Por Cris Yozía
Cuando las aguas parecían haberse calmado tras la tormenta de idas y vueltas que datan desde hace más de un año y medio, otra vez el “obispo” Michael Olson vuelve al ataque, esta vez utilizando como mascarón de proa a la “madre” María de la Encarnación, “presidenta de la Asociación de Cristo Rey”.
Todo comenzó en el mes de abril de 2023, cuando Olson hizo una especie de “allanamiento” en el monasterio, exigiendo que se le entregara el ordenador, el iPad y el teléfono móvil de la Madre Superiora Teresa Gerlach, alegando que “tenía información” de que había violado el sexto mandamiento.
Tras un “interrogatorio” digno de un régimen dictatorial, la Madre Gerlach habría confesado su desliz, pero luego se supo acababa de salir de una intervención quirúrgica y que había sido obligada a hablar estando bajo el efecto del fentanilo (potente fármaco sintético que se utiliza como analgésico).
Para conocer los primeros acontecimientos de esta “novela” bergogliana:
Tras los primeros incidentes, el “misericordioso” Olson echó a la calle a Gerlach sin ninguna contemplación, y sus pertenencias personales fueron apropiadas por el “obispo”. Este matón bergogliano emitió un comunicado prohibiendo a los laicos católicos visitar el monasterio y rezar en él, y negándoles a las Hermanas los sacramentos, incluida la Misa y las confesiones. Pero luego, pese a la orden de cerrar las puertas del monasterio a los fieles, las monjas lo desafiaron abriendo sus puertas de todos modos. Según Olson, este desafío de las monjas constituyó “acciones cismáticas”.
Olson también dijo que la decisión de las monjas de “desafiar su autoridad” y prohibirle la entrada a los terrenos del Monasterio puede haber incurrido en una excomunión latae sententiae sobre ellas mismas.
En abril de 2024, ante la imposibilidad de Olson de acceder al monasterio, la secta del Vaticano II tomó la decisión de intervenir directamente, delegando la gobernanza del monasterio a la “Asociación de Cristo Rey”, una asociación de monasterios carmelitas, en la persona de la “hermana” Maria de la Encarnación, orden que fue rechazada por las Carmelitas.
En mayo de 2024, tras la anulación por parte del Vaticano de la destitución de la Hermana Gerlach de la Orden, las carmelitas de Arlington emitieron una declaración en la que pidieron al “obispo” Olson que se disculpe por sus actos abusivos.
En junio de este año, Gerlach pudo regresar a la Orden carmelita, y, a pesar de que el Vaticano no le devolvió la dirección del monasterio, las monjas la nombraron nuevamente como Madre superiora de su comunidad.
Tras cartón, en septiembre de 2024, las hermanas parecían haber “fumado la pipa de la paz con la santa sede”, ya que finalizaron su comunicado firmando “en unión con toda la Iglesia, rezamos por nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, y por el Obispo Michael Olson, Obispo de Fort Worth”. En el mismo mes septiembre de este año, la Orden de las Carmelitas de Arlington anunció que se había afiliado con la tradicionalista Sociedad de San Pío X.
Pero tanto Olson como la “madre” Maria de la Encarnación han dicho que las últimas elecciones de las monjas son “inválidas”. “Las decisiones de liderazgo tomadas por las hermanas no se llevaron a cabo de acuerdo con la ley eclesiástica y las Constituciones de la Orden de las Carmelitas Descalzas”, dijo Olson en su declaración del 17 de septiembre (documento PDF en inglés aquí).
¿Y ahora que pasó?
A principios de octubre, se conoció las hermanas habían logrado transferir la propiedad de su monasterio a una nueva fundación. Para Bergoglio y sus secuaces... esto fue intolerable!
El nombre de la nueva fundación es Friends of the Discalced Carmelite Nuns of Arlington Inc. (Amigos de las Monjas Carmelitas Descalzas de Arlington Inc.), un grupo formado por simpatizantes y personas que tienen familiares en la Orden de Arlington.
Michael J. Mallick, Ben Doskocil, Rose Howe, Julie McCulloh, Thayne McCulloh, Carol Ziegler Portwood y Stephen Powell son algunos de los líderes de la fundación.
El abogado de las monjas y director de la nueva fundación, Matthew Bobo, ha declarado: “Ahora que Olson ve que esta propiedad es algo que nunca podrá conseguir, esperamos que vuelva a concentrarse en el otro millón y medio de católicos y deje a estas hermanas en paz”.
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Publicamos el comunicado del “obispo” Olson y a continuación, el de la “madre” Maria de la Encarnación, emitidos ambos el día 28 de octubre:
Declaración del Obispo Michael F. Olson
a los fieles de la Diócesis de Fort Worth
Sobre el Monasterio Carmelita en Arlington, Texas
La Madre Marie de la Encarnación, legítima Superiora del Monasterio Carmelita de Arlington, Texas, me ha pedido que publique su declaración a los fieles católicos de la Diócesis de Fort Worth sobre la expulsión de las Monjas de Arlington de la vida religiosa católica. Les pido de nuevo que continúen rezando por todos los implicados. Repito que la Diócesis de Fort Worth no reclama y nunca ha reclamado la propiedad y los bienes del Monasterio Carmelita de Arlington. Concluyo con mi repetida advertencia de que los católicos no asistan a Misa ni a otros servicios en el Monasterio y pido a los fieles laicos que no ofrezcan apoyo financiero al Monasterio de las Carmelitas.
Atentamente en Cristo
Atentamente en Cristo
Reverendísimo Michael F. Olson, STD, MA
Obispo de Fort Worth
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Declaración a los fieles de la Diócesis de Fort Worth
28 de octubre de 2024
Santos Simón y Judas
Alabado sea Jesucristo y la Virgen María, su Madre.
Hoy con dolor me dirijo a vosotros, Sacerdotes, Diáconos, Religiosos y Fieles de la Diócesis de Fort Worth, trayéndoos un mensaje que habéis estado esperando con ansiosa preocupación, es decir, noticias de nuestro amado Carmelo de la Santísima Trinidad, nuestras queridas hermanas en Cristo. Que Dios recompense a cada uno de vosotros por las oraciones y sacrificios que habéis ofrecido en su favor, así como por el apoyo que me habéis mostrado a mí y a la Orden de las Carmelitas Descalzas, mientras hemos tratado de ayudar a nuestras hermanas de Arlington a dar a Cristo el testimonio pleno y verdadero de su noble vocación, según la mente y el corazón de Santa Teresa de Jesús.
En una hermosa mañana de primavera a mediados de mayo de 1985, yo, entonces una jovencita, me arrodillé entre vosotros, los fieles de Fort Worth, en oración, en la Misa de Dedicación en la Capilla del recién terminado Monasterio de la Santísima Trinidad. Con vosotros, recorrí los pasillos y atravesé los terrenos del complejo del monasterio, mientras disfrutábamos juntos del privilegio de visitar el Carmelo durante la jornada de puertas abiertas, antes de que se sellara la clausura y las monjas comenzaran su vida de clausura en su nuevo monasterio. En aquel día soleado y alegre, nunca hubiera podido imaginar este día doloroso, y que yo sería la encargada de escribiros este mensaje, no de un brillante comienzo, sino de un doloroso final.
Hace seis meses, la Santa Sede confió el Carmelo de Arlington a la Asociación de Cristo Rey, con el único propósito de preservar y fomentar “la salud espiritual y la longevidad de la Comunidad Monástica Carmelita de Arlington”. Como sabéis, esta encomienda ha encontrado resistencia y oposición por parte de la mayoría de los miembros de la comunidad. Mientras que el año pasado el Carmelo se opuso al nombramiento por parte de la Santa Sede de su Ordinario local como Comisario Pontificio, este año han rechazado mi nombramiento como superior mayor. En ambos casos, el Carmelo atribuyó públicamente malos motivos a cada uno de nosotros, como la codicia por la propiedad monástica y el deseo de dispersar su comunidad. Estas afirmaciones son infundadas y falsas.
Al hacer la profesión religiosa, una monja carmelita jura vivir según la Regla y las Constituciones de la Orden de las Carmelitas Descalzas. Cuando el Carmelo de Arlington solicitó unirse a nuestra Asociación en sus comienzos, hace cuatro años, nuestra relación con las monjas se hizo más estrecha, y esperábamos que compartieran nuestra aspiración común a una fidelidad cada vez más profunda a nuestra profesión de votos. Desgraciadamente, en el transcurso de nuestra relación, y a través del testimonio de las propias monjas, nos dimos cuenta de que su vida religiosa, en muchos aspectos, se aparta de muchos puntos de la Regla y de las Constituciones, por lo que nos esforzamos en guiarlas hacia una adhesión más fiel a las mismas. Si nuestros esfuerzos hubieran sido acogidos con apertura por las monjas, el Carmelo estaría ya, hoy, en un camino seguro hacia la restauración de la autonomía. Las monjas estarían viviendo y rezando de acuerdo con todas las sanas tradiciones del Carmelo y de acuerdo con su forma litúrgica preferida, todo bajo la égida de la Iglesia una, santa, católica y apostólica, fundada por Nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. Sin embargo, las monjas han optado por otra cosa, y sus elecciones han traído sobre sí mismas el estatus diferente que ahora es suyo.
En concreto, las monjas han optado por romper la fe con su Madre, la Iglesia de Roma, mediante una triple negación: 1) de la autoridad del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, un Dicasterio cuya autoridad emana directamente del mismo Sumo Pontífice, y 2) de su Obispo, y 3) de mí como su superiora carmelita, y por extensión, de la Orden de las Carmelitas Descalzas, cuya Regla y Constituciones han despreciado en la práctica de múltiples maneras. A estas anteriores violaciones de la unión eclesial, las monjas añadieron, el 14 de septiembre, la asociación formal ilícita con la Sociedad de San Pío X. Estos agravios se ven exacerbados por su ilícita expropiación de la persona jurídica del Monasterio Carmelita, en la que las monjas, utilizando el derecho civil, confiaron a laicos, tanto católicos como no católicos, el patrimonio y los bienes de la comunidad carmelita de Arlington, que les habían sido confiados por innumerables benefactores, con el fin de servir a Cristo en la Iglesia a través de la vida carmelita descalza.
Por los actos arriba mencionados, las monjas han sido ipso facto expulsadas de la Orden de las Carmelitas Descalzas, según el canon 694, § 1, 1º del Código de Derecho Canónico. Por lo tanto, hoy, 28 de octubre de 2024, declaro con gran dolor que las monjas del Monasterio de la Santísima Trinidad ya no son miembros de la Orden de Carmelitas Descalzas y pido vuestras continuas oraciones y sacrificios en favor de estas siete mujeres, que han vuelto al estado laical por sus propias acciones. Su afirmación de que la Asociación de Cristo Rey dispersaría su comunidad se ha convertido, en cierto sentido, en una profecía autocumplida, actualizada por sus propias elecciones y acciones. Sin embargo, la Asociación de Cristo Rey no interviene para dispersarlas, sino que deja que sean sus conciencias las que admitan la realidad de su expulsión de la vida religiosa y se comporten en consecuencia. Habían afirmado que la Asociación de Cristo Rey se incautaría de sus propiedades y bienes, pero en realidad, ni la Asociación ni la Diócesis reclaman sus propiedades, ni lo hemos hecho nunca. Nuestro único deseo es que las miembros despedidas del Carmelo se arrepientan, para que la propiedad monástica pueda volver a llamarse monasterio, habitado por monjas carmelitas descalzas, en buena situación canónica con la Iglesia de Roma. Por favor, uníos a mí en la oración por esta intención.
En las Llagas de Cristo y de María,
Madre María de la Encarnación, O.C.D.
Superiora Mayor del Monasterio de la Santísima Trinidad
Presidenta de la Asociación de Cristo Rey
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Y, para no quedarnos con la información a medias, escuchemos la otra campana, la que resuena en el monasterio de las Hermanas Carmelitas Descalzas de Arlington:
Declaración
De la Reverenda Madre Priora, Capítulo y Comunidad
Monasterio de la Santísima Trinidad
Monjas Carmelitas Descalzas
30 de octubre de 2024
+Alabado sea Jesucristo: ¡ahora y por siempre!
Las declaraciones publicadas en el sitio web de la Diócesis de Fort Worth el 28 de octubre sobre nosotras requieren una aclaración urgente.
Lo que comenzó en abril de 2023 con una falsa acusación contra nuestra Madre Priora, que ha sido perseguida sin descanso desde entonces por el obispo Olson, para sus propios fines, se ha agravado con el tiempo de modo que ahora hemos llegado al punto en que se afirma que estamos expulsadas de la vida religiosa y que de alguna manera hemos “desertado notoriamente de la Fe”. Estas afirmaciones son escandalosamente falsas.
Dada nuestra reciente aceptación como asociación por parte de la Sociedad de San Pío X el pasado mes de agosto, cualquier “despedida” declarada por la Madre María de la Asociación de Cristo Rey es un punto discutible. Los votos que hemos profesado a Dios no pueden ser despedidos ni anulados. En virtud de ellos le pertenecemos y somos Suyas.
Dado que rezamos todos los días por el Santo Padre, el Papa Francisco y nuestro Ordinario, Michael Olson, cualquier afirmación de que nos hemos apartado de la fe católica es ridícula. Creemos y profesamos firmemente todo lo que la santa Iglesia Católica cree, enseña y proclama como revelado por Dios. Las disputas sobre los deseos de un hombre y las reglas hechas por el hombre no nos excluyen de la Iglesia.
Sepan que aquí continuamos nuestra vida consagrada de oración y sacrificio en la tradición Carmelita Descalza por la Iglesia y el mundo, y por todos ustedes, nuestros queridos amigos y benefactores, incluyendo aquellos que pueden estar en desacuerdo o desaprobar las decisiones que hemos tenido que tomar en el mejor interés de nuestra Comunidad.
Estamos profundamente agradecidas a todos aquellos que continúan mostrándonos su apoyo y estamos felices de darles la bienvenida a nuestra Capilla del Monasterio para la oración privada o para la celebración de la hermosa Misa Tradicional en latín en la que ahora es nuestro gozo participar cada día.
¡Que los santos y mártires carmelitas intercedan por todas nosotras!
+Alabado sea Jesucristo: ¡ahora y por siempre!
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