Continuando con la investigación sobre la supuesta “venerabilidad” de Marta Robin, hemos encontrado un análisis muy interesante que arroja un poco más de luz sobre este extraño caso.
El autor de dicho artículo prometía continuar escribiendo sobre el informe en cuestión, pero al buscar en su blog personal, nos encontramos con que el artículo publicado fue eliminado, probablemente porque es un tema “incómodo” para la página web que aloja su blog.
Continuando con la investigación, hemos encontrado un análisis muy interesante que arroja un poco más de luz sobre este extraño caso.
EL FRAUDE MÍSTICO DE MARTA ROBIN POR CONRAD DE MEESTER
Conrad de Meester, OCD (1936-2019) fue Doctor en Teología, historiador de la espiritualidad, editor científico y reconocido analista crítico. Dedicó la mayor parte de su trabajo a las grandes mujeres místicas del siglo XX, incluyendo Teresa de Lisieux, Edith Stein e Isabel de la Trinidad. Esto claramente significa que él no era en lo más mínimo hostil con las místicas femeninas.
Por Franck Abed
Su trabajo, fruto de veinticinco años de investigación, se titula "El fraude místico de Marta Robin". En su prefacio, el Hermano Paul de Bois, Provincial de los Carmelitas en Flandes, explica lo siguiente: “En 1988, el Obispo de Valencia se puso en contacto con nuestro Hermano Conrad De Meester, para pedirle que examinara más de 4000 páginas mecanografiadas, correspondientes a la cartas y escritos de Marta Robin, quien murió en 1981. Durante su vida, y aún más después de su muerte, fue considerada por muchos como una gran mística y una verdadera santa. Con motivo de la fase diocesana del proceso de canonización, el Padre Conrad leyó y estudió detenidamente todos estos documentos. Esto resultó en un Informe voluminoso, planteando muchas preguntas. Transmitido al Vaticano, nunca obtuvo respuesta”.
El prefacio dice que “el padre Conrad fue ante todo un perfeccionista. Continuamente profundizó su investigación hasta el más mínimo detalle”. Agrega que “en su libro, De Meester admite repetidamente su asombro por el resultado de sus descubrimientos. Incluso a veces lo atormentaban los resultados de su investigación. Su prudencia y sabiduría le impidieron publicar demasiado rápido las conclusiones de su investigación”.
En la misma línea, el editor en su advertencia nos informa de lo siguiente: “Digámoslo de buenas a primeras, este libro no fue diseñado como una máquina de guerra. Ni contra Marta Robin, ni contra los Foyers de Charité (Hogares de Caridad) que ella inspiró, ni siquiera contra las nuevas comunidades que pretenden formar parte de su herencia”. Leemos: “Este libro no pretende perforar el secreto intrínseco, ni predecir el destino último de la persona que fue Marta Robin, como tampoco pretende socavar la fecundidad de estos movimientos”.
Sin embargo, está claro que los movimientos espirituales nacidos después de 1950 a raíz de Marta Robin se ven afectados hoy por revelaciones muy turbias y necesariamente inquietantes. De hecho, los fundadores de estas nuevas comunidades, alegando proximidad con Marta Robin, fueron declarados culpables de abuso sexual: Gérard Croissant, alias Hermano Ephraïm (1), fundador de la Comunidad de las Bienaventuranzas, Padre Marie-Dominique Philippe (2), fundador de los Hermanos de San Juan, y también Jean Vanier (3), fundador de L'Arche. El mismo padre Finet es acusado de gestos “gravemente desviados” sobre menores. Tampoco hay que olvidar que Les Foyers de Charité (Hogares de Caridad) se basan en la promoción de un laicado mixto consagrado y enviado en misión para una nueva evangelización. Todo un programa...
Concretamente, leo este libro con gran interés, tanto más cuanto que en la advertencia -presente al inicio de la obra- aparece la siguiente afirmación: "Este libro no existe en virtud de una voluntad deliberada de su autor de asumir este tema y tratarlo de acuerdo con su subjetividad, pero atendiendo a una solicitud oficial de la Iglesia, como parte de una indagación canónica para la cual fue solicitado, la cual realizó según el procedimiento prescrito y que dio como resultado un Informe dirigido al Vaticano. Es esta instrucción, documentada y razonada, que este trabajo retoma y continúa". De hecho, me tranquilizó antes de comenzar este trabajo escrito con la voluntad de buscar la verdad. El autor no fue impulsado por un activismo político o militante destinado a destruir a Marta Robin.
El punto de Conrad De Meester es extremadamente claro. A lo largo de una investigación bien realizada, su conclusión no sufre para él ninguna disputa: Marta Robin ha engañado a todos. El editor escribe: “Verdad y libertad, pero también fe y razón, tal es el leitmotiv de este libro. Requerido por su indiscutible calidad de especialista en literatura mística, particularmente contemporánea y femenina, el padre Conrad De Meester concluyó, recurriendo a métodos críticos objetivos, que los textos de Marta Robin no eran auténticos”.
Cabe señalar que “a lo largo de su larga existencia, más de 100.000 personas la han visitado en su pequeña finca en Drôme. Siempre la hemos conocido postrada en cama, paralizada, ciega, estigmatizada, sufriendo la Pasión de Cristo cada semana”. El autor escribe que “Marta Robin dejó muchos escritos. Diferentes tipos. Diarios espirituales, notas privadas, un voluminoso relato de la Pasión de Cristo, poemas, oraciones, cartas…” Analizando en detalle esta masa de documentos manuscritos, De Meester concluye: “Marta no dictaba la mayoría de sus escritos, la mayoría los escribía en papel con su propia mano, adoptando, casi a la perfección, varias grafías para ocultar la verdadera identidad del copista”.
Según los análisis gramaticales y ortográficos, casi todos los escritos proceden de la mano de Marta Robin. Esta observación arroja serias dudas sobre la realidad de su parálisis. El autor confiesa fácilmente que “Marta, por supuesto, estaba discapacitada, pero no paralizada hasta el punto de no poder levantarse de la cama y, por lo tanto, no estaba necesariamente clavada día y noche en su cama”. Al estudiar los textos entregados oficialmente por diferentes secretarias, a pesar del deseo de ocultar el hecho de que se trata de la misma persona, De Meester certifica que hay los mismos errores repetidos, formas de letras similares así como giros idénticos de frase.
“Encontré esta demostración más que convincente. Mirando los apéndices, me di cuenta del trabajo de orfebre que había hecho para producir esta prueba irrefutable. Por lo tanto, la identidad de las secretarias sigue siendo desconocida hasta el día de hoy, a excepción de una, Simone Ladret, quien atestiguó formalmente que Marta Robin le había dictado un cuaderno. Esto plantea un problema importante: después de varias décadas, la familia Robin y Les Foyers de Charité no pueden encontrar a las redactoras administrativas que participaron en esta inusual aventura”.
De Meester demuestra de la manera más brillante que Marta Robin plagió al menos veintinueve místicos, entre ellos Madeleine Sémer, Maria-Antoineta de Geuser, Véronica Giuliani, Gema Galgani, Ana-Catalina Emmerich, Catalina de Siena y Teresa de Ávila. Sobre este tema escribe: “Me desconcertó la cantidad de préstamos tomados y el hecho de que la propia Marta nunca los hubiera denunciado”. Al acudir a la fuente de los documentos para verificar sus palabras, ya que él mismo actuó como un investigador que se respeta a sí mismo, la duda no puede asentarse: Marta Robin sí copió muchos textos haciéndolos pasar por sus escritos, a veces como un todo, a veces cambiando o agregando una o dos palabras. De Meester escribe correctamente: “¿Cuál es el peso de la palabra verdad aquí cuando Marta nos asegura, haciéndose secretamente dueña del pensamiento y los términos de los verdaderos santos, de haber dialogado con Jesucristo?”. Es necesario formular esa pregunta. Hay algo aún más sospechoso, De Meester descubre que estaba pidiendo a sus corresponsales que quemen sus cartas, un acto que algunos se han negado a hacer.
Sophie Guex, postuladora de su causa de beatificación, reaccionó diciendo: “Es cierto que Marta ha tomado prestados párrafos enteros de otros místicos” o “Ella encontró en otras palabras místicas que se adaptaban perfectamente a su experiencia. Estaba expresando humildemente las palabras de 'otros'”. Ella insiste, diciendo: “Este proceso de Marta se remonta al inicio de sus experiencias místicas. Imagínese tener experiencias místicas sin tener la oportunidad de comprender lo que le está sucediendo. Para comprender, Marta lo hizo con los medios a mano, leyendo libros”. No obstante, hay que reconocer que este argumento de defensa es muy débil y, por tanto, poco convincente. Incapaz de negar la evidencia de plagio, se esfuerza por justificarlo torpemente cuando los hechos están auténticamente atestiguados. Afortunadamente, todos los santos que tuvieron visiones, experiencias místicas y revelaciones no actuaron como Marta copiando los relatos de experiencias vividas por otros porque, a este ritmo, nadie sería capaz de detectar dónde está lo auténtico y donde está la copia...
De Meester también plantea preguntas médicas sobre su parálisis y sobre la afirmación de que era ciega. Sin embargo, nunca se realizó un reconocimiento médico adecuado: “Aún no se han podido realizar exámenes especiales como el radiológico y el oftalmológico”. También estipula que “la ceguera de Marta se refiere así, implícitamente al futuro examen clínico” que nunca verá la luz en la medida en que Marta Robin fallezca antes de que la profesión médica pueda realizar su labor. Sophie Guex incluso escribe que "la 'inedia' (falta de alimentación suficiente) nunca podrá ser probada científicamente en el caso de Marta Robin". Sin embargo, desde 1930 hasta su muerte en 1981, hubo tiempo para realizar ese estudio esencial que habría cortado de raíz cualquier controversia inútil. Marta Robin dijo que sufrió, durmió mal, no comió ni bebió. Sin embargo, no se quedó en el hospital. ¿Por qué?
Muchos lamentan que esta novedad nunca haya sido probada científicamente. Esto se pudo haber logrado en 1949 cuando, según el padre Bernard Peyrous, un neuropsiquiatra parisino acudió a Marta Robin para ofrecerle "meterla en la clínica uno o dos meses para poder convencer a sus compañeros de la realidad de fenómenos extraordinarios". Evidentemente, ella se negó, citando un débil argumento de autoridad: solo su director, su obispo o incluso el Papa podrían haberle ordenado hospitalizarla para realizarle las pruebas clínicas. Después de su muerte, se encontraron zapatillas gastadas en su guardarropa. Marta las usó mucho, aunque se suponía que no podía caminar...
El 6 de febrero de 1981, el mismo día de su desaparición, una persona que ayudaba a ordenar, encontró accidentalmente en la habitación de Marta Robin una palangana llena de melena, residuo de sangre gástrica, acompañada de un periódico con rastros que sugieren que fueron utilizados para limpiarse. El director espiritual de Marta Robin, el famoso padre Finet, pidió inmediatamente que se tire el cuenco y su recipiente. Si ella podía hacer sus recados por su cuenta, ¿estaba realmente paralizada? ¿Y las sillas volcadas de su habitación, cuya puerta estaba cerrada con llave, que sus familiares encontraban todas las mañanas? Algunos testigos dicen o creen haber visto y oído a Marta Robin arrastrándose por la noche… ¡Todo eso es mucho!
También hay un punto en el que quisiéramos insistir, aunque De Meester no lo menciona en su Informe: Marta Robin, según la propia admisión del padre Bernard Peyrous - también acusado de "gestos gravemente inapropiados" - “no asistía al Santo Sacrificio de la Misa durante décadas porque era, oficialmente, intransportable”. A nadie se le ocurrió pedir una dispensa, que sin duda se habría concedido, para que un sacerdote o un religioso viniera a celebrar la Misa en su casa. ¿Ninguno de sus familiares tuvo la idea de poner a Marta Robin en una silla de ruedas o en una camilla para que pudiera ir a misa? Todo esto realmente no está claro, a menos que...
Como indica el título del Fígaro, "La caída del cardenal Angelo Becciu hace temblar al Vaticano". No tiene relación directa con Marta Robin pero el cardenal se vio obligado a renunciar a su cargo de prefecto de la Congregación por la causa de los santos porque es sospechoso de dudosas inversiones económicas, lo que él refuta. Parece que el destino asola a todos los que defienden o acompañan el camino de Marta Robin “hacia la santidad”. Al comienzo de su libro, De Meester había escrito: “Dios escribe derecho sobre líneas torcidas”. Seguramente tiene razón, pero hoy en día puede ser difícil navegar y confiar en los demás. De todos modos, las 400 páginas de su libro deben leerse con mucha atención porque los temas estudiados y los temas planteados, que van mucho más allá del presente, son importantes.
Inicialmente, De Meester tenía una opinión bastante favorable de Marta Robin, dados sus temas favoritos. Sin embargo, rápidamente se dio cuenta, durante su estudio que tenía que ser rápido, que varios elementos presentaban serias complicaciones. No queriendo apresurarse, hizo una investigación real. Rápidamente comprendió que Marta Robin no estaba diciendo toda la verdad. Dejamos la última palabra al padre De Meester: "Por eso, en mi opinión, sobre el fraude místico de Marta Robin, no hay nada, estrictamente hablando, no sólo para venerar, sino también para guardar".
Notas:
El artículo anterior mencionado en el primer párrafo se puede leer aquí:
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