Por Roger Simon
Coს1d-l9, primera parte, ya era bastante malo. Ahora, estamos leyendo y escuchando en numerosos lugares que coს1d-l9, parte dos, está en ciernes. En muchos sentidos, ya han comenzado con otra “variante” de coს1d, BA.2.86, “una cepa altamente mutada” que dicen haber registrado en Michigan, como excusa práctica.
Bienvenidos de nuevo a las mascarillas, los confinamientos, el “distanciamiento social”, las “სαcunαs” obligatorias para trabajar, los “refuerzos” sin fin, la prohibición de soluciones fáciles (baratas) como la ivermectina, las increíbles fortunas que están haciendo las empresas farmacéuticas y sus ejecutivos, el cierre de las escuelas, nuestros niños cada vez mas tontos, cada vez más atrasados en el nivel de grado, sin amigos y viviendo la vida a través de sus teléfonos inteligentes, innumerables quiebras de pequeñas empresas, todas nuestras grandes ciudades en una decadencia asombrosa, plagadas de delincuencia, subsidios falsos que crean aún más inflación, familias alienadas unas de otras, aislamiento, depresión, consumo excesivo de drogas, suicidio y, sobre todo, un control gubernamental extremo, ya sea a través de la Organización Mundial de la Salud (aliada con China) o de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (siendo esto último la intención subyacente de todo ello).
Es el comunismo a través de la sanidad, que algunos dicen que el propio Vladimir Lenin imaginó como la forma más eficaz de lograr su objetivo.
Cabe destacar que esto está empezando de nuevo justo en el momento en que nuestros países están saliendo por fin, al menos en cierta medida, de lo que denominaron “pαndem1α”.
No podemos permitir que se repita. Depende de nosotros impedirlo. Podemos negarnos a cumplir, debemos negarnos.
Este es un momento para que todos lean o relean “Desobediencia Civil” de Henry David Thoreau. Si esto sigue adelante como se rumorea de forma generalizada, sería un caso clásico de lo que describió el autor del siglo XIX: la ley civil (gubernamental) en conflicto con la ley superior.
Olvídate del boicot a las latas de cerveza. ¿Estás preparado para un boicot nacional a las mascarillas?
Sorprendentemente, esto ocurre después de que la Biblioteca Cochrane -la supuesta condición sine qua non para asimilar los estudios de investigación médica- nos dijera que apenas había diferencia, si es que la había, entre los que llevaban mascarillas y los que no, a la hora de contraer “el ს1rus”.
Además, Suiza, sede de muchas de las mayores empresas farmacéuticas del mundo, ha dejado recientemente de recomendar las “სαcunαs”, incluso para las personas consideradas de alto riesgo.
En tercer lugar, debido a una reciente demanda de tres médicos, la Administración de Alimentos y Medicamentos acaba de reconocer lo que la mayoría de nosotros sabíamos desde el principio: la ivermectina, mucho más barata, funciona contra el “coს1d”. Los países del Tercer Mundo que no podían permitirse las caras inoculaciones utilizaban ivermectina e hidroxicloroquina y les iba mejor que a nosotros.
En cuarto lugar, tenemos que dar las gracias a Robert F. Kennedy Jr. por su exhaustivo libro sobre el Dr. Anthony Fauci, que documenta hasta qué punto este hombre ha trabajado en contra del interés público y a favor del suyo propio durante tantas décadas. Si no has leído “Anthony Fauci Bill Gates Big Pharma: Una guerra global contra la Democracia y la Salud Pública”, te debes a ti mismo hacer el esfuerzo. Además, Kennedy tiene un nuevo libro para ser lanzado en octubre íntimamente relacionado con todo esto: “El encubrimiento de Wuhan: Y la aterradora carrera armamentística de las armas biológicas”.
Pese a todo lo que ya sabemos, la mayoría prefiere “seguir la corriente para llevarse bien” en lugar de enfrentarse con la autoridad o incluso abandonar viejos hábitos, por miserables que sean.
Sé que a veces me he sentido así y sospecho que la mayoría de la gente también. Sin embargo, para cambiar las cosas hay que enfrentarse a ese sentimiento, al cobarde que uno lleva dentro.
A lo que nos enfrentamos en nuestro país son muchos, posiblemente una mayoría.
Nuestro trabajo ahora es ayudarles a no vivir en la esclavitud de la atención médica. No será fácil. Hará falta mucha paciencia con gente dócil y asustada. Pero esa ahora es nuestra vocación, nos guste o no.
Sin embargo, cómo hacerlo no es tan difícil, al menos para empezar.
Di no a las mascarillas. (Y el resto de la idiotez fascista que las acompaña).
The Epoch Times
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