Yo me formo acá mi Religión, y la practico como me parece. Cada cual tiene su manera de servir a Dios.
Por Monseñor de Segur (1820-1881)
¡Ya! Y tu manera es no servirle de ninguna. Lo mismo que tú piensan todos estos que salen por ahí predicando la libertad de conciencia y la libertad de cultos. Todos ellos entienden por estas libertades la de no tener ninguna conciencia y de no profesar culto ninguno.
¿Quién te ha dicho que cada cual es libre de servir a Dios como se le antoje? Esto fuese bueno si Él no hubiera dicho cómo quiere ser servido; pero lo ha dicho, y no se puede ni se le debe servir ni se le sirve de otra manera que no sea la que Él quiere.
Me dices que este es negocio solamente tuyo, y yo te respondo que yerras de medio a medio; porque antes que tuyo, ese negocio de la Iglesia, la cual, antes que tú nacieras y después que te hayas muerto, es la encargada y mandada de Dios para enseñarnos a todos, cómo se le ha de servir. A ser de otro modo, demás estaba haber dicho como dijo a sus Apóstoles, primeros obispos de su Iglesia: “ID Y ENSEÑAD A TODAS LAS GENTES A OBSERVAR MIS MANDAMIENTOS. El que os escucha, me escucha; el que os desprecia, me desprecia; pues Yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo”.
Esto es muy clarito, hijo mío; y no hay remedio: o negar que ha sido dicho por el mismo Dios, o confesar que no hay otra manera de servirle sino la que enseñan estos a quienes Él ha encargado de enseñarnos.
Si me niegas que esto ha sido dicho por el mismo Dios, declaro que he perdido lastimosamente el tiempo al ponerte tan manifiesta, como lo he hecho en mis respuestas anteriores, la divinidad de Jesucristo, y, por consiguiente, de su Religión. Pero si me lo confiesas, entonces te digo, y concluyo: que el que no cree las verdades contenidas en el Credo y explicadas en el Catecismo; el que no guarda con la mayor fidelidad los Mandamientos de Dios y de la Iglesia; el que no procura ser casto, dulce, humilde, sumiso, sobrio, caritativo, en fin, como la Iglesia le manda a entender y practicar estas virtudes cristianas; el que, por último, no implora y busca el auxilio divino con la oración y Sacramentos que le propone la Iglesia, ese tal no sirve a Dios, sino a su amor propio y a su propio capricho. ¿Dice que tiene Religión? Falso. ¿Dice que es cristiano? Blasfemia.
No hay más que una Religión, ni más que un Cristianismo. O ser cristiano como la Iglesia lo enseña, o condenarse uno a sí mismo ante el tribunal de Dios.
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