jueves, 24 de octubre de 2024

EL DECRETO CONCILIAR "UNITATIS REDINTEGRATIO" Y EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA (1)

Análisis del Decreto Unitatis Redintegratio del “concilio ecuménico Vaticano II” del 21 de Noviembre de 1964 y su comparación con la verdadera enseñanza de la Iglesia Católica.

Por el Ing. Mateo Roberto Gorostiaga


PROEMIO

U.R. Promover la restauración de la unidad entre todos los cristianos es uno de los fines principales que se ha propuesto el sacrosanto Concilio Vaticano II, puesto que única es la Iglesia fundada por Cristo Señor, aún cuando son muchas las comuniones cristianas que se presentan a los hombres como la herencia de Jesucristo. Los discípulos del Señor piensan de diverso modo y siguen distintos caminos, como si Cristo mismo estuviera dividido (1 Cor. 1, 13). División que abiertamente repugna a la voluntad de Cristo y es piedra de escándalo para e¡ mundo y obstáculo para la causa de la difusión del Evangelio por todo el mundo.

Dice Pío XI en Mortalium Ánimos de 6-1-1928:

[1. Ansia universal de paz y fraternidad] Nunca en el pasado hemos visto, como vemos en estos tiempos nuestros, las mentes de los hombres tan ocupadas por el deseo de fortalecer y extender al bienestar común de la sociedad humana, esa relación fraterna que nos une, y que es consecuencia de nuestro origen y naturaleza comunes

[2. La fraternidad en religión. Congresos ecuménicosUn objeto similar está dirigido por algunos, en aquellos asuntos que conciernen a la Nueva Ley promulgada por Cristo nuestro Señor. Porque dado que están seguros de que los hombres desprovistos de todo sentido religioso rara vez se encuentran, parecen haber fundado en esa creencia la esperanza de que las naciones, aunque difieren entre sí en ciertos asuntos religiosos, sin mucha dificultad vendrán a acordar como hermanos en profesar ciertas doctrinas, que forman como una base común de la vida espiritual. Por esta razón, estas personas organizan con frecuencia convenciones y reuniones [...].

[8. La verdad revelada no admite transacciones] ¿Deberíamos sufrir, lo que de hecho sería injusto, y la verdad divinamente revelada, ser objeto de compromiso? Porque aquí la cuestión es defender la verdad revelada. Jesucristo envió a sus apóstoles a todo el mundo para que pudieran impregnar a todas las naciones con la fe del Evangelio y, para que no se equivoquen, quiso que el Espíritu Santo los enseñara: (Juan 16: 13) ¿esta doctrina de los apóstoles se desvaneció completamente, o algunas veces fue ocultada en la Iglesia, cuyo gobernante y defensa es Dios mismo? Si nuestro Redentor dijo claramente que Su Evangelio debía continuar no solo durante los tiempos de los Apóstoles, sino también hasta las edades futuras, ¿es posible que el objeto de la fe se vuelva tan oscuro e incierto en el proceso del tiempo? ¿Es necesario hoy en día tolerar opiniones que son incluso incompatibles unas con otras? Si esto fuera cierto, deberíamos tener que confesar que la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, y la permanencia perpetua del mismo Espíritu en la Iglesia, y la predicación misma de Jesucristo, hace varios siglos, han perdido toda su eficacia, sería una blasfemia.

[10. La Iglesia Católica no puede participar en semejantes uniones] ... está claro por qué esta Sede apostólica nunca ha permitido que sus súbditos participen en las asambleas de los no católicos: porque la unión de los cristianos solo puede promoverse promoviendo el regreso a la única Iglesia de Cristo de aquellos que están separados de ella, porque en el pasado la han dejado infelizmente.


U.R. 1) Con todo, el Señor de los tiempos, que sabia y pacientemente prosigue su voluntad de gracia para con nosotros los pecadores, en nuestros días ha empezado a infundir con mayor abundancia en los cristianos separados entre sí la compunción de espíritu y el anhelo de unión. Esta gracia ha llegado a muchas almas dispersas por todo el mundo, e incluso entre nuestros hermanos separados ha surgido, por el impuso del Espíritu Santo, un movimiento dirigido a restaurar la unidad de todos los cristianos

León XIII en Testem Benevolentie del 22-1-1899 contra el "Americanismo":

Todo Magisterio externo es rechazado por éstos, que quieren alcanzar la perfección cristiana, por considerarlo superfluo e incluso menos útil; dicen que el Espíritu Santo infunde ahora en las almas de los fieles unos carismas mayores y más abundantes que en los tiempos pasados, guiándolos e instruyéndolos, sin mediación alguna, por un cierto impulso misterioso. (D.1970).

Pero quien considere cuidadosamente este asunto, eliminada ya toda guía externa, difícilmente encontrará a qué pueda referirse en la opinión de los innovadores esta más abundante efusión del Espíritu Santo, que tanto ensalzan. (D.1971).


U.R. 1) En este movimiento de unidad, llamado ecuménico, participan los que invocan al Dios Trino y confiesan a Jesucristo como Señor y salvador, y esto lo hacen no solamente por separado, sino también reunidos en asambleas en las que conocieron el Evangelio y a las que cada grupo llama Iglesia suya y de Dios. Casi todos, sin embargo, aunque de modo diverso, suspiran por una Iglesia de Dios única y visible, que sea verdaderamente universal y enviada a todo el mundo, para que el mundo se convierta al Evangelio y se salve para gloria de Dios

Pío XI en Mortalium Animos:

[6. La única Religión revelada es la de la iglesia Católica] Además, creemos que aquellos que se llaman a sí mismos cristianos no pueden hacer otra cosa que creer que esa Iglesia fue establecida por Cristo; pero si se le pregunta qué tipo de naturaleza según la voluntad de su Autor debe ser, entonces no todos están de acuerdo. Un buen número de ellos, por ejemplo, niegan que la Iglesia de Cristo debe ser visible y aparente, al menos hasta tal punto que aparezca como un cuerpo de fieles, de acuerdo con la misma doctrina bajo una autoridad de enseñanza y gobierno; pero, por el contrario, entienden a una Iglesia visible como nada más que una Federación, compuesta por varias comunidades de cristianos, aunque se adhieran a doctrinas diferentes, que incluso pueden ser incompatibles entre sí.

[6. Sociedad perfecta, externa, visible.] 
En cambio, Cristo nuestro Señor instituyó a su Iglesia como una sociedad perfecta, externa a su naturaleza y perceptible a los sentidos, que debería continuar en el futuro la obra de la salvación de la raza humana, bajo el liderazgo de una cabeza (Mat. 16, 18; Luc. 22,32; Juan 21, 15-17), con una autoridad que enseña de boca en boca (Marc. 16, 15) y por el ministerio de los sacramentos, las fuentes de la gracia celestial (Juan 3, 5; 6, 48-59; 20, 22. Juan 18, 18,); por lo que Él atestiguó por comparación la similitud de la Iglesia con un reino (Mat. 13, 24, 31, 33, 44, 47), con una casa (Ver Mat. 16, 18) con un redil (Juan 10, 16), y con un rebaño (Juan 21, 15-17). Esta Iglesia, después de haber sido instituida tan maravillosamente, no pudo, por la muerte de su Fundador y de los Apóstoles que fueron los pioneros en propagarla, extinguirse por completo y dejar de serlo, ya que se le dio el mandamiento de dirigir a todos los hombres, sin distinción de tiempo o lugar, a la salvación eterna: "Por lo tanto, vayan y enseñen a todas las naciones" (Mat. 28, 19).

[10. La única manera de unir a todos los cristianos] Entonces, venerados hermanos, está claro por qué esta Sede apostólica nunca ha permitido que sus súbditos participen en las asambleas de los no católicos: porque la unión de los cristianos solo puede promoverse promoviendo el regreso a la única Iglesia de Cristo de aquellos que están separados de ella, porque en el pasado la han dejado infelizmente. A la única verdadera Iglesia de Cristo, le decimos, que es visible para todos, y que debe permanecer, de acuerdo con la voluntad de su Autor, exactamente igual a como Él la instituyó


U.R. 1) Considerando, pues, este Sacrosanto Concilio con grato ánimo todos estos problemas, una vez expuesta la doctrina sobre la Iglesia, impulsado por el deseo de restablecer la unidad entre todos los discípulos de Cristo, quiere proponer a todos los católicos los medios, los caminos y las formas por las que puedan responder a este divina vocación y gracia.

León XII en Satis Cognitum de 29-VI-1896:

[1. El retorno a la Iglesia
Si para volver a esta madre amantísima deben aquellos que no la conocen, o los que cometieron el error de abandonarla, comprar ese retorno, desde luego, no al precio de su sangre (aunque a ese precio la pagó Jesucristo), pero sí al de algunos esfuerzos y trabajos, bien leves por otra parte, verán claramente al menos que esas condiciones no han sido impuestas a los hombres por una voluntad humana, sino por orden y voluntad de Dios, y, por lo tanto, con la ayuda de la gracia celestial, experimentarán por sí mismos la verdad de esta divina palabra: “Mi yugo es dulce y mi carga ligera” (Mat. 11, 30).

[6] Por eso es preciso averiguar no de qué modo la Iglesia podría ser una, sino qué unidad ha querido darle su Fundador

Si examinamos los hechos, comprobaremos que Jesucristo no concibió ni instituyó una Iglesia formada de muchas comunidades que se asemejan por ciertos caracteres generales, pero distintas unas de otras y no unidas entre sí por aquellos vínculos que únicamente pueden dar a la Iglesia la individualidad y la unidad de que hacemos profesión en el símbolo de la fe: "Creo en la Iglesia una"...

[9. Una en su naturaleza]
 “La Iglesia está constituida en la unidad por su misma naturaleza; es una, aunque las herejías traten de desgarrarla en muchas sectas. Decimos, pues, que la antigua y católica Iglesia es una, porque tiene la unidad; de la naturaleza, de sentimiento, de principio, de excelencia... Además, la cima de perfección de la Iglesia, como el fundamento de su construcción, consiste en la unidad; por eso sobrepuja a todo el mundo, pues nada hay igual ni semejante a ella” (Clemens Alex. Stromal. 7, 17. P.G. 9, 551). Por eso, cuando Jesucristo habla de este edificio místico, no menciona más que una Iglesia, que llama suya: “Yo edificaré mi Iglesia” (Mat. 16, 18). Cualquiera otra que se quiera imaginar fuera de ella, no puede ser la verdadera Iglesia de Jesucristo.


MARTIN V Y EL CONCILIO DE CONSTANZA: 
XVI ECUMÉNICO CONTRA WICLEF, HUS, ETC.; 
sesión VIII de 4-V-1415. 

Error condenado en el Concilio y por las Bulas Inter cunctas e In eminentis de 22-11-1418:

41. No es de necesidad de salvación creer que la Iglesia Romana es la suprema entre las otras iglesias (D.621).

Interrogaciones a Wiclefitas y Husitas (de la Bula Inter cunctas):

6. Asimismo, si cree que lo que el sagrado Concilio de Constanza, que representa a la Iglesia universal, aprobó y aprueba en favor de la fe y para la salud de las almas, ha de ser aprobado y mantenido por todos los fieles de Cristo; y lo que condenó y condena como contrario a la fe o a las buenas costumbres, ha de ser tenido, creído y afirmado por los mismos fieles como condenado (D.658).

7. Asimismo, si cree que las condenaciones de Juan Wicleff, Juan Hus y Jerónimo de Praga, hechas sobre sus personas, libros y documentos por el sagrado Concilio general de Constanza, fueron debida y justamente hechas y como tales han de ser tenidas y firmemente afirmadas por cualquier católico (D.659).

8. Asimismo, si cree, mantiene y afirma que Juan Wicleff de lnglaterra, Juan Hus de Bohemia y Jerónimo de Praga fueron herejes y herejes han de ser llamados y considerados, y que sus libros y doctrinas fueron y son perversas, por los cuales y por las cuales y por sus pertinacias, como herejes fueron condenados por el sagrado Concilio de Constanza. (D.660).

Continúa...


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