miércoles, 23 de octubre de 2024

UN HOMBRE CON “MUERTE CEREBRAL” SE DESPERTÓ DURANTE LA EXTRACCIÓN DE ÓRGANOS

El estadounidense TJ Hoover ha demostrado que la “muerte cerebral” no es muerte.

Por Francesca de Villasmundo


Fue un espectáculo espeluznante para el personal de enfermería, pero también fue la prueba de que la muerte cerebral no es la muerte. El estadounidense TJ Hoover, declarado “muerto”, se despertó en la mesa de operaciones mientras los médicos se preparan para extraerle el corazón.

La historia comenzó el 25 de octubre de 2021, cuando Anthony Thomas “TJ” Hoover II, de 36 años, ingresó en el servicio de urgencias de Baptist Health Richmond. Sufrió un paro cardíaco y fue clasificado como código azul, lo que significa que estaba en estado crítico y necesitaba atención médica inmediata.

“Nos dijeron que TJ no tenía reflejos, ni reacción, ni ondas cerebrales, ni actividad cerebral. Y nos lo dijeron los días 26, 27, 28, 29 y 30. Tomamos la decisión como familia de desconectarle porque, ya sabes, tenía muerte cerebral”. A raíz de esta declaración, decidieron cumplir los deseos de TJ como donante de órganos. “Cuando lo trasladaban de la unidad de cuidados intensivos al quirófano, sus ojos empezaron a abrirse, y no sólo a abrirse, sino que miraba a su alrededor para ver qué pasaba”, explica Donna Rhorer, su hermana. “Nos dijeron que eran reflejos, un instinto normal”.

Aunque lo habían declarado en estado de “muerte cerebral”, él lloraba: “Se veía que lloraba. Era evidente que lloraba”.

Sin embargo, cuando las enfermeras llevaron al paciente de 36 años al quirófano, Natasha Miller, cuyo trabajo consistía en preservar los órganos donados, dijo que algo iba mal y creyó que el paciente estaba muy vivo. “Se movía, luchaba un poco, como si se moviera, forcejeando en la cama”, dijo Miller a NPR. “Lo vi que estaba llorando. Obviamente estaba llorando”.

Según NPR, dos médicos y un cirujano se negaron a participar en el procedimiento de trasplante de órganos tras el incidente, afirmando que uno de ellos dijo que “no quería tener nada que ver con ello”. Natasha Miller describió el incidente como “caótico” y “perturbador”. La extracción de órganos se canceló entonces.

Los responsables de Kentucky Organ Donor Affiliates (Koda) negaron que ningún miembro de su organización hubiera pedido a los médicos que realizaran una operación de extracción de órganos a un paciente vivo. Sin embargo, Nyckoletta Martin, empleada de Koda, respaldó las afirmaciones de Miller, afirmando que se había quedado estupefacta cuando examinó el caso de Hoover, que había dado señales de vida mientras los médicos examinaban su corazón para ver si entonces podían proceder a un trasplante cardíaco.

La Sra. Martin reveló que cuando el paciente se despertó, el personal médico lo anestesió para poder proceder a la extracción de sus órganos. “El donante se había despertado esa mañana durante la operación de cateterismo cardíaco. Se debatía en la camilla”, cuenta Nyckoletta Martin. Según los documentos del expediente, las personas que prestaron el juramento hipocrático se limitaron a anestesiar a Hoover, que forcejeaba e intentaba levantarse, y estaban procediendo con su plan para extraerle los órganos.

Afirma que los funcionarios de Koda restaron importancia al incidente, lo que “la horrorizó”. “Es la peor pesadilla de cualquiera, ¿no? Estar vivo durante una operación y saber que alguien te va a abrir y a extraer partes de tu cuerpo. He dedicado toda mi vida a la donación y el trasplante de órganos -dijo a NPR- Ahora me asusta muchísimo que estas cosas puedan ocurrir y que no haya más medidas para proteger a los donantes”

Varios miembros del equipo de KODA dimitieron a raíz del incidente. La oficina del Fiscal General de Kentucky declaró a NPR que los investigadores están examinando las acusaciones. 

La “muerte cerebral” y la donación de órganos según la doctrina católica

En un artículo de 2004 titulado “Muerte cerebral y donación de órganos”, publicado en el número 48 de Sel de la Terre por los dominicos de Avrillé, el padre Giuseppe Rottoli, de la Sociedad de San Pío X, nos recuerda una serie de verdades católicas sobre el tema, que la espeluznante experiencia de TJ confirma en la práctica.

Con “el concepto de “muerte cerebral”, desarrollado desde 1967 para justificar la extirpación de órganos vitales aún en funcionamiento de personas a las que permite calificar como “muertas” [...] hemos pasado de la definición tradicional de muerte, concebida como el cese de las funciones circulatorias y respiratorias, a la de “muerte cerebral” entendida como el cese de todas las funciones del encéfalo, incluida la médula oblongada”. Sin embargo, “los pacientes que cumplen los criterios clínicos actuales de muerte cerebral no presentan necesariamente una pérdida irreversible de todas las funciones cerebrales”. El caso de TJ lo demuestra ampliamente.

Y el padre Rottoli concluye:
“Asistimos a una verdadera guerra de los poderosos contra los débiles, una guerra destinada a eliminar a los discapacitados, a los que molestan e incluso a los que simplemente son pobres e inútiles. Con la complicidad de los gobiernos, se emplean recursos considerables contra las personas que se encuentran en los albores de su vida, o cuando ésta se vuelve vulnerable por un accidente o una enfermedad y se acerca a su fin [...] Aquellos cuya enfermedad o accidente les hace caer en un coma irreversible serán a menudo sacrificados para satisfacer la demanda de trasplantes de órganos, o se utilizarán para experimentos médicos [“cadáveres calientes”]. [...]

Conviene recordar que Pío XII ya abordó en su tiempo el tema de los trasplantes de órganos. Ya entonces proclamó la necesidad de tener la certeza de la muerte del donante. Escribió: En caso de duda insoluble, se puede recurrir a presunciones de hecho y de derecho. En general, será necesario detenerse en la presunción de la permanencia de la vida, porque se trata de un derecho fundamental recibido del Creador y es necesario demostrar que ha cesado. [...] Las consideraciones generales permiten creer que la vida continúa cuando las funciones vitales -a diferencia de la simple vida de los órganos- se manifiestan espontáneamente incluso con la ayuda de procesos artificiales.

La nueva definición de “muerte cerebral”, introducida para evitar las consecuencias jurídicas y morales de extirpar órganos vitales a los moribundos antes de que estén muertos, se basa en el concepto de que debe bastar con la pérdida permanente de la capacidad de consciencia y respiración espontánea, y que la muerte humana coincide con la muerte del cerebro. Esta asimilación, así como la pretensión de identificar la muerte de una parte del cuerpo, por noble que sea, con la muerte de toda la persona, carecen por completo de pruebas, son arbitrarias y no tienen ninguna justificación científica real”.
Este caso ocurrió en octubre de 2021. No obstante, se dio a conocer recientemente debido a que llegó al Comité de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes.  

Tras el “despertar”, los médicos le permitieron a su hermana llevárselo a su casa con la advertencia de que “no viviría mucho tiempo”. Pero al día de hoy, Anthony Thomas 'TJ' Hoover II vive con su hermana después del “incidente” ocurrido hace tres años.


Recordemos a los médicos el sermón de Hipócrates: “¡No matarás!”


Medias-Presse


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