Mientras todos sufrimos estos tiempos tan angustiosos en los que reina la confusión y el caos entre todos los que buscan ser católicos genuinos, miembros de la única religión verdadera establecida por Dios, es útil e importante reflexionar sobre el hecho de que la situación en la que nos encontramos En la actualidad, en las Sagradas Escrituras y en la Sagrada Tradición se predijo que no había ningún Papa válido (conocido) desde 1958, ni ningún obispo católico aparente con jurisdicción ordinaria, mientras que una institución falsa se hace pasar por la Iglesia Católica y difunde la herejía, la inmoralidad y la impiedad.
Así como la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Santísimo Señor tomaron (casi) a todos por completa sorpresa, como si no hubieran sido profetizadas de antemano, así parece que la propia Pasión mística de la Iglesia y su aparente muerte han tomado a todos por sorpresa, aunque la Santa La Escritura, la Sagrada Tradición, los Padres de la Iglesia y diversos teólogos dan testimonio de que el Cuerpo Místico de Cristo tendrá que pasar por sus mayores pruebas antes del fin del mundo.
En publicaciones y artículos anteriores ya hemos hecho referencia a algunas de esas exposiciones de las Escrituras en las que se predice una apostasía de la fe y, más específicamente, en las que se profetiza que el papado sería atacado y perseguido de la manera más espantosa. Para una revisión rápida de estas importantes (y ahora extremadamente significativas) profecías, aquí están los enlaces:
● P. Edmund O'Reilly (1882): Sobre la idea de una Sede Vacante de larga duración
● P. Sylvester Berry (1921): Satanás perseguirá al papado
● P. Sylvester Berry (1927): Satanás establecerá una Iglesia falsa
Si bien está claro que a lo largo de la historia de la Iglesia, el Papa siempre ha sido blanco de los enemigos de la Iglesia, en cuanto es el verdadero Vicario de Jesucristo en la tierra y la cabeza visible de la Iglesia, no sorprende que en los últimos días el diablo galvanizaría todas sus fuerzas para hacer un último y extremadamente poderoso intento de conquistar al Papa y a la Iglesia. Una batalla satánica tan definitiva como esta contra el Reino de Dios en la tierra, prácticamente no tendría precedentes en términos de su naturaleza, su extensión, su furia, su poder, su horror y su astucia.
En las décadas que precedieron a la creación de la Secta Modernista del Vaticano II, los Papas advirtieron urgente y enérgicamente contra los complots ideados por las sociedades secretas, que tenían como objetivo declarado la infiltración y destrucción final de la Iglesia Católica y la Doctrina Católica. El siguiente artículo vinculado ofrece diversos extractos de documentos papales anteriores al Vaticano II que llaman la atención sobre la persecución que están tramando y llevando a cabo contra la Iglesia sus enemigos más perniciosos:
Algunas personas imprudentes tratan de descartar tales pruebas mediante la respuesta rápida e interesada de que “La Iglesia no puede ser destruida y las puertas del infierno no pueden prevalecer”, lo cual, aunque cierto como es, malinterpreta la realidad de la situación: Los propios Papas, obviamente, también sabían que la Iglesia Católica no puede ser destruida, siendo obra de Dios y teniendo la promesa de Cristo de que perdurará hasta el fin de los tiempos sin ninguna alteración sustancial. ¿Por qué, entonces, las repetidas advertencias papales? ¿Por qué su sentido de urgencia y alarma con respecto a lo que intentaban hacer los enemigos de la Iglesia?
Que el Reino de Dios en la tierra pierda miembros y sean transferidos de nuevo al reino del diablo, incluso en masa, es motivo de gran preocupación y ansiedad; ¡Esto es todo lo contrario de lo que a la Iglesia se le encomendó realizar! La Iglesia fue fundada para conducir las almas al cielo, no para verlas condenadas al infierno. Es eso, una respuesta sarcástica del tipo “Pero las puertas del infierno no prevalecerán” ante la persecución de la Iglesia es completamente errónea.
Nuestro Bendito Señor Jesucristo, el Buen Pastor de nuestras almas (cf. Juan 10:14; 1 Pedro 2:25), nos advirtió que antes de Su gloriosa Segunda Venida, habría una apostasía de la Fe permitida por un gran engaño, un engaño tan convincente que incluso los mismos elegidos caerían en él si no fueran especialmente prevenidos por Dios:
Un engaño que sea tan grande como para engañar –casi– incluso a los elegidos, tendrá que ser realmente inteligente. Seguramente tendrá que engañar a las masas católicas; tendría que ser un engaño que tiene el poder de tomar a ese gran número de fieles católicos y convertirlos en infieles. ¿Qué mejor manera de hacer esto que estableciendo una iglesia falsa en lugar de la Iglesia Católica, desde dentro de ella, una secta que conserve la apariencia exterior de la Iglesia Católica mientras cambia las doctrinas de la Fe, los sacramentos y la piedad católica? Si hay una persona en la tierra a quien siguen los católicos, es el Papa; por lo tanto, la apostasía tendrá que ser impuesta desde arriba. El objetivo, por lo tanto, será el Papa: el papado debe ser usurpado, de una forma u otra, para que los enemigos de la Iglesia puedan realizar su perverso sueño de pervertir la fe católica de millones de personas con el fin último deseado de establecer el reino del hombre en lugar del reino de Cristo.Y estando él sentado en el monte de los Olivos, se le acercaron los discípulos aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y cuál será la señal de tu venida y de la consumación del mundo? Y respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe, porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y a muchos seducirán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras. Mirad que no os turbéis. Porque es necesario que estas cosas sucedan, pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestilencias, y hambres, y terremotos en algunos lugares. Ahora bien, todo esto es principio de dolores. Entonces os entregarán a la aflicción y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las naciones por causa de mi nombre. Y entonces muchos se escandalizarán, y unos a otros se entregarán, y unos a otros se aborrecerán. Y se levantarán muchos falsos profetas, y seducirán a muchos. Y por haber abundado la iniquidad, la caridad de muchos se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, ese será salvo. Y este evangelio del reino será predicado en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá la consumación. Por lo tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de la que habló el profeta Daniel, el que lee, entienda. Entonces los que estén en Judea, huyan a las montañas; y el que esté en la azotea, no baje a tomar nada de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva a toma su abrigo. Y ¡ay de las que estén encintas y que den de mamar en aquellos días! Pero orad para que vuestra huida no sea en invierno ni en sábado. Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; pero por causa de los escogidos aquellos días serán acortados. Entonces, si alguno os dice: He aquí o allí está el Cristo, no le creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, hasta el punto de engañar (si es posible) incluso a los elegidos. He aquí os lo he dicho de antemano.
(Mateo 24:3-25; subrayado añadido.)
Aunque parece que los acontecimientos reales resultaron algo diferentes de lo planeado en este documento -hay pruebas de que Angelo Roncalli, que se convirtió en el primer antipapa de la falsa Iglesia del Vaticano II en 1958, era en realidad un masón rosacruz-, el elemento clave de un engaño “católico por fuera, pero herético por dentro” es el mismo: “Hacedlo de modo que el clero marche tras vuestra bandera creyendo que sigue la de la Fe apostólica... Colocaréis a vuestros amigos en torno a la silla de San Pedro. Habréis predicado una revolución vestida con la tiara y la capa pluvial que marcha con la bandera de la cruz.”.No intentamos ganar al Papa para nuestra causa, ni hacerlo adepto a nuestros principios o propagador de nuestras ideas. Sería un sueño absurdo; y si en el caso de los prelados y cardenales, por iniciativa propia o sorpresivamente, llegasen a conocer parte de nuestros secretos, sería motivo suficiente para no hacer deseable su elección al solio pontificio. Tal elección supondría nuestra ruina. La sola ambición lo llevaría a la apostasía, y para obtener el poder se vería obligado a sacrificarse. A lo que debemos aspirar, lo que debemos pedir y esperar como los judíos a su Mesías, es un papa que nos sea útil.….
Ahora bien, para tener un papa acorde con nuestras necesidades, es necesario formarlo primero.... Para ese Papa, se moldea una generación digna del reino que soñamos....
… observad atentamente al Papa que acabamos de describir. Si queréis fundar el reino de los elegidos sobre el trono de la prostituta de Babilonia, hacedlo de modo que el clero marche tras vuestra bandera creyendo que sigue la de la Fe apostólica. Si queréis hacer desaparecer el último vestigio de tiranía y opresión, echad las redes como lo hacía Simón bar Joná. Echadlas en las sacristías, seminarios y monasterios en vez de en el mar. Y si no os apresuráis, os prometemos una pesca más milagrosa que la suya. El pescador de peces se vuelve pescador de hombres. Colocaréis a vuestros amigos en torno a la silla de San Pedro. Habréis predicado una revolución vestida con la tiara y la capa pluvial que marcha con la bandera de la cruz. Una revolución que basta con encender mínimamente para que estalle en un fuego que se extienda a todos los rincones de la Tierra.
Ciertamente, todos los falsos “papas” desde 1958 han predicado la doctrina masónica modernista, que fue establecida oficialmente por primera vez en la encíclica Pacem in Terris de Juan XXIII de 1963 y en el Concilio Vaticano II (1962-65): Los ideales masónicos de libertad, igualdad y fraternidad se convirtieron en las doctrinas del Vaticano II sobre libertad religiosa, colegialidad y ecumenismo, que forman la base de la religión Novus Ordo. Sin embargo, de los seis impostores papales hasta el momento, el que más abiertamente está profesando y enseñando las herejías masónicas es el actual, Jorge Bergoglio, más conocido como “papa Francisco”.
Lo que hace que la terrible persecución de la Iglesia por parte de los infiltrados masónicos y sus descendientes espirituales sea aún más poderosa y también bastante trágica es que muchas veces las personas que son atrapadas por estas falsas enseñanzas y las promueven son, sin embargo, de buena voluntad, piadosas y buscan sinceramente servir a Dios; en otras palabras, muchos de los que impulsan la apostasía hacia adelante no son engañadores deliberados sino más bien víctimas del engaño. En un sermón pronunciado el domingo de Pentecostés de 1861, el famoso padre Frederick Faber advirtió que esto era precisamente lo que haría que tanta gente cayera en el engaño:
Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia de este punto, porque mucha gente se deja llevar por la apariencia externa y la sinceridad (real o aparente) de los demás. Lo que el padre Faber nos enseña aquí es que incluso aquellos que son buenos y sinceros pueden, sin darse cuenta, hacer el trabajo del Anticristo - su sinceridad no significa que no sean agentes de facto del diablo; su buena voluntad no les impide ser utilizados como herramientas para llevar a cabo el trabajo de Satanás. ¡Piensa en ello por un minuto!Por lo tanto, debemos tener cuidado con los peligros internos. Debemos estar en guardia incluso contra libros, publicaciones periódicas y folletos católicos, porque pueden ser muy engañoso. Nuestro Bendito Redentor dijo de los falsos profetas de los últimos días (San Mateo xxiv. 24) que “engañarían, si fuera posible, incluso a los elegidos”. Ahora bien, debemos recordar que si todos los hombres manifiestamente buenos estuvieran de un lado, y todos los hombres manifiestamente malos del otro, no habría peligro de que nadie, y menos aún los elegidos, fueran engañados con prodigios mentirosos. Son los hombres buenos, buenos una vez, debemos esperar que buenos todavía, los que han de hacer la obra del Anticristo, y tan tristemente crucificar de nuevo al Señor, a quien profesan amar. Téngase en cuenta esta característica de los últimos días, que su engaño surge de los hombres buenos que están en el lado equivocado.
(Rev. Frederick William Faber, Devotion to the Church, 2ª ed. [Londres: Richardson and Son, 1861], p. 27. Disponible en copia impresa en inglés aquí).
Durante la Pascua de 1861, el célebre converso del anglicanismo, el cardenal Henry Edward Manning (1808-92), publicó un folleto que contenía cuatro conferencias que explicaban los acontecimientos que precederían y rodearían el advenimiento del Anticristo, centrándose en las palabras de San Pablo en 2 Tesalonicenses 2: 3-11, que también advierte de ese gran engaño pero también de una revuelta, un “hombre de pecado”, y una fuerza que lo frena temporalmente:
El folleto del Cardenal Manning se tituló The Present Crisis of the Holy See Tested by Prophecy (La crisis actual de la Santa Sede probada por la profecía), pero desde entonces ha sido reimpreso bajo el título más llamativo The Pope & the Antichrist (El Papa y el Anticristo) (Tradibooks, 2007). La mayor parte del contenido de esta monografía se incluyó en una obra posterior más sustancial titulada The Temporal Power of the Vicar of Jesus Christ (El poder temporal del Vicario de Jesucristo).No se dejen engañar de ninguna manera. Primero tiene que producirse la apostasía y aparecer el adversario de la religión, el instrumento de la perdición, el rebelde que se pone por encima de todo lo que es considerado divino y sagrado, que incluso pondrá su trono en el templo de Dios para mostrar que él es Dios. ¿No recuerdan que se lo decía cuando estaba con ustedes? Ustedes saben qué es lo que ahora lo detiene, para que sólo se manifieste a su debido tiempo. La fuerza antirreligiosa ya está obrando secretamente, pero falta que desaparezca el que la retiene. Entonces se manifestará el adversario, a quien el Señor ha de barrer con el soplo de su boca y al que derribará cuando venga en su gloria. Al presentarse este sin-ley con el poder de Satanás, hará milagros, señales y prodigios al servicio de la mentira, para engañar y pervertir a todos los que han de perderse, a los que no aceptaron el amor de la verdad que los habría salvado. Por esta razón les dirige Dios las fuerzas del engaño, dejando que crean en la mentira. Así serán condenados al fin todos los que no quisieron creer en la verdad porque les gustaba más el mal.
(2 Tesalonicenses 2:3-12)
Tenemos aquí una profecía de cuatro grandes hechos: primero, de una revuelta que precederá a la segunda venida de nuestro Señor; en segundo lugar, de la manifestación de aquel que es llamado “el maligno”; en tercer lugar, de un obstáculo que restringe su manifestación; y por último, del período de poder y persecución, del que será autor….
Entonces, primero, ¿qué es la revuelta? En el original se llama apostasía; y en la Vulgata, discessio o partida. Ahora bien, una revuelta implica una separación sediciosa de alguna autoridad y la consiguiente oposición a ella... Ahora bien, en el mundo sólo hay dos autoridades fundamentales, la civil y la espiritual, y esta revuelta debe ser una sedición o un cisma... Parece que no se necesitan muchas pruebas de que esta revuelta o apostasía es una separación, no del orden civil, sino del espiritual y de la autoridad; porque los escritores sagrados, una y otra vez, hablan de tal separación espiritual; y en un lugar San Pablo parece declarar expresamente el significado de esta palabra. Él advierte a San Timoteo que en los últimos días, “algunos se apartarán o apostatarán de la fe”; y parece evidente que la misma caída espiritual se refiere a la apostasía [a la que se hace referencia] en este lugar.
Siendo tal la autoridad contra la cual se realiza la revuelta, no puede ser difícil determinar su carácter. Los escritores inspirados describen expresamente sus notas. El primero es el cisma, como lo dice San Juan: “Es la última hora; y como habéis oído que el anticristo viene, también ahora se han hecho muchos anticristos: por lo cual sabemos que es la última hora. Salieron de nosotros; pero no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, sin duda se habrían quedado con nosotros”. [1 Jn 2:18-19] La segunda nota es, el rechazo del oficio y presencia del Espíritu Santo. San Judas dice: “Estos son los que se separan, los hombres sensuales” (animales o meramente racionales y naturales) “que no tienen el espíritu”: [Judas 19] Esto necesariamente implica el principio herético de la opinión humana en oposición a la fe divina; del espíritu privado en contraposición a la voz infalible del Espíritu Santo, hablando a través de la Iglesia de Dios. La tercera nota es la negación de la Encarnación. San Juan escribe: “Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que disuelve a Jesús” (es decir, negando el misterio de la Encarnación, ya sea la verdadera Divinidad o la verdadera humanidad, o la unidad o divinidad de la persona del Hijo Encarnado) “no es de Dios, y éste es el Anticristo, del cual habéis oído que viene, y ya está en el mundo” [1 Jn 4:2-3]. Nuevamente dice: “Muchos seductores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne; éste es un seductor y un Anticristo” [2 Jn 7]. Estas son, pues, las marcas por las que, como la Iglesia ha de ser conocida por sus notas, puede distinguirse la revuelta anticristiana, o apostasía.
…Todas las herejías desde el principio no son más que el continuo desarrollo y expansión del “misterio de iniquidad”, que ya estaba en acción….
Es evidente que este movimiento [de apostasía] ha acumulado sus resultados de edad en edad, y que en este momento es más maduro y tiene una estatura más alta y un mayor poder y un antagonismo más formal a la Iglesia y la fe que nunca antes....
Parece inevitable que la enemistad de todas las naciones que están separadas de la unidad católica... se concentre en la persona que es el Vicario y Representante de Jesús, y en el Cuerpo que da testimonio por sí solo de la Encarnación, y de todos sus misterios de verdad y gracia. Tal es la única Santa Iglesia Católica y Romana, y tal es el Sumo Pontífice, su Cabeza Visible. Tales son, en palabras de la Sagrada Escritura, los dos misterios de la piedad y de la iniquidad. Todas las cosas están arrojando a la luz y a la prominencia los dos poderes últimos, que dividen los destinos de los hombres. El conflicto es un simple antagonismo de Cristo y el Anticristo; y los dos conjuntos se están alineando en orden, y los hombres están eligiendo sus principios; o los acontecimientos están eligiendo por ellos; y están derivando inconscientemente hacia corrientes de las que no son conscientes....
Es verdad, en efecto, que el Anticristo ha tenido, y puede tener todavía, muchos precursores, como los tuvo también el mismo Cristo: como Isaac, Moisés, Josué, David, Jeremías, fueron tipos del uno, así Antíoco, Juliano, Arrio, Mahoma, y muchos más, son los tipos del otro; porque las personas tipifican a las personas. Así también, como Cristo es la Cabeza y el Representante en el cual todo el misterio de la piedad ha sido resumido y recapitulado, así también todo el misterio de la impiedad encontrará su expresión y su cabeza en la persona del Anticristo. Él puede encarnar un espíritu y representar un sistema, pero no es menos, por lo tanto, una persona....
De esto percibimos un tercer carácter del Anticristo, a saber, que no será simplemente el antagonista, sino el sustituto o suplantador del verdadero Mesías: Y esto se hace aún más probable por el hecho de que el Mesías esperado por los judíos siempre ha sido un libertador temporal, el restaurador de su orden temporal; o, en otras palabras, un príncipe político y militar. También es obvio que cualquiera que en lo sucesivo los engañe con el pretendido carácter de su Mesías, deberá negar con ello la Encarnación, sea cual fuere la pretensión de carácter sobrenatural que se atribuya a sí mismo. En su propia persona será una negación completa de toda la fe cristiana y la Iglesia, porque si él es el verdadero Mesías, el Cristo de los cristianos debe ser falso....
Pero las profecías asignan a la persona del Anticristo un carácter más sobrenatural. Se le describe como un hacedor de falsos milagros. Se dice que su venida será “según la obra de Satanás, con gran poder y señales, prodigios mentirosos y todo engaño de iniquidad para los que se pierden” [2 Tes 2:9-10]…. La época está madura para un engaño. No creerá en los milagros de los santos, pero beberá copiosamente los fenómenos del espiritismo….
La última característica de la que hablaré es quizá más difícil de concebir. San Pablo dice del “hombre de pecado”, “el hijo de perdición, que se opone y se enaltece sobre todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; de modo que se sienta en el templo de Dios, presentándose como si fuera Dios” (2 Tes 2,4). Estas palabras son interpretadas por los Padres para significar que él reclamará honores divinos, y que en el Templo de Jerusalén.... [Sin embargo:] Así como Cristo en su venida fue creído ser el carpintero, así el Anticristo puede ser visiblemente no más que un aventurero exitoso. Incluso su carácter preternatural, verdadero o falso, puede pasar como centelleos de locura, o como los absurdos de sus partidarios, o los delirios de sus aduladores. Así el mundo ciega sus propios ojos por los humos de su propio orgullo intelectual.
Así como hay una operación perpetua de este misterio de iniquidad, también hay un obstáculo o barrera perpetua para su plena manifestación, que continuará hasta que sea eliminado; y habrá un tiempo determinado en que será quitado de en medio…. Ahora bien, en la medida en que este malvado será una persona sin ley, que introducirá el desorden, la sedición, el tumulto y la revolución, tanto en el orden temporal como espiritual del mundo, lo que impedirá su desarrollo, y será su antagonista directo después de su manifestación, debe ser necesariamente el principio del orden, la ley de la sumisión, la autoridad de la verdad y del derecho....
Desde la fundación de la Europa cristiana, el orden político del mundo se ha basado en la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo; por lo cual todos los actos públicos de autoridad, e incluso el calendario con el que fechamos nuestros días, se calculan a partir del año de la salvación, o del “año del Señor”…. En el día en que admitáis a quienes niegan la Encarnación a una igualdad de privilegios, cambiáis la vida social y el orden en que vivís desde la Encarnación para basaros en la mera naturaleza: y esto es precisamente lo que fue predicho de el periodo anticristiano….
Si la barrera que ha impedido el desarrollo del principio del desorden anticristiano ha sido el poder divino de Jesucristo nuestro Señor, incorporado en la Iglesia y guiado por su Vicario, ninguna mano es suficientemente poderosa, ni ninguna voluntad suficientemente soberana para quitarlo del camino, sino sólo la mano y la voluntad del mismo Hijo de Dios encarnado.....
La historia de la Iglesia y la historia de nuestro Señor en la tierra son como paralelas. Durante treinta y tres años, el Hijo de Dios encarnado estuvo en el mundo, sin que nadie pudiera ponerle la mano encima. Nadie podía llevárselo, porque “aún no había llegado su hora”. Había una hora predestinada en la que el Hijo de Dios sería entregado en manos de los pecadores. Él lo sabía de antemano; Él lo predijo. Él rodeó su persona con un círculo de su propio poder divino. Ningún hombre pudo romper ese círculo de omnipotencia hasta que llegó la hora, cuando por Su propia voluntad abrió el camino a los poderes del mal....
Lo mismo sucede con Su Iglesia. Hasta que llegue la hora en que la barrera, por voluntad divina, sea quitada del camino, nadie tiene poder para poner una mano sobre ella. Las puertas del infierno pueden luchar contra ella; pueden esforzarse y luchar, como luchan ahora con el Vicario de nuestro Señor; pero nadie tiene el poder de moverlo un paso, hasta que llegue la hora en que el Hijo de Dios permita, por un tiempo, que los poderes del mal prevalezcan. Que Él lo permitirá por un tiempo está en el libro de la profecía....
Necesitamos, entonces, estar en guardia. A algunos les sucederá una vez más, como sucedió cuando el Hijo de Dios estaba en Su Pasión: lo vieron traicionado, atado, llevado, abofeteado, con los ojos vendados y azotado; lo vieron llevando Su Cruz al Calvario, luego clavado en ella y elevado al desprecio del mundo; y dijeron: “Si él es el rey de Israel, que descienda ahora de la cruz, y le creeremos” (Mt 27,42). Así también dicen ahora: “Mirad esta Iglesia Católica, esta Iglesia de Dios, débil y endeble, rechazada incluso por las mismas naciones llamadas católicas. Está la Francia Católica, la Alemania Católica, la Sicilia Católica y la Italia Católica, renunciando a este estallido del poder temporal del Vicario de Jesucristo”. Y así, porque la Iglesia parece débil, y el Vicario del Hijo de Dios está renovando la Pasión de su Maestro en la tierra, por eso nos escandalizamos, por eso apartamos el rostro de él. ¿Cuándo, entonces, es nuestra fe? Pero el Hijo de Dios predijo estas cosas cuando dijo: “Y ahora os lo he dicho antes que suceda; para que cuando suceda, creáis” (Jn 14,29).
Ahora bien, es contra esa persona [el Papa] eminente y enfáticamente, como antes se dijo, que el espíritu del mal y de la falsedad dirige su asalto; porque si la cabeza del cuerpo es herida, el cuerpo mismo debe morir. “Hiere al pastor, y las ovejas se dispersarán”, fue la antigua astucia del maligno, que hirió al Hijo de Dios para dispersar el rebaño. Pero ese oficio ya fue probado una vez y frustrado para siempre; porque en la muerte que hirió al Pastor, el rebaño fue redimido; y aunque el pastor que está constituido en lugar del Hijo sea herido, el rebaño ya no podrá ser dispersado. Trescientos años el mundo se esforzó por cortar el linaje de los Soberanos Pontífices; pero el rebaño nunca fue esparcido: y así será hasta el fin. Sin embargo, es contra la Iglesia de Dios, y sobre todo contra su Cabeza, que todos los espíritus del mal de todas las épocas y, sobre todo, del presente, dirigen los dardos de su enemistad...
Como los malvados no prevalecieron contra Él [nuestro Señor Jesucristo] ni siquiera cuando lo ataron con cuerdas, lo arrastraron al juicio, le vendaron los ojos, se burlaron de Él como falso Rey, lo golpearon en la cabeza como falso Profeta, se lo llevaron, lo crucificaron, y en el dominio de su poder parecían tener dominio absoluto sobre Él, de modo que Él yacía molido y casi aniquilado bajo sus pies; y como, en aquel mismo momento en que estaba muerto y sepultado fuera de su vista, fue vencedor de todos, y resucitó al tercer día, y ascendió al cielo, y fue coronado, glorificado, e investido con su realeza, y reina supremo, Rey de reyes y Señor de señores,- así también será con su Iglesia: aunque por un tiempo perseguida, y, a los ojos del hombre, derrocada y pisoteada, destronada, despojada, escarnecida y aplastada, sin embargo, en ese alto tiempo de triunfo, las puertas del infierno no prevalecerán. A la Iglesia de Dios le está reservada una resurrección y una ascensión, una realeza y un dominio, una recompensa de gloria por todo lo que ha soportado. Como Jesús, debe sufrir en el camino hacia su corona; pero coronada estará con Él eternamente. Que nadie se escandalice, pues, si la profecía habla de sufrimientos venideros. Nos gusta imaginar triunfos y glorias para la Iglesia en la tierra, que el Evangelio será predicado a todas las naciones, y que el mundo se convertirá, y que todos los enemigos serán sometidos, y no sé qué, hasta que algunos oídos se impacientan por oír que a la Iglesia le espera un tiempo de terrible prueba: y así hacemos como los judíos de antaño, que esperaban un conquistador, un rey, y prosperidad; y cuando su Mesías vino en humildad y en pasión, no lo conocieron. Así, me temo, muchos entre nosotros intoxican sus mentes con visiones de éxito y victoria, y no pueden soportar el pensamiento de que hay un tiempo de persecución aún por venir para la Iglesia de Dios....
El primer signo o señal de esta persecución venidera es la indiferencia hacia la verdad. Así como hay calma total antes de un torbellino, y como las aguas sobre una gran caída corren como cristal, así antes de un estallido hay un tiempo de tranquilidad. La primera señal es la indiferencia. El signo que presagia con mayor certeza que cualquier otro el estallido de una futura persecución es una especie de desdeñosa indiferencia hacia la verdad o la falsedad. La antigua Roma, en su fuerza y poder, adoptó todas las religiones falsas de todas las naciones conquistadas, y les dio a cada una de ellas un templo dentro de sus murallas. Era soberana y despectivamente indiferente a todas las supersticiones de la tierra. Las alentó, porque cada nación tenía su propia superstición, y esa superstición propia era un modo de tranquilizar, gobernar y mantener sometido al pueblo que se complacía construyendo un templo dentro de sus puertas. De la misma manera vemos a las naciones del mundo cristiano en este momento adoptando gradualmente toda forma de contradicción religiosa, es decir, dándole pleno alcance y, como se le llama, perfecta tolerancia; no reconociendo ninguna distinción de verdad o falsedad entre una religión u otra, sino dejando que todas las formas de religión obren su propio camino....
El siguiente paso es, entonces, la persecución de la verdad.... [En la antigua Roma] había toda clase de cofradías sagradas, órdenes y sociedades, y no sé qué; pero había una sociedad a la que no se le permitía existir, y era la Iglesia del Dios viviente. En medio de esta tolerancia universal, se hizo una excepción con la exactitud más perentoria, para excluir del mundo la verdad y la Iglesia de Dios. Ahora bien, esto es lo que de nuevo ha de suceder inevitablemente, porque la Iglesia de Dios es inflexible en la misión que se le ha encomendado. La Iglesia Católica nunca comprometerá una doctrina; nunca permitirá que se enseñen dos doctrinas dentro de sus límites; nunca obedecerá al gobernador civil que dicte sentencia en asuntos que son espirituales. La Iglesia Católica está obligada por la ley divina a sufrir el martirio antes que transigir una Doctrina, u obedecer la ley del gobernador civil que viola la conciencia; y más que esto, no sólo está obligada a ofrecer una desobediencia pasiva, que puede hacerse en un rincón, y por lo tanto no detectada, y porque no detectada no castigada; sino que la Iglesia Católica no puede callar; no puede dejar de predicar las Doctrinas de la Revelación, no sólo de la Trinidad y de la Encarnación, sino también de los Siete Sacramentos, y de la infalibilidad de la Iglesia de Dios, y de la necesidad de la unidad, y de la soberanía, tanto espiritual como temporal, de la Santa Sede; y porque no se calla, y no puede transigir, y no obedece en asuntos que son de su propia prerrogativa Divina, por lo tanto está sola en el mundo; porque no hay otra Iglesia así llamada, ni ninguna comunidad que profese ser una Iglesia, que no se someta, ni obedezca, ni calle, cuando los gobernadores civiles del mundo ordenan...
Los santos Padres que han escrito sobre el tema del Anticristo y de las profecías de Daniel, sin excepción, que yo sepa, y son Padres tanto de Oriente como de Occidente, de la Iglesia griega y latina, todos ellos unánimemente, dicen que en el último fin del mundo, durante el reinado del Anticristo, cesará el santo sacrificio del altar. En la obra sobre el fin del mundo, atribuida a San Hipólito, después de una larga descripción de las aflicciones de los últimos días, leemos lo siguiente: “Las Iglesias se lamentarán con gran lamento, porque no se ofrecerá más oblación, ni incienso, ni culto aceptable a Dios. Los edificios sagrados de las iglesias serán como tugurios; y el precioso cuerpo y sangre de Cristo no se manifestarán en aquellos días; la Liturgia se extinguirá; cesará el canto de los salmos; no se oirá más la lectura de la Sagrada Escritura. Sino que habrá sobre los hombres tinieblas, y luto sobre luto, y ay sobre ay”. Entonces, la Iglesia será dispersada, conducida al desierto, y será por un tiempo, como lo fue al principio, invisible, escondida en catacumbas, en guaridas, en montañas, en lugares de acecho; por un tiempo será barrida, por así decirlo, de la faz de la tierra. Tal es el testimonio universal de los Padres de los primeros siglos....
Hace mucho tiempo que las sociedades secretas han socavado la sociedad cristiana de Europa, y en este momento están luchando contra Roma, el centro de todo el orden cristiano en el mundo. El cumplimiento de la profecía está aún por llegar; y lo que hemos visto en las dos alas, lo veremos también en el centro; y ese gran ejército de la Iglesia de Dios será, por un tiempo, dispersado. Parecerá, por un tiempo, ser derrotada, y el poder de los enemigos de la fe prevalecerá por un tiempo. El sacrificio continuo será quitado, y el santuario será echado abajo.... Si quieres entender esta profecía de la desolación, entra en una iglesia: que una vez fue católica, donde ahora no hay señal de vida; está vacía, deshabitada, sin altar, sin tabernáculo, sin la presencia de Jesús....
Muchos caerán de su fidelidad a Dios. ¿Y cómo sucederá esto? En primer lugar por miedo, en parte por engaño, en parte por cobardía, en parte porque no pueden defender la verdad impopular frente a la falsedad popular; en parte porque la despectiva opinión pública dominante, como en un país como éste y en Francia, somete y atemoriza de tal modo a los católicos, que no se atreven a confesar sus principios y, por último, no se atreven a sostenerlos.....
La Palabra de Dios nos dice que hacia el final de los tiempos el poder de este mundo se hará tan irresistible y tan triunfante que la Iglesia de Dios se hundirá bajo su mano - que la Iglesia de Dios no recibirá más ayuda de emperadores, o reyes, o príncipes, o legislaturas, o naciones, o pueblos, para hacer resistencia contra el poder y la fuerza de su antagonista. Se verá privada de protección. Será debilitada, desconcertada y postrada, y yacerá sangrando a los pies de los poderes de este mundo. ¿Parece increíble? ¿Qué vemos entonces en este momento? Mira a la Iglesia Católica y Romana en todo el mundo. ¿Cuándo se ha parecido más a su Divina Cabeza en la hora en que fue atado de pies y manos por los que le traicionaron? Mirad a la Iglesia Católica, todavía independiente, fiel a su Divina confianza, y sin embargo desechada por las naciones del mundo; al Santo Padre, el Vicario de nuestro Divino Señor, en este momento escarnecido, despreciado, traicionado, abandonado, despojado de los suyos, e incluso asesinados aquellos que le defenderían. ¿Cuándo, pregunto, estuvo la Iglesia de Dios en una condición más débil, en un estado más débil a los ojos de los hombres, y en este orden natural, de lo que está ahora? ¿Y de dónde, pregunto, vendrá la liberación? ¿Hay en la tierra algún poder que pueda intervenir? ¿Hay algún rey, príncipe o potentado que tenga el poder de interponer su voluntad o su espada para proteger a la Iglesia? Ni uno, y está predicho que así será. Tampoco es necesario que lo deseemos, pues la voluntad de Dios parece ser otra.
Sin duda, estarán de acuerdo en que las explicaciones del cardenal Manning sobre las profecías bíblicas que se estaban desarrollando entonces y que se han desarrollado desde entonces son impresionantes y fascinantes, especialmente porque podemos reconocer en ellas muchas cosas que han estado sucediendo en los últimos tiempos y que de hecho están sucediendo hoy. Lo que estamos presenciando es una preparación cada vez más próxima al advenimiento del Anticristo.
Observemos cómo en todo momento el Cardenal Manning habla del Papa, Vicario de Cristo y cabeza visible de la Iglesia, como el antagonista terrenal directo del Anticristo; Su Eminencia ni siquiera insinúa la absurda idea, sostenida por la mayoría de los que hoy se llaman a sí mismos “tradicionalistas católicos”, de que el Papa mismo sería parte del problema, una especie de “cómplice” del Anticristo, como claramente lo es Francisco.
Cuando el cardenal Manning escribió su monografía en 1861, el movimiento de apostasía todavía estaba en sus primeras etapas, relativamente hablando. Desde entonces, la Gran Apostasía no ha tenido mayor fuerza para impulsarla que el Concilio Vaticano II (1962-65). Nada ha propagado más el Naturalismo, la herejía en el núcleo de toda la doctrina masónica, más rápida o eficazmente que la demanda del concilio de “libertad religiosa”, que puso fin a las naciones católicas (como España y Colombia) y exigió efectivamente la separación de la Iglesia y el Estado y la destrucción de las constituciones católicas de estos países, algo que el antipapa Pablo VI estaba muy feliz de hacer cumplir. Cristo Rey, legítimo Gobernante de individuos, sociedades y naciones, fue destronado por el Vaticano II, un acto que prueba que Pablo VI no era Pedro, sino Judas, y que la Iglesia que dirigía no era la Iglesia Católica de nuestro Señor Jesucristo, sino, por así decirlo, la Sinagoga de Anás y Caifás.
La persecución de la verdadera Fe y de la verdadera Iglesia por parte de los modernistas del Vaticano II ha sido extremadamente exitosa, ya que ha sido acelerada no sólo por engañadores maliciosos sino también por muchas personas de buena voluntad dentro de sus filas que son ellas mismas víctimas del engaño. Sin embargo, como dijimos al principio, citando al padre Faber, esto sólo añade mayor tragedia y no cambia la naturaleza ni disminuye la gravedad del problema.
En su introducción a “El Papa y el Anticristo”, que consiste en una carta que le escribió al padre John Henry Newman, el Cardenal Manning suplicó: “¡Que Dios nos guarde de compartir, incluso mediante el silencio, la persecución de Su Iglesia!” (pág. 6). Desgraciadamente, tengan o no buenas intenciones, todos aquellos que reconocen a la Secta Novus Ordo como la Iglesia Católica y a su falso clero como autoridades católicas legítimas, y aquellos que conocen la verdad pero guardan silencio sobre ella, comparten la persecución de la verdadera Iglesia. ¡Que usted, querido lector, no sea uno de ellos!
Cerraremos esta extensa publicación con una nota positiva.
Lo que hemos leído, aunque es ciertamente muy terrible, debería darnos gran consuelo y esperanza y fortalecer nuestra Fe. Las explicaciones del Cardenal Manning sobre la Gran Apostasía, la persecución, la Pasión y la aparente “Muerte” de la Iglesia: todas estas cosas confirman lo que estamos presenciando hoy. Lo que esto significa es que lo que ha sucedido desde la muerte del Papa Pío XII, y lo que estamos pasando ahora, no es una contradicción del plan divino, como tampoco la Crucifixión de nuestro Señor fue una derrota de Su misión divina. Al contrario: todo es parte de la Voluntad Divina, preludio necesario para su cumplimiento final y completo. Lo que estamos sufriendo ahora en esta época sin precedentes de agitación y confusión eclesiástica no es una señal de que las promesas de Dios hayan fracasado, sino más bien de que las promesas de Dios se están cumpliendo. La profecía divina se está cumpliendo en este mismo momento.
Así que, anímate: todo va, por así decirlo, según el plan, pero ese plan es el Vía Crucis, como lo fue para nuestro Señor literalmente, así como ahora para Su Iglesia místicamente. No es hermoso de contemplar y está lleno de gran tristeza y humillación, pero es el camino, el único camino, que conducirá a la gloria eterna.
Novus Ordo Watch
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