La Iglesia copta, presente principalmente en Egipto, está separada de Roma: los coptos rechazaron el IV Concilio Ecuménico de Calcedonia celebrado en el año 451 y, por lo tanto, son herejes. Existe una pequeña minoría copto-católica que se unió a la Iglesia en 1824.
“San” Pablo VI dio el puntapié inicial
El 10 de mayo de 1973, en pleno apogeo modernista y ecumenista, “San” Pablo VI y el predecesor de Tawadros, el “papa” Shenouda III de Alejandría, firmaron una declaración que marcó el inicio en las relaciones entre la falsa “Iglesia católica” y la Iglesia ortodoxa copta.
Juan Pablo II avanzó un paso más cuando lanzó la “novedad” anticatólica del “ecumenismo de sangre” en su carta apostólica Tertio Millenio adveniente del 10 de noviembre de 1994. A raíz de ello, se propuso un “martirologio ecuménico o universal”, realizado posteriormente, pero sin la aprobación oficial aún de la secta del novus ordo.
Hasta que llegó Bergoglio...
El primer encuentro de Bergoglio con Teodoro II, sucesor de Shenouda III, fue en el año 2013.
Y más cercano a nuestro tiempo, recordemos que en el mes de julio de 2018, durante su estancia en Roma, Tawadros II celebró una “Divina Liturgia Ortodoxa” en la Basílica Papal de San Juan de Letrán y visitó la comunidad ortodoxa copta local.
El pasado 15 de mayo de 2023, el falso papa Bergoglio, en reunión con el también falso papa Tawadros II y otros representantes ortodoxos coptos en el Vaticano dijo: “Que la oración de los mártires coptos, unida a la de la Madre de Dios, siga haciendo crecer la amistad entre nuestras Iglesias, hasta el bendito día en que podamos celebrar juntos en el mismo altar y comulgar en el mismo Cuerpo y Sangre del Salvador, 'para que el mundo crea'”, según un informe de la Agencia Católica de Noticias. También afirmó: “Me complace anunciar hoy que, con el consentimiento de Su Santidad, estos 21 mártires serán insertados en el martirologio romano como signo de la comunión espiritual que une a nuestras dos Iglesias”
Los “mártires coptos” de Libia
El 15 de febrero de 2015, un grupo de 21 cristianos, entre ellos 20 egipcios pertenecientes a la comunidad copto-ortodoxa, y un católico ghanés, fueron ejecutados en una playa de Sirte (Libia), por miembros de las milicias del Estado Islámico en Libia.
De este hecho resultó que los 20 coptos fueron inscritos, el 21 de febrero de 2015, en el catálogo de los santos coptos, con el rango de mártires, por el primado de la Iglesia copta ortodoxa, Teodoro II. Y posteriormente, el 11 de mayo de 2023, Bergoglio anunció que los 21 mártires serían inscritos en el martirologio de la Iglesia católica. Lo cual es el equivalente a una canonización.
Todos estos pasos dados por estos falsos jerarcas de la Iglesia católica derivaron en que el 15 de febrero de 2024, se exhibieran en la capilla del coro de la Basílica de San Pedro las “reliquias” de estos “mártires”, entregadas al falso papa Bergoglio por el patriarca copto-ortodoxo, y en ese acto se pronunció una “oración ecuménica”.
Un Papa católico no tiene el poder de incluir en el martirologio a mártires de otra fe
Esta inscripción en el martirologio y esta veneración plantean un problema grave: independientemente del “martirio” de un fiel de una Iglesia no católica, un Papa católico no tiene el poder de inscribirlo en el martirologio, ni proponer la veneración, ni declararlo santo ante la Iglesia.
La cuestión fue abordada por Prosper Lambertini, futuro Benedicto XIV, Papa de 1740 a 1758, en su obra De servorum Dei beatificatione et de beatorum canonizatione, (Sobre la beatificación de los siervos de Dios y la canonización de los bienaventurados).
El célebre autor se pregunta concretamente si puede haber mártires fuera de la Iglesia Católica, considerando la muerte que sufren por su fe los no católicos. Su respuesta es sencilla y luminosa: sí, puede haber mártires fuera de la Iglesia, siempre que hayan muerto confesando la Doctrina Católica. Pero no es posible saber si estas personas murieron confesando la Verdad Católica o una creencia herética. Solo Dios lo sabe.
Por eso pueden ser mártires ante Dios que lee las conciencias – y recibirán la recompensa del martirio en el Cielo – pero no pueden ser mártires ante la Iglesia. En otras palabras, no pueden ser venerados como mártires ni celebrados como tales en la Iglesia. Evidentemente las palabras de Benedicto XIV son ignoradas en el actual Vaticano masónico.
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