¿Veremos algún día a los sacerdotes y fieles adscritos a la Tradición beneficiarse de la solicitud reservada a “las periferias”?
Por el Abad Alain Lorans
En 2021 publicó el Motu proprio Traditionis custodes, cuyas draconianas condiciones pretenden restringir en la medida de lo posible el derecho de los fieles a la Misa de Siempre, con la esperanza de que algún día este derecho se extinga por completo.
Por un lado, existe un pseudo derecho a la comunión otorgado por la “misericordia pastoral”; y por otro lado, un verdadero derecho a la Misa de Siempre, erosionado y casi negado en nombre de “la unidad de la Iglesia”, comprometido por la falta de sumisión al magisterio conciliar del que reclama la Misa Novus Ordo.
Por una parte, hay una extrema preocupación por las “periferias de la Iglesia” y por otra parte, una absoluta severidad con respecto a quienes están apegados al Santo Sacrificio de la Misa, y quienes, siguiendo a los cardenales Ottaviani y Bacci -en su Breve examen crítico del Novus Ordo Missæ (1969) - afirman que la Misa de Pablo VI “se aparta de manera espectacular, en general y en detalle, de la teología católica de la misa, ya que se formuló en la XXIIª sesión del Consejo de Trento, que en definitiva se fijan los ‘cánones’ del rito, levantado una barrera infranqueable contra cualquier herejía que pueda socavar la integridad del Misterio”.
Estas dos actitudes contrapuestas manifiestan un sentimiento de paternidad inversamente proporcional: generoso con “las periferias”, riguroso con los católicos. Los primeros están invitados a compartir “la alegría del amor” (Amoris lætitia), incluso fuera del matrimonio cristiano; a estos últimos se les pide que obedezcan a los “guardianes de la tradición” (Traditionis custodes) que son los obispos. ¿Veremos algún día a los sacerdotes y fieles adscritos a la Tradición beneficiarse de la solicitud reservada a “las periferias”? y estas últimas, ¿conocerán el rigor de las llamadas al orden que los “guardianes de la tradición conciliar” conceden a las primeras?
Porque ahí es donde radica el problema: esta “alegría del amor” es distribuida por “los guardianes” de una “tradición” ni siquiera secular. Es una alegría conmovedora, basada en las arenas movedizas de una tradición “en desarrollo”, con una doctrina “ecuménicamente cambiante” (Declaración de Abu Dhabi, culto al Pachamama...) y una moralidad de geometría variable (Amoris lætitia...). Una “tradición en evolución”, cuyos frutos amargos, iglesias vacías y seminarios abandonados, ya indican que es biodegradable. Para que sus guardianes pronto tengan poco que conservar.
Boletín de la Fraternidad San Pío X
Fuente : DICI n ° 412
Por un lado, existe un pseudo derecho a la comunión otorgado por la “misericordia pastoral”; y por otro lado, un verdadero derecho a la Misa de Siempre, erosionado y casi negado en nombre de “la unidad de la Iglesia”, comprometido por la falta de sumisión al magisterio conciliar del que reclama la Misa Novus Ordo.
Por una parte, hay una extrema preocupación por las “periferias de la Iglesia” y por otra parte, una absoluta severidad con respecto a quienes están apegados al Santo Sacrificio de la Misa, y quienes, siguiendo a los cardenales Ottaviani y Bacci -en su Breve examen crítico del Novus Ordo Missæ (1969) - afirman que la Misa de Pablo VI “se aparta de manera espectacular, en general y en detalle, de la teología católica de la misa, ya que se formuló en la XXIIª sesión del Consejo de Trento, que en definitiva se fijan los ‘cánones’ del rito, levantado una barrera infranqueable contra cualquier herejía que pueda socavar la integridad del Misterio”.
Generoso para las periferias, riguroso para los católicos
Estas dos actitudes contrapuestas manifiestan un sentimiento de paternidad inversamente proporcional: generoso con “las periferias”, riguroso con los católicos. Los primeros están invitados a compartir “la alegría del amor” (Amoris lætitia), incluso fuera del matrimonio cristiano; a estos últimos se les pide que obedezcan a los “guardianes de la tradición” (Traditionis custodes) que son los obispos. ¿Veremos algún día a los sacerdotes y fieles adscritos a la Tradición beneficiarse de la solicitud reservada a “las periferias”? y estas últimas, ¿conocerán el rigor de las llamadas al orden que los “guardianes de la tradición conciliar” conceden a las primeras?
Porque ahí es donde radica el problema: esta “alegría del amor” es distribuida por “los guardianes” de una “tradición” ni siquiera secular. Es una alegría conmovedora, basada en las arenas movedizas de una tradición “en desarrollo”, con una doctrina “ecuménicamente cambiante” (Declaración de Abu Dhabi, culto al Pachamama...) y una moralidad de geometría variable (Amoris lætitia...). Una “tradición en evolución”, cuyos frutos amargos, iglesias vacías y seminarios abandonados, ya indican que es biodegradable. Para que sus guardianes pronto tengan poco que conservar.
Boletín de la Fraternidad San Pío X
Fuente : DICI n ° 412
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