Seis años de las travesuras de Jorge Mario Bergoglio (también conocido como “papa Francisco”) han dejado a muchos católicos realmente conmocionados. La naturaleza radical y destructiva de la revolución doctrinal y moral del Vaticano II, mantenida discretamente enmascarada en gran medida bajo los regímenes de Juan Pablo II y Benedicto XVI, finalmente salió a la luz una vez que Bergoglio asumió el cargo en marzo de 2013 y comenzó a implementar el Concilio a toda velocidad y con venganza (a menudo literalmente).
La “derecha” de la Iglesia Conciliar -aquellos que aquí llamaremos “conservadores” o, en el caso de los que promueven la Misa antigua en el sistema Novus Ordo, “neo-tradicionales”- al principio estaban atónitos, luego indignados por la amplitud, profundidad y gran volumen de errores que Bergoglio comenzó a producir de palabra y hecho.
Críticas extensas y abiertas a Bergoglio comenzaron a aparecer en medios de opinión conservadores y neotradicionales. Pronto aparecieron incluso las palabras "hereje" y "herejía". Pero dado que los críticos de Bergoglio en estos círculos habían declarado durante mucho tiempo que el sedevacantismo era completamente impensable, tenían que crear algún tipo de justificación teológica plausible para su posición general. Esta “tercera vía” de alguna manera tendría que permitirles continuar haciendo dos cosas:
1) Ignorar por completo los errores y herejías que Bergoglio enseña y actúa, y
2) Aún así, todavía afirmar que Bergoglio es un verdadero papa, el Sucesor de San Pedro y el Vicario de Jesucristo en la Tierra.
La justificación que los conservadores y los neotradicionales han propuesto para cuadrar el círculo es ésta: Los teólogos que enseñaron que el Papa recibe algún tipo de asistencia especial del Espíritu Santo en su auténtico magisterio -la función docente que ejerce cada día- se equivocaron. Del mismo modo, los teólogos se equivocaron al decir que los católicos deben dar "el asentimiento del intelecto" a lo que el papa enseña a través de este auténtico magisterio.
Puf - ¡Ahí lo tienes! ¡Problema resuelto! ¡ El Papa no tiene derechos y tú no tienes obligaciones!
Pero esta conveniente teoría no solo contradecía las enseñanzas de los teólogos anteriores al Vaticano II (ver, por ejemplo, Salaverri, De Ecclesia, 1:503ff), sino también las enseñanzas explícitas de los mismos papas.
La autoridad docente de la Iglesia, que en la sabiduría divina fue constituida en la tierra a fin de que las doctrinas reveladas permanezcan intactas para siempre, y sean llevadas con facilidad y seguridad al conocimiento de los hombres… se ejerce diariamente [cotidie exercetur] por medio del Romano Pontífice y de los Obispos que están en comunión con él. (Pío XI, Mortalium Animos, 1928)Se vuelve aún más obvio por qué los conservadores y los neo-tradicionales quieren deshacerse de estas doctrinas establecidas si agregamos otro pasaje sobre la autoridad docente papal, tomado de la Encíclica Sapientiae Christianae de León XIII de 1890, y lo intercalamos con algunas de las enseñanzas más memorables de “papa Francisco”.
“Es Él quien enriquece a los pastores y maestros y sobre todo a Su Vicario en la tierra [imprimisque suum in terris Vicarium] con los dones sobrenaturales del conocimiento, el entendimiento y la sabiduría, para que conserven lealmente el tesoro de la fe, la defiendan vigorosamente y la expliquen y confirmen con reverencia y devoción” (Pío XII, Mystici Corporis, 1943)
“En cuanto a la opinión, todo lo que los Romanos Pontífices han enseñado hasta ahora, o enseñarán en el futuro, debe ser sostenido con una firme adherencia de la mente [necesse est et tenere iudicio stabili comprenhensa], y, tan a menudo como la ocasión lo requiera, debe ser profesado abiertamente (León XIII, Immortale Dei, 1885)
“Por lo tanto, el Pontífice debe tener el poder autoritariamente... para declarar lo que es virtuoso [¡Segundas nupcias adúlteras después de un proceso de discernimiento!] y lo que es pecaminoso [¡La pena de muerte! ¡Están dañando el medio ambiente!], qué hacer [¡Fronteras abiertas! ¡'Acompañamiento' lgbt!] y lo que hay que evitar [¡obsesiones “por debajo de la cintura”! ¡La fe como adhesión a la doctrina! ¡No al proselitismo! ¡No a las conversiones! ¡No a tener todas las respuestas!] en la obra de salvación, porque de otro modo no podría ser un intérprete seguro de la palabra moral de Dios ni una guía segura para el hombre”.No importa. Según la teoría conservadora/neo-tradicional, tanto la autoridad docente papal como su contenido son tostadas, refrigerios reciclados para las palomas de la paz de Bergoglio.
En el proceso de promoción de su teoría de un papado desnaturalizado, los conservadores y neoconservadores comenzaron a denigrar la enseñanza tradicional anterior al Vaticano II sobre el oficio papal empleando términos como "papalotría" (idolatría del papa), "Ultramontanismo" (un epíteto del siglo XIX inventado por los galicanos, los racionalistas de la "Ilustración" y otros enemigos de la autoridad papal), y "la teología decadente de los manualistas" (un golpe modernista del siglo XX contra el tomismo neoescolástico sistemático).
Este fenómeno inquietante ahora se ha generalizado bastante, pero lo abordaré con cierto detalle en otro artículo.
I. La intervención de Schneider
Aquí comentaré un artículo que es muy representativo de esta posición, “Sobre la cuestión de un Papa hereje”, por el Reverendísimo Athanasius Schneider, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Santa María en Astana, Kazajstán. Apareció el 20 de marzo de 2019.
Tendremos que discutir el artículo del obispo con bastante detalle, no solo porque toca una amplia variedad de temas, sino también porque el obispo Schneider es considerado en los círculos conservadores y neotradicionales como una voz líder contra los errores bergoglianos más escandalosos.
Es obvio, por el título, que el obispo Schneider pretende aplastar cualquier tendencia entre los conservadores y neotradicionalistas a considerar la posibilidad de que en Francisco se encuentren con un hereje que, por lo tanto, no podría ser un verdadero Papa, es decir, a abrazar el sedevacantismo.
Para evitarlo, el Obispo Schneider intentará destruir la enseñanza anterior al Vaticano II tanto sobre la naturaleza especial o vinculante del magisterio papal ordinario como sobre la pérdida automática del cargo por parte de un papa herético. De esta manera, los lectores conservadores y neotradicionalistas se sentirán libres de ignorar las herejías de Bergoglio, mientras siguen entreteniendo la consoladora fantasía de que un hablador público de herejías puede seguir siendo "Pedro".
Uno pensaría que un obispo que tiene un doctorado en teología (aunque Patrística) se las arreglaría para presentar un argumento al menos superficialmente coherente para lo que es, a primera vista, un ataque tan escandaloso tanto a la autoridad docente papal como a una opinión teológica casi unánime.
Pero aquí, uno pensaría mal. El artículo del Obispo Schneider es una mesa de bufet con 7000 palabras de errores de hecho, afirmaciones teológicas no probadas, analogías tontas e ideas inconexas, mezcladas sin ninguna apariencia de razonamiento lineal o evidencia de investigación seria. El estilo y la construcción del artículo son tan inconscientes y dispersos que uno espera encontrar una nota al final que diga: "Dictado pero no leído".
Las principales ofertas que Su Excelencia ha preparado para respaldar su posición son:
▪ La propia propuesta de Schneider de establecer una suerte de “corrector papal”.
▪ El caso del Papa Honorio como argumento analógico contra el sedevacantismo.
Estos platos están colocados entre un extraño surtido de guarniciones en la mesa del bufet que no complementan ni el plato principal ni a los demás: los equivalentes teológicos, digamos, del sushi de malvavisco y la tarta de queso con sardinas.
II. Argumentos secundarios del Obispo Schneider
En primer lugar, veamos algunos de estos argumentos secundarios. Cada uno tiene como objetivo (y torpemente) demostrar que no hay obligación de asentimiento interno al magisterio papal ordinario, y si un Papa escupe herejía, bueno, deberíamos simplemente encogernos de hombros, decir "sea como sea..." y ser "espirituales" al respecto.
San Roberto Belarmino
1. No existe un "verdadero consentimiento" sobre cómo tratar a un Papa herético. Falso. ¿No investigó el obispo? ¿O es que Google no funciona en Kazajistán? Después de San Roberto Belarmino, los teólogos dogmáticos y los canonistas acabaron por decantarse por la enseñanza de Belarmino como la correcta: si un papa se convierte en un hereje público, pierde automáticamente el cargo porque se pone fuera de la Iglesia. Incluso el Dr. Roberto di Mattei llama la atención al Obispo Schneider por descartar con displicencia un hecho que todo el mundo parece conocer (Véase la sección V más abajo).
2. El papa Juan XXII (1316–1334) fue considerado “herético o semiherético”. Historia distorsionada y objetivamente falsa. Innumerables teólogos dogmáticos anteriores al Vaticano II refutaron esta afirmación. Para ver un resumen, consulte mi artículo El Dr. de Mattei prescribe un tranquilizante antisede.
3. “La Iglesia en los muy raros casos concretos de un Papa que comete graves errores teológicos o herejías definitivamente podría vivir con tal Papa”. Sólo si, como el Obispo Schneider y compañía, crees que puedes ignorar lo que enseña el Vicario de Cristo. Pero aquellos de nosotros que creemos que Cristo le dio al papa verdadera autoridad docente y las gracias especiales para ejercerla, como el canonista anterior al Vaticano II Maroto, sostendríamos que los herejes públicos “ciertamente deben ser considerados como excluidos de ocupar el trono de la Iglesia Apostólica”. He aquí, que es el maestro infalible de la verdad de la fe y el centro de la unidad eclesiástica. (Institutiones Iuris Canonici 2:784)
4. La opinión de los teólogos erró sobre el asunto de las Órdenes Sagradas. Falso, y un argumento analógico verdaderamente patético para atentar contra Belarmino. Los teólogos se enzarzaron en una disputa sobre lo que constituía la materia del Orden Sagrado (había seis opiniones teológicas diferentes) y Pío XII resolvió la disputa en Sacramentum Ordinis (1947).
5. Dado que una persona excomulgada puede convertirse válidamente en un verdadero Papa, también puede hacerlo un hereje. Falso y una pista falsa. La excomunión es un impedimento de la ley eclesiástica que la legislación del cónclave papal puede dispensar y dispensó. La herejía, en cambio, es un impedimento de la ley divina para obtener el Pontificado, y como tal, la legislación del cónclave papal no la dispensó y, de hecho, no podía dispensarla. Esta objeción al sedevacantismo ha sido repetidamente contestada.
6. El Papa es como un mal padre; no se puede “desheredarlo como padre de familia”. Una analogía estúpida e inoportuna. La autoridad del padre de familia surge de la ley natural como resultado de un hecho físico, y consiste en el poder de dominio privado sobre sus súbditos (esposa e hijos); nunca puede dejar de ser padre. La autoridad del Romano Pontífice, por el contrario, se basa en un poder divino que le ha sido conferido como resultado de un hecho jurídico, y consiste en un poder jurisdiccional público sobre sus súbditos (los miembros de la Iglesia); no siempre fue Papa, y puede dejar de ser Papa a través de la herejía, la locura, la renuncia o la muerte. La idiota analogía del "mal padre" es uno de los más antiguos de los muchos mitos tribales de Reconocer y Resistir.
7. El intento de deponer a un papa herético es “demasiado humano”, una negativa a “llevar la cruz”. Peculiar, sin teología, pseudo-espiritualidad. Díselo a San Roberto Belarmino.
8. “Otro error en la intención o en el intento de deponer a un papa herético consiste en la identificación indirecta o subconsciente de la Iglesia con el papa”. ¿Se ha tropezado alguna vez nuestro obispo/lector de la Patrística con el dictum de San Ambrosio Ubi Petrus, ibi Ecclesia - “Donde está Pedro, está la Iglesia”?
9. La teoría que permite que un papa pierda el cargo es una especie de “donatismo”. Otra analogía estúpida e inapropiada. La herejía donatista sostenía, en efecto, que el poder permanente del carácter sacramental recibido en la ordenación puede perderse por la indignidad del ministro. Sin embargo, la pérdida del cargo del Papa se refiere a la pérdida del poder de jurisdicción, que no es permanente y puede perderse por diversas razones: muerte, pérdida de la razón, renuncia o herejía.
10. Cuando un papa está en herejía, está “en cadenas espirituales”, tal como San Pedro estaba en cadenas materiales. Otra analogía tonta, y pseudo-piadosa. Un papa que es hereje ya no es "Pedro". ¿Y quién encadenó a Bergoglio sino el propio Bergoglio?
11. San Pío X fue el primer papa que hizo una "reforma radical" en el orden de los salmos recitados en el Oficio Divino. Una patraña, soñada y reciclada sin cesar por los aficionados a la liturgia laica. La primitiva disposición romana de los salmos fue modificada primero por San Gregorio Magno (hacia el año 600) y luego por San Pío V (1568).
¡Adivina quién ES “tradición”!
13. “Cuanto más un Papa difunda ambigüedades doctrinales, errores o incluso herejías, más luminosamente resplandecerá la fe católica pura de los pequeños de la Iglesia”. ¿Está bromeando el Obispo Schneider? ¿Estaba alguien quemando la cosecha de amapolas kazajas frente a su ventana cuando escribió esa frase? ¿Qué pasa cuando "los pequeños" le preguntan a mamá qué quiso decir el Santo Padre con "sadomasoquismo" o "coprofilia"? ¿Su Excelencia ha escuchado alguna vez la parte del Evangelio sobre escandalizar a los pequeños y las piedras de molino?
Pero basta de estos aulladores. Pasemos ahora a los dos temas principales con los que el Obispo Schneider desea llamar la atención de sus lectores.
III - La propuesta de un “Corrector Papal”
Esto es lo que Obispo Schneider nos ofrece como antídoto para los futuros Bergoglios, una solución que, según él, es una alternativa "más segura" a las enseñanzas casi unánimes de teólogos y canonistas de que un papa hereje pierde automáticamente su cargo.
“Normas canónicas vinculantes”, dice Su Excelencia, “podrían estipular el procedimiento a seguir en el caso de un Papa hereje o manifiestamente heterodoxo. El Decano del Colegio Cardenalicio estaría obligado a corregir al Papa en privado y luego en público, si eso falla. Luego, el Decano haría un llamado a toda la Iglesia para que ore para que el Papa confirme la Fe y, al mismo tiempo, publique una Profesión de Fe que rechace los errores teológicos que el Papa enseña o tolera. Si el Decano no hiciera esto, cualquier cardenal, obispo, grupo de obispos o cualquier grupo de fieles podría seguir el mismo procedimiento. Además, las personas implicadas no podían ser objeto de sanciones canónicas”.
Mi primera reacción es que el Cardenal Sodano, el actual Decano del Colegio, podría necesitar recolectar otro gran sobre de dinero en efectivo de los Legionarios de Cristo antes de iniciar el proceso, para transformarse, por así decirlo, de “Cardenal Recaudador” en “Cardenal corrector”.
Dicho esto, la propuesta adolece de una serie de otros defectos fatales.
1. Viola el principio general Prima sedes a nemine judicatur - la Primera Sede (el Papa) no es juzgada por nadie. En el plan del Obispo Schneider, se permite a los inferiores juzgar la enseñanza y el magisterio auténtico de un papa verdadero, y si estos, a su juicio, se encuentran en falta, condenarlos públicamente como falsos.
2. Un verdadero papa no está sujeto al derecho canónico porque, como Supremo Legislador, está por encima de él, y puede modificar y cambiar cualquier parte del mismo. Por lo tanto, un papa hereje podría modificar las "normas canónicas" que propone el Obispo Schneider o suprimirlas en su totalidad.
3. Un verdadero papa, asimismo, tiene jurisdicción universal, lo que le permite un poder sin trabas para nombrar o destituir a los titulares de los cargos. Un cardenal decano que se acoja a la legislación de "corrección" que propone el Obispo Schneider y decida convertirse en "cardenal corrector" de un papa herético podría, por lo tanto, verse destituido sumariamente y nombrado como una especie de "cardenal vecino" del Obispo Schneider, en el cercano Turkmenistán, Uzbekistán o Tayikistán.
4. ¿Quién corrige a los correctores? ¿Qué garantía tiene uno de su ortodoxia doctrinal, o incluso de su probidad moral, al pretender emitir una corrección? Este era el problema de insistir en que antes de que la herejía pudiera existir en un papa o en cualquier otra persona, el hereje debía tener primero tres advertencias de un "compañero de ortodoxia".
5. ¿Y cuál es el final del juego que propone el obispo Schneider si el corregido ignora a los correctores? El obispo no lo dice. El papa-hereje seguirá enseñando errores y herejías a toda la Iglesia. Supongo que en la teología revisada schneideriana/conservadora/neo-tradicionalista del magisterio papal, gracias al microchip que falta, el papa seguiría siendo ignorado.
6. El Obispo Schneider, además, parece no haber considerado que este asunto de la corrección por cuenta propia bien podría ser un arma de doble filo para un sucesor más "ortodoxo" que Francisco. Los progresistas descontentos del National Catholic Reporter y la conferencia episcopal alemana, digamos, bien podrían decidir lanzar el torpedo de la "corrección" de nuevo a un futuro Papa Burke-olio, alegando que difunde errores que contradicen las enseñanzas de su amado predecesor sobre anticoncepción, segundos matrimonios adúlteros, clericalismo, inmigración, pena de muerte y pajitas de plástico.
7. Y, por último, hay que añadir: "Ah, sí, Su Excelencia. Me alegro de oír hablar de la propuesta de 'corrección pública'. ¿Cómo le ha funcionado hasta ahora?"
Por lo tanto, con su propuesta de un "corrector papal", el obispo Schneider se aferra a un clavo ardiendo, aunque se espera que no sea un clavo de plástico perjudicial para el medio ambiente.
IV. La “solución” de Honorio
Aquí, el obispo Schneider propone que extraigamos un principio de actuación frente a Bergoglio con la controversia sobre el papa Honorio I (625-638). Sin embargo, antes de evaluar las razones del obispo, tendremos que proporcionar al lector algunos antecedentes.
Cardenal $odano: ¡Tienes que reconocerlo!
Mi primera reacción es que el Cardenal Sodano, el actual Decano del Colegio, podría necesitar recolectar otro gran sobre de dinero en efectivo de los Legionarios de Cristo antes de iniciar el proceso, para transformarse, por así decirlo, de “Cardenal Recaudador” en “Cardenal corrector”.
Dicho esto, la propuesta adolece de una serie de otros defectos fatales.
1. Viola el principio general Prima sedes a nemine judicatur - la Primera Sede (el Papa) no es juzgada por nadie. En el plan del Obispo Schneider, se permite a los inferiores juzgar la enseñanza y el magisterio auténtico de un papa verdadero, y si estos, a su juicio, se encuentran en falta, condenarlos públicamente como falsos.
2. Un verdadero papa no está sujeto al derecho canónico porque, como Supremo Legislador, está por encima de él, y puede modificar y cambiar cualquier parte del mismo. Por lo tanto, un papa hereje podría modificar las "normas canónicas" que propone el Obispo Schneider o suprimirlas en su totalidad.
3. Un verdadero papa, asimismo, tiene jurisdicción universal, lo que le permite un poder sin trabas para nombrar o destituir a los titulares de los cargos. Un cardenal decano que se acoja a la legislación de "corrección" que propone el Obispo Schneider y decida convertirse en "cardenal corrector" de un papa herético podría, por lo tanto, verse destituido sumariamente y nombrado como una especie de "cardenal vecino" del Obispo Schneider, en el cercano Turkmenistán, Uzbekistán o Tayikistán.
4. ¿Quién corrige a los correctores? ¿Qué garantía tiene uno de su ortodoxia doctrinal, o incluso de su probidad moral, al pretender emitir una corrección? Este era el problema de insistir en que antes de que la herejía pudiera existir en un papa o en cualquier otra persona, el hereje debía tener primero tres advertencias de un "compañero de ortodoxia".
5. ¿Y cuál es el final del juego que propone el obispo Schneider si el corregido ignora a los correctores? El obispo no lo dice. El papa-hereje seguirá enseñando errores y herejías a toda la Iglesia. Supongo que en la teología revisada schneideriana/conservadora/neo-tradicionalista del magisterio papal, gracias al microchip que falta, el papa seguiría siendo ignorado.
Papa Burke-olio: ¿“Corregido” un día por los obispos alemanes?
6. El Obispo Schneider, además, parece no haber considerado que este asunto de la corrección por cuenta propia bien podría ser un arma de doble filo para un sucesor más "ortodoxo" que Francisco. Los progresistas descontentos del National Catholic Reporter y la conferencia episcopal alemana, digamos, bien podrían decidir lanzar el torpedo de la "corrección" de nuevo a un futuro Papa Burke-olio, alegando que difunde errores que contradicen las enseñanzas de su amado predecesor sobre anticoncepción, segundos matrimonios adúlteros, clericalismo, inmigración, pena de muerte y pajitas de plástico.
7. Y, por último, hay que añadir: "Ah, sí, Su Excelencia. Me alegro de oír hablar de la propuesta de 'corrección pública'. ¿Cómo le ha funcionado hasta ahora?"
Por lo tanto, con su propuesta de un "corrector papal", el obispo Schneider se aferra a un clavo ardiendo, aunque se espera que no sea un clavo de plástico perjudicial para el medio ambiente.
IV. La “solución” de Honorio
Aquí, el obispo Schneider propone que extraigamos un principio de actuación frente a Bergoglio con la controversia sobre el papa Honorio I (625-638). Sin embargo, antes de evaluar las razones del obispo, tendremos que proporcionar al lector algunos antecedentes.
Papa Honorio I
A. Antecedentes generales. Honorio reinó durante la gran controversia sobre la herejía monotelita (=Cristo tenía una sola voluntad, la divina). Alrededor de 634, Sergio, patriarca de Constantinopla, se acercó a él y estaba tratando de resolver la disputa y pacificar a todas las partes para complacer al emperador Heraclio. Honorio respondió a Sergio con varias cartas sobre la controversia. Su contenido se hizo público solo después de la muerte de Honorio y lo llevó a ser acusado, de diversas formas, de ser él mismo un hereje o, al menos, de ser blando con la herejía.
En 681, el Tercer Concilio de Constantinopla condenó y anatematizó póstumamente a Honorio, junto con varios monotelitas, condena que fue posteriormente renovada por el Segundo Concilio de Nicea en 787 y el Cuarto Concilio de Constantinopla en 870. Posteriormente, la condena se abrió paso en los textos de algunos juramentos eclesiásticos, y el Breviario Romano anterior a 1570 presentaba a Honorio como condenado por herejía.
Sin embargo, a pesar de estas condenas, la Iglesia siguió reconociendo a Honorio como un verdadero Papa y verdadero sucesor (aunque quizás débil) de San Pedro.
Así los hechos en la historia de Honorio en los que todos están de acuerdo.
B. Hechos e interpretaciones en disputa. Pero hay muchos otros hechos y complicaciones en esta historia en los que los historiadores y teólogos de la iglesia no están de acuerdo, han interpretado de diferentes maneras y, en general, han estado discutiendo durante siglos.
Estas cuestiones controvertidas incluyen: si los propios textos de las cartas de Honorio prueban realmente que era un hereje, o simplemente que era "blando" en la lucha contra la herejía; cómo debe entenderse el término "herejía" en las diversas condenas conciliares, ya que en aquella época no siempre tenía el significado técnico preciso que tiene hoy; si la posterior aprobación papal de las actas conciliares de la Tercera Constantinopla (necesaria para su efecto legal), aprobaba la condena de Honorio por herejía propiamente dicha, o sólo por cobardía; o si algunos de los documentos eran o contenían falsificaciones, un problema común durante la época.
Innumerables otras incertidumbres como estas enturbian las aguas, haciendo difícil no solo llegar a un relato histórico claro y objetivo del caso Honorio, sino también extraer de estos complicados eventos las consecuencias teológicas correctas.
Los protestantes, galicanos, racionalistas y otros, especialmente en el siglo XIX, no dudaron en sus conclusiones, por supuesto, y rutinariamente sacaron a relucir el caso Honorio como uno de sus principales argumentos contra la autoridad papal en general y la infalibilidad papal en particular.
A lo largo de los siglos, sin embargo, los grandes teólogos dogmáticos católicos, incluyendo a San Roberto Belarmino, aunque a menudo discrepaban entre ellos sobre los hechos y la documentación del caso, refutaron ampliamente los repetidos intentos de utilizar a Honorio como garrote para aplastar la enseñanza católica tradicional sobre la autoridad del Papa. Sus argumentos tuvieron tanto éxito que, en el siglo XX, los manuales estándar de teología dogmática solían tratar el caso de Honorio de forma sumaria, en una o dos frases, entre las objeciones menores a la autoridad del papa.
C. Honorio y los tradicionalistas. Después del Vaticano II, sin embargo, los escritores tradicionalistas de la variedad "reconocer y resistir", quizás sin saber que estaban manteniendo una compañía teológica totalmente desprestigiada- trataron de resucitar a Honorio como un argumento analógico asesino tanto del sedevacantismo como de la obligación de asentir a la enseñanza papal ordinaria. La conclusión que querían sacar era que, puesto que Honorio era un hereje y la Iglesia seguía reconociéndolo como un verdadero papa, también un papa que es hereje no pierde su cargo y puede ser ignorado con seguridad.
Hace casi quince años, me tomó sólo unas pocas oraciones derribar esta analogía inestable con mi artículo Sedevacantismo y el papa de cartón respondiendo al Sr. Ferrara (ver # 11).
¡Manteniéndolo a salvo de la criptonita de sede!
D. Honorio en la Era de Bergoglio. Sin embargo, Honorio comenzó a surgir nuevamente en intentos conservadores y neotradicionales de explicar a Bergoglio, como el artículo del Dr. Roberto di Mattei de 2015 Honorio I: El controvertido caso de un Papa hereje. En estos artículos, dondequiera que los historiadores católicos y los teólogos dogmáticos del pasado estuvieran en desacuerdo sobre los hechos, la documentación o los análisis de los mismos, estos polemistas conservadores y neotradicionalistas siempre escogían la posición que parecía más perjudicial para Honorio, y por lo tanto, la más favorable para su propia posición antisedevacantista y de ignorar al Papa.
Este es el mismo procedimiento que el Obispo Schneider ahora sigue con Honorio, para empujar a los lectores a la siguiente conclusión:
“"El Papa Honorio I era falible, estaba equivocado, era un hereje... [Los tres concilios ecuménicos sucesivos, a pesar de que] excomulgaron al Papa Honorio I por herejía ... ni siquiera declararon implícitamente que Honorio I había perdido el papado ipso facto por herejía. De hecho, el pontificado del Papa Honorio I se consideró válido incluso después de que hubiera apoyado la herejía en sus cartas al Patriarca Sergio en el año 634, ya que reinó después otros cuatro años hasta el año 638”.
Estoy seguro de que el Obispo Schneider pensó que este argumento era realmente poderoso y original (como, sin duda, muchos de sus lectores conservadores y neotradicionales). Pero una vez más, si hubiera investigado un poco más, habría descubierto que el argumento ya se había presentado y derribado sumariamente hace mucho tiempo.
E. Sí, otra analogía defectuosa. Como innumerables polemistas tradicionales de los años 70, 80, 90 y 2000, Su Excelencia desea que derivemos por analogía de esta compleja serie de eventos dos principios teológicos generales:
● El caso de Honorio derrota la enseñanza de Belarmino de que un papa hereje pierde automáticamente su cargo.
● El caso Honorio demuestra que los católicos no tienen obligación de asentir al magisterio papal ordinario.
Ambos argumentos analógicos y los principios derivados de ellos son falsos, simplemente porque las propiedades comunes necesarias para que cualquier analogía "funcione" están completamente ausentes de estas analogías.
1. Los historiadores católicos y los teólogos dogmáticos discutieron acaloradamente cuestiones de hecho en el caso de Honorio (si las cartas mostraban que era culpable de herejía o simplemente era blando, el sentido del término “herejía”, el significado de las condenas conciliares, etc.); esto hace que, para empezar, el fundamento fáctico de las analogías no sea fiable.
¿Por qué? Porque uno no puede tener certeza alguna acerca de las propiedades comunes esenciales entre las dos cosas que estamos comparando: el caso de Honorio y la enseñanza de la pérdida del oficio papal de Belarmino.
En lo que se refiere únicamente a las cuestiones de hecho, por lo tanto, la base de la analogía simplemente desaparece.
2. Las cartas en disputa NO ERAN PÚBLICAS; y es sólo la herejía PÚBLICA la que impide que un hereje obtenga o retenga el cargo o la autoridad papal.
El teólogo Hurter y otros dicen que es cierto que: “las cartas de Honorio fueron desconocidas [ignotae] hasta la muerte del Pontífice y la de [el Patriarca] Sergio”. (Medula Theologiae Dogmaticae, 360).
Este solo hecho destruye el caso de Honorio como argumento tanto contra los teólogos posteriores a Bellarmino como contra el sedevacantismo, incluso si se concediera que el contenido de las cartas de Honorio era herético. Porque es sólo la herejía pública la que saca a alguien del cuerpo de la Iglesia, y en el caso del papado, es la herejía pública la que impide que el hereje obtenga o retenga la autoridad papal. La herejía privada en un Papa, por otro lado, no tiene tal efecto.
La existencia de herejía pública en un papa es el fundamento mismo del principio que establece Belarmino, y es la existencia de herejía pública en los papas del Vaticano II a los que los sedevacantistas aplican el principio de Belarmino y sacan sus conclusiones.
Así que el Obispo Schneider, como muchos otros antes que él, está ofreciendo una analogía que no es apropiada, o en lenguaje sencillo, es simplemente tonta, basada en una comparación falsa de manzanas con naranjas.
3. Las cartas en disputa no eran públicas; por lo tanto, no pueden aducirse como argumento analógico contra la obligación de los católicos de dar “el asentimiento del intelecto” a lo que el Papa enseña a través de su auténtico magisterio ordinario.
Las cartas papales que permanecen ocultas y desconocidas a lo largo de un pontificado y solo salen a la luz después de la muerte de un papa no son magisterio en absoluto. El “maestro” (magister) estuvo muerto durante cincuenta años —en este caso, hasta el 680— y no había nadie en el aula.
Y en la presente discusión, son las enseñanzas públicas (ya sea de palabra o de hecho) de los papas del Vaticano II las que los fieles católicos objetan como contrarias a la fe y la moral católica - los errores y males que estos hombres han intentado imponer abierta y manifiestamente a la Iglesia universal en todas partes del mundo. Esto lo han hecho en miles de ocasiones a través de sus innumerables encíclicas, instrucciones, decretos, discursos y actos públicos.
Así que, al igual que con el argumento de la pérdida del cargo papal, la analogía de Honorio carece de otra propiedad común para el principio que intenta probar.
4. El principio sobre el cual Bellarmino y los sedevacantistas basan su posición teológica se deriva de los datos de la revelación —la fe es necesaria para ser miembro de la Iglesia— y, por lo tanto, ofrece un grado de certeza teológica que no se puede obtener de una mera (y en este caso, factualmente cuestionable) analogía.
El argumento por analogía (comparando las propiedades comunes entre dos cosas) nunca puede proporcionar certeza, solo probabilidad. Sólo las semejanzas significativas tienen valor en un argumento de este tipo (Bittle, Science of Correct Thinking, (1950), 348), y no hay ninguna aquí.
Porque en el caso de Honorio, hemos demostrado claramente que los hechos fundamentales de la analogía son discutidos, y que las propiedades comunes requeridas no existen. Además, aun suponiendo que fueran ciertas, no podrían proporcionar un argumento analógico ni siquiera remotamente creíble contra Belarmino, el sedevacantismo y la autoridad docente del auténtico magisterio papal.
Dr. Roberto de Mattei
V. De Mattei: “Algo aceptable”. Mientras que la reacción inicial entre los conservadores y los neotradicionalistas fue aplaudir el artículo del Obispo Schneider, el historiador neotradicionalista Dr. de Roberto Mattei, como se mencionó anteriormente, fue menos entusiasta y, de hecho, adoptó un tono de maldito elogio en una entrevista del 22 de marzo de 2019.
Casi se puede ver a il dottore professore encogerse de hombros cuando dice que el artículo del obispo es "algo aceptable [mi énfasis] en la actualidad, para evitar ese cripto-sedevacantismo al que tienden algunos tradicionalistas", mientras intenta sortear con delicadeza el error de Schneider sobre el acuerdo de los teólogos acerca de la pérdida de oficio del Papa.
Sin embargo, aparentemente, el Dr. de Mattei no creyó que el artículo del obispo sería suficiente para sofocar los pensamientos intrusivos sobre el sedevacantismo entre las tropas conservadoras y neotradicionalistas. Por lo tanto, el buen doctor se sintió obligado a hacer un rifirrafe de tres párrafos sobre cómo, bueno, cuando Belarmino o Cayetano escribían sobre un Papa públicamente herético, realmente querían decir "público" en el sentido de que la herejía era evidente para una sociedad que era plenamente católica.
“Creo que los errores o herejías del papa Francisco, aunque se profesen públicamente, no suponen su pérdida del papado, ya que no son conocidos y manifiestos por la población católica. Cuando hablo de población católica, no me refiero a la opinión pública católica en el sentido más amplio del término, sino a ese grupo restringido de bautizados que hoy mantienen la fe católica en su integridad. Muchos de ellos siguen interpretando pro bono las palabras y acciones del papa Francisco y no perciben malicia alguna. No podemos decir entonces que su pérdida de fe sea evidente y manifiesta”.
Uh Uh. Entonces, dado que, digamos, los educadores católicos en casa que viven fuera de la red en Hayden Lake, Idaho, no han notado las herejías de Bergoglio, ¿él sigue siendo libre como Vicario de Jesucristo en la Tierra? ¿O la pérdida ipso facto del cargo sólo se produciría después de que los educadores en casa y otros como ellos obtuvieran altas puntuaciones en un cuestionario de percepción de la fe y las herejías de Bergoglio?
Pero espera, ¡hay más! No sólo las pequeñas bolsas de católicos despistados pero ortodoxos sacan a Bergoglio del apuro, sino también la gran horda de clérigos y laicos heréticos. ¡Ellos tampoco se han dado cuenta de la herejía!
"la gran mayoría de los bautizados, los sacerdotes, los obispos, incluso el papa, están inmersos en la herejía y muy pocos pueden distinguir la verdadera fe. Así que las indicaciones correctas de los grandes teólogos clásicos son difíciles de seguir en la práctica".
Por lo tanto - a pesar de Internet, todos los blogs, medios de comunicación, Facebook, Twitter, etc., etc. - el Dr. de Mattei nos haría entrar en un mundo de fantasía donde las herejías de Bergoglio no son realmente públicas, no son realmente notorias, no son realmente manifiestas. Y esto, para que los conservadores y los neotraductores no tengan que preocuparse de que las enseñanzas de Belarmino y de otros innumerables teólogos y canonistas católicos se apliquen a Bergoglio y al resto de los papas del Vaticano II, a pesar de que una realidad indiscutiblemente "pública" les está mirando directamente a la cara.
Aquí debemos añadir una observación más. Otros polemistas antisedevacantistas en el pasado han tratado, como el Dr. de Mattei, de encontrar una vía de escape para eludir la enseñanza de Belarmino y compañía sobre un papa herético (y por lo tanto también el sedevacantismo) asignando significados técnicos extravagantes a las palabras descriptoras "público", "manifiesto", "abiertamente divulgado", etc. aplicados al término "herejía".
Esta puerta ya se ha cerrado, porque las palabras descriptoras en cuestión se utilizaban indistintamente antes del Código de 1917 para distinguir la herejía que circulaba a través de documentos o discursos públicos, por ejemplo, de la herejía oculta o secreta -escrita en un diario, o conocida sólo por unas pocas personas discretas.
¡Es hora de reconocer el problema REAL!
VI. Pero finalmente: No es sólo un "problema de Bergoglio"
“El análisis del obispo Schneider sobre los papas herejes puede ser la respuesta que estamos buscando”, se entusiasmó el sitio conservador/neotradicional One Peter 5 (en inglés aquí).
Sin duda, pero es la respuesta equivocada, basada como está en analogías tontas, "hechos" que están mal declarados o simplemente equivocados, fantasías de derecho canónico del País de Nunca Jamás, y errores teológicos. Como hemos demostrado ampliamente más arriba, los conservadores o los neotradicionalistas se engañan a sí mismos si todavía creen que el desayuno teológico que el Obispo Schneider les ha servido ha resuelto su "problema de Bergoglio".
Y de hecho, se engañan aún más si piensan que lo que han estado enfrentando desde el 13 de marzo de 2013 es sólo un problema de Bergoglio. Es, en realidad, un "problema del Vaticano II".
El Vaticano II representó el triunfo de la herejía modernista, dominada por teólogos que eran, como dijo el profesor de Lovaina Jürgen Mettepennigen, "herederos del modernismo". Las semillas envenenadas del error teológico fueron sembradas durante el Concilio, con todos sus sí/no, sus cotorreos existencialistas, sus equívocos, sus ambigüedades, sus evasivas, sus silencios, sus neologismos envenenados, sus redefiniciones, sus falsas equivalencias, sus distinciones destruidas y lo demás.
Bergoglio no es más que un fruto envenenado más de un jardín completamente envenenado, y se ha limitado a aplicar los principios que le dio el Vaticano II. Así que no piensen que incluso aplicando el principio de pérdida de oficio de Belarmino a él podrían deshacerse de alguna manera del problema subyacente que él encarna.
Porque, ¿alguien cree seriamente que Bergoglio abrazó y comenzó a difundir los errores teológicos y las herejías que ahora esparce sólo después de aparecer en la logia de San Pedro hace seis años, sin mozetta? Por supuesto que no - era un hereje antes de ser elegido, y como he señalado en otro lugar, Bergoglio por lo tanto realmente, no tiene nada que perder.
La fuente última de esos errores, y todo el sistema de pensamiento que los originó e hizo posible su implementación, es el modernismo del Vaticano II. A menos que los conservadores y los neotradicionalistas lo admitan y actúen en consecuencia, cambien a un Bergoglio por un Burke-olio y esperen una restauración "desde arriba" será un sueño de tontos, ya que el modernismo del Vaticano II ya ha agrietado y destruido todos los cimientos, ha destrozado las herramientas de los constructores y ha llevado los escombros a un vertedero ecologista.
Admítanlo, amigos. A excepción de un puñado relativamente pequeño de casas seguras de la Misa en Latín, no les queda nada. Toda la lex credendi detrás de la lex orandi ha desaparecido. A vuestro alrededor, el modernismo ha convertido la doctrina y la moral en papilla, ha traducido sus herejías en acción y ha institucionalizado el desprecio por la sumisión a la ley y por la propia noción de jerarquía.
Por eso, en lugar de seguir arremetiendo ineficazmente contra los fantasmas de la "papolatría", el "ultramontanismo", el sedevacantismo y Honorio, los conservadores y neotraductores que buscan preservar la fe deberían, de una vez por todas, dirigir su fuego contra el verdadero enemigo -el Vaticano II- y tronar con una sola voz: "¡Anatema al Concilio ladrón! Mil veces anatema!"
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