miércoles, 12 de enero de 2022

LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO Y EL SEDEVACANTISMO

Una opinión teológica es una posición que tiene pruebas defectuosas e insuficientes a su favor, por lo que no te sorprendería descubrir que lo contrario es cierto. 

Por Lee


El 18 de enero la Iglesia celebra la fiesta de la Cátedra de San Pedro en Roma, y el 22 de febrero la Cátedra de San Pedro en Antioquía, y lo viene haciendo desde el siglo IV. Sin embargo, en 1960 Juan XXIII suprimió estas fiestas del calendario litúrgico junto con algunas otras, como la de San Pedro Encadenado, el 1 de agosto. ¡Qué ironía que un usurpador de la propia Cátedra de San Pedro suprima esas fiestas en un nuevo calendario para una nueva religión! Es como si nos diera una pista de que, con sus propios actos, no pertenece a la misma Cátedra que aborrece y desprecia.

Muchos sitios web (incluido éste) ya han explicado muchos aspectos de la importancia del sedevacantismo. En este artículo voy a explicar por qué es de absoluta importancia para los católicos adherirse al papado y cómo la única opción que nos queda es el sedevacantismo para seguir siendo católicos.

Consideremos primero la obligación de los católicos de creer en el Vaticano I cuando dice:


SESIÓN 4 : 18 de julio de 1870

Primera constitución dogmática sobre la iglesia de Cristo
(Pastor Aeternus)

Capítulo 2. Sobre la permanencia del primado del bienaventurado Pedro en los pontífices romanos

«Para nadie puede estar en duda, y ciertamente ha sido conocido en todos los siglos, que el santo y muy bienaventurado Pedro, príncipe y cabeza de los Apóstoles, columna de la fe y fundamento de la Iglesia Católica, recibió las llaves del reino de nuestro Señor Jesucristo, salvador y redentor del género humano, y que hasta este día y para siempre él vive», preside y «juzga en sus sucesores» los obispos de la Santa Sede Romana, fundada por él mismo y consagrada con su sangre.

Por lo tanto, todo el que sucede a Pedro en esta cátedra obtiene, por la institución del mismo Cristo, el primado de Pedro sobre toda la Iglesia. «De esta manera permanece firme la disposición de la verdad, el bienaventurado Pedro persevera en la fortaleza de piedra que le fue concedida y no abandona el timón de la Iglesia que una vez recibió».

Por esta razón siempre ha sido «necesario para toda Iglesia -es decir para los fieles de todo el mundo-» «estar de acuerdo» con la Iglesia Romana «debido a su más poderosa principalidad», para que en aquella sede, de la cual fluyen a todos «los derechos de la venerable comunión», estén unidas, como los miembros a la cabeza, en la trabazón de un mismo cuerpo.

Capítulo 3. De la potestad y carácter del primado del Romano Pontífice

Por ello enseñamos y declaramos que la Iglesia Romana, por disposición del Señor, posee el principado de potestad ordinaria sobre todas las otras, y que esta potestad de jurisdicción del Romano Pontífice, que es verdaderamente episcopal, es inmediata. A ella están obligados, los pastores y los fieles, de cualquier rito y dignidad, tanto singular como colectivamente, por deber de subordinación jerárquica y verdadera obediencia, y esto no sólo en materia de fe y costumbres, sino también en lo que concierne a la disciplina y régimen de la Iglesia difundida por todo el orbe; de modo que, guardada la unidad con el Romano Pontífice, tanto de comunión como de profesión de la misma fe, la Iglesia de Cristo sea un sólo rebaño bajo un único Supremo Pastor. Esta es la doctrina de la verdad católica, de la cual nadie puede apartarse de ella sin menoscabo de su fe y su salvación.

Esta potestad del Sumo Pontífice de ninguna manera desacredita aquella potestad ordinaria e inmediata de la jurisdicción episcopal, por la cual los obispos, quienes han sido puestos por el Espíritu Santo como sucesores en el lugar de los Apóstoles, cuidan y gobiernan individualmente, como verdaderos pastores, los rebaños particulares que les han sido asignados. De modo que esta potestad es afirmada, apoyada y defendida por el Supremo y Universal Pastor; como ya San Gregorio Magno dice: "Mi honor es el honor de toda la Iglesia. Mi honor es la fuerza inconmovible de mis hermanos. Entonces yo recibo verdadero honor cuando éste no es negado a ninguno de aquellos a quienes se debe".

Además, se sigue de aquella potestad suprema del Romano Pontífice de gobernar la Iglesia universal, que él tiene el derecho, en la realización de este oficio suyo, de comunicarse libremente con los pastores y rebaños de toda la Iglesia, de manera que puedan ser enseñados y guiados por él en el camino de la salvación.

Por lo tanto, condenamos y rechazamos las opiniones de aquellos que sostienen que esta comunicación de la Cabeza Suprema con los pastores y rebaños puede ser lícitamente impedida o que debería depender del poder secular, lo cual los lleva a sostener que lo que es determinado por la Sede Apostólica o por su autoridad acerca del gobierno de la Iglesia, no tiene fuerza o efecto a menos que sea confirmado por la aprobación del poder secular.

Ya que el Romano Pontífice, por el derecho divino del primado apostólico, preside toda la Iglesia, de la misma manera enseñamos y declaramos que él es el juez supremo de los fieles, y que en todas las causas que caen bajo la jurisdicción eclesiástica se puede recurrir a su juicio. El juicio de la Sede Apostólica (de la cual no hay autoridad más elevada) no está sujeto a revisión de nadie, ni a nadie le es lícito juzgar acerca de su juicio. Y por lo tanto se desvían del camino genuino a la verdad quienes mantienen que es lícito apelar sobre los juicios de los Romanos Pontífices a un concilio ecuménico, como si éste fuese una autoridad superior al Romano Pontífice.

Capítulo 4: Del magisterio infalible del Romano Pontífice

Así los padres del cuarto Concilio de Constantinopla, siguiendo los pasos de sus predecesores, hicieron pública esta solemne profesión de fe: «La primera salvación es mantener la regla de la recta fe... Y ya que no se pueden pasar por alto aquellas palabras de nuestro Señor Jesucristo: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia", estas palabras son confirmadas por sus efectos, porque en la Sede Apostólica la religión católica siempre ha sido preservada sin mácula y se ha celebrado la santa doctrina. Ya que es nuestro más sincero deseo no separarnos en manera alguna de esta fe y doctrina, esperamos merecer hallarnos en la única comunión que la Sede Apostólica predica, porque en ella está la solidez íntegra y verdadera de la religión cristiana»

Y con la aprobación del segundo Concilio de Lyon, los griegos hicieron la siguiente profesión: «La Santa Iglesia Romana posee el supremo y pleno primado y principado sobre toda la Iglesia Católica. Ella verdadera y humildemente reconoce que ha recibido éste, junto con la plenitud de potestad, del mismo Señor en el bienaventurado Pedro, príncipe y cabeza de los Apóstoles, cuyo sucesor es el Romano Pontífice. Y puesto que ella tiene más que las demás el deber de defender la verdad de la fe, si surgieran preguntas concernientes a la fe, es por su juicio que estas deben ser definidas».

Finalmente se encuentra la definición del Concilio de Florencia: «El Romano Pontífice es el verdadero vicario de Cristo, la cabeza de toda la Iglesia y el padre y maestro de todos los cristianos; y a él fue transmitida en el bienaventurado Pedro, por nuestro Señor Jesucristo, la plena potestad de cuidar, regir y gobernar a la Iglesia universal».

Así el Espíritu Santo fue prometido a los sucesores de Pedro, no de manera que ellos pudieran, por revelación suya, dar a conocer alguna nueva doctrina, sino que, por asistencia suya, ellos pudieran guardar santamente y exponer fielmente la revelación transmitida por los Apóstoles, es decir, el depósito de la fe. Ciertamente su apostólica doctrina fue abrazada por todos los venerables padres y reverenciada y seguida por los santos y ortodoxos doctores, ya que ellos sabían muy bien que esta Sede de San Pedro siempre permanece libre de error alguno, según la divina promesa de nuestro Señor y Salvador al príncipe de sus discípulos: «Yo he rogado por ti para que tu fe no falle; y cuando hayas regresado fortalece a tus hermanos»


El problema de los que no se someten al Romano Pontífice

Si desde 
Juan XXIII a Francisco I son realmente los vicarios de Jesucristo en la tierra, entonces según el Vaticano I, su autoridad obliga a todas las conciencias católicas y sería cismático rechazarlos. Vemos una y otra vez a los llamados católicos tradicionales ignorando y ridiculizando a su papa como si fuera una creencia tradicional resistir a un papa. En su caso no es solo sobre mandatos pecaminosos sino contra su autoridad gobernante, su enseñanza, y mientras están tan empeñados en decir que son papas, actúan como si eso fuera lo único que les importa. No los defenderán de ninguna manera, sino que de hecho los denunciarán como si fueran los hombres más insignificantes de la tierra.

¿Cuándo en la historia de la Iglesia se ha resistido a un Papa en el día a día como vemos hoy? ¿Cómo es tradicional preservar la tradición resistiendo a un papa, cuando tradicionalmente los católicos siempre han obedecido al papa? ¿Cómo puede alguien atreverse a decir que un Papa puede equivocarse y seguir siendo la cabeza y maestro de toda la Iglesia? ¿No dijo San Roberto Belarmino "El Papa es el Maestro y Pastor de toda la Iglesia, por lo tanto, toda la Iglesia está obligada a escucharlo y seguirlo que si él se equivocara, toda la Iglesia se equivocaría". De Romano Pontifice, Libro IV, Capítulo 3


¿Podría un Concilio juzgar a un Papa si fuera un hereje?

Hay una creencia común entre los católicos pseudo tradicionales de que un concilio juzgará y depondrá al papa. Estas mismas personas (en su mayoría laicos) saben personalmente que sus papas son herejes, pero para evitar el sedevacantismo excusan a su papa para que los obispos y cardenales decidan eso por ellos, cuando saben que nunca sucederá ya, que la mayoría de los obispos y cardenales de la secta del Vaticano II están del lado de Francisco y suscriben el Vaticano II.

Desde que el Vaticano I declaró que el papa no puede ser juzgado por nadie, tenemos un bello ejemplo histórico escrito por el conde Joseph de Maistre en un libro llamado “El Papa” donde explica cómo los concilios son convocados por el papa para dirimir cuestiones y sólo él tiene la potestad de reunirlos y no al revés

El afirma:

Dondequiera que haya un Soberano, y en la economía católica su existencia es innegable, no puede haber asambleas legítimas sin él. Tan pronto como se pronuncia su veto, la asamblea se disuelve, o se suspende su poder co-legislativo; si se resiste, hay una revolución.

Esta verdad tan simple e indudable, que nunca puede ser rebatida, muestra en toda su luz, el extremo absurdo tan discutido: ¿Si el Papa está por encima del concilio, o el concilio está por encima del Papa? Porque es lo mismo que preguntar, con otras palabras, si el Papa está por encima del Papa o el concilio por encima del concilio.

Creo firmemente, que Dios ha preservado hasta ahora a los concilios verdaderamente ecuménicos de todo error contrario a la sana doctrina. Creo, además, que siempre los preservará así; pero como no puede haber concilio ecuménico sin el Papa, ¿qué significa la cuestión de si está por encima o por debajo del Papa?

¿Es el rey de Gran Bretaña superior al parlamento, o el parlamento está por encima del rey? De ninguna manera; pero el rey y el parlamento unidos constituyen la legislatura o la soberanía; pero no hay un habitante de tres reinos que no prefiera que su país sea gobernado por un rey sin parlamento que por un parlamento sin rey...

Sólo al Soberano Pontífice pertenece esencialmente el derecho de convocar concilios generales, que no excluyen la influencia moderada y legítima de los soberanos. Sólo él es juez de las circunstancias que requieren este remedio extremo. Los que pretenden asignar esta facultad a la autoridad temporal, pasan por alto el paralogismo en que han caído. Suponen una monarquía universal y (lo que es más) eterna. Se remontan, sin reflexionar, a aquellos tiempos en que todas las mitras del mundo podían ser convocadas por un solo cetro, o por dos. Sólo el Emperador podía convocar concilios generales, porque sólo él podía ordenar a los obispos que hicieran viajes extraordinarios. La mayor parte de las veces sufragaba los gastos de los mismos e indicaba el lugar en el que debían celebrarse. El Papa se limitaba a pedir estas asambleas, y a menudo las pedía sin obtenerlas
(pgs.12-14).


¿El sedevacantismo es sólo una opinión?

Una opinión teológica es una posición que tiene pruebas defectuosas e insuficientes a su favor, por lo que no te sorprendería descubrir que lo contrario es cierto. El sedevacantismo sería una conclusión teológica porque es una certeza absoluta que puede conectarse a las verdades de la Fe de tal manera que, si se niega, habría que negar también la Fe. Por lo tanto, de 
Juan XXIII a Francisco I, o son papas o no son papas, porque para determinar la obediencia y la unidad de la Fe habría que saber esto, que es precisamente por lo que es un tema importante. Debemos saberlo porque si no seguimos a un papa verdadero estamos en peligro de cisma, y si seguimos a un papa falso estamos en peligro de creer en una falsa doctrina. No hay término medio y es una pena que haya tantos llamados tradicionalistas incluso entre algunos sedevacantistas que tratan esto como si fuera sólo una opinión que se puede dejar al individuo cuando la unidad de fe y de gobierno son parte de la Única y verdadera Iglesia de cómo un católico tendría que seguirla.


El Catecismo del Concilio de Trento explica la importancia de la Unidad cuando dice:

Unidad de Gobierno

La Iglesia no tiene más que un solo soberano y un solo gobernador: el invisible, Cristo, a quien el Padre eterno ha hecho cabeza de toda la Iglesia, que es su cuerpo; el visible, el Papa, que, como legítimo sucesor de Pedro, Príncipe de los Apóstoles, ocupa la cátedra apostólica.

Es la enseñanza unánime de los Padres que esta cabeza visible es necesaria para establecer y preservar la unidad en la Iglesia. Esto lo percibió claramente San Jerónimo y lo expresó con la misma claridad cuando, en su obra contra Joviniano, escribió: Uno es elegido para que, mediante el nombramiento de una cabeza, toda ocasión de cisma pueda ser eliminada. En su carta al Papa Dámaso el mismo santo Doctor escribe: ¡Aléjate de la envidia, que cese la ambición de la grandeza romana! Hablo al sucesor del pescador y al discípulo de la cruz. No siguiendo a ningún jefe sino a Cristo, estoy unido en comunión con vuestra Santidad, es decir, con la cátedra de Pedro. Sé que sobre esa roca está construida la Iglesia. Quien quiera comer el cordero fuera de esta casa es profano; quien no esté en el arca de Noé perecerá en el diluvio...


Unidad en el espíritu, la esperanza y la fe

Además, el Apóstol, escribiendo a los Corintios, les dice que no hay más que un mismo Espíritu que imparte la gracia a los fieles, como el alma comunica la vida a los miembros del cuerpo. Exhortando a los efesios a conservar esta unidad, dice: Cuidad la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un solo cuerpo y un solo Espíritu. Así como el cuerpo humano se compone de muchos miembros, animados por una sola alma, que da la vista a los ojos, oído a los oídos y a los demás sentidos el poder de desempeñar sus respectivas funciones; así el cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia, se compone de muchos fieles. La esperanza, a la que estamos llamados, es también una, como nos dice el Apóstol en el mismo lugar; pues todos esperamos la misma consumación, la vida eterna y feliz. Por último, la fe que todos están obligados a creer y a profesar es una: No haya cismas entre vosotros, dice el Apóstol (1 Cor. 12:25). Y el bautismo, que es el sello de nuestra fe cristiana, también es uno.


Conclusión

Si Francisco I es el verdadero vicario de Jesucristo, ¿desde cuando un papa reza con los sacerdotes vudú y animistas a sus falsos dioses? ¿o simpatiza con Martín Lutero e incluso llega a decir que 'no se equivocó realmente en la justificación' y que 'es un testigo del evangelio'? ¿o dice que la Santísima Virgen María 'no nació santa'? ¿o dice que Cristo 'no descendió realmente a los infiernos'? ¿o llama a los ortodoxos orientales 'miembros y pastores de la Iglesia de Cristo'? ¿o dice que los sodomitas 'nacieron así'? ¿o dice que 'el error tiene derechos'? ¿o dice que 'los musulmanes adoran al mismo Dios que los cristianos'? ¿o invita a construir una liturgia más conforme con el protestantismo? ¿o tiene vínculos con la masonería y otras élites mundiales?

Se podrían añadir tantas cosas... pero Nuestro Señor fue claro "Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. Pero el asalariado, y el que no es pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas, y huye; y el lobo atrapa y dispersa las ovejas; porque es mercenario y no tiene interés en las ovejas. 
Yo soy el buen pastor; y conozco a las mías, y las mías me conocen" (San Juan 10: 11-14).

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