejercicio activo de dichas funciones, con la potestad de gobierno efectivo que lleva aparejada. Es la acción de administrar.

El esquema es:

Oficio (cargo)—– munus (competencias)—— ministerio (ejercicio de las mismas, gobierno)

El papado no es un oficio o cargo de Derecho canónico, sino instituido por disposición divina (“Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18”). Su munus o tarea es la de confirmar en la fe a los fieles católicos (Lucas 22,32). Su ministerio es doble:
ministerio papal: enseñar, gobernar la Iglesia universal y santificar a los fieles;
ministerio de Obispo de Roma: al ser elegido papa, se convierte automáticamente en Obispo de Roma. Su ministerio propio es enseñar, gobernar la Iglesia de Roma y santificar a los fieles.

– Las renuncias papales en la historia de la iglesia

Mucho se ha discutido sobre esto. La única renuncia que se puede asegurar fue cierta y válida fue la del Papa Celestino V. Antes de ella la Enciclopedia Católica registra las renuncias del papa Ponciano (230–235), del papa Marcelino (296–308), del papa Liberio (352–366), y del papa Juan XVIII (1004–1009), quien se retiró a un monasterio a terminar su vida como un monje, aunque se ha postulado que tal vez no habría sido por decisión propia sino haber sido forzado por Crescencio III, muriendo allí después de unos meses, en julio de 1009.

Otra que tuvo muchos visos de ser cierta fue la del papa Benedicto IX en 1045. Con el fin de librar a la Iglesia del escándalo, el papa Gregorio VI dio a Benedicto posesiones valiosas al renunciar al papado a su favor. Gregorio VI renunció en 1046 debido a que el acuerdo que había firmado con Benedicto IX fue considerado simonía. El sucesor de Gregorio VI, el papa Clemente II, murió en 1047, por lo que Benedicto IX se convirtió nuevamente en papa.

La renuncia a un papado más conocida es la del papa Celestino V en 1294. Después de sólo cinco meses de pontificado, emitió un decreto declarando solemnemente permitido que un papa renunciase, y luego hizo lo propio. Posteriormente vivió dos años más como un ermitaño, pero terminó sus días encarcelado por su sucesor, el papa Bonifacio VIII, que le temía como a un rival; por lo que fue canonizado. El decreto papal que emitió terminó con algunas dudas entre los canonistas sobre la posibilidad de que una renuncia de un papa sea realmente válida.

Posteriormente, el papa Gregorio XII (1406–1415), renunció en 1415 para poner fin al Cisma de Occidente, en donde se había llegado a un momento en el cual había tres reclamantes al trono papal: el papa romano Gregorio XII, el antipapa Benedicto XIII de Aviñón —en el Papado de Aviñón—, y el antipapa Juan XXIII, fruto del Concilio de Pisa. Antes de renunciar formalmente, al ya existente Concilio de Constanza lo autorizó para elegir a su sucesor.

Durante los siguientes 598 años no ocurrieron nuevas renuncias papales, hasta que el 11 de febrero de 2013, el papa Benedicto XVI anunció que iba a renunciar el 28 de febrero de ese mismo año.

También ha habido en la historia de la Iglesia algunas renuncias condicionadas que no llegaron a entrar en vigor. Así, antes de partir hacia París para coronar a Napoleón Bonaparte en 1804, el Papa Pío VII (1800-1823) firmó un documento de renuncia, el cual solo podría surtir efecto si fuera encarcelado en Francia. También, durante la Segunda Guerra Mundial, el Papa Pío XII elaboró un documento con las instrucciones para que, en caso de que fuera secuestrado por los nazis, debía considerarse que había renunciado a su cargo, y que se evacuase el Colegio cardenalicio a Portugal; país neutral en la contienda, para allí poder elegir a un sucesor.

– ¿Son válidas las renuncias papales?

La mayoría de los autores creen que sí. Celestino V así lo estableció, y su sucesor, Bonifacio VIII, reguló la institución, incluyéndola en las Decretales. Tanto más, añado yo, cuanto que sabemos que no todas las elecciones de Papas las ha hecho el Espíritu Santo, ya que la Iglesia sólo tiene garantizado que el Espíritu Santo asiste al Cónclave, e inspira a todos los electores para que elijan al candidato que Dios quiere, pero no puede garantizar que los Cardenales electores rechacen las gracias recibidas y elijan a su candidato por gustos personales, pactos, simpatías, afinidad, nacionalidad, etc. Hay elecciones papales, por lo tanto, que no han sido hechas por Dios, sino por los hombres. Y ello no es óbice para que el candidato, una vez elegido, si acepta el cargo, se convierta en papa válido y legítimo. Ya se encargará Dios de ayudar y asistir con su gracia al papa elegido. La barca la lleva Él. Así lo cree el mismo card. Ratzinger, que en 1997 hizo estas declaraciones: “Hay papas que el Espíritu Santo probablemente no habría elegido. El Espíritu Santo actúa como un buen maestro, pero no dicta al candidato” [89].

Sin embargo, no faltan autores que creen que no es válido renunciar al Papado, pues se trata de una institución divina. Los que consideran, erróneamente, a mi juicio, que la elección es divina. Nosotros nos posicionamos con la primera postura.

– La renuncia, según el derecho canónico

La renuncia de un oficio eclesiástico viene regulada en el Código de Derecho Canónico en sus cánones 187 y 188. Veamos su tenor literal:

187 El que se halla en su sano juicio puede, con causa justa, renunciar a un oficio eclesiástico.

188 Es nula en virtud del derecho mismo la renuncia hecha por miedo grave injustamente provocado, dolo, error substancial o simonía.


La renuncia al Papado (renuntiatio muneri suo/rinunciare al suo ufficio/renoncer á sa charge/resign his office) viene recogida en el canon 332.2. Dice así:

“Si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero no que sea aceptada por nadie”

Veamos a continuación las pruebas y elementos de juicio de que disponemos, comentándolas una por una. Luego, extraeremos una conclusión final, que es la que hemos anticipado más arriba.


1- El texto de la renuncia [90]

Este texto fue leído el día 11 de febrero de 2013, lunes, día de la aparición de la Virgen Inmaculada en Lourdes (detalle no menor, como guiño del Cielo protegiendo a su Iglesia). Posiblemente BXVI consultara durante el fin de semana el asunto con sus colaboradores de mayor confianza. Subrayo en negrita los elementos importantes, y pongo en mayúsculas algunos especialmente relevantes. Dice así:

“Queridísimos hermanos,

Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer ADECUADAMENTE el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer BIEN el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que RENUNCIO AL MINISTERIO DE OBISPO DE ROMA, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.

Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria.

Vaticano, 10 de febrero 2013.


Comentario


1- Vemos que BXVI recalca que está en plena posesión de sus capacidades mentales, condición necesaria para que la renuncia sea válida. Necesaria pero no suficiente. ¿Puede considerarse “causa justa” la disminución de su vigor físico y espiritual? A mi juicio, es muy discutible. Por causa justa debemos entender una razón objetiva que impida seguir siendo papa. Y no parece una razón de peso, pues las facultades mentales de BXVI estaban intactas. El tener menos fuerzas impediría al papa ir, por ejemplo, a las exigentes JMJ de Brasil, pero no le impide enviar un delegado suyo o enviar un mensaje televisivo desde Roma. Nos parece, por lo tanto, absurda, y no deja de ser una forma de llamar la atención sobre otras posibles causas reales de su dimisión, que BXVI dijera en una entrevista al Diario La Repubblica que dimitió porque no tenía fuerzas para asistir a la JMJ de Rio de Janeiro [91]. Igualmente absurda es la razón que dio BXVI cuando le preguntaron por qué, tras dimitir, no usa sotana negra, prefiriéndola blanca que sólo pueden llevar los Papas, a lo que contestó que no había sotanas negras en el Vaticano en ese momento [92]. De nuevo, detrás de esta respuesta absurda (¿cómo no va a haber sotanas negras en el Vaticano?) parece que BXVI está queriendo llamar la atención sobre las razones graves de su renuncia.
En fin, la mayoría de Papas que le precedieron murieron de viejos y nunca fue norma en la Iglesia que la decrepitud física o espiritual justificara renunciar a un cargo. No cabe interpretar, pues, justa causa, como “motivadamente”; no basta con dar un motivo cualquiera; ni basta con el mero voluntarismo (porque el sujeto lo desee o quiera). Tengamos en cuenta que es algo muy serio ser Papa, y que, igualmente, por una causa muy seria debería poder renunciar uno de ellos. No se da, pues, el presupuesto de hecho de la renuncia, y eso la invalida.
2- Pensemos, no obstante, que la causa es justa, para poder seguir elucubrando: Benedicto XVI sólo renuncia a su Ministerio como obispo de Roma. Como hemos dicho, para ser obispo de Roma hay que ser primero papa. Lo que es primero es ser papa, y luego obispo de Roma. El ser obispo de Roma es parte de su ministerio como papa, pero no el único: hay un ministerio petrino como Pastor universal y un ministerio episcopal, como obispo de Roma. Parece que renuncia al ministerio episcopal romano, no al completo ministerio petrino, ni, por supuesto, al munus. 
3- BXVI no dice en ningún momento que no puede ejercer de ningún modo su ministerio petrino. Dice sólo que no lo puede ejercer “adecuadamente” o “bien”. Esto es, viene a decir que lo ejercerá de otra forma, disminuida en sí. ¿Cómo es esa nueva forma de ejercerlo? Dejando de ejercer el ministerio episcopal, al que renuncia. 
4- A pesar de eso, dice que desde su renuncia la sede está vacante y que hay que nombrar un nuevo papa: es contrario a lo dicho arriba en los dos puntos previos. En este caso, creemos que ha hecho una reserva mental. Además, creemos firmemente que existían circunstancias que le presionaron de modo irresistible para renunciar, lo que hace que la renuncia sea nula por miedo grave injustamente provocado (esas causas graves las explicaremos más adelante).
Sobre el miedo grave, recordemos que el propio BXVI anunció que no se debería renunciar por miedo. Para empezar, él mismo preveía problemas graves con la masonería (los lobos con piel de cordero, porque conocía la infiltración masónica en la Iglesia desde hacía décadas). Justo después de su elección, en la Misa de su entronización, BXVI pide a los fieles rezar por él, “para que no huya por miedo a los lobos” [93].

Pero es que en el libro “Luz del Mundo” dice que no debería renunciar nunca un papa en ocasiones de peligro, sino quedarse a luchar:

“Cuando un Papa llega a la clara conciencia de no ser capaz espiritualmente, mentalmente o físicamente, de llevar a cabo la tarea que se le ha confiado, entonces tiene el derecho, en determinadas circunstancias, y también el deber, de renunciar”
(Luz del Mundo, Libreria Editrice Vaticana, 2010, pág. 53).

En este párrafo anterior parece estar anticipando, con 3 años de diferencia, su propia renuncia, por las causas expresadas. Pero dice algo más, que no parece darse en esta ocasión…

“Cuando el peligro es grande no se puede escapar. Es, por eso, que éste definitivamente no es el momento de renunciar. Es precisamente en momentos como éste, que tenemos que resistir y superar la situación difícil. Este es mi pensamiento. Uno puede renunciar en un momento de paz, o en las que simplemente no puede hacerlo más. Pero uno no puede huir en el momento del peligro y decir: “que se ocupe otro” (Luz del Mundo, Libreria Editrice Vaticana, 2010, pág. 53)

Una de dos: o la presión masónica fue muy grande; o realmente no huye, sino que se queda junto al rebaño, como pastor, escondido para poder defender finalmente al rebaño. Yo creo firmemente que en febrero de 2012, y antes, el papa se encontraba en un aprieto muy grave, y tuvo que renunciar, lo que hace inválida la renuncia por miedo grave injustamente provocado.


1. Homilía de Benedicto del 27 de febrero de 2013: deja caer que sigue siendo papa, pues sólo ha renunciado al ejercicio activo del papado (a parte del ministerio petrino, por lo tanto).

Se trata de la última homilía pronunciada por Benedicto XVI antes de que su renuncia fuera efectiva (al día siguiente, 28 de febrero, a las 20 horas) [94]. Subrayaré en negrita las partes más relevantes: expresa que su aceptación del papado en 2005 es irrevocable, para siempre, y que mantiene el ministerio petrino, habiendo renunciado sólo a su ejercicio activo. El subrayado es nuestro, y ponemos en mayúsculas las palabras más llamativas:

“Permitidme aquí volver de nuevo al 19 de abril de 2005. La seriedad de la decisión reside precisamente también en el hecho de que a partir de aquel momento me comprometía siempre Y PARA SIEMPRE con el Señor. Siempre –quien asume el ministerio petrino ya no tiene ninguna privacidad. Pertenece siempre y totalmente a todos, a toda la Iglesia. Su vida, por así decirlo, viene despojada de la dimensión privada. He podido experimentar, y lo experimento precisamente ahora, que uno recibe la vida justamente cuando la da. Antes he dicho que muchas personas que aman al Señor aman también al SUCESOR DE SAN PEDRO y le tienen un gran cariño; que el PAPA tiene verdaderamente hermanos y hermanas, hijos e hijas en todo el mundo, y que se siente seguro en el abrazo de vuestra comunión; porque ya no se pertenece a sí mismo, pertenece a todos y todos le pertenecen.

El “siempre” es también un “para siempre” –ya no existe una vuelta a lo privado. MI DECISIÓN DE RENUNCIAR AL EJERCICIO ACTIVO DEL MINISTERIO NO REVOCA ESTO. No vuelvo a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros, recepciones, conferencias, etcétera. No abandono la cruz, sino que PERMANEZCO de manera nueva junto al Señor Crucificado. YA NO TENGO LA POTESTAD DEL OFICIO PARA EL GOBIERNO DE LA IGLESIA, pero en el servicio de la oración PERMANEZCO, por así decirlo, EN EL RECINTO DE SAN PEDRO. San Benito, cuyo nombre llevo como Papa, me será de gran ejemplo en esto. Él nos mostró el camino hacia una vida que, activa o pasiva, pertenece totalmente a la obra de Dios”.


Como vemos, el papa dice que la aceptación del papado es para siempre. ¿Qué quiere decir con que es para siempre? ¿Es esa frase compatible con su renuncia al papado, tal y como se ha entendido, como si hubiera dejado de ser papa? Ciertamente no. Siendo un intelectual completo, un teólogo extraordinario y un hombre de palabra precisa, una frase ambigua no cabe en su mente ni en sus discursos. A menos que quisiera indicar algo, y hacerlo, justamente, en su última homilía antes de que su renuncia fuera efectiva, como para que quien quisiera y supiera verlo entendiera realmente el alcance real de su renuncia, para que guardara este discurso en su corazón (como María), de cara a los tiempos duros de apostasía y error que vendrían de ahí en adelante. Y el mensaje es éste: ¡sigo siendo papa!

Pues bien, si la aceptación del oficio y del munus petrino es para siempre, el corolario evidente es que no cabe una vuelta a la vida privada (como intentó su antecesor, Celestino V, quien sí dimitió realmente del Papado). Y esa alusión a entregar la vida parece una clara referencia al sacrificio de Cristo, que entrega la vida por nosotros, por su Iglesia, como parece hacer también BXVI en ese momento supremo de la renuncia, pues quedándose en el recinto de Pedro en los momentos en que la masonería va a usurpar el papado es firmar la propia sentencia de muerte.

Desde luego, las frases claves, absolutamente trascendentales para entender lo que ocurrió el 11 de febrero de 2013 (día de la Inmaculada de Lourdes) en la historia de la Iglesia, es categórica: “El “siempre” es también un “para siempre” –ya no existe una vuelta a lo privado. Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio no revoca esto”. Aquí, BXVI proclama sin ambages, a todos, a la Iglesia y al mundo, a los cuatro vientos, que sólo renuncia al ejercicio activo del ministerio. No dice que renuncia al ministerio, sino sólo a su “ejercicio activo”, a parte de su ministerio, como vimos arriba en el texto de la renuncia.

Como teólogo superlativo que es BXVI, sabe bien que no caben dos Papas simultáneos y válidos: se trata de un ministerio unipersonal, lo que en latín denominamos officium (para diferenciarlo de collegium u órgano colegiado). Al querer distinguir entre ministerio activo y pasivo del Papado, es evidente que Benedicto XVI quiere decirnos que sigue siendo papa, y que el que ocupará el ministerio activo no lo será, será el mero obispo de Roma, o ni siquiera eso, un lobo con piel de cordero que ha usurpado el papado. En otro caso, no habría hecho esa disquisición, imposible en términos jurídicos y teológicos.

Ésta es la interpretación correcta de la renuncia de BXVI. Y ello porque la otra interpretación es absurda: nadie puede pretender que haya dos Papas, uno activo y otro pasivo. Sólo puede haber uno, el que retiene el oficio y el cargo.

BXVI expresa su renuncia sólo al ejercicio activo del ministerio, por lo que su papado NO ES REVOCADO por dicha renuncia, ergo, sigue siendo su titular. Veamos que esa frase remite a una que pronuncia anteriormente en su homilía, en concreto a ésta:

“Cuando el 19 de abril de hace casi ocho años acepté asumir el ministerio petrino, tuve esta firme certeza que siempre me ha acompañado: la certeza de la vida de la Iglesia por la Palabra de Dios”.

Luego, cuando dice que su renuncia NO REVOCA ESTO, se refiere A QUE NO REVOCA SU MINISTERIO PETRINO, ESTO ES, SIGUE SIENDO PEDRO, RENUNCIANDO SÓLO AL EJERCICIO ACTIVO DEL MISMO, NO AL MINISTERIO O MUNUS.

Por último, se sigue refiriendo a sí mismo como “SUCESOR DE SAN PEDRO” y como “papa”, algo extraño estando a sólo unas horas de dejar de serlo, aparentemente…


1. Explosivas declaraciones de Mons. Gänswein en las que viene a dejar caer que Benedicto XVI sigue siendo el único papa

Monseñor Georg Gänswein, Secretario personal de Benedicto XVI y Prefecto de la Casa Pontificia de la Santa Sede con Francisco, acudió el 21 de mayo de 2016 a la presentación en el Vaticano de este libro de Roberto Regoli, Director del Departamento de Historia de la Iglesia en la Pontificia Universidad Gregoriana.

En la presentación de este libro, Mons. Gänswein hizo unas declaraciones escandalosas por su claridad, denunciando a la Mafia de Saint Gallo y dejando caer, a mi juicio, que Benedicto XVI seguía siendo el único papa legítimo: confirmó que en el año 2005, durante el cónclave en el que fue elegido papa Joseph Ratzinger, se produjo una lucha de poder entre el “Partido de la sal de la tierra” (“Salt of Earth Party”) en torno a los cardenales López Trujillo, Ruini, Herranz, Rouco Varela o Medina y el así llamado “Grupo de San Galo” en torno a los cardenales Danneels, Martini, Silvestrini o Murphy-O’Connor.

Como se ha comentado arriba, las declaraciones de Mons. Gänswein hacían referencia a la confesión del cardenal Godfried Danneels, quien hace unos meses, en la presentación de su biografía, reconoció la existencia de un grupo de cardenales centroeuropeos que desde 1996 se confabularon para controlar la sucesión de Juan Pablo II e impedir que accediera a la silla de Pedro el cardenal Joseph Ratzinger [95].

Veamos las declaraciones de Mons. Gänswein. La cita, aunque larga, es obligada [96], y dejo también aquí las declaraciones más resumidas [97]:

“En una de las últimas conversaciones que el biógrafo del papa, Peter Seewald (Múnich, Baviera), pudo tener con Benedicto XVI, al despedirse le preguntó: “¿Usted es el fin de lo viejo y el inicio de lo nuevo?”. La respuesta del papa fue breve y segura: “Lo uno y lo otro”, respondió.

La grabadora ya estaba apagada; es por eso que esta última parte de la conversación no se encuentra en ninguno de los libros-entrevista de Peter Seewald, tampoco en el famoso “Luz del mundo”. Se encuentra solo en una entrevista que él concedió al Corriere della Sera, después de la Declaración de renuncia de Benedicto XVI, en la que el biógrafo recordó aquellas palabras claves que figuran, en cierto modo, como máxima en el libro de Roberto Regoli.

Monseñor Gängswein, secretario de Benedicto XVI

De hecho, debo admitir que quizás es imposible resumir más concisamente el pontificado de Benedicto XVI. Y lo afirma quien en todos estos años ha tenido el privilegio de vivir una experiencia cercana a este papa como un clásico “homo historicus”, el hombre occidental por excelencia, que ha encarnado la riqueza de la tradición católica como ningún otro; y que -al mismo tiempo- ha sido tan audaz como para abrir la puerta a una nueva fase, por aquel giro histórico que nadie hace cinco años hubiese podido imaginar. Desde entonces, vivimos una época histórica que en la bimilenaria historia de la Iglesia no tiene precedentes.

Como en los tiempos de Pedro, también hoy la Iglesia una, santa, católica y apostólica continúa teniendo un único papa legítimo. Y aun así, desde hace tres años, tenemos dos sucesores de Pedro viviendo entre nosotros -que no se encuentran en una relación de competencia entre ellos-, y sin embargo, ambos, con una presencia extraordinaria!. Podríamos añadir que el espíritu de Joseph Ratzinger marcó previamente y de forma decisiva el largo pontificado de Juan Pablo II, en el que sirvió fielmente durante casi un cuarto de siglo como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Muchos perciben todavía hoy esta nueva situación como una especie de estado de excepción querido por el Cielo.

Pero ¿ya ha llegado el momento de hacer un balance sobre el pontificado de Benedicto XVI? Por lo general, en la historia de la Iglesia, solo ex post los papas pueden ser juzgados y valorados correctamente. Y como prueba de ello, el mismo Regoli menciona el caso de Gregorio VII, el gran Papa reformador del medievo, que al final de su vida murió en el exilio, en Salerno -fracasado, a juicio de tantos de sus contemporáneos. Y sin embargo, fue precisamente Gregorio VII, en el centro de las controversias de su tiempo, quien plasmó de modo decisivo el rostro de la Iglesia para las generaciones que le siguieron. Tanto más audaz parece ser hoy el profesor Regoli, tratando de hacer en este momento un balance del pontificado de Benedicto XVI, aún en vida (…)

Y así, a esta obra de Regoli no le faltan notas a pie de página, numerosos son los recuerdos que despierta en mí. Porque yo estaba presente cuando Benedicto XVI, al final de su mandato, depuso el anillo del pescador, como ocurre a la muerte de un papa, aunque en este caso ¡él estaba vivo todavía! Estuve presente cuando él, en cambio, decidió no renunciar al nombre que había elegido, como sí hizo el Papa Celestino V cuando, el 13 de diciembre de 1294, a pocos meses del inicio de su ministerio, se convirtió de nuevo en Pietro dal Morrone.

Por eso, desde el 11 de febrero de 2013, el ministerio papal no es ya como ha sido hasta ahora. Es y sigue siendo el fundamento de la Iglesia católica; y sin embargo, es un fundamento que Benedicto XVI ha transformado profundamente y de forma duradera en su pontificado de excepción (Ausnahmepontifikat), respecto al cual el sobrio cardenal Sodano, reaccionando con inmediatez y simplicidad después de la sorprendente Declaración de renuncia, profundamente emocionado y preso del desconcierto, exclamó que aquella noticia resonó entre los cardenales presentes “como un rayo en cielo despejado”. Era la mañana de aquel mismo día en que, por la noche, un rayo quilométrico con un ruido atronador golpeó la punta de la cúpula de San Pedro situada sobre la tumba del Príncipe de los apóstoles. Rara vez el cosmos ha acompañado más dramáticamente un punto de inflexión histórico. Pero la mañana de aquel 11 de febrero, el decano del Colegio cardenalicio, Angelo Sodano, concluyó su réplica a la Declaración de Benedicto XVI con una primera y análogamente cósmica valoración del pontificado, cuando al final dijo: “Cierto, las estrellas del cielo continuarán siempre brillando y así brillará siempre entre nosotros la estrella de su pontificado”.

Igualmente brillante y clarificadora es la exposición profunda y bien documentada de Don Regoli sobre las diversas fases del pontificado. Sobre todo la relativa al inicio, el cónclave de abril de 2005, del cual Joseph Ratzinger, después de una de las elecciones más breves de la historia de la Iglesia, salió elegido tras sólo cuatro votaciones que siguieron a una dramática lucha entre el así llamado “Partido de la sal de la tierra” en torno a los cardenales, López Trujillo, Ruini, Herranz, Rouco Varela y Medina y el denominado “Grupo de Saint Gallo” en torno a los cardenales Danneels, Martini, Silvestrini y Murphy-O’Connor; grupo que recientemente, el mismo cardenal Danneels de Bruselas, de manera divertida ha definido como “una especie de mafia-club”. La elección fue ciertamente el resultado de un enfrentamiento, la clave la había proporcionado el mismo Ratzinger como cardenal decano, en la histórica homilía del 18 de abril de 2005 en San Pedro; precisamente allí, donde a “Una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida solo el propio yo y sus propias ansias” contrapuso otra medida: “El Hijo de Dios y verdadero hombre” como “la medida de verdadero humanismo”. Esta parte del inteligente análisis de Regoli, hoy se lee casi como una obra de suspenso desde no hace mucho tiempo; mientras, en cambio, la “dictadura del relativismo” desde hace tiempo se expresa de modo abrumador a través de los muchos canales de nuevos medios de comunicación que, en el 2005, apenas podíamos imaginar.

Ya el nombre que adoptó el nuevo papa después de su elección fue, por tanto, un programa. Joseph Ratzinger no se convierte en Juan Pablo III, como tal vez muchos hubiesen deseado. Se vincula sin embargo a Benedicto XVI con el incomprendido y desafortunado gran Papa de la paz en los terribles años de la Primera guerra mundial – y a san Benito de Norcia, patriarca del monaquismo y patrono de Europa-. Yo podría comparecer como testigo para testimoniar que, en los años precedentes, nunca el cardenal Ratzinger había presionado para obtener el más alto puesto en la Iglesia católica.

En cambio, soñaba vivamente con una posición que le hubiese permitido escribir en paz y tranquilamente algunos últimos libros. Todos sabemos que las cosas no fueron así. Durante la elección, después, en la Capilla Sixtina, fui testigo de que vivió la elección como un “verdadero shock” y se sentía “perturbado”, sintió “como vértigo” tan pronto se dio cuenta que “el hacha” de la elección recaía sobre él. No desvelo ningún secreto porque fue el propio Benedicto XVI el primero en confesar todo esto públicamente con ocasión de la primera audiencia concedida a peregrinos llegados desde Alemania. De esta forma, no sorprende que fuese Benedicto XVI el primer papa que, justo después de su elección, invitó a los fieles a rezar por él, hecho que una vez más recuerda este libro.

No es necesario que aquí me detenga sobre como él, que fue tan duramente golpeado por la repentina muerte de Manuela Camagni, más tarde sufrió también por la traición de Paolo Gabriele, miembro de la misma “Familia pontificia”. Y, sin embargo, está bien que yo diga de una buena vez y con toda claridad que Benedicto no renunció a causa del pobre y mal guiado ayudante de cámara, ni tampoco a causa de las “ghiottonerie” provenientes de su apartamento que, en el llamado “affaire Vatileaks”, circulaban por Roma como moneda falsa pero fueron comercializados en el resto del mundo como auténticos lingotes de oro. Ningún traidor o “topo” o cualquier periodista hubiese podido empujarle a esa decisión. Ese escándalo era demasiado pequeño para la magnitud del bien ponderado paso de histórica importancia milenaria que realizó Benedicto XVI.

La exposición de ese hecho por parte de Regoli merece consideración, ya que él no pretende sondear y explicar completamente esto último, paso misterioso; no promueve ese enjambre de leyendas con más supuestos que poco o nada tienen que ver con la realidad. Y yo también, testigo inmediato de aquel paso espectacular e inesperado de Benedicto XVI, tengo que admitir que por eso me viene de nuevo a la mente el notable y genial axioma con el cual en el medievo, Giovanni Duns Scoto justificó el divino decreto para la inmaculada concepción de la Madre de Dios: “Decuit, potuit, fecit”.

A saber: era conveniente, porque era razonable. Dios podía, por eso lo hacía. Yo aplico el axioma a la decisión de la renuncia del modo siguiente: era conveniente, porque Benedicto XVI era sabedor de que sus fuerzas estaban mermando, tan necesarias para un trabajo de tal envergadura. Podía hacerlo, porque desde hacía tiempo había reflexionado a fondo, desde el punto de vista teológico, sobre la posibilidad de Papas eméritos en el futuro. Así lo hizo.

La renuncia trascendental del papa teólogo ha representado un paso hacia adelante esencialmente por el hecho de que el 11 de febrero de 2013, hablando en latín ante los cardenales sorprendidos, introduce en la Iglesia católica la nueva institución del “papa emérito”, declarando que sus fuerzas no eran las suficientes “para ejercitar de modo adecuado el ministerio petrino”. La palabra clave de aquella Declaración es munus petrinum, traducido como ocurre la mayoría de las veces – como “ministerio petrino”-. Sin embargo, munus, en latín, tiene una gran variedad de significados: puede querer decir servicio, encargo, guía o don, incluso prodigio. Antes y DESPUÉS de su dimisión, Benedicto ha entendido y entiende su tarea como la participación en tal “ministerio petrino”. Él ha dejado la cátedra pontificia y sin embargo, con el paso del 11 de febrero de 2013, no ha abandonado de hecho este ministerio. Él, en cambio, ha integrado el cargo personal en una dimensión colegial y sinodal, casi un ministerio en común, como si con esto quisiera confirmar una vez más la invitación contenida en aquel lema que el entonces Joseph Ratzinger escogió como arzobispo de Munich y Frisinga y que luego naturalmente mantuvo como obispo de Roma: “cooperatores veritatis”, que significa concretamente “cooperador de la verdad”. De hecho no está en singular, sino en plural, traducido de la tercera carta de Juan, en la que en el versículo 8 está escrito: “Tenemos que acoger a estas personas para convertirnos en cooperadores de la verdad”.

Desde la elección de su sucesor, Francisco, el 13 de marzo de 2013, no hay por tanto dos papas, pero de hecho el ministerio se expandió – con un miembro activo y un miembro contemplativo-. Por esto, Benedicto XVI no ha renunciado ni a su nombre, ni a la sotana blanca. Por esto, el apelativo correcto para dirigirse a él es todavía hoy el de “Santidad”; y por esto, tampoco se ha retirado a un monasterio aislado, sino dentro del Vaticano – como si solo hubiese hecho un paso a un lado para dar espacio a su sucesor y a una nueva etapa en la historia del papado que él, con ese paso, ha enriquecido con el “eje” de su oración y de su compasión puesta en los jardines vaticanos.

Ha sido “el paso menos esperado en el catolicismo contemporáneo”, escribe Regoli, y por el contrario, una posibilidad sobre la cual el cardenal Ratzinger ya había reflexionado públicamente el 10 de agosto de 1978 en Múnich, en una homilía con ocasión de la muerte de Pablo VI. 35 AÑOS DESPUÉS, ÉL NO HA ABANDONADO EL ENCARGO DE PEDRO – COSA QUE LE HUBIESE SIDO IMPOSIBLE A CONSECUENCIA DE SU ACEPTACIÓN IRREVOCABLE DEL ENCARGO EN ABRIL DE 2005-. Con un acto de extraordinaria audacia él, en cambio, ha renovado este encargo (también contra las opiniones de consejeros bien intencionados y sin duda competentes) y con un último esfuerzo lo ha potenciado (como espero). Esto ciertamente podrá demostrarlo únicamente la historia. Pero en la historia de la Iglesia quedará que aquel año 2013, el célebre teólogo sobre la Cátedra de Pedro se convirtió en el primer “papa emeritus” de la historia. Desde entonces, su rol – me permito repetirlo una vez más -, es completamente diferente a aquel, por ejemplo, del santo Papa Celestino V, que después de su dimisión en el año 1294 quiso volver a ser eremita, convirtiéndose en cambio en prisionero de su sucesor Bonifacio VIII (al que debemos hoy en la Iglesia la institución de los años jubilares). Un paso como el realizado por Benedicto XVI hasta ahora nunca había sucedido. Por eso, no es sorprendente que para algunos haya sido percibido como un acto revolucionario, o por el contrario como absolutamente conforme al Evangelio; mientras otros todavía lo ven como el papado secularizado como nunca antes, y por lo tanto más colectivo y funcional o incluso simplemente más humano y menos sagrado. Y otros son de la opinión que Benedicto XVI, con este paso, -hablando en términos teológicos e histórico-críticos- casi ha desmitificado el papado.

En su panorámica del pontificado, Regoli expone todo esto claramente como nadie antes lo ha hecho. La parte quizás más conmovedora de su lectura ha sido para mí el paso donde, en una larga cita, recuerda la última audiencia general de Benedicto XVI, el 27 de febrero de 2013 cuando, bajo un inolvidable cielo limpio y claro, el papa que hacía poco había dimitido, resume su pontificado de esta manera:

“Ha sido un trecho del camino de la Iglesia, que ha tenido momentos de alegría y de luz, pero también momentos no fáciles; me he sentido como San Pedro con los apóstoles en la barca en el lago de Galilea: el Señor nos ha dado muchos días de sol y de brisa suave, días en los que la pesca ha sido abundante; ha habido también momentos en los que las aguas se agitaban y el viento era contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y el Señor parecía dormir. Pero siempre supe que en esa barca estaba el Señor y siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya. Y el Señor no deja que se hunda; es Él quien la conduce, ciertamente también a través de los hombres que ha elegido, pues así lo ha querido. Ésta ha sido y es una certeza que nada puede empañar.”

Debo admitir que, al releer estas palabras, ahora casi me vuelven las lágrimas a los ojos, tanto por haber visto personalmente, de cerca y de forma incondicional, como él mismo y su ministerio, se traduce en la adhesión del papa Benedicto a las palabras de San Benito, según las cuales “nada debe anteponerse al amor de Cristo”, nihil amori Christi praeponere, como se dice en la regla dictada por el Papa Gregorio Magno. Fui entonces testigo, pero todavía ahora sigo estando fascinado por la precisión de aquel último análisis en la Plaza de San Pedro que sonaba tan poético, pero que no era más que profético. De hecho, son palabras que aún hoy Francisco firmaría de inmediato y sin duda suscribiría. No a los papas sino a Cristo, el Señor mismo y a nadie más pertenece la nave de Pedro, batida por las olas en un mar en tempestad, cuando una y otra vez tememos que el Señor duerma y que no se preocupe de nuestras necesidades, mientras le basta una sola palabra para cesar todas las tormentas; cuando, en cambio, lo que nos hace caer continuamente en el pánico, más que las altas olas y el aullar del viento, es nuestra incredulidad, nuestra poca fe y nuestra impaciencia.

Así, este libro lanza de nuevo una mirada consoladora sobre la pacífica imperturbabilidad y serenidad de Benedicto XVI, en el timón de la barca de Pedro en los dramáticos años 2005-2013
 [98].

Tras varias lecturas pausadas y meditadas sobre las palabras de Mons. Gänswein, creo que podemos sacar varias conclusiones muy serias y graves de lo por él dicho, que vienen a confirmar las que hemos sacado más arriba del texto de la renuncia de BXVI y de su última homilía, el 27 de febrero de 2013:

1. Desde la renuncia de BXVI vivimos un estado de excepción, querido por el Cielo.

2. Esta época no ha tenido precedentes en la historia de la Iglesia: la renuncia de BXVI es diferenciada por Mons. Gänswein, por lo tanto, de la archiconocida renuncia de Celestino V, quien renunció verdaderamente al Papado y pasó a ser simplemente “Pietro de Morrone”. A diferencia de ese antecedente, algo distinto ocurre con BXVI, pues tras su renuncia sigue denominándose Benedicto XVI.

3. Desde su renuncia, Benedicto XVI ha transformado su pontificado (que inició en 2005) en un pontificado de excepción: parece querer decir que su pontificado sigue, si bien transformado.

4. Desde el 11 de febrero el pontificado ya no es como había sido hasta ahora: si considerara que Francisco es el papa legítimo y único, no habría lugar a dicha frase, pues desde la renuncia de BXVI todos creen que Francisco es papa, como lo han sido todos los 266 Papas que le han antecedido. Esa frase implica que hay algo nuevo que ha transformado el papado y no puede (por reducción al absurdo) sino referirse a que hay un papa que sigue siendo legítimo, en un estado de excepción, a pesar de que hay alguien vestido de papa (Francisco), que parece gobernar sin ser papa. Por eso dice Gänswein: “Benedicto XVI ha transformado profundamente y de forma duradera en su pontificado de excepción (Ausnahmepontifikat)”, del que antes dijo que era querido así por el Cielo, como si Dios le hubiera inspirado a Benedicto transformar su pontificado normal en un pontificado distinto por gravísimas razones, quedándose como Papa en Roma, sin apariencia de serlo.

5. En Derecho Constitucional, la declaración de un “Estado de excepción”, idea teorizada por Carl Schmitt en Alemania (seguido por otros como Tingsten o Carl Friedrich), exige la existencia de causas de excepcional gravedad (externas -como guerras-, pero también internas -como una revolución interna, una guerra civil o sublevaciones. Añado yo que aquí se trata de un golpe de estado o sublevación de la masonería contra el papa legítimo, BXVI) que impliquen una situación en que los poderes del Poder legislativo pasen exclusivamente al Ejecutivo (mutatis mutandi, que BXVI mantenga el poder completo del papado, el oficio y el munus, sin ejercerlo). En resumidas cuentas, en estos casos está permitido el establecimiento de una dictadura la manera romana o Führerprinzip, donde el Ejecutivo (aquí BXVI) ejerce el poder, de forma excepcional, quizás de manera discreta y privada, como pudiera estar haciéndolo discretamente (o aún no) desde su residencia en el Monasterio Mater Ecclesiae, y con la finalidad legítima de proteger al Estado (aquí la Iglesia), de un enemigo externo o interno, aunque también puede pasar al ataque. En el estado de excepción, además, se suelen suspender las comunicaciones (por eso BXVI apenas hace declaraciones). Implica un estado de necesidad, donde las normas, las leyes, quedan suspendidas [99].

6. Que estamos ante un estado de excepción ha sido también revelado por Dios, que hizo caer un rayo sobre la Cúpula del Vaticano el mismo día de la renuncia, acompañando ese dramático momento de la historia de la Iglesia (a las 19:30 horas).


7. De forma profética, el card. Sodano, quizás inconscientemente, dice que la estrella del pontificado de Ratzinger continuará brillando (reinando como papa).

8. En el Cónclave de 2005 hubo una lucha entre el sector católico y el sector apóstata de la Mafia de Saint Gallo, del que Gänswein dice que encarna la dictadura del relativismo y del propio ego, y de las ansias de poder, en lo que constituye una “obra de suspenso”.

9. Dice que BXVI escogió el nombre de Benedicto por Benedicto XV, quien tuvo que reinar en una Guerra mundial. Y por San Benito (añado yo que San Benito tuvo que sufrir el enfrentamiento de sus hermanos de Abadía, que querían un relajamiento de las normas, hasta el punto en que intentaron envenenarle, lo que, por gracia de Dios, no acabó ocurriendo, tras cuyo intento de envenenamiento, dimitió [100]).

10. BXVI no renunció por el escándalo del Cuervo del Vaticano o por otras informaciones salidas de su apartamento vaticano. Todo esto, dice, era un escándalo demasiado pequeño para hacerle dimitir. Con esto está viniendo a decir que la causa de su misión debía ser mucho más grave.

11. La renuncia fue inesperada, pero bien ponderada por BXVI.

12. Aunque Gänswein dice que BXVI había hipotetizado hacía tiempo sobre la posibilidad de la dimisión y de la existencia de papas eméritos, se olvida mencionar que, en “Luz del Mundo”, cuando lo hace, explica que no se debe renunciar cuando hay graves peligros que amenazan a la Iglesia, como parecía evidente los había.

13. Para Gänswein, BXVI, en su renuncia, dice que ya no puede ejercitar, del modo adecuado, su ministerio petrino. Luego podría ejercitarlo todavía, pero de otra forma. Y por eso dice que BXVI sigue ejerciéndolo, incluso después de su renuncia, manteniendo su ministerio petrino. Su cargo personal, dice, ha sido integrado en una dimensión colegial, casi un ministerio en común. Estas palabras ciertamente descolocan, pues sabe perfectamente Mons. Gänswein que el papado es un ministerio unipersonal, luego, con esta afirmación asombrosa, una de dos: o está diciendo una herejía, esto es, que cabe un papado doble y simultáneo (en la línea de la interpretación que hemos hecho en nota el pie como poco probable), lo cual es imposible desde el punto de vista teológico y jurídico-canónico; o, lo que es más grave, con esta afirmación estrambótica nos quiere decir de manera críptica, por reducción al absurdo, que BXVI sigue siendo papa, por seguir manteniendo el oficio y el munus petrino tras su renuncia, aunque de otra forma, menos adecuada, sin ejercerlo. No cabe un tertium aliud.

14. “Desde la elección de su sucesor, Francisco, el 13 de marzo de 2013, no hay por lo tanto dos papas, pero de hecho el ministerio se expandió – con un miembro activo y un miembro contemplativo-. Aquí está la clave de toda su declaración: BXVI ha renunciado sólo a parte de su ministerio (a su ejercicio activo), pero mantiene una especie de “nudo ministerio petrino”, que, por ahora, sólo puede ejercer con la oración. Por esto, Benedicto XVI no ha renunciado ni a su nombre, ni a la sotana blanca”. A continuación dice que es por esta razón, o sea, porque BXVI sigue manteniendo el munus petrino, por lo que decidió quedarse en el Vaticano con apariencia de papa, con sotana blanca y manteniendo su nombre (como se dijo antes) y el tratamiento de “santidad” y -esto es importante- no renunciando realmente a su ministerio, como sí hizo Celestino V (que renunció al Papado, y, por tanto, al munus y al ministerio), quien, como Pietro de Morrone se retiró a una abadía para rezar. A diferencia de él, BXVI decide quedarse en el Vaticano, dando un mero “paso al lado”, ejerciendo de otro modo (rezando) el munus y el ministerio petrino.

15. Resumiendo: es patente y clarísimo, porque lo dice en muchas ocasiones, que, según Mons. Gänswein, BXVI conserva aún el munus petrino, pero de otra forma, no ejerciendo el gobierno sino rezando. Y eso es imposible, a menos que siga siendo papa. Y si es papa, Francisco no lo es, porque el munus petrino no es divisible ni compartible, salvo que se pretenda que el card. Bergoglio sea meramente obispo de Roma. En mi opinión, parece claro que Gänswein, amigo personal de BXVI, nos quiere decir en esta larga alocución que BXVI sigue siendo el único papa legítimo, y es muy preciso y claro en esta frase, que cito textualmente: “…ÉL NO HA ABANDONADO EL ENCARGO DE PEDRO – COSA QUE LE HUBIESE SIDO IMPOSIBLE A CONSECUENCIA DE SU ACEPTACIÓN IRREVOCABLE DEL ENCARGO EN ABRIL DE 2005-”. El papado, dice, es irrevocable, por lo que, tras su dimisión, sigue siendo papa. Aquí Mons. Gänswein viene a coincidir con BXVI, quien ya dijo en su homilía de 27 de febrero de 2013 que el “siempre es un para siempre” [101].

16. La renuncia sólo ha supuesto una renovación de su aceptación, dice. Y por eso su rol, tras su renuncia, es distinto al de Celestino V, quien realmente sí renunció a su munus y se retiró. Y aquí viene una afirmación extremadamente grave y reveladora, por tratarse de una información que no era necesaria ni relevante en el discurso de Gänswein: dice que Pietro de Morrone quedó prisionero de su sucesor, Bonifacio VIII (¿tal vez como lo está BXVI de Francisco y su mafia masónica?).

Ni qué decir tiene que Mons. Gänswein no hizo estas gravísimas declaraciones sin contar con el apoyo del propio Benedicto XVI, quien dejó caer las mismas conclusiones en su última homilía en el Vaticano, ya dimitido, el 27 de febrero de 2013.


1. Otra prueba más de que BXVI no renunció al oficio ni al munus petrino: no usó la fórmula de la renuncia establecida por Bonifacio VIII

La norma expresa que regula la disciplina sobre la renuncia papal se encuentra en la Constitución Apostólica “Quoniam aliqui”, que fue recibida en el Código de Derecho Canónico de 1917, y actualmente en el canon ya citado del CDC de 1983, el 322.2.

Veamos el texto de esa Decretal de Bonifacio VIII:

“Decretal de Bonifacio VIII (in 6°), 1.1, T.7, cap. 1, De Renunciatione : « Quoniam aliqui curiosi disceptantes de his, quae non multum expediunt, et plura sapere, quam opporteat, contra doctrinam Apostoli, temere appetentes, in dubitationem sollicitam, an Romanus Pontifex (maxime cum se insufficientem agnoscit ad regendam universalem Ecclesiam, et summi Pontificatus onera supportanda) renunciare valeat Papatui, eiusque oneri, et honori, deducere minus provide videbantur: Caelestinus Papa quintus praedecessor noster, dum eiusdem ecclesiae regimini praesidebat, volens super hoc haesitationis cuiuslibet materiam amputare, deliberatione habita cum suis fratribus Ecclesiae Romanae Cardinalibus (de quorum numero tunc eramus) de nostro, et ipsorum omnium concordi consilio et assensu, auctoritate Apostolica statuit, et decrevit: Romanum Pontificem posse libere resignare. Nos igitur ne statutum huiusmodi per temporis cursum oblivioni dari, aut dubitationem eandem in recidiuam disceptationem ulterius deduci contingat: ipsum inter constitutiones alias, ad perpetuam rei memoriam, de fratrum nostrorum consilio duximus redigendum”.

Parece claro que en la Declaratio de renuncia leída por BXVI el 11 de febrero de 2013, con fecha del día anterior, no hay alusión alguna al canon 332.2 del CDC, lo que parece extrañísimo, viniendo de alguien tan minucioso y formal en todo. Tampoco se usa la fórmula de la Decretal de Bonifacio VIII (“renuntiare Papatui”) ni la fórmula empleada por Celestino V en su renuncia (“cedere Papatui” [102]). Por el contrario, usa la fórmula “ministerio Episcopi Romae… commisso renuntiare” (renuncio al ministerio de Obispo de Roma). E igualmente, aclarándolo aún más, en su homilía de 27 de febrero usa la expresión “renunciar el ejercicio activo del ministerio… Ya no tengo la potestad del oficio para el gobierno de la Iglesia”.

El papa Benedicto XVI, para dar la Voluntad de Dios clara sobre su renuncia como papa legítimo, tenía que haber manifestado que renunciaba al ministerio petrino, no al ministerio episcopal. No puede ser, por lo tanto, mero papa emérito, ya que el papado implica tener siempre unidos en sí el Primado de honor y el Primado de jurisdicción. Lo expresaba muy bien el CDC de 1917:

“El Pontífice Romano, sucesor del primado de San Pedro, tiene no solamente un Primado de Honor, sino también el supremo y pleno Poder de Jurisdicción sobre la Iglesia universal, concerniente a la fe y las costumbres, y concerniente a la disciplina y el gobierno de la Iglesia dispersa por todo el globo”.

El Cónclave, por lo tanto, que eligió al card. Bergoglio como papa no es válido, pues el papa seguía siendo el card. Ratzinger: se trató de una elección, por lo tanto, hecha sin asistencia del Espíritu Santo, y en la que se eligió sólo, por puros medios humanos, al obispo de Roma. Y puede que incluso ni eso.

Es por eso que en una respuesta a Peter Sewald, en su reciente libro “Últimas conversaciones”, cuando éste le pregunta por la Profecía de los Papas de San Malaquías, y sobre si él puede ser el último papa, contesta BXVI, de forma sorprendente: “Todo puede ser” [103].



CONCLUSIÓN FINAL

Benedicto XVI no ha renunciado al papado. Él expresamente reconoce que sólo ha renunciado al ministerio petrino, y no a todo él, sólo al ministerio como obispo de Roma, a su ejercicio activo. Retiene, por tanto, su oficio papal y su munus petrino. Por eso se quedó vestido de blanco, en el Vaticano, con solideo y pectoral, se sigue llamando “Benedicto XVI” y su tratamiento es “santidad”, como es exclusivo de los papas. O eso, o su renuncia es inválida, por haber sido arrancada por miedo grave injustamente provocado, como creemos haber demostrado en este estudio con las muchas amenazas, presiones y complots armados a su alrededor, desde el principio de su pontificado, intensificados en los últimos meses antes de su renuncia.

La masonería eclesiástica, que desde hace muchos años intenta colocar a uno de los suyos en la Silla de Pedro, parece haberlo conseguido con Bergoglio. Tenemos pruebas de su pertenencia a la masonería, desde hace décadas. Y desde ahí, bajo la bandera de la obediencia, está atacando la Eucaristía y demoliendo todos los dogmas de la Iglesia, fulminando a los católicos fieles en sus homilías en Santa Marta, un día sí y otro también (con toda una suerte de calificativos poco misericordiosos), llevando a la confusión total al rebaño santo, con un magisterio tenebroso, que diluye la doctrina sana de la Iglesia en la conciencia personal de cada uno, promoviendo el indiferentismo religioso y abogando por la comunión de los adúlteros sin propósito de enmienda.

La situación en que ha quedado Benedicto XVI es inquietantemente parecida a la que vio la Beata Ana Katalina Emmerick en una de sus visiones de los últimos tiempos (los paréntesis explicativos son nuestros):

“He visto muy afligido al Padre Santo. Vive en otro palacio (¿Mater Eclesiae?) y solo se deja ver de muy pocos amigos de confianza. Si el partido malo conociera de su propia fuerza habría ya estallado la revolución. Temo que el Papa tenga que padecer mucho antes de morir. Veo la negra iglesia de Satanás prosperar y ejercitar su pernicioso influjo (¿la falsa Iglesia de Bergoglio?). La angustiosa situación de la Iglesia y del Papa es tan triste que debemos pedir a Dios incesantemente que acuda en su auxilio. Yo recibí encargo de orar mucho por la Iglesia y por el Papa. Esta noche fui conducida a Roma, donde el Papa vive todavía oculto con el fin de evitar exigencias injustas. Está muy débil y consumido a causa de la tristeza, de la inquietud y de la continua oración. Se ha ocultado sobre todo porque no puede fiarse de muchos de los que le rodeaban. Junto a él está un sacerdote anciano muy sencillo y piadoso, amigo suyo (su hermano Georg), al cual no han creído necesario alejarlo de su lado. Este hombre tiene mucha gracia y favor de Dios. Mira y ve muchas cosas y todo se lo dice fielmente al Papa. A él descubrí en la oración muchas cosas acerca de algunos traidores y personas mal intencionadas que hay entre los altos empleados con quienes más confianza tiene el Papa; todo lo cual debía él comunicar al mismo Pontífice. Así está prevenido y se guardará de aquel que hasta ahora lo hacía todo y ahora ya no podrá hacer nada. El Papa está tan débil que no puede andar solo (BXVI camina con andador)
. Tomado de “Visiones y Revelaciones Completas de Ana Catalina Emmerick. Edición de Ciudadela, tomo 1, página 285.

Nuestra hipótesis es ésta: ante la manada de lobos que rodeaban a Benedicto, amenazándolo con la muerte, con el cisma, con la rebelión abierta, etc. el papa decide huir. Pero no es una huida definitiva: al igual que Pedro huyó de miedo cuando la guardia judía arrestó a Cristo en el huerto de los olivos, pero se quedó cerca de él, así parece haber actuado también este penúltimo Pedro, Benedicto XVI [104]. Se queda cerca, junto a la cruz, en una rocalla junto a la grey, esperando el momento decisivo para poder defenderla, a su debido tiempo, aunque quizás en estos momentos esté pasando por las mismas negaciones que el primer Pedro, por miedo, no denunciando los desmanes, la tiranía de gobierno y el daño grandísimo que Bergoglio le está infligiendo a la Iglesia.

A Benedicto no le amenazaba un solo lobo, sino muchos y ante la posibilidad de morir en el combate, sabedor de que no tenía opciones de vencer, decidió dimitir pero sin dimitir. La masonería, cuyo plan, que hemos contado, fue desvelado por el padre Malachi Martin en su libro “El último Papa”, hizo creer al mundo y a la Iglesia ingenua que BXVI había renunciado al Papado, como Celestino V.

Pero no ha sido así: sólo ha renunciado al ejercicio activo del ministerio de Obispo de Roma, como el mismo BXVI expresó en su renuncia y en su homilía de 27 de febrero de 2013. Se esconde momentáneamente, hasta que llegue la hora de luchar contra los lobos y dar la vida por la Iglesia. Mientras Pedro sigue a Cristo desde lejos, otros apóstoles fieles plantan cara al rebaño infernal (¿quizás los 4 cardenales de las Dubia?), como Juan al pie de la cruz…

Recemos todos, hermanos de la Iglesia fiel, para que Dios le dé la fortaleza a BXVI para alzar la voz cuando Francisco quiera eliminar la Eucaristía, el corazón de la Iglesia, en esa liturgia conjunta católico-luterana que parece estar preparando en secreto, en la que no habrá transubstanciación. Sería la abolición del sacrificio perpetuo que profetiza Daniel 9, 27, y de la que nos han avisado también tantas apariciones marianas. O para que hable ya, cuando Francisco ha dejado claro por su propia boca (lo dijo en el avión de vuelta de Lesbos) y por personas interpuestas que está a favor de dar la eucaristía a pecadores públicos [105], y cuando Conferencias episcopales de países enteros se apostan alegremente a esa misma herejía, mientras otros callan, cómplices… Pero la serpiente no triunfará. María Santísima le pisará la cabeza con su resto fiel, esos que no han de doblar la rodilla, por pura gracia, ante Baal. La gran parte de la Iglesia defeccionará, apostatará, caerá en la gran apostasía profetizada por San Pablo y por el Catecismo (n. 675), de modo que la falsa Iglesia ecuménica que se prepara aparentará triunfar en el Vaticano (la parte visible, para los fieles, de la Iglesia), pero la Iglesia fiel estará en las catacumbas, y en ella se cumplirá la promesa de Cristo (las puertas del Hades no prevalecerán contra ella). Muy pocos despidieron a Cristo cuando ascendió a los Cielos, y muy pocos le estarán esperando cuando vuelva. ¿Habrá acaso fe en la tierra cuando venga el Hijo del Hombre? Sí, en el remanente fiel que ama al Señor y a sus mandamientos, de la mano de María.

Juan Suárez Falcó


Notas:

[1] BXVI leyó el texto de su renuncia el 11 de febrero de 2013, si bien el texto estaba firmado el día anterior.

[2] Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella” (Mateo 16,18). Como se ve, la Iglesia de Cristo, la única fundada por él, es la Católica. Pero la promesa de que el Infierno no la derrotaría no es óbice para saber que, en estos últimos tiempos que vivimos, la masonería lograría infiltrar a uno de los suyos en la Silla de Pedro para, desde ahí, destruirla desde dentro. La Iglesia Católica, la fiel, sin embargo, no caerá en la apostasía, y, oponiéndose a los errores, herejías y apostasía de la masonería eclesiástica, entonces en el poder, pasará a las catacumbas y será perseguida por el mundo y por esa falsa Iglesia católica que aparentará triunfar, que no será más que la falsa Iglesia ecuménica mundial del falso profeta, una Iglesia puramente humana, donde las doctrinas humanas de los fariseos triunfarán, aboliendo el sacrificio perpetuo (no habrá transubstanciación ni eucaristía) al modo protestante y desviando el magisterio de la Iglesia hacia la adoración del hombre y de sus pecados.

[3] 
La Iglesia Católica frente a la masonería

[4] Instrucción Permanente Alta Vendita

[5] La virtud de la obediencia en Santo Tomas

[6] Hechos, 5, 29.

[7] Vid. Numeral 891 del Catecismo.

[8] Amoris lætitia–2. El capítulo 8º no es propiamente Magisterio pontificio

[9] Padre Pío, el Santo de los estigmas, califica a la masonería como “infame secta”

[10] A la muerte del Papa León XIII, todos daban por segura la elección del cardenal Mariano Rampolla, Secretario de Estado, como sucesor al trono pontificio. Sin embargo, durante el cónclave, el cardenal metropolitano de Cracovia marcó el alto mediante un telegrama de Su Majestad Franz Josef, del imperio Austro-Húngaro vetando esa nominación. Años después se supo que la objeción se debió a la notificación de que Rampolla pertenecía a la Gran Logia del Ordo Templis Orienti (aún hoy existente, cada vez más pujante y muy en boga), en la que había sido iniciado en Suiza, llegando a escalar hasta el grado de Gran Maestro.


¿Debe o no renunciar el papa Juan Pablo II?

Peruanos creen que Juan Pablo II debe renunciar

[16] Papas imposibles

[17] ¿Puede el papa dimitir?

Sin embargo, ha subrayado que no dimitiría a pesar de las dificultades de su Pontificado porque “cuando el peligro es grande no se puede huir” sino que es necesario “resistir y superar la situación difícil”.

[18] Alias Behayim, criptojudío y masón.

[19] Como muy inteligentemente dejó escritas Sor Lucía en su cuarta Memoria (1941), dando a entender que así comenzaban las palabras de la Virgen explicando la visión del Tercer secreto.

[20] Así lo dijeron los Cardenales Ciappi y Oddi, que leyeron el Tercer Secreto completo. El mismo Malachi Martin habló en muchas ocasiones del tercer secreto. No podía revelar su contenido, porque estaba bajo juramento, pero sí podía decir sí o no cuando alguien le proponía alguna intuición sobre el mismo. Llegó a confirmar que dentro del tercer secreto se hablaba de un Papa que estaría controlado por el Diablo.
https://www.youtube.com/watch?v=qPSWwm3TAKA

[21] El último libro que pudo haberle costado la vida al padre Malachi Martin

[22] Libro “El ultimo papa” del padre Malachi Martin - PDF 

[23] Quién es quién en "La casa azotada por el viento", el libro del padre Malachi Martin

[24] El padre Malachi Martin siempre declaró que esa Misa negra se produjo efectivamente. Que una de las promesas de Satanás era que, cuando el papa reinante se llamara Pablo, pronto, uno de los suyos, ocuparía el Trono de Pedro. Hay autores que señalan que ese “pronto” se refería al plazo de 50 años.

[25] En esto, recordemos la Profecía escalofriante de San Francisco de Asís, que narra igual hecho:
El poder de los demonios será liberado más de lo usual y la pureza inmaculada de nuestra Religión y de las otras será deformada de tal manera, que poquísimos cristianos con corazón sincero y caridad perfecta obedecerán al verdadero Sumo Pontífice de la Iglesia Romana. Alguien elegido no canónicamente, en los momentos de aquella tribulación, con la astucia de su error tramará dar la muerte a muchos. Entonces se multiplicarán los escándalos, nuestra Religión será dividida y varias de las otras no serán en absoluto derribadas, puesto que no se opondrá al error, sino que les dará su asentimiento. Habrá tantas y muy graves opiniones y cismas en el pueblo, entre los Religiosos y el Clero, que si no fuesen acortados esos días, según la palabra evangélica (de ser posible), serían engañados aún los mismos elegidos, si en medio de tan gran tempestad no fuesen sostenidos por la inmensa misericordia de Dios.

[26] https://www.youtube.com/watch?v=qPSWwm3TAKA

[27] Antes del Cónclave de 2013, las Congregaciones comenzaron el 4 de marzo y duraron una semana. Después de deliberar durante esta semana, en la cual se esperó la llegada de los 115 cardenales electores, se tocaron los temas de administración y finanzas vaticanas y el perfil del nuevo pontífice, entre otros. De ese perfil ya prefabricado, que se impuso a los electorales, salió el card. Bergoglio. Junto a ese perfil “deseable” de papa, se habló de las necesidades y problemas de la Iglesia. Todo conspiraba para la elección de Bergoglio… La Congregación general estaba dirigida por el card. Angelo Sodano, por aquel entonces Decano del Colegio de Cardenales, uno de los miembros de la “falange vaticana”. El perfil del nuevo papa se trató en el tercer día de las Congregaciones, como explicó el padre Lombardi
(Todavía sin fecha para el cónclave, faltan dos electores) y también en la última de las Congregaciones, la décima, el día 12 de marzo (El perfil del nuevo papa y el Banco Vaticano centran las últimas intervenciones antes de la elección). Ha trascendido, incluso, el bosquejo del discurso que hizo el card. Bergoglio en estas Congregaciones generales, el 9 de marzo, uno de los últimos en intervenir (El manuscrito que el papa Francisco leyó antes de su elección en el cónclave). Y también se conocen algunas palabras de los electores sobre ese “perfil”: El perfil del nuevo Papa.

[28] Después de Martini, la lucha por su testamento espiritual

[29] Después de Martini, la lucha por su testamento espiritual

[30] El papa de Martini: “Las parejas de hecho tienen la misma gracia que un matrimonio real”

[31] Cardenal Martini: “Dios no es católico”

[32] Cardenal Martini, miembro de la masonería italiana

[33] Secretos del conclave de 2005

[34] Papa Martini: El sueño se vuelve realidad

[35] Bergoglio sobre Martini: “Un padre de la Iglesia, un padre para su diócesis, y un padre para innumerables personas”

[36] La feria de las tinieblas: Abdica el papa Benedicto XVI

[37] Paolo Gabriele sólo quería “ayudar al Papa” y le duele que le llamen “cuervo”

[38] Sobre la recepción de la comunión eucarística por parte de los fieles divorciados que se han vuelto a casar (14 de septiembre de 1994)

[39] En Cristo, Verdad y Misericordia se han dado la mano: Salmo 85, 10-12: “El amor y la verdad se encontrarán, se besarán la paz y la justicia”.

[40] “Conscientes sin embargo de que la auténtica comprensión y la genuina misericordia no se encuentran separadas de la verdad, los pastores tienen el deber de recordar a estos fieles la doctrina de la Iglesia acerca de la celebración de los sacramentos y especialmente de la recepción de la Eucaristía. Sobre este punto, durante los últimos años, en varias regiones se han propuesto diversas soluciones pastorales según las cuales ciertamente no sería posible una admisión general de los divorciados vueltos a casar a la Comunión eucarística, pero podrían acceder a ella en determinados casos, cuando según su conciencia se consideraran autorizados a hacerlo. Así, por ejemplo, cuando hubieran sido abandonados del todo injustamente, a pesar de haberse esforzado sinceramente por salvar el anterior matrimonio, o bien cuando estuvieran convencidos de la nulidad del anterior matrimonio, sin poder demostrarla en el foro externo, o cuando ya hubieran recorrido un largo camino de reflexión y de penitencia, o incluso cuando por motivos moralmente válidos no pudieran satisfacer la obligación de separarse.

En algunas partes se ha propuesto también que, para examinar objetivamente su situación efectiva, los divorciados vueltos a casar deberían entrevistarse con un sacerdote prudente y experto. Su eventual decisión de conciencia de acceder a la Eucaristía, sin embargo, debería ser respetada por ese sacerdote, sin que ello implicase una autorización oficial.

En estos casos y otros similares se trataría de una solución pastoral, tolerante y benévola, para poder hacer justicia a las diversas situaciones de los divorciados vueltos a casar”.


[41] Juan 14, 6: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”.

[42] Juan 8, 31-32: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.

[43] Carta encíclica Caritas in veritate

[44] Carta encíclica Deus caritas est

[45] Los sacerdotes (y feligreses) rebeldes de Austria

[46] Pedían la aprobación por la Iglesia de los siguientes 5 puntos:
1.- Una mayor participación de los fieles
2.- La plena igualdad de derechos de las mujeres para acceder a cualquier ministerio
3.- El celibato opcional para los presbíteros
4.- Una valoración positiva de la sexualidad, abierta a distintas formas de expresión
5.- En suma, una Iglesia “acogedora”, sin amenazas, y opuesta a toda “forma de exclusión”.
Sacerdotes rebeldes herejes en Austria

[47] Juan 15, 19: “9 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece”.

[48] El Vaticano está furioso con el vocero de Bergoglio

[49] El Islam, según Francisco, una religión de paz: “Matadles dondequiera que los encontréis”

[50] Guillermo Marcó ya no será vocero del cardenal Bergoglio

[51] “El problema que entreveo en este esfuerzo por subrayar su misericordia es que hasta hace 40 años y durante siglos la Iglesia amenazó a los pecadores con toda clase de castigos, en la vida presente y en la eterna, sobre todo por pecados privados y, más precisamente, ligados al ejercicio libre del placer y la sexualidad, y un gran número de gente se fue apartando porque después de mucha terapia decidió, en el mejor de los casos, que si Dios existe la había hecho libre para poder decidir por su vida sin que la Iglesia la “reprima”. En el peor, abandonó sus creencias por pensar que son anticuadas e inadaptables al tiempo de hoy. Si continuó con su fe, vivió con conciencia de culpa…Sería interesante que, en esta etapa, el papa se animara a revisar la práctica del sacramento de la confesión y dejar más libre al creyente en su relación con Dios para que en su fuero íntimo pueda discernir lo bueno y lo malo. Y no usar la confesión como una boletería para poder comulgar, o un consultorio psicológico gratuito donde desahogarse de los pecados de los demás”. 



[59] Lo que Paul Badde sabe sobre el grupo "Saint Gallen" y quién decide el sínodo 

[60] La mafia de Saint Gallen

[61] Libro “La misericordia” de Walter Kasper

[62] Tormenta en el Vaticano al plantear el jefe de los obispos alemanes la dimisión del papa

[63] http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/2005/09/24/047.html

[64] CARTA A LOS OBISPOS DE LA IGLESIA CATÓLICA SOBRE LA RECEPCIÓN DE LA COMUNIÓN EUCARÍSTICA POR PARTE DE LOS FIELES DIVORCIADOS QUE SE HAN VUELTO A CASAR (1994), Prefecto, Card. Ratzinger: “6. El fiel que está conviviendo habitualmente “more uxorio” con una persona que no es la legítima esposa o el legítimo marido, no puede acceder a la Comunión eucarística. En el caso de que él lo juzgara posible, los pastores y los confesores, dada la gravedad de la materia y las exigencias del bien espiritual de la persona y del bien común de la Iglesia, tienen el grave deber de advertirle que dicho juicio de conciencia riñe abiertamente con la doctrina de la Iglesia. También tienen que recordar esta doctrina cuando enseñan a todos los fieles que les han sido encomendados”.

[65] El cardenal Danneels trató de mantener callada a una víctima de abuso

[66] El cardenal Danneels intentó convencer al rey belga de que firmara el proyecto de ley para legalizar el aborto

[67] Cardenal Danneels: “El matrimonio ​​gay un desarrollo positivo”

[68] El cardenal Danneels admite ser parte del club 'mafia' opuesto a Benedicto XVI

[69] Entre los asistentes al Sínodo por designación papal (como es su prerrogativa) se encontraban los cardenales Godfried Danneels, Walter Kasper, Christoph Schonborn OP, Oscar Rodríguez Maradiaga SDB, John Dew, Donald Wuerl, Dionigi Tettamanzi (antiguo arzobispo de Milan quien apoya las propuestas de Kasper) y Daniel Sturla SDB; el arzobispo Víctor Manuel Fernández, “Tucho”, Rector de la Pontificia Universidad Católica de Argentina y uno de los consejeros y escritores más cercanos al papa y parece que escritor “en la sombra” de amplios párrafos de 
Amoris Laetitia, ya que existían en textos suyos previos a los Sínodos; el arzobispo Blase Cupich de Chicago (USA), card. Tagle (líder conspicuo de la Escuela de Bolonia), mons. Bruno Forte, y monseñor Pio Vito Pinto (Decano del Tribunal de la Rota Romana que encabeza la comisión Papal para la reforma de las anulaciones e integrante de la lista Pecorelli de eclesiásticos masones). Cfr. Kasper, Daneels, Schonborn, Cupich, Wuerl y Maradiaga nombrados por el papa Francisco para el Sínodo de 2015

[70] El cardenal Murphy-O'Connor admite que el papa Francisco reconoció su liderazgo del "Equipo Bergoglio"

[71] El gran reformador: Francisco y la formación de un papa radical

[72] El gran reformador: Francisco y la formación de un papa radical

[73] Su art. 81 dice así: “81. Los Cardenales electores se abstendrán, además, de toda forma de pactos, acuerdos, promesas u otros compromisos de cualquier género, que los puedan obligar a dar o negar el voto a uno o a algunos. Si esto sucediera en realidad, incluso bajo juramento, decreto que tal compromiso sea nulo e inválido y que nadie esté obligado a observarlo; y desde ahora impongo la excomunión latae sententiae a los transgresores de esta prohibición. Sin embargo, no pretendo prohibir que durante la Sede vacante pueda haber intercambios de ideas sobre la elección”. Parece evidente que en caso del Cónclave de 2013, por todo lo que llevamos dicho, hubo un auténtico pacto explícito para sacar a Bergoglio papa, no un mero intercambio de ideas. Ese pacto venía gestándose desde, al menos, 1996, pero quedó materializado expresamente en los días previos al Cónclave de 2013, y consentido por el card. Bergoglio.

[74] https://www.wsj.com/articles/SB10001424127887324240804578416550744061538

[75] El gran reformador: Francisco y la formación de un papa radical

[76] La cronología de los informes sobre el “Equipo Bergoglio”

[78] Benedicto XVI abdica amenazado de muerte, y surgen especulaciones sobre su sucesor

[79] “Benedicto XVI morirá en noviembre de 2012”

[80] Esclusivo: la mia fonte in Vaticano mi ha rivelato la vera causa delle dimissioni di Benedetto XVI di fra cristoforo 

[81] SWIFT es el acrónimo de Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales) en teoría, es una “cámara de compensación mundial”, que interrelaciona a 10.500 bancos en 215 países.

[82] Ratzinger no podía "ni vender ni comprar"


Benedicto XVI: “¿el diálogo puede sustituir a la misión?”

[87] Parece que envió discretamente a algún representante suyo a Irlanda para que estimulara al clero irlandés a oponerse con todas sus fuerzas al referéndum a favor de las parejas homosexuales)

[88] Borradores de Santa Marta sobre la intercomunión

[89] Ratzinger: “Hay muchos Papas que el Espíritu Santo probablemente no habría elegido”



[98] Benedicto XVI, el fin de lo viejo, el comienzo de lo nuevo: el análisis de Georg Gänswein (Texto completo)

[99] Quizás Benedicto XVI pensó en renunciar al gobierno o ministerium papal, pero conservando el munus (de forma que sigue siendo el único papa legítimo, como legítimo es el Poder legislativo aun cuando no tiene poderes, en un estado de excepción, que pasan al ejecutivo), de forma que el cardenal salido del Cónclave sólo fuera detentador de ese ministerium, sin ser papa legítimo, poseedor de una especie de poder ejecutivo excepcional mientras dure el asalto a la Iglesia por parte de la masonería. Terminadas las causas de ese pontificado de excepción, entonces el poder volvería a Benedicto XVI, como vuelve en los Estados de excepción desde el Ejecutivo al Legislativo. Pero esta teoría implicaría que BXVI confió en Francisco para ejercitar esos poderes extraordinarios en caso de necesidad, y que le tiene por bueno y leal (lo que podría explicar su aparente buena relación), cuando es evidente que finalmente se ha desenmascarado como el lobo que es (y masón), habiendo pactado con otros cardenales su elección, y abusando de sus poderes de dictador para demoler la Iglesia desde dentro. No descartamos esta interpretación, aunque nos posicionamos más con las que mantenemos arriba, y parece también defender Gänswein: que Benedicto XVI renunció sabiendo que el que vendría tras de él no sería papa sino un impostor, un lobo con piel de cordero, el lobo principal de la manada, y que nos remiten a aquel momento crítico en que, en la Misa de su entronización, pidió rezar a todos para que no huyera cuando llegasen esos lobos (aunque ha acabado huyendo o, si no huyendo, escondiéndose junto al rebaño, en una rocalla, esperando el momento de contraatacar).

[100] Vida de San Benito Abad

[101] Parecen posicionarse BXVI y Mons. Gänswein en la teoría teológica de que no es válido renunciar al Papado, al contrario de lo que pensaba en el libro “Luz del Mundo”. Parece haber cambiado de opinión, o, quizás, siempre pensó así…

[102] “Ego Caelestinus Papa Quintus motus ex legittimis causis, idest causa humilitatis, et melioris vitae, et coscientiae illesae, debilitate corporis, defectu scientiae, et malignitate Plebis, infirmitate personae, et ut praeteritae consolationis possim reparare quietem; sponte, ac libere cedo Papatui, et expresse renuncio loco, et Dignitati, oneri, et honori, et do plenam, et liberam ex nunc sacro caetui Cardinalium facultatem eligendi, et providendi duntaxat Canonice universali Ecclesiae de Pastore” “cedo Papatui, et expresse renuncio loco, et Dignitati, oneri, et honori”: “me retiro del Papado y, expresamente, renuncio al lugar y a la dignidad y al peso del deber y al cargo en el poder”.

[103] Benedicto XVI, ¿El ultimo papa?

[104] Decimos penúltimo porque creemos que, a su muerte mártir (como vieron los pastorcitos en la visión del Tercer Secreto de Fátima), tomará el trono el último Papa antes de la Parusía, Pedro romano.

[105] Así lo confirmó Francisco en la carta que les envió a los obispos argentinos confirmando su interpretación favorable a la comunión de adúlteros sin propósito de enmienda con hijos en común, por boca del card. Schönborn, de su leal escudero Antonio Spadaro, e incluso del opúsculo que ha visto la luz hace pocos días escrito por el card. Coccopalmerio.


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