Por el padre Anthony Cekada (馃晢)
"Santo Tom谩s, cuando habla de la correcci贸n fraterna, alude a la resistencia de San Pablo a San Pedro y hace el siguiente comentario: '...Debemos darnos cuenta, sin embargo, de que si se tratara de un peligro para la fe, los superiores ten铆an que ser reprendidos por sus inferiores, incluso en p煤blico'. Esto se desprende de la manera y la raz贸n por la que San Pablo con respecto a San Pedro, de quien era s煤bdito, dice la glosa de San Agust铆n, 'que la misma cabeza de la Iglesia mostr贸 a los superiores que si que si alguna vez se sal铆an del camino recto y estrecho, deb铆an aceptar ser corregidos por sus inferiores".
- Arzobispo Marcel LefebvreNon, je ne regrette rien. (No, no me arrepiento de nada).
Respuesta a la pregunta: "¿C贸mo ve usted la obediencia al Papa?"
20 de enero de 1978
- Edith Piaf
HACE VEINTICINCO A脩OS, junto con otros ocho sacerdotes estadounidenses de la Sociedad de San P铆o X (SSPX), me vi envuelto en una larga batalla con el arzobispo Marcel Lefebvre (1905-1991), fundador de la Sociedad y prelado que nos orden贸.
El conflicto entre el arzobispo y los estadounidenses, a los que se suele llamar colectivamente "Los Nueve", se hizo p煤blico tras una reuni贸n entre ambas partes el 27 de abril de 1983, en Oyster Bay Cove, Nueva York.
El grupo de sacerdotes estaba formado por los Padres Clarence Kelly (Superior del Distrito Noreste de la SSPX), Donald J. Sanborn (Rector del Seminario de la SSPX), Daniel L. Dolan (Director de Misiones del Distrito Noreste), Anthony Cekada (Ec贸nomo del Distrito Noreste), William W. Jenkins (profesor del seminario), Joseph F. Collins (profesor del seminario), Eugene R. Berry, Thomas Zapp (reci茅n ordenado y profesor en St. Marys, Kansas) y Martin Skierka (reci茅n ordenado.)
Lo que comenz贸 como una disputa teol贸gica, sin embargo, pronto se convirti贸 en una prolongada batalla llevada a cabo en el sistema judicial civil de Estados Unidos. El arzobispo Lefebvre nos exigi贸 que le cedi茅ramos el control de las iglesias y capillas donde ofrec铆amos Misa a nuestras congregaciones. Nos negamos. 脡l demand贸, nosotros demandamos de vuelta, y las dos partes libraron una guerra legal de cuatro a帽os que se resolvi贸 en 1987.
Las once propiedades afectadas estaban situadas en los estados de Nueva York, Pensilvania, Ohio, Michigan, Minnesota y Connecticut. A excepci贸n del edificio del seminario de Ridgefield CT, las congregaciones locales a las que servimos aportaron todos los fondos para la compra y explotaci贸n de estas instalaciones. La inmensa mayor铆a de miembros laicos de cada lugar apoy贸 nuestra postura contra Lefebvre y su organizaci贸n.
En 2007, el obispo Richard N. Williamson public贸 una colecci贸n de boletines que escribi贸 durante este per铆odo, cuando era rector del seminario de la SSPX en Ridgefield, Connecticut (1). Naturalmente, la suya es la "historia oficial" de la Sociedad sobre esa lucha legal. Es la que, a trozos, se ha transmitido a varias generaciones de SSPX, seminaristas y laicos.
Los Nueve -seg煤n esta versi贸n- eran sedevacantistas (o al menos sedevacantistas secretos) que se rebelaron contra la autoridad de la SSPX y de su santo arzobispo fundador. Ellos utilizaron el sistema judicial de EE.UU. para defraudar a la Sociedad de varias de sus propiedades eclesi谩sticas en el Noreste y Medio Oeste. Todo muy, muy perverso.
Los que repiten este relato, sin embargo, parece que reflejan, si no hipocres铆a, al menos, un doble rasero, seg煤n el cual, la correcci贸n o incorrecci贸n de un acto se juzga por su conformidad con la voluntad del arzobispo Lefebvre.
Por ejemplo, cuando el arzobispo Lefebvre dice en efecto a Pablo VI o a Juan Pablo II: "Os resistimos en vuestra cara", se est谩 haciendo eco del reproche de San Pablo a San Pedro, y es el San Atanasio del siglo XX. Pero cuando un sacerdote le dice lo mismo a Lefebvre, es un rebelde y un ingrato.
O, cuando los sacerdotes y laicos tradicionalistas franceses se apoderan de una iglesia en 1978 que no pagaron (San Nicol谩s du Chardonnet) y la entregan al Arzobispo Lefebvre y la SSPX, son los h茅roes de la resistencia tradicionalista.
Pero cuando los sacerdotes y laicos tradicionalistas americanos se aferran a las iglesias de 1983 que s铆 pagaron y se niegan a entregarlas a Lefebvre y a la SSPX, son conspiradores, estafadores y ladrones.
Debido a que fui la persona principalmente responsable de coordinar nuestra defensa legal contra las incursiones del Arzobispo Lefebvre y la Sociedad, generalmente se me retrata como el principal villano del asunto, seguido (en un cercano segundo lugar) por el Padre Clarence Kelly.
Dado que el obispo Williamson public贸 su versi贸n de la historia, decid铆 poner por escrito mis propias reflexiones sobre el conflicto que se desarroll贸 hace un cuarto de siglo. Estas, espero, ofrezcan alg煤n equilibrio al relato que ha circulado en los c铆rculos de la SSPX durante tantos a帽os.
I. Factores contribuyentes
TODOS LOS QUE han o铆do hablar de nuestra batalla legal con el Arzobispo Lefebvre y la SSPX saben que surgi贸 de alg煤n tipo de disputa teol贸gica. Pero mucho antes de que esto ocurriera y acab谩ramos enfrent谩ndonos a nuestros antiguos colegas en los tribunales, se dieron al menos cuatro factores significativos que influir铆an en el curso de los acontecimientos.
(1) La creencia de los sacerdotes m谩s antiguos entre los Nueve de que la SSPX era simplemente un medio para combatir el modernismo, y que al igual que otras organizaciones despu茅s del Vaticano II, la SSPX tambi茅n podr铆a venderse alg煤n d铆a.
(2) La posici贸n teol贸gica notablemente m谩s blanda que el Arzobispo Lefebvre adopt贸 hacia "Roma" una vez que su viejo enemigo Montini (Pablo VI) muri贸 en 1978, y una vez que Juan Pablo II sedujo al arzobispo para que buscara un compromiso a trav茅s de las negociaciones en curso.
(3) Confusi贸n sobre la naturaleza de la SSPX como organizaci贸n.
(4) Incoherencia en las pr谩cticas sobre la propiedad de bienes.
A. La mentalidad de los Nueve
En mi opini贸n, el principal factor que allan贸 el camino para la batalla judicial fue la "mentalidad" de los Nueve, en particular la de sus cinco miembros m谩s antiguos: los padres Kelly (ordenado en 1973), Sanborn (1975), Dolan (1976), Jenkins (1978) y yo mismo (1977).
Nuestras historias personales eran notablemente similares. Nosotros hab铆amos crecido en la Iglesia anterior al Concilio Vaticano II y luego ingresado en seminarios de distintas partes del pa铆s, donde observamos de cerca los desastrosos efectos de los cambios del Vaticano II. Todos 茅ramos luchadores que batallaron repetidamente contra los modernistas dentro de nuestros respectivos Seminarios y 脫rdenes antes de acabar con el arzobispo Lefebvre en su seminario de Ec么ne, Suiza.
En mi caso, este viaje dur贸 diez a帽os. Si no hubiera tenido lugar el Concilio Vaticano II, no habr铆a tenido ning煤n inter茅s en unirme al Arzobispo Lefebvre o a su organizaci贸n. No fui a Ec么ne porque me atrajeran el "santo arzobispo" y el "esp铆ritu" de su sociedad. Fui s贸lo porque odiaba el modernismo y quer铆a ser un sacerdote cat贸lico para luchar contra esta plaga en todas sus formas.
En una conferencia, de hecho, el Arzobispo Lefebvre admiti贸 que este era probablemente el caso para la mayor铆a de nosotros; en tiempos normales, dijo, la mayor铆a de nosotros habr铆amos elegido ser jesuitas, benedictinos, dominicos o sacerdotes diocesanos, en lugar de miembros de la SSPX.
Antes de Ec么ne, adem谩s, hab铆a visto a muchos otros santos sacerdotes y prelados, junto con instituciones mucho m谩s impresionantes y venerables que la SSPX, rendirse, venderse o pasarse con entusiasmo al campo enemigo. Si el "Obispo de Obispos" de Ec么ne lo hiciera alg煤n d铆a, bueno, no ser铆a una completa sorpresa, pero yo no le seguir铆a la corriente.
As铆 que, cuando los sacerdotes mayores fuimos ordenados y empezamos a organizar grupos de fieles cat贸licos en capillas tradicionales por todo Estados Unidos en la d茅cada de 1970, no ve铆amos nuestro apostolado como una extensi贸n del trabajo del Arzobispo Lefebvre y la SSPX, o incluso de preservar "la Misa en lat铆n". Para nosotros, era un trabajo de lucha contra los herejes y para proporcionar sacramentos v谩lidos.
Padre Anthony Cekada
Desde el principio, fuimos francos al respecto con los fieles de cualquier misi贸n que fund谩bamos. Normalmente, el entonces Padre (ahora Obispo) Dolan (que fund贸 unas 30 misiones cuando estaba en la SSPX) daba una conferencia inicial a los cat贸licos que lo hab铆an invitado a venir a una ciudad en particular. Les explicaba que la Iglesia conciliar era una falsa religi贸n que ense帽aba la herej铆a, que Pablo VI no era un verdadero Papa, y que los sacramentos conferidos por la Iglesia Conciliar eran inv谩lidos en la mayor铆a de los casos. Estos fueron temas que abordamos repetidamente desde el p煤lpito.
Para m铆 y para los otros miembros de los Nueve, el arzobispo Lefebvre y su asociaci贸n eran como cualquier otra cosa en la Iglesia: un medio para conseguir un fin -la defensa de la doctrina cat贸lica y la salvaci贸n de las almas-, no un fin en s铆 mismos.
As铆 que, si el arzobispo y su organizaci贸n se vendieron al enemigo (como hab铆amos visto hacer a tantos otros) no ten铆an derecho a nuestra lealtad.
B. Nuevo clima en Roma
El segundo factor significativo que sentar铆a las bases para nuestra batalla legal con el arzobispo fue el notable cambio en su "l铆nea" despu茅s de que su viejo enemigo Montini (Pablo VI) muri贸 y fue finalmente sucedido en 1978 por Juan Pablo II, que recibi贸 calurosamente al arzobispo.
Aunque no cabe duda de que el arzobispo Lefebvre era un antiliberal y antimodernista convencido, monse帽or Montini hab铆a sido su enemigo personal cuando el arzobispo formaba parte del cuerpo diplom谩tico antes del Vaticano II. Montini tambi茅n se hab铆a puesto m谩s tarde del lado de los liberales de la jerarqu铆a francesa contra el arzobispo.
Este elemento, en mi opini贸n, ech贸 le帽a al fuego una vez que la controversia sobre el seminario de Ec么ne empez贸 a calentarse en 1974, y llev贸 al arzobispo Lefebvre a adoptar una l铆nea mucho m谩s dura en muchos de sus pronunciamientos contra "Roma" y el Vaticano II.
Naturalmente, para nosotros, los americanos, las ardientes palabras del arzobispo fueron m煤sica para nuestros o铆dos cuando, durante los primeros a帽os de la Compa帽铆a (1974-1979), entramos en Ec么ne y comenzamos nuestros apostolados como j贸venes sacerdotes. En consecuencia, cuando se produjeron diversas crisis que condujeron a la salida de la Compa帽铆a de los liberales o de los de l铆nea blanda (la Declaraci贸n del arzobispo en en 1974, la supresi贸n en 1975, la alocuci贸n consistorial de Pablo VI y la suspensi贸n del arzobispo en 1976, la revuelta del profesorado en 1977), la pol铆tica interna de la Compa帽铆a situ贸 a los americanos de l铆nea dura s贸lidamente entre los que en la organizaci贸n estaban bien vus - a favor.
Tambi茅n durante estos a帽os, las opiniones expresadas por el padre Dolan, que mencionamos en la secci贸n anterior, no estaban tan lejos de las del mismo Arzobispo Lefebvre, o eran simplemente una conclusi贸n l贸gica de las mismas.
En 1974, por ejemplo, el arzobispo dijo a los seminaristas de Ec么ne que el problema con el Vaticano II no era s贸lo una interpretaci贸n err贸nea de sus ense帽anzas, sino que el propio Concilio ense帽aba errores. Ahora bien, el arzobispo Lefebvre, que era doctor en teolog铆a romana y miembro distinguido de la jerarqu铆a, conoc铆a la doctrina cat贸lica seg煤n la cual un concilio verdadero convocado por un papa verdadero no puede ense帽ar errores, por lo que de su declaraci贸n a los seminaristas se deduce naturalmente que el Vaticano II fue un concilio falso y Pablo VI un papa falso (2).
Que tales declaraciones estaban en parte ligadas a la animadversi贸n personal del arzobispo contra Pablo VI, por supuesto, no era realmente evidente para nosotros en aquel momento. Pero lo ser铆a una vez fallecido Pablo VI en agosto de 1978.
Funeral Pablo VI
Tras la elecci贸n de Juan Pablo II en octubre de 1978, el arzobispo Lefebvre se declar贸 dispuesto a "aceptar el Vaticano II le铆do a la luz de la tradici贸n". El 18 de noviembre de 1978, Juan Pablo II recibi贸 calurosamente al arzobispo con un abrazo de oso, y le asegur贸 que 茅l mismo se ocupar铆a de la resoluci贸n del caso del arzobispo.
A principios de 1979, este programa se desbarat贸 temporalmente cuando el asunto pas贸 a la Congregaci贸n Vaticana para la Doctrina de la Fe. El arzobispo tuvo que someterse a una reuni贸n bastante insultante en la que estaba presente el obispo que hab铆a suprimido la Sociedad, Mons. Mamie, y durante la cual uno de los participantes acus贸 al arzobispo Lefebvre de "dividir a la Iglesia".
Tal vez como resultado de esto, nuestras acciones hab铆an subido ligeramente en agosto de 1979, cuando un grupo de sacerdotes americanos cenamos con el arzobispo en Oyster Bay Cove NY. Me atrev铆 a preguntarle si la libertad religiosa era her茅tica y a insinuar el efecto que tendr铆a en los papas posteriores al Vaticano II. El Arzobispo Lefebvre se rio y dijo: "No digo que el Papa no sea el Papa, pero tampoco digo que no se pueda decir que el Papa no es el Papa" (4).
Naturalmente, esto nos dio esperanzas a los de la l铆nea dura.
Tres meses m谩s tarde, el arzobispo dio otra vuelta de tuerca. El 8 de noviembre de 1979 public贸 "La nueva misa y el Papa: La posici贸n oficial de la Sociedad de San P铆o X". El arzobispo repudiaba la idea de que Pablo VI hubiera sido un hereje y, por lo tanto, no era un verdadero Papa (el t茅rmino "sedevacantismo" a煤n no se utilizaba), dec铆a que la Sociedad "rechaza absolutamente entrar en tales razonamientos" y a帽ad铆a que la Sociedad "no puede tolerar entre sus miembros a quienes se niegan a rezar por el Papa".
En mayo de 1980, por lo tanto, el arzobispo visit贸 el priorato de Oyster Bay Cove y expuls贸 a tres de nosotros de la Compa帽铆a (los padres Kelly, Dolan y yo). A la ma帽ana siguiente, por razones desconocidas, el arzobispo cambi贸 de opini贸n: No, no ten铆amos que poner el nombre de Juan Pablo II en el Canon y, si la gente le preguntaba cu谩l era su postura sobre el Papa, ten铆amos que decirles cu谩l era, pero no ten铆amos que aceptarla.
Aunque durante un tiempo albergamos la leve esperanza de que el arzobispo pudiera alg煤n d铆a acercarse a nuestra posici贸n (especialmente si alg煤n funcionario del Vaticano le insultaba lo suficiente), durante los a帽os siguientes (1981-1983) qued贸 claro que segu铆a el camino del compromiso y la negociaci贸n con los herejes modernistas.
El abrazo del oso con Juan Pablo II hab铆a obrado su magia en el arzobispo y cambi贸 el "clima" en Roma. Pero nosotros no quer铆amos ser parte de ello, ni ninguna uni贸n con los modernistas.
C. ¿Qu茅 es la SSPX?
Parecer铆a que deber铆a haber una respuesta clara a esta pregunta que cualquiera que pertenezca a la SSPX deber铆a poder dar. Pero este, cr茅anme, no fue el caso, y la confusi贸n sobre este punto allan贸 el camino para las demandas.
Despu茅s de dos a帽os en el seminario de Ec么ne, nunca se me aclar贸 qu茅 era la SSPX. Se hablaba mucho del "esp铆ritu de la Sociedad", pero no sobre su esencia, excepto que hab铆a sido "ilegalmente suprimida".
En cierto momento de su historia, la Sociedad de San P铆o X comenz贸 a promover la noci贸n de que gozaba del estatus can贸nico de "sociedad de vida com煤n sin votos", una entidad de derecho can贸nico similar a una Orden Religiosa. Como ejemplos de tales sociedades se incluyen a los Padres de Maryknoll, los Padres Paulistas y los Oratorianos.
Pero esta afirmaci贸n es, dicho con caridad, m谩s que algo fantasiosa. Como he demostrado en otro lugar, la SSPX no era m谩s que una "asociaci贸n piadosa", una entidad de derecho can贸nico de rango inferior a una Cofrad铆a laica del Rosario o la Sociedad de San Vicente de Pa煤l, y ligeramente por encima de la Liga Automovil铆stica del Sagrado Coraz贸n (5).
Nunca me dieron una copia de las reglas de esta organizaci贸n cuando era seminarista. De hecho, cuando estaba en Ec么ne ni siquiera sab铆a que existiera tal documento. S贸lo encontr茅 una copia de los Estatutos de la SSPX por accidente cuando me traslad茅 a Nueva York en 1979, dos a帽os despu茅s de mi ordenaci贸n.
Como seminarista, firm茅 un "compromiso" con la Sociedad, un documento que dec铆a s贸lo que "doy mi nombre a la Sociedad". No se indicaban las obligaciones que esto implicaba para el firmante, m谩s all谩 de esforzarse por ser un sacerdote santo.
Era obvio para m铆 que firmar este documento no me daba ning煤n derecho como miembro de la SSPX. Era a煤n m谩s obvio que el Arzobispo Lefebvre y los otros altos mandos no cre铆an que mi acto de inscribirme me impusiera ning煤n derecho como miembro de la SSPX. Sacerdote, seminarista o hermano -cualquier miembro de la SSPX- me di cuenta, ser铆a expulsado en cualquier momento sin ninguna apelaci贸n.
Hab铆a dos versiones de los Estatutos de la SSPX:
● Los Estatutos de 1970 (6) hab铆an recibido la aprobaci贸n temporal del Obispo de Friburgo por un per铆odo de seis a帽os, y por lo tanto, eran la 煤nica versi贸n que se pod铆a argumentar que hab铆a sido can贸nicamente vinculante durante seis a帽os.
● Los Estatutos de 1976 (7) (los que descubr铆 por casualidad) fueron supuestamente elaborados por un "Cap铆tulo General" celebrado en Ec么ne en septiembre de 1976. No ten铆an fuerza can贸nica porque no hab铆an sido aprobados por nadie que tuviera autoridad can贸nica.
Ambos textos son extremadamente breves y se mecanografiaron a doble espacio: los Estatutos de 1970 ten铆an 12 p谩ginas y los de 1976, 25 p谩ginas. Consisten sobre todo en exhortaciones piadosas.
Esto lo contrast茅 con mi experiencia en una Orden Religiosa real, los Cistercienses. All铆, las obligaciones que asum铆 con mis votos eran absolutamente claras - expuestas en detalle en cientos de p谩ginas de la Regla de San Benito, las Constituci贸n General de la Orden, las Constituciones de la Congregaci贸n de Zirc y otros estatutos menores. As铆 tambi茅n, mis derechos como miembro de la Orden y las obligaciones de mis superiores de respetar esos derechos. Como cisterciense, tuve dos a帽os de clases semanales sobre estos temas.
La 煤nica conclusi贸n posible para m铆 era que la SSPX no era nada m谩s que una asociaci贸n informal de sacerdotes, seminaristas y hermanos con ciertos ideales comunes. Debido al desorden general entre los cat贸licos tras el Concilio Vaticano II, la SSPX se organiz贸 y funcion贸 de forma improvisada y ad hoc.
Si no estabas de acuerdo con la posici贸n del Arzobispo Lefebvre sobre cualquier tema en un d铆a dado, eras libre de irte y 茅l era igualmente libre de echarte a la calle. A la hora de la verdad, no ten铆as ninguna obligaci贸n... con 茅l y 茅l actuaba como si no tuviera obligaciones contigo.
D. Cambio de "pol铆ticas" sobre la propiedad
Ni los Estatutos de la SSPX de 1970 ni los de 1976 conten铆an indicaciones sobre la propiedad de los edificios utilizados por los sacerdotes de la SSPX. Debido a que la SSPX comenz贸 como una organizaci贸n oficialmente reconocida por un obispo diocesano y continu贸 como tal durante los primeros cinco a帽os de su existencia, se asumi贸 que sus sacerdotes ofrecer铆an Misa en parroquias diocesanas por invitaci贸n de los obispos o p谩rrocos locales. Por lo tanto, los Estatutos no contemplaban la posibilidad de que la SSPX poseyera y gestionara una serie de iglesias propias independientes de los obispos diocesanos (8).
En Estados Unidos, la pol铆tica (si la hab铆a) sobre la propiedad de edificios era incoherente y estaba sujeta a cambios. Yo estaba en condiciones de saberlo, porque a partir de 1977 fui ec贸nomo del seminario y del distrito noreste, por lo que estaba 铆ntimamente involucrado en todos los asuntos corporativos y financieros.
A partir de los a帽os setenta, se fundaron en Estados Unidos varias corporaciones religiosas con mayor铆a de laicos en sus consejos de administraci贸n (denominadas "Amigos" de la SSPX) para tener la titularidad de las residencias de los sacerdotes de la SSPX y de las escasas capillas donde ofrec铆an misa. De hecho, durante mucho tiempo el seminario de Ec么ne fue propiedad de una asociaci贸n formada exclusivamente por laicos.
El prop贸sito de mantener a los sacerdotes de la SSPX totalmente fuera de las corporaciones o de tener una mayor铆a laica en un consejo corporativo era para evitar una situaci贸n en la que se pudiera ordenar a los sacerdotes ceder el control de una propiedad al obispo diocesano, o incluso a "Roma" (es decir, al hombre que el arzobispo afirmaba reconocer como Papa).
Las corporaciones americanas hab铆an sido organizadas siguiendo estas l铆neas por un abogado de Long Island que hab铆a sido durante mucho tiempo partidario del arzobispo Lefebvre. Aunque devoto, el caballero no era un gran abogado corporativo, y su incompetencia le llev贸 a tener algunas dificultades fiscales casi fatales con el IRS.
Despu茅s de haber tenido grandes problemas con los laicos que quer铆an controlar los asuntos financieros de iglesias atendidas por el clero de la SSPX (en Virginia, Florida, Texas y California), propuse que los sacerdotes de la SSPX controlaran de oficio las corporaciones propietarias de las iglesias de Estados Unidos. Redact茅 un modelo de estatutos basado en esta idea y trat茅 de implementar un programa para que fueran adoptados.
Sin embargo, el abogado que hab铆a creado las corporaciones "Amigas" de mayor铆a laica, lo consider贸 una invasi贸n de su territorio y se resisti贸.
Pero alrededor de 1980 el Arzobispo Lefebvre (bas谩ndose quiz谩s en el consejo de este abogado) nos indic贸 que los sacerdotes de la Compa帽铆a no deb铆an participar en corporaciones que poseyeran propiedades.
As铆 que informamos a nuestras congregaciones de Michigan, Iowa y Pensilvania que quer铆an comprar iglesias de que tendr铆an que formar corporaciones laicas ellas mismas y que nosotros no pod铆amos participar.
Luego, a finales de 1982, el viento cambi贸 de nuevo. Ahora, se indic贸, que los superiores de la SSPX deb铆an controlar las corporaciones que pose铆an diversas propiedades. Este cambio lo asocio con la elecci贸n del padre Franz Schmidberger como sucesor del Arzobispo Lefebvre al frente de la SSPX.
As铆 que a principios de 1983, recib铆 una visita del Ec贸nomo General de la Sociedad, el padre Bernard Fellay, que estaba extremadamente ansioso por ver los cambios en el control de las corporaciones efectuados lo m谩s r谩pidamente posible. El Superior General deber铆a controlar todo.
Pero para entonces, algunos problemas importantes ya hab铆an en la Sociedad. Llegu茅 a la conclusi贸n de que la visita del P. Fellay estaba destinada a facilitar el camino para una purga inminente, que por supuesto, me incluir铆a. Una vez que percib铆 esto, no hice nada m谩s con las corporaciones, y las dej茅 con los estatutos y oficiales que ten铆an en ese momento.
En una palabra, el Arzobispo Lefebvre no ten铆a una "pol铆tica" coherente sobre el control de las propiedades cuando yo pertenec铆a a su organizaci贸n. Se mov铆a de un lado a otro en esta cuesti贸n tanto como en todo lo dem谩s.
Pero incluso si el Arzobispo Lefebvre y los Estatutos de la SSPX hubieran establecido "reglas" sobre la propiedad de bienes eclesi谩sticos, ninguna habr铆a sido vinculante de todos modos. El arzobispo era un obispo jubilado que dirig铆a una organizaci贸n que no ten铆a existencia en el derecho can贸nico. Ni 茅l ni su organizaci贸n ten铆an autoridad can贸nica para obligar a nadie a hacer nada.
II. Cuestiones teol贸gicas
D脡CADAS DESPU脡S, a煤n persiste el mito de que el principal desacuerdo teol贸gico entre el Arzobispo Lefebvre y los Nueve en 1983 fue sobre el "sedevacantismo".
Sin embargo, este tema en particular no surgi贸 al principio, y ciertamente no fue el que provoc贸 la disputa. Algunos de los Nueve eran sedevacantistas en el momento de la ruptura y otros no.
En cambio, hab铆a seis problemas graves en la SSPX que confluyeron para poner en marcha toda la crisis.
Y al acecho, como un buitre, estaba el malhumorado padre Richard Williamson. El arzobispo lo hab铆a nombrado vicerrector del seminario de Ridgefield y como una especie de comisario teol贸gico para Am茅rica, encargado de detectar cualquier desviaci贸n de la nueva l铆nea del partido del arzobispo.
El padre Williamson era perfecto para este papel. Como converso adulto despu茅s del Vaticano II, su 煤nico conocimiento y experiencia del catolicismo proven铆a del Arzobispo Lefebvre y la SSPX.
En consecuencia, era un hombre totalmente partidista; su principal punto de referencia para resolver cualquier asunto era lo que el Arzobispo Lefebvre pensaba al respecto. Esto se puede ver en los boletines y art铆culos que produjo durante la disputa que seguir铆a (9).
Mi primer encuentro con el padre Williamson tras su nombramiento no auguraba nada bueno. Me toc贸 conocerle en nuestra capilla de Staten Island, donde ofici贸 misa inmediatamente despu茅s de su llegada de Europa. Su misa fue tan escandalosa -con un desprecio total por las r煤bricas- que no pude soportar verla y esper茅 fuera (10).
El m茅todo del padre Williamson en el seminario era el del cl谩sico agente provocador: declaraciones escandalosas destinadas a provocar fuertes reacciones contrarias de los seminaristas que pudieran mostrar lealtad a cualquier principio m谩s all谩 de las siempre cambiantes "posiciones del arzobispo".
En pocas semanas, el Seminario Santo Tom谩s de Aquino, que hab铆a estado en paz durante cinco a帽os bajo el padre Sanborn estaba en un completo alboroto. "Las luchas son normales en un seminario", asegur贸 el padre Williamson a los seminaristas. No hasta que usted lleg贸, padre.
En este contexto, en la primavera de 1983, nosotros (los padres Kelly, Sanborn, Jenkins, Dolan y yo) comenzamos a redactar una carta al Arzobispo Lefebvre y al "Consejo General" de la SSPX (padre Franz Schmidberger y otros altos cargos de la SSPX) que expondr铆a las cuestiones m谩s destacadas. Cuatro de los sacerdotes m谩s j贸venes - los padres Collins (ordenado en 1979), Berry (1980), Zapp (1982) y Skierka (1982) - ten铆an reservas similares sobre el curso que estaba tomando la SSPX, y fueron incorporados en las discusiones.
El 25 de marzo de 1983 nos pusimos de acuerdo sobre la versi贸n final de la carta, la firmamos en Oyster Bay Cove, Nueva York, y la enviamos por correo. El texto completo de la carta est谩 publicado como "Carta de los 'Nueve' al Arzobispo Lefebvre". He aqu铆 un resumen de los puntos principales.
A. Sacerdotes Dudosamente Ordenados
El Superior del Distrito Suroeste, padre Hector L. Bolduc, hab铆a empleado durante a帽os al padre Philip Stark SJ para ofrecer Misa en las misiones SSPX de su distrito. El padre Stark, descubrimos, hab铆a sido ordenado con el rito de ordenaci贸n posterior al Vaticano II.
Ahora bien, el propio Arzobispo Lefebvre nos hab铆a dicho a帽os antes que el rito de ordenaci贸n sacerdotal de 1968 era de dudosa validez, y hab铆a ordenado condicionalmente al menos a dos sacerdotes del Novus Ordo que vinieron a trabajar con la SSPX en Estados Unidos, los padres Sullivan y Ringrose. Cuando los hechos del caso Stark salieron inicialmente a la luz, asumimos que el Arzobispo Lefebvre seguir铆a este mismo curso de acci贸n con el padre Stark (11).
Como esto no sucedi贸, en 1981 publicamos un estudio sobre el nuevo rito de ordenaci贸n en nuestra revista The Roman Catholic. El art铆culo, escrito por el padre Jenkins y titulado "La purga del sacerdocio en la Iglesia conciliar", no mencionaba directamente el caso Stark, pero su conclusi贸n era clara: el nuevo rito de ordenaci贸n era de dudosa validez, por lo tanto, los sacramentos conferidos por un sacerdote as铆 ordenado eran de dudosa validez, y por lo tanto tal sacerdote, deber铆a buscar la ordenaci贸n condicional.
Esto no le gust贸 nada al padre Bolduc. Por su parte, el padre Stark dej贸 muy claro que se negar铆a a someterse a la ordenaci贸n condicional.
El arzobispo Lefebvre nos indic贸 que quer铆a que public谩ramos otro art铆culo sobre el tema, escrito por Michael Davies, quien, por supuesto, sosten铆a que el nuevo rito era v谩lido.
Publicamos el art铆culo de Davies junto con una cr铆tica del mismo por parte del padre Jenkins. Esto, a su vez, dio lugar a otro intercambio escrito en The Roman Catholic.
El asunto se prolong贸 hasta 1982, cuando el Arzobispo Lefebvre (m谩s tarde nos enterar铆amos) estaba inmerso en una de sus negociaciones entre bastidores con "Roma". Si nuestras objeciones a la validez de los nuevos ritos de ordenaci贸n hubieran llegado a o铆dos de los modernistas, de los que buscaba reconocimiento, habr铆a sido un embarazoso obst谩culo para la "reconciliaci贸n".
As铆 que, en lugar de tratar el asunto de la ordenaci贸n del padre Stark como una seria amenaza a la validez de los sacramentos que su organizaci贸n confer铆a, el arzobispo Lefebvre lo trat贸 simplemente como una molestia y un problema pol铆tico interno. Al mejor estilo de un diplom谩tico, trat贸 de aplacar a ambas partes, equivocarse, retrasar y evitar disputas p煤blicas.
El padre Stark, mientras tanto, viajaba por todo el pa铆s ofreciendo misas y confiriendo sacramentos que eran dudosos, si no inv谩lidos.
Como medida provisional, les dijimos a nuestros feligreses que viajaban por el suroeste que... no frecuentaran las capillas en las que trabajaba el padre Stark.
Obviamente, esto no pod铆a durar mucho tiempo. Uno de los principales objetivos de nuestro apostolado era proporcionar a los fieles cat贸licos sacramentos v谩lidos. Pero el propio Arzobispo Lefebvre sancionaba ahora la concesi贸n de sacramentos dudosos o inv谩lidos bajo la 茅gida de la SSPX, la organizaci贸n a la que pertenec铆amos. Y lo hac铆a esencialmente por consideraciones pol铆ticas.
As铆 pues, decidimos que volver铆amos a enfrentarnos al arzobispo Lefebvre sobre esta cuesti贸n, pero por 煤ltima vez. A menos que exigiera al padre Stark que se sometiera a la ordenaci贸n condicional y estableciera esa pol铆tica para todos los sacerdotes como 茅l que vinieran a trabajar con la Compa帽铆a, hab铆amos terminado con 茅l.
B. El Misal de Juan XXIII (Bugnini)
La evoluci贸n de las pr谩cticas lit煤rgicas en la Sociedad de San P铆o X ser谩 alg煤n d铆a un tema fascinante para la tesis doctoral de alguien. En los primeros tiempos de Ec么ne, la "misa tradicional" que all铆 se celebraba era una mezcolanza del rito de Juan XXIII de 1962 y de las modificaciones provisionales de Pablo VI (1964-67), combinadas con cosas que "le gustaban al arzobispo", "lo que se hac铆a en Francia" y un toque ocasional de la pr谩ctica anterior a 1955.
¡Qu茅 enga帽ados nos sentimos los estadounidenses cuando llegamos a Ec么ne y nos encontramos con una Misa tridentina "modernizada"! Se suprimi贸 el salmo 42 de las oraciones al pie del altar, el sacerdote se sentaba a un lado (como en el Novus Ordo), la ep铆stola y el evangelio se le铆an en la misa baja desde atriles orientados hacia el pueblo, y otras innovaciones.
Durante este mismo periodo de tiempo, algunos de los angloparlantes de la SSPX, en particular el seminarista Daniel Dolan, se interesaron en la historia de los cambios lit煤rgicos posteriores a 1955. Estos fueron en gran parte, resultado del "trabajo" del padre Annibale Bugnini, el creador de la Misa Novus Ordo de 1969. Bugnini fue bastante claro al afirmar que la serie de cambios lit煤rgicos que comenzaron en la d茅cada de 1950 eran "un puente hacia el futuro" y parte del mismo proceso que producir铆a la Nueva Misa.
Cuando en los a帽os 70 los sacerdotes de la SSPX fueron ordenados y regresaron a sus respectivos pa铆ses, siguieron las pr谩cticas locales. En los pa铆ses de habla inglesa y Alemania, se utilizaron el Misal, las R煤bricas y el Breviario anteriores a 1955. Francia, en principio, utiliz贸 los libros de Juan XXIII.
La cuesti贸n lit煤rgica se plante贸 en el "Cap铆tulo General" de la SSPX en 1976. All铆 se decidi贸 que los sacerdotes de la Sociedad deb铆an seguir la pr谩ctica existente en sus pa铆ses - una regla bastante sensata. As铆, en nuestras capillas y seminario de EE.UU., seguimos los libros y pr谩cticas lit煤rgicas anteriores a 1955.
A principios de los 80, sin embargo, el Arzobispo Lefebvre decidi贸 imponer el Misal y Breviario de 1962 de Juan XXIII a todos en la SSPX. M谩s tarde se supo que esto estaba relacionado con las "negociaciones" del arzobispo con Ratzinger y Juan Pablo II. Les estaba pidiendo el derecho a usar el Misal de 1962, cuyo uso se prescribir铆a m谩s tarde para la Misa de Indulto, la Fraternidad de San Pedro y la Misa Motu autorizada por Ratzinger (Benedicto XVI) en julio de 2007.
En oto帽o de 1982, por lo tanto, ante las protestas del padre Sanborn, Rector del seminario estadounidense, el Arzobispo Lefebvre impuso el uso del Misal y Breviario Juan XXIII en el Seminario Santo Tom谩s de Aquino, situado entonces en Ridgefield CT. Esto no gust贸 nada, ni al profesorado ni a la mayor铆a de los seminaristas.
La introducci贸n de los cambios lit煤rgicos de 1962 en el seminario hizo obvio que el resto de los sacerdotes del noreste ser铆an los pr贸ximos objetivos del arzobispo para la "reforma lit煤rgica".
Ahora bien, ni siquiera el jefe de una verdadera Orden Religiosa como los cistercienses tiene poder para imponer nuevas pr谩cticas lit煤rgicas a sus miembros -y el arzobispo Lefebvre no era m谩s que un obispo retirado al frente de una asociaci贸n de sacerdotes que no ten铆a existencia can贸nica-. 脡l no ten铆a derecho a dictar pr谩cticas lit煤rgicas a nadie.
Aparte de la cuesti贸n jur铆dica, estaba el propio principio. Estas reformas lit煤rgicas fueron obra del mas贸n Bugnini. Eran una etapa en su programa para destruir la Misa y reemplazarla con la asamblea del Novus Ordo. Sabiendo eso, no hab铆a manera de que yo y mis compa帽eros sacerdotes us谩ramos su Misal.
C. Expulsiones sumarias de sacerdotes
A principios de 1983 el Arzobispo Lefebvre amenaz贸 con expulsar al padre Zapp de la SSPX porque se negaba a seguir las reformas de Juan XXIII.
El arzobispo Lefebvre amenazaba regularmente a los sacerdotes con expulsarlos de la Compa帽铆a, o incluso los expulsaba, y luego no tomaba ninguna medida para mantenerlos. En 1983, esto ya formaba parte del procedimiento operativo habitual del arzobispo: si te cruzabas con 茅l, te echaba a la calle sin posibilidad de apelaci贸n.
D. Usurpaci贸n de la autoridad magisterial
Aqu铆 el problema fue que el Arzobispo Lefebvre y la SSPX actuaron como si poseyeran autoridad magisterial. Cuando se trataba de asuntos como la validez de la Nueva Misa o la vacante de la Santa Sede, el arzobispo comenz贸 a insistir en en imponer a los miembros la adhesi贸n a sus posiciones du jour. Esto, una vez m谩s, se hizo con el fin de llegar a un acuerdo con Ratzinger y Juan Pablo II.
Pero el mero cumplimiento externo no era suficiente. A a esto se a帽adi贸 un requisito de sumisi贸n interna a la l铆nea del partido SSPX. Esto fue evidente en una carta del 8 de noviembre de 1982 que el sucesor del Arzobispo Lefebvre, padre Franz Schmidberger, escribi贸 a un joven sacerdote:
"Si te quedas en nuestra Sociedad, tienes que ir aclarando tu punto de vista interior y tienes que volver a la actitud de la Sociedad Sacerdotal, que nos parece la 煤nica correcta, dadas las circunstancias, como me ha vuelto a mostrar una charla con te贸logos este pasado fin de semana. Pi茅nsalo seriamente, porque con esta decisi贸n est谩 en juego en grado sumo tu bienestar temporal y mucho m谩s el eterno. Seguir茅 rezando por ti para que obtengas la iluminaci贸n divina y una humilde sumisi贸n".
¿Volver a la actitud de la Sociedad? ¿Su bienestar eterno est谩 en juego? ¿Humilde sumisi贸n? Para nosotros, esto era una locura.
S贸lo la Iglesia tiene derecho a exigir sumisi贸n interna al precio del "bienestar eterno" de uno, no la contraparte can贸nica de la Liga de Autos del Sagrado Coraz贸n.
Nos unimos para luchar contra el modernismo, no para someternos a un magisterio alternativo.
F. Lealtad a la SSPX por encima de todo
Este punto est谩 relacionado con el anterior. En la pr谩ctica, el Arzobispo Lefebvre y la SSPX hab铆an empezado a equiparar la lealtad a s铆 mismos y a sus "cargos" con la lealtad a la Iglesia.
Ni nosotros ni las personas a las que serv铆amos nos hab铆amos apuntado a esto.
Por lo tanto, cuando la gente dice que el sedevacantismo fue la causa de nuestra disputa con la SSPX, yo respondo que el verdadero conflicto no fue por no reconocer a Juan Pablo II como Papa, sino por no reconocer al Arzobispo Lefebvre como Papa.
G. Aceptaci贸n de anulaciones falsas
Las cinco cuestiones anteriores se hab铆an estado cociendo a fuego lento durante un tiempo, hasta que surgi贸 una sexta que r谩pidamente hizo que todo comenzara a hervir.
Nos enteramos de que un laico destacado de una de nuestras misiones se hab铆a casado y su matrimonio hab铆a sido anulado por el tribunal modernista local por "inmadurez psicol贸gica", y luego se volvi贸 a casar.
La anulaci贸n era falsa. Incluso en la d茅cada de 1980, era obvio para los cat贸licos tradicionales que los tribunales matrimoniales diocesanos posteriores al Vaticano II no eran m谩s que tribunales de divorcio que conced铆an anulaciones por motivos claramente falsos. As铆 que aconsejamos a las partes implicadas en el segundo matrimonio que se separaran o que vivieran como hermano y hermana.
A principios de 1983, sin embargo, nos enteramos de que uno de ellos hab铆a escrito al arzobispo Lefebvre, quien hizo que nos enviaran copias de su correspondencia y de su respuesta. La carta original no mencionaba los motivos de la anulaci贸n, y el arzobispo ni siquiera se molest贸 en preguntar cu谩les eran.
En su lugar, el secretario general de la SSPX, el padre Patrice Laroche, escribi贸 en nombre del arzobispo:
"En nombre de Su Gracia, el arzobispo Marcel Lefebvre, le agradezco su carta del 23 de julio, a la que ha prestado la debida atenci贸n.
Su Gracia piensa que, a pesar de todo, hay que adherirse a la decisi贸n tomada por la Iglesia. Aunque uno pueda deplorar que la Iglesia declare nulos los matrimonios con demasiada facilidad hoy en d铆a, no podemos afirmar en un caso especial, sin ninguna raz贸n seria, que una declaraci贸n de nulidad no sea v谩lida. Por lo tanto, pod茅is seguir recibiendo los sacramentos y tener una vida familiar cristiana".
El significado del mensaje del arzobispo era absolutamente claro: nosotros los sacerdotes deb铆amos tratar cada anulaci贸n modernista como v谩lida hasta que se demostrara lo contrario.
¿Por qu茅 estableci贸 tal principio? Por sus negociaciones entre bastidores con Ratzinger. El arzobispo Lefebvre dif铆cilmente pod铆a esperar que los herejes modernistas "reconocieran" a la SSPX si 茅l mismo no reconoc铆a sus tribunales matrimoniales. As铆 que el "Obispo de Hierro" puso sobre la mesa la indisolubilidad de los matrimonios sacramentales como moneda de cambio en su gran plan diplom谩tico para la "reconciliaci贸n".
Para nosotros, este fue el final.
Tras exponer todos estos problemas en nuestra carta del 25 de marzo, propusimos seis resoluciones pr谩cticas para que la SSPX las adoptara con el fin de resolverlos -un escenario que, admit谩moslo, habr铆a sido altamente improbable.
Algunos extractos de la parte final de la carta indicar谩n al lector, incluso despu茅s de todos estos a帽os, nuestra decisi贸n de mantenernos firmes:
"... no puede haber excusa si repetimos el error de los cat贸licos de los a帽os sesenta. Para ellos, al menos se puede entender c贸mo fueron conducidos de la tradici贸n a la nueva religi贸n mediante un proceso de gradualismo y sumisi贸n servil. Se les asegur贸 que eran ni帽os obedientes que escuchaban la voz de sus pastores... y del propio pastor principal, el Papa. Era inconcebible que el Vicario de Cristo pusiera a la Iglesia en un camino que resultar铆a en la traici贸n de la tradici贸n y la ruina de millones. Y as铆, los cat贸licos se sometieron al proceso....
Para nosotros, m谩s de veinte a帽os despu茅s, con la historia ante nuestros ojos, no puede haber excusa para aceptar los primeros pasos del proceso de reforma.Tampoco podemos sancionar pr谩cticas que equivalen a un rechazo de las tradiciones sagradas.
Tememos por el futuro de la Sociedad y por el bien de las almas.
Estamos resueltos a continuar el trabajo para el que hemos recibido la confianza de los fieles. Esto pretendemos hacerlo con toda tranquilidad aunque la Sociedad nos abandone a nosotros o a esa confianza.
"In Jesu et Maria..."
El d铆a que firmamos la carta, el ambiente era comprensiblemente tenso, porque todos sab铆amos cu谩les ser铆an las consecuencias. Para aligerar las cosas, el padre Kelly mencion贸 medio en broma la advertencia de Franklin a los firmantes de la Declaraci贸n de Independencia: "Debemos colgar todos juntos o todos seremos colgados por separado".
III. El quiebre de abril de 1983
El arzobispo Lefebvre ya hab铆a estado planeando hacer una gira por EE.UU. en abril de 1983 con el fin de visitar el seminario de Ridgefield y luego viajar al Distrito Sudoeste para destituir al Superior, el padre Bolduc. Ni que decir que la purga del padre Bolduc se aplaz贸 temporalmente y la cuesti贸n de "los Nueve" pas贸 a ocupar el primer lugar en la agenda del arzobispo.
A. Traslado del padre Sanborn
El Arzobispo Lefebvre lleg贸 al seminario con el padre Schmidberger. Los d铆as 24, 25 y 26 de abril, dio conferencias a los seminaristas denunciando al padre Sanborn y al resto de nosotros, y estableciendo la l铆nea del partido.
A veces me preguntan si ahora pienso que deber铆a haber hecho algo diferente en 1983. Mi respuesta es que s铆, que deber铆a haber adoptado una l铆nea a煤n m谩s dura: haber cambiado las cerraduras del seminario de Ridgefield, haber mandado a paseo al padre Williamson y haber mantenido fuera al arzobispo Lefebvre. Nuestro fracaso en hacerlo dej贸 al arzobispo con una base de operaciones para hacer propaganda de sacerdotes dudosos, anulaciones falsas y lealtad a 茅l como Papa sustituto.
En cualquier caso, el Arzobispo Lefebvre destituy贸 r谩pidamente al padre Sanborn de su cargo de rector del seminario y lo sustituy贸 por el padre Williamson. El padre Sanborn iba a ser enviado a Irlanda (12).
El plan del arzobispo era "divide y reinar谩s". Con este fin, trat贸 de evitar una confrontaci贸n directa con los padres Kelly, Dolan y conmigo, evit谩ndonos por el momento, para luego eliminarnos uno a uno. Como sospech谩bamos esto, insistimos en que el arzobispo se reuniera con nosotros para discutir el contenido de la carta del 25 de marzo.
As铆 pues, la tarde del 27 de abril de 1983, el Abad Lefebvre, junto con los Padres Schmidberger y Williamson, se dirigieron desde Ridgefield a Oyster Bay Cove, Nueva York, donde se encontraba la que entonces era la sede del Distrito Noreste.
B. Reuni贸n del 27 de abril
Nos reunimos con el arzobispo en la sala de conferencias de la planta baja. Informamos al arzobispo de que el padre Kelly y yo hab铆amos sido autorizados por los dem谩s sacerdotes firmantes de la carta a hablar en su nombre. Los padres Dolan y Berry tambi茅n estaban presentes.
Los padres Williamson y Berry tomaron notas detalladas, veinticinco a帽os despu茅s, uno puede hacerse una idea de lo que pas贸. S贸lo mencionar茅 aqu铆 algunos detalles.
(1) El argumento: distribu铆 una lista de las seis resoluciones contenidas en nuestra carta, a la que se hab铆a a帽adido una s茅ptima que garantizar铆a su cumplimiento en caso de ser aprobadas. Suger铆 que ser铆a mejor discutirlas, ya que se trataba de puntos pr谩cticos.
El Arzobispo Lefebvre comenz贸 criticando al padre Zapp por su negativa a utilizar el Misal Juan XXIII.
A continuaci贸n, trat茅 de precisar al arzobispo la cuesti贸n de la ordenaci贸n condicional de los sacerdotes ordenados en el nuevo rito. Comenz贸 tratando de apaciguarnos, diciendo que en el fondo estaba de acuerdo, que la situaci贸n era lamentable, que ser铆a "mejor" que el padre Stark fuera ordenado de nuevo, etc.
Pero cuando le presion茅 para que diera una respuesta clara, el arzobispo dijo que no har铆a de esto una pol铆tica.
El debate volvi贸 a centrarse en la liturgia de Juan XXIII. El arzobispo Lefebvre nos acus贸 de intolerancia y neg贸 que en el "Cap铆tulo General" de 1976 hubiera aprobado el uso del Misal y el Breviario anteriores a 1955. Esto era manifiestamente falso, como se desprende del Acta que el propio arzobispo hab铆a firmado (13).
El arzobispo dijo entonces que 茅ramos testarudos en la cuesti贸n lit煤rgica porque "no pens谩bamos con la Sociedad" (14).
El padre Kelly y yo nos abalanzamos sobre esto. La expresi贸n normal en teolog铆a cat贸lica es "pensar con la Iglesia". El peque帽o "desliz freudiano" del arzobispo no hizo m谩s que confirmar lo que dec铆amos en nuestra carta: Se esperaba que nos someti茅ramos a 茅l y a la SSPX como Iglesia sustituta.
El padre Dolan le pregunt贸 con qu茅 autoridad decid铆a una cuesti贸n lit煤rgica de todos modos - ¿por qu茅 no 1965 o 1968? El arzobispo dijo que era la "煤ltima legislaci贸n papal v谩lida" (¡!) y "la fe" la que decide. Traducci贸n: el arzobispo determin贸 por s铆 mismo qu茅 legislaci贸n papal es v谩lida y cu谩ndo "la fe" est谩 amenazada.
De nuevo, el arzobispo y la SSPX como Iglesia sustituta.
La foi, c'est moi...
(2) El final. Cuando intentamos pasar la discusi贸n al tercer punto, el arzobispo se fij贸 en el s茅ptimo punto de la lista. Este es uno que yo mismo redact茅 (15). Nos habr铆a autorizado al padre Kelly y a m铆 a redactar documentos legales que obligar铆an a cualquier corporaci贸n afiliada a la SSPX a observar las resoluciones adoptadas.
El s茅ptimo punto fue dise帽ado para evitar que el arzobispo siguiera su pr谩ctica habitual de fingir diplom谩ticamente que estaba de acuerdo con algo y negarlo despu茅s.
En otras palabras, le dec铆amos de antemano que iba a hacer una jugada falsa.
El arzobispo se dio cuenta y puso el grito en el cielo. "Esto se acab贸. Es in煤til. ¿Imponer a Ec么ne tu forma de actuar... Tu esp铆ritu agresivo...? ¿Aceptar el n煤mero (7) de esta hoja? Ve y busca otro obispo... Cekada ordena. Nosotros nos limitamos a dar el nombre... T贸mese su libertad... Basta de discutir..." etc., etc.
Una vez que esto termin贸, estaba claro que hab铆amos llegado a un punto muerto.
El padre Schmidberger plante贸 la cuesti贸n de las distintas propiedades. Sugiri贸 que se mantuviera en secreto la noticia del desacuerdo para no disgustar a los fieles, y que luego nos reuni茅ramos a trav茅s de delegados para resolver cualquier problema.
En cualquier caso, eso es lo que pens谩bamos proponer. Informamos al arzobispo de que en ese momento segu铆amos controlando las distintas sociedades. Inmediatamente amenaz贸 con demandarnos.
Propusimos, en cambio, que su abogado y el nuestro se reunieran para discutir un acuerdo legal con el fin de evitar un l铆o.
Aceptaron, y terminamos la reuni贸n.
El padre Kelly y yo pensamos que comer juntos con el arzobispo y los dos padres podr铆a bajar un poco la temperatura, y tal vez permitir a ambas partes llegar a un acuerdo amistoso que pudiera salvar a los fieles. As铆 que... los invitamos a quedarse a cenar.
El arzobispo estaba dispuesto a quedarse. Pero el padre Williamson le dijo al padre Schmidberger en alem谩n: "No quiero comer con gente as铆", a lo que no pude resistirme a a帽adir en alem谩n: "Cuidado. Nunca se sabe qui茅n habla alem谩n".
As铆 pues, besamos el anillo del arzobispo, le dimos las gracias (sinceramente) por todo lo que hab铆a hecho y le despedimos cuando se march贸 con los dos padres.
Desde entonces he pensado a menudo que el pleito podr铆a haberse evitado por completo si el arzobispo se hubiera quedado a comer el pastel de carne.
Aunque la reuni贸n de ese d铆a hab铆a sido emocionalmente desgarradora, salimos de ella decididos a no ceder en los puntos planteados en nuestra carta.
Cuando el arzobispo regres贸 al seminario de Ridgefield, se puso inmediatamente a redactar una circular denunci谩ndonos ante los fieles. Poco dur贸 su acuerdo de mantener el asunto en silencio y tratar de resolverlo pac铆ficamente.
Al d铆a siguiente, 28 de abril, el arzobispo dio otra conferencia a los seminaristas. Segu铆a furioso por el punto (7), el que pretend铆a impedirle eludir el acuerdo.
Por 煤ltimo, una nota ir贸nica: en la carta que envi贸 denunciando a los Nueve como "rebeldes", el arzobispo citaba un pasaje de la Summa como "la base del pensamiento y la acci贸n de la Sociedad en la dolorosa crisis que atraviesa la Iglesia".
Lo busqu茅 s贸lo para descubrir que Santo Tom谩s dec铆a que "si la fe estuviera en peligro, un s煤bdito deber铆a reprender a su prelado incluso p煤blicamente" y que los superiores "no deber铆an desde帽ar ser reprendidos por sus s煤bditos" (16).
Aparentemente, el principio funcionaba para el arzobispo pero no para nosotros.
IV. Las demandas
EL 1 DE MAYO, el primer domingo despu茅s de la reuni贸n con el arzobispo, explicamos desde los p煤lpitos de todas nuestras capillas los puntos en disputa con el arzobispo Lefebvre y por qu茅 deb铆amos reafirmarnos en lo que est谩bamos haciendo.
Con pocas excepciones, la reacci贸n de nuestros feligreses fue de decepci贸n con el arzobispo, y de apoyo a la la postura que est谩bamos tomando los sacerdotes. As铆 tambi茅n, los otros dos sacerdotes que trabajaban con nosotros, los padres Roy Randolph y John Hesson.
Pocos d铆as despu茅s de la reuni贸n del 27 de abril, nuestro abogado se puso en contacto con el abogado del arzobispo (el mismo que hab铆a creado originalmente las corporaciones de "Amigos" laicos) para sondearle sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo. Nuestro abogado dijo que ten铆a la impresi贸n de que el arzobispo y sus asesores no estaban seriamente interesados en negociar y que ganar en los tribunales ser铆a r谩pido y f谩cil.
As铆 que, dijo, esperen ser demandados. Pero 茅l mismo pensaba que el litigio ser铆a muy largo y muy complicado, y que finalmente terminar铆a en un acuerdo negociado.
A. El arzobispo presenta una demanda
La batalla legal comenz贸 en el verano de 1983 cuando el arzobispo y su organizaci贸n presentaron una demanda contra nosotros en el Tribunal de Distrito de EE.UU. para el Distrito Este de Nueva York - el sistema judicial federal, en otras palabras, en lugar de un estado estatal.
Un demandante inicia una demanda presentando un documento ante el tribunal llamado "Demanda". En 茅l, se supone que el demandante enumera sus principales reclamaciones contra el demandado, junto con sus fundamentos de hecho y de derecho.
La principal alegaci贸n del arzobispo y la SSPX era que 茅ramos sus agentes y fideicomisarios. Como tales, 茅ramos responsables de adquirir y mantener propiedades en fideicomiso para ellos. Ahora les hab铆amos defraudado su propiedad y la est谩bamos ocupando ilegalmente.
"Agente inmobiliario" no era, que yo recuerde, uno de los deberes de la instrucci贸n prescrita que el arzobispo nos ley贸 durante el rito de ordenaci贸n.
Pero, en cualquier caso, en lo que a nosotros respecta, tanto si la ley civil nos consideraba agentes o fideicomisarios como si no, el arzobispo consent铆a ahora sacramentos dudosos e impon铆a un misal cripto-modernista con vistas a la "reuni贸n corporativa" con la Iglesia ecum茅nica y monomundial del archiher茅tico Wojtyla (17). Por ese motivo, el arzobispo Lefebvre perdi贸 todo derecho moral a las propiedades eclesi谩sticas que reclamaba, al igual que hicieron los obispos diocesanos en los a帽os sesenta.
Un sacerdote tradicionalista de los a帽os 60 no estaba en condiciones de luchar por su reba帽o mediante una batalla legal con su obispo. Pero en 1983, gracias a Dios, lo est谩bamos - y lo har铆amos.
B. Preparativos para otras demandas
Como nuestro abogado tem铆a que la demanda fuera demasiado complicada para su peque帽o bufete, contratamos a un bufete m谩s grande de Nueva York que ten铆a experiencia en derecho de sociedades sin 谩nimo de lucro. El padre Kelly y yo informamos a los nuevos abogados de los hechos del caso y del material que mi investigaci贸n sobre litigios de propiedad eclesi谩stica hab铆a descubierto.
En previsi贸n de que alg煤n d铆a nos demandar铆an en otros estados, visit茅 bufetes de Michigan, Pensilvania, Minnesota y Ohio para informarles del caso.
Mi conversaci贸n con un abogado de Cincinnati fue especialmente 煤til. Tras un examen minucioso de la demanda que nuestros oponentes hab铆an presentado en Nueva York, descubri贸 un error fatal que el abogado del arzobispo hab铆a cometido.
"Este fallo", dijo, "ser谩 tu bala de plata. Mantenlo en reserva hasta antes del juicio en Nueva York. Entonces 煤sala para echar por tierra la mayor parte de su caso".
Y de hecho, cuatro a帽os m谩s tarde, resultar铆a tener raz贸n.
C. Un objetivo realista
La pregunta surge de forma natural: ¿Por qu茅 no utilizamos el defecto mencionado en la secci贸n anterior para conseguir la desestimaci贸n de la demanda desde el principio?
Era una cuesti贸n de estrategia jur铆dica. Nuestros oponentes estaban decididos a presentar la demanda como fuera, y la habr铆an vuelto a presentar de otra forma. Si esper谩bamos a pedir la desestimaci贸n, les obligar铆amos a pasar por a帽os de procedimientos previos al juicio, y despu茅s de todo, conseguir la desestimaci贸n de la demanda y obligarles a volver al principio en otro tribunal para enfrentarse a m谩s de lo mismo.
Tener que pensar en estos t茅rminos es, por supuesto, lamentable. Pero cuando uno se enfrenta a un adversario implacable en nuestro sistema jur铆dico, a menudo loco, no tiene m谩s remedio que utilizar todas las armas que el sistema le ofrece.
Dado que los resultados de un caso complejo en un tribunal son notoriamente impredecibles, rara vez se puede contar con una victoria total. Para el arzobispo, supongo, la victoria total habr铆a sido echarnos a todos a la calle, como 茅l regularmente hac铆a con los sacerdotes en Europa. Para nosotros, habr铆a sido sido enviarlo a 茅l y a sus aduladores secuaces... a Francia con un bon voyage, pero no au revoir.
En el mundo real, sin embargo, entre el ochenta y el noventa por ciento de los casos civiles se resuelven mediante negociaci贸n entre las partes. Por lo general, esto ocurre justo cuando el caso est谩 a punto de ir a un juicio formal ante un juez.
As铆 que iniciamos el litigio sabiendo que, aunque la victoria total habr铆a sido genial, el 煤nico objetivo realista a largo plazo para nosotros era llegar a un acuerdo negociado con nuestros oponentes. Naturalmente, esto tendr铆a que preservar del programa Lefebvre el mayor n煤mero posible de nuestras congregaciones. Tambi茅n implicar铆a probablemente un intercambio de propiedades y otras concesiones. As铆 es como funciona el sistema americano.
Pero ofrecernos a negociar con nuestros oponentes justo despu茅s de que presentaran la demanda no habr铆a hecho m谩s que confirmar sus expectativas poco realistas. El arzobispo Lefebvre y sus asesores parec铆an creer que podr铆an pasarnos por encima en los tribunales. Tendr铆an que aprender algunas lecciones por las malas antes de aceptar la idea de la negociaci贸n.
Esper谩bamos que este proceso educativo llevara un tiempo, pero como est谩bamos en posesi贸n de las propiedades y los fieles nos apoyaban, est谩bamos dispuestos a esperar. De hecho, tal como se desarrollaron las cosas, no tuvimos m谩s remedio que esperar, porque los juicios en Estados Unidos avanzan con la velocidad de una guerra de trincheras librada por caracoles.
D. Una victoria inicial
Tras presentar una demanda, el siguiente paso en muchos pleitos es intentar que el juez dicte una Orden de Restricci贸n Temporal (OTR) contra su oponente. Esto le impide cambiar el status quo de lo que est谩 en disputa hasta despu茅s del veredicto final de un juicio completo.
En agosto de 1983, los representantes del arzobispo intentaron conseguir una OTR contra nosotros. Esto habr铆a congelado todas las cuentas bancarias de la iglesia y, en efecto, tambi茅n habr铆an cerrado hasta despu茅s del juicio todas las iglesias a las que serv铆amos. Tuvimos una vista sobre el asunto ante un juez. Gracias a una elocuente intervenci贸n del padre Kelly, en la que rode贸 verbalmente al desventurado abogado del arzobispo, el juez se neg贸 a emitir la orden.
As铆 que, durante el resto del litigio, seguimos gestionando las distintas parroquias como antes.
E. Descubrimiento y declaraciones
A continuaci贸n sigui贸 lo que se conoce como la fase de "descubrimiento" del pleito. Cada parte "descubre" las pruebas que la otra parte pueda tener en su poder. Esto se consigue con documentos, respuestas por escrito a preguntas escritas ("interrogatorios") y, sobre todo, mediante deposiciones.
En las declaraciones, el testigo de una parte debe prestar declaraci贸n oral en respuesta a las preguntas orales del abogado de la otra parte. El testigo declara bajo juramento y las preguntas y respuestas son transcritas por un taqu铆grafo judicial.
El descubrimiento es la fase m谩s larga de los juicios civiles y la m谩s cara por todo el papeleo legal que conlleva. Si no hay nada m谩s, al menos descubres de d贸nde saca tu abogado la mayor parte de su dinero....
Emitimos citaciones para que varios funcionarios de la SSPX, incluido el Arzobispo Lefebvre, prestaran declaraci贸n. A pesar del hecho de que hab铆a iniciado la demanda, el arzobispo se neg贸 a testificar en una deposici贸n.
Sus abogados lucharon contra la citaci贸n hasta que el juez les dijo que, o el arzobispo se presentaba a declarar ante nuestros abogados, o se desestimar铆a la demanda.
As铆 que el arzobispo viaj贸 desde Europa para prestar declaraci贸n. Nos sentamos frente a 茅l mientras nuestros abogados le interrogaban cort茅smente sobre los distintos cargos de su demanda contra nosotros.
L谩stima, por supuesto, pero 茅l inici贸 la demanda, y le hab铆amos advertido de antemano que ser铆a un verdadero l铆o. Presenta una demanda contra alguien en Estados Unidos, y aunque seas arzobispo, el demandado tiene derecho a tomar tu declaraci贸n.
Esta ser铆a la primera de al menos cuatro declaraciones que el Arzobispo Lefebvre tendr铆a que prestar en al menos otras tantas demandas, una vez que el litigio se extendiera a otros estados. Otros funcionarios de la SSPX tambi茅n prestar铆an declaraci贸n.
Los que el Arzobispo consideraba sus verdaderos seguidores eran aquellos que no sacaban ninguna conclusi贸n de sus dichos o acciones, que no buscaban una respuesta a la cuesti贸n fundamental, que no eran partidarios de la l铆nea dura ni de la l铆nea blanda, sino s贸lo "partidarios del Arzobispo". Su Excelencia siempre cultiv贸 y favoreci贸 este tipo de tipo de seminaristas, y se rode贸 de ellos cuando se ordenaban. Despreciaba visiblemente a aquellos que, de palabra o de obra, manifestaban una adhesi贸n a un principio que estaba por encima y m谩s all谩 del Arzobispo, y al que el propio Arzobispo se consideraba sujeto y responsable.Su actitud, se intu铆a, era: "¿Para qu茅 venir a Ec么ne si no es para seguir a Monse帽or Lefebvre?". Creo que cre铆a que el principio fundamental operativo de Ec么ne era seguir al Arzobispo Lefebvre en su lucha por conservar la tradici贸n.
Esto es una fuente de aliento para los sedevacantistas (l茅ase "cat贸licos") de otras partes del mundo. Y es uno de los efectos indirectos pero permanentes que se derivaron de nuestra batalla legal con el Arzobispo Lefebvre y la SSPX.
* * * * *
LUCHAR EN UN pleito, especialmente si es largo, costoso y complicado, es una ocupaci贸n verdaderamente miserable. San Francisco de Sales dijo que le dar铆a derecho a uno a la canonizaci贸n (aunque un "santo" prematuro en esta historia es suficiente). Es especialmente desalentador y distractor para un sacerdote, porque mientras recita las oraciones de la Misa que cada d铆a piden la paz, la propia palabra "litigio" deriva del lat铆n lites - contienda.
Esta tarea fue a煤n m谩s desagradable para nosotros porque tuvimos que luchar contra el Arzobispo Lefebvre, el obispo que nos orden贸, y un prelado con muchas cualidades sobresalientes y, de hecho, grandes virtudes personales.
Pero las virtudes del arzobispo no le confer铆an infalibilidad en el juicio, inmunidad a la cr铆tica o el derecho a una obediencia que superaba los principios fundamentales de la teolog铆a moral y dogm谩tica.
Fue el deseo de ser fieles a estos principios lo que nos llev贸 al Arzobispo Lefebvre como seminaristas en la d茅cada de 1970, y fue ese mismo deseo lo que nos alej贸 de 茅l como sacerdotes en 1983. Todos hab铆amos visto a otros buenos sacerdotes y prelados rendirse al programa modernista. Para nosotros, el Arzobispo Lefebvre fue una decepci贸n m谩s que a帽adir a una largu铆sima lista.
Por lo tanto, si por el bien de la negociaci贸n con los herejes, el arzobispo estaba dispuesto a negociar la validez del matrimonio y la integridad de la liturgia tradicional, y si para integrarse en la falsa Iglesia ecum茅nica de "un solo mundo" estaba dispuesto a aceptar el Vaticano II "a la luz de la tradici贸n", lo har铆a sin nosotros. Y de hecho, como el asunto de las demandas demostr贸, nos pondr铆amos en su camino y lo resistir铆amos p煤blicamente, "en su cara", como dice la frase.
Al firmar el acuerdo del 5 de mayo de 1988 con Ratzinger y Juan Pablo II, el arzobispo Lefebvre vendi贸 a la Compa帽铆a y a todos sus seguidores los principios subyacentes de la resistencia tradicionalista (l茅ase "cat贸lica") al Vaticano II. De ah铆 que la Fraternidad de San Pedro y las Misas Motu Proprio de Benedicto XVI, que, bajo el camuflaje de "Misas tradicionales", ahora atraen a cat贸licos desprevenidos a sacramentos inv谩lidos, a la aceptaci贸n impl铆cita del Novus Ordo como "rito cat贸lico", a la aquiescencia en los errores del Vaticano II y a la comuni贸n con una iglesia ecum茅nica que prepara el camino para el anticristo (29).
Todas estas cosas se han producido como consecuencias l贸gicas de la posici贸n teol贸gicamente incoherente que Mons. Lefebvre enunci贸 a fines de la d茅cada de 1970. Su Sociedad las ha aceptado todas en principio; lo 煤nico que ahora impide la reintegraci贸n total de la FSSPX en el establecimiento modernista (aparte del temor de tener que obedecer a un Papa a quien dicen reconocer) son algunas objeciones sobre algunos detalles pr谩cticos.
En todo caso, la historia de la Sociedad de San P铆o X en los 煤ltimos veinticinco a帽os demuestra que nosotros, los Nueve, ten铆amos raz贸n al adoptar la postura que adoptamos, cuando lo hicimos.
Si los sacerdotes no hubi茅ramos luchado contra el arzobispo Lefebvre en 1983, lo habr铆amos hecho en 1988, aunque desde una posici贸n mucho menos ventajosa para nuestro pueblo a largo plazo.
As铆 que, por triste que fuera para nosotros, los sacerdotes, luchar contra un virtuoso prelado, m谩s triste a煤n habr铆a sido para nosotros rendirnos en los principios y abandonar a nuestros reba帽os al riesgo de sacramentos inv谩lidos y la eventual uni贸n con una iglesia que el mismo arzobispo hab铆a dicho, "comienza en herej铆a y termina en herej铆a".
Con eso, no puede haber compromiso. Y por pelear una batalla sobre eso con el Arzobispo Lefebvre, Non, je ne regrette rien - No, no me arrepiento de nada.
29 de Septiembre de 2008
Notas:
1) Cartas del Rector del Seminario Santo Tom谩s de Aquino: Volumen 1, The Ridgefield Letters: From “The Nine” to the Episcopal Consecrations (1983-1988), (Overland Park KS: True Restoration Press 2007)
2) Recuerdo personal del padre Dolan, que fue seminarista en Ec么ne de enero de 1973 a junio de 1976.
3) Por ejemplo: "Por otra parte, si parece cierto que la Fe ense帽ada por la Iglesia desde hace veinte siglos no puede contener error, tenemos mucha menos certeza de que el papa sea verdaderamente papa. La herej铆a, el cisma, la excomuni贸n autom谩tica, la invalidez de una elecci贸n son causas que eventualmente hacen que un papa nunca haya sido papa o ya no lo sea. En tal caso, evidentemente excepcional, la Iglesia se encontrar铆a en una situaci贸n como la que experimenta tras la muerte de un soberano pont铆fice". (Le Figaro, 2 de agosto de 1976.) Para una recopilaci贸n de las citas pro sede vacante del arzobispo, v茅ase el art铆culo "Citas pro-sedevacantismo del arzobispo Lefebvre".
4) "Je ne dis pas que le pape n'est pas pape, mais je ne dis pas non plus qu'on ne peut pas dire que le pape n'est pas pape". El sonido de esta frase en franc茅s, adem谩s, es extremadamente divertido, parece un trabalenguas. Al propio arzobispo le hizo mucha gracia, al igual que a todos los sacerdotes de la mesa.
5. V茅ase "El Estado Jur铆dico de la SSPX y de sus Antiguos Miembros", agosto de 2006.
6. "Projet des Statuts de la Fraternit茅 des Ap么tres de J茅sus et Marie", 17 de junio de 1970, aprobado el 1 de noviembre de 1970 por Mons. Charri猫re, obispo de Lausana, Ginebra y Friburgo.
7. "Statutes of the Society of St. Pius X", Navidad de 1976. Engl. Trans. and pub. Oyster Bay Cove NY: 1978.
8. Sin embargo, permit铆an la "concelebraci贸n" ocasional al estilo Novus Ordo, as铆 como un televisor en la sala de recreo. A esta 煤ltima disposici贸n sigui贸 la inolvidable y espantosa analog铆a: "Nuestra verdadera televisi贸n es el tabern谩culo".
9. Un favorito personal: En "El Arzobispo y los Nueve" (Angelus, julio de 1983) el padre Williamson dice que no tiene dudas sobre la validez del nuevo formulario de ordenaci贸n en ingl茅s y lleg贸 a esta conclusi贸n como resultado de consultar a "tres experimentados y competentes te贸logos de habla inglesa sobre estos nuevos formularios en ingl茅s, y los tres est谩n de acuerdo en que ambos son v谩lidos, que ninguno de ellos admite serias dudas". Sin embargo, "si Su Gracia llega a una conclusi贸n diferente, estar茅 muy inclinado a seguirle porque es mucho mejor te贸logo que yo". Un ejemplo perfecto de la mentalidad del lefebvrista descerebrado: el patr贸n oro para resolver cualquier cuesti贸n teol贸gica controvertida es la "posici贸n del arzobispo" de turno. Otro favorito: El bolet铆n del seminario del padre Williamson de mayo de 1986 iba acompa帽ado de una declaraci贸n del Arzobispo Lefebvre que dec铆a: "...quiz谩s debamos decir que el Papa es un hereje... es posible que nos veamos obligados a creer que este Papa no es Papa". (Esto, ojo, despu茅s de las declaraciones del arzobispo en 1983 de que el sedevacantismo era cism谩tico). Al mes siguiente, en su bolet铆n de junio, el padre Williamson decidi贸 hablar de poes铆a: casi se le puede o铆r contener la respiraci贸n mientras espera a que la "posici贸n del arzobispo" cambie a "el sedevacantismo es cat贸lico", posici贸n que el padre Williamson tendr谩 que defender probablemente alegando que el arzobispo siempre se adhiri贸 a ella.
10. Pero, de todos modos, a nadie se le ense帽贸 a decir misa en Ec么ne.
11. Algunos sacerdotes indios cuyas ordenaciones eran dudosas tambi茅n hab铆an ejercido en el Distrito Suroeste, y dos cl茅rigos cat贸licos antiguos, criadores de pollos de Arkansas, se instalaron en St. Marys durante un tiempo como primer clero residente de la instituci贸n. El caso Stark, sin embargo, era un problema constante.
12. M谩s pruebas, por cierto, de que la pretensi贸n de la SSPX de ser como una Orden Religiosa es un completo fraude. Los religiosos no pueden ser asignados a otras provincias sin su consentimiento.
13. Despu茅s de tratar sobre las pr谩cticas lit煤rgicas para Francia y Ec么ne, el Acta dice: "En los dem谩s distritos y casas de formaci贸n se utilizar谩n los libros lit煤rgicos y se observar谩n las r煤bricas que hasta ahora han conservado en las ceremonias tradicionales los fieles sacerdotes de Alemania, Inglaterra y Am茅rica". Acta de la reuni贸n de la Mesa Directiva de la Sociedad, celebrada en Ec么ne los d铆as 13 y 14 de septiembre de 1976, III.3.2.
14. Utiliz贸 el t茅rmino franc茅s para la organizaci贸n, "Fraternit茅".
15. Estaba contenida en parte en la segunda resoluci贸n que propusimos en la carta del 25 de marzo al arzobispo.
16. Summa Theol. II-II:33.4 ad 2.
17. "¡Quanta in uno facinore sunt crimina!" (San Ambrosio) Ese abrazo de oso con JP2 - ¡Cu谩ntos cr铆menes hay en esta 煤nica ofensa!
18. Ya hab铆an conseguido la propiedad de Filadelfia en un litigio aparte, as铆 que no estaba sobre la mesa.
19. En 1987 hab铆a traficantes de droga cerca de una de las iglesias. En la otra, un sacerdote de la SSPX instalado tras la toma de posesi贸n, fue asaltado.
20. A pesar del acuerdo, en enero de 1988 un partidario de la FSSPX present贸 otra demanda contra nosotros en St. Paul. Aunque fue anulada por el juez de Nueva York, esta escapada idiota cost贸 dinero a ambas partes porque los abogados ten铆an que presentar documentos e ir a las audiencias.
21. En cualquier caso, es dif铆cil encontrar un buen candidato para el puesto de rector de un seminario de la SSPX. Necesita tener suficiente inteligencia para ser cre铆ble como acad茅mico, pero no tanta como para reconocer cualquier principio teol贸gico m谩s all谩 de la l铆nea del partido de la Sociedad en un momento dado.
22. La quinta propuesta de resoluci贸n de nuestra Carta del 25 de marzo de 1983: "5. La Sociedad reconoce y acepta el principio de que nuestra lealtad a ella est谩 subordinada a la lealtad a la Iglesia y sus tradiciones".
23. Padres Kelly, Jenkins y Skierka.
24. “Protocol of Agreement between the Holy See and the Priestly Society of St. Pius X”, mayo de 1988.
25. Permiso del hereje modernista Juan Pablo II para consagrar tres obispos para la SSPX en lugar de s贸lo uno como se hab铆a acordado. Su escabullirse de este acuerdo, por cierto, ilustra por qu茅 pusimos el punto (7) delante de 茅l en aquella reuni贸n, el 27 de abril de 1983.
26. Cuando todav铆a est谩bamos en la SSPX y yo era responsable de la edici贸n de The Roman Catholic, nos divert铆amos cada mes tratando de encontrar una cita "dura" del arzobispo para la p谩gina de contenidos. A veces nos refer铆amos a ella como "la cita del Presidente" o "el Gran Timonel", en alusi贸n a la pr谩ctica de los escritores de los pa铆ses comunistas que empezaban sus art铆culos con una cita de Mao o Lenin porque tem铆an ser purgados por "desviacionismo" cuando la l铆nea del partido cambiaba.
27. La consagraci贸n no fue revelada hasta despu茅s de la muerte del obispo M茅ndez, en enero de 1995.
28. http://www.sgg.org/for-newcomers/mass-streaming/
29. V茅ase tambi茅n "La trampa de la misa motu", "Absolutamente nulo y totalmente vac铆o", "El grano de incienso".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Usted puede opinar pero siempre haci茅ndolo con respeto, de lo contrario el comentario ser谩 eliminado.