Por Marian T. Horvat
El otro día tuve un almuerzo no muy agradable con varios amigos. El ambiente del comedor era agradable, la comida buena y la compañía excelente. ¿Que está mal? En la mesa de al lado había un hombre de negocios entreteniendo a varios clientes, o quizás a otros trabajadores de oficina. Cada pocos minutos, estallaba con una risa estridente que resonaba por toda la habitación. Como estaba a sólo una mesa de distancia, era casi imposible para nosotros tener una conversación normal. “¿De qué podría estar riéndose?” No pude evitar preguntarme. Nada podría ser tan continuo y escandalosamente divertido.
La molesta costumbre de reír sin motivo pertenece al tonto, no al hombre civilizado. Desafortunadamente, una cierta escuela de comportamiento que floreció a principios de la era de Hollywood considera aconsejable reírse de todo. Es la misma escuela optimista que enseña que las bromas constantes y las sonrisas artificiales con grandes dientes siempre son adecuadas. Todo es alegre y divertido, una actitud que no se ajusta a la realidad y está en desacuerdo con la vida y el pensamiento de un joven católico serio.
El hombre de épocas pasadas cuidaba de recomponerse ya sea en privado, porque estaba delante de Dios y Sus Ángeles; o en público, donde daba ejemplo en la sociedad de cómo debe comportarse un católico. Por estas razones, su risa era serena, su sonrisa sincera y amable, su comportamiento serio pero no intimidante. El culto a la espontaneidad y al optimismo ha hecho mucho daño a esta compostura. Invito a pensar seriamente en tomar la actitud correcta.
El animal no ríe; ni sabe por qué siente placer ni por qué sufre. La risa y la sonrisa son especiales para el hombre. Ningún animal está dotado de esta facultad de expresar su placer o su tristeza mediante la alteración de las líneas de la fisonomía, porque ningún animal tiene fisonomía y ningún animal es capaz de pensar. La risa y la sonrisa son las expresiones externas de un proceso mental en el hombre, que provoca en nosotros un sentimiento de admiración, sorpresa o simpatía.
La sonrisa
Sonrisas afables y sinceras sin pérdida de compostura - Príncipe y Princesa Pablo de Grecia
La sonrisa es el complemento y el perfume de nuestras relaciones; despierta simpatía, completa un gesto, envuelve los rasgos en una gracia cautivadora; es un reflejo de la paz interna de un hombre. La sonrisa suaviza una negativa, atenúa la dureza de una observación, alivia la gravedad de una contradicción. Sonreír no es sólo la acción física de un movimiento ascendente de la boca. Sonreír es infundir en la fisonomía una alegría amable y templada que ilumina y transfigura, dando a la mirada un cierto brillo sereno de bondad y buena voluntad.
La sonrisa, espejo de nuestro estado interior, es tan variada como los sentimientos que nos animan. Es pretenciosa cuando expresa un sentimiento de orgullo. Es irónica en espíritus audaces y combativos. Es de admiración en quien se encuentra en presencia de la belleza, el bien y la verdad. Es amorosa en almas compasivas y tiernas.
La sonrisa es la flor de la afabilidad que incide en todas nuestras acciones hacia el prójimo: el saludo y la despedida, la reprensión y la aprobación, etc. Si la caridad es una rosa, la sonrisa es su perfume.
La sonrisa es el arma que gana la amistad de nuestro prójimo.
La Risa
La risa es la expresión alegre y repentina de sorpresa provocada por un hecho externo. Dentro de los límites de la conveniencia y la moderación, la risa está permitida en la sociedad. Es comunicativa, como la tristeza y las lágrimas.
Cuando es una manifestación natural de sentimientos de felicidad, la risa debe ajustarse a ciertos puntos:
♦ No debe estallar estridente o inconmensurablemente
♦ No debe hacer que la voz se quiebre ni resuene con una sonoridad ruidosa, como carcajadas o risotadas
♦ El cuerpo no debe contorsionarse ni temblar, como si fuera atacado por violentos dolores de estómago
Sólo un tonto ríe sin razón
La risa inmoderada o constante revela una persona irreflexiva y superficial en el conocimiento de las personas y las cosas. En efecto, la risa es una reacción equilibrada ante un contraste que aparece repentinamente entre dos objetos, una falta de armonía, una desproporción entre causa y efecto, los medios y el fin, el esfuerzo y el resultado, etc. La risa es, por lo tanto, una respuesta genuina y cándida a un contraste inesperado o imprevisible.
No todo el mundo sabe reír. Las personas cultas saben reír tranquilamente; los tontos se ríen estridentemente.
Encontramos en Book of Wisdom (Libro de la Sabiduría) la siguiente frase: “El necio alza la voz cuando ríe”.
La risa es inconveniente cuando se manifiesta en presencia de actos deshonestos o engañosos, una palabra licenciosa, un juego de palabras o una frase dudosa, o un gesto censurable. Una persona de buena educación no da su aprobación con una risa o una sonrisa a lo que es contrario a las buenas costumbres. Por el contrario, su rostro se cubre con una mirada de desaprobación o repulsión y se retira del grupo.
Nadie debe reírse de los defectos de los demás, sean físicos o morales, ni urdir trampas para hacer objeto de risa a los ingenuos y sencillos. Sería muy censurable que un niño se burlara de las deformidades de una persona, que ridiculizara a un retrasado o a un minusválido.
La risa forzada, es decir, la risa sin motivo suficiente, es propia de tontos y bufones. También hay risas falsas, hechas de mala gana, fingiendo disfrute cuando uno está realmente disgustado. Esa risa no es sincera y también debe evitarse.
Las muecas
Muecas indecorosas y comportamiento desenfrenado comunes en los partidos de fútbol
La mueca es una deformación exterior y un movimiento de los rasgos del rostro. Cuando algunas personas cantan o discuten con vehemencia, hacen muecas inconscientes, arrugan la frente, abren los ojos, contorsionan la nariz, la boca y los músculos de la cara como si sintieran un dolor violento. Algunos eruditos cuando escriben colocan la punta de la lengua fuera de la boca y entrecierran un ojo. Ciertas muecas expresan burla, otras significan desprecio y otras, estupefacción. Algunas personas acostumbran acompañar todo lo que dicen o hacen con muecas de variadas expresiones de los rasgos. Es más, imitan y ridiculizan a otras personas, exagerando sus características.
Todo esto debería evitarse rigurosamente.
La caricatura es la mueca esbozada. Consiste en representar de forma caricaturesca los defectos o anomalías más destacados de los rasgos de una persona, conservando los rasgos fundamentales para que el boceto sea reconocible.
Cuando se refiere a personajes imaginarios, la caricatura es un arte cómico que ridiculiza defectos y vicios. Sin embargo, cuando reproduce los rasgos esenciales y deformes de una persona conocida, constituye una grave falta contra la caridad, porque invita a la burla y al ridículo del prójimo, y le priva del buen nombre al que todo hombre tiene derecho.
No es apropiado ni cómico dibujar caricaturas de profesores o compañeros de clase para divertir a los amigos.
Un rostro sereno representa un alma noble
Quien tiene una sonrisa natural y refinada tiene a su disposición un brazo poderoso para el bien. La sonrisa del hombre virtuoso nos conquista para bien, así como la sonrisa sarcástica del impío puede dañar a los demás.
La sonrisa de San Juan Bosco atrajo a grandes y pequeños
Santa Teresa de Lisieux pasó por este exilio derramando por todas partes sus dulces sonrisas. Sonreía a quienes deseaban el bien para ella y a los indiferentes. Sonreía porque en todas las personas veía a Jesús, a quien sonreía continuamente.
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