A pesar de las condenaciones romanas con las que se vio dolorosamente sancionado, tanto él como su Fraternidad, por negarse a aplicar la reforma litúrgica, Marcel Lefebvre siguió adelante: «Obedecer - dijo- sería colaborar a la destrucción de la Iglesia». Prosiguió con su primer objetivo: formar sacerdotes llenos de celo por la verdadera doctrina y por la salvación de las almas. Además de Ecône, fundó un seminario en los Estados Unidos (1974), otro en la Suiza alemana (1975), que más tarde sería trasladado a Alemania (1977), un cuarto en Argentina (1979), un quinto en Francia (1986) y un sexto en Australia (1986).
Pieza clave de la Fraternidad: el priorato
El fundador, que fue también el primer Superior general, reunió a sus sacerdotes en retiros anuales, y les explicó que los prioratos en los que llevaban en comunidad una vida de oración, de estudio y de apostolado, son bastiones que deben irradiar a su alrededor a través de variados campos de apostolado. Junto a estos prioratos, la Fraternidad estableció capillas y misiones, como también escuelas primarias y secundarias. Los sacerdotes se veían ayudados en su ministerio por los Hermanos de la Fraternidad.
Gracias a dos de sus hermanas religiosas, Monseñor Lefebvre fundó sucesivamente la congregación de las Hermanas de la Fraternidad San Pío X y un Carmelo, que no tardó en propagarse (Bélgica, Francia, Suiza, Estados Unidos).
Algunas congregaciones de religiosas, tanto docentes como hospitalarias, unieron su actividad a la de los sacerdotes de la Fraternidad, mientras que otras asociaciones de sacerdotes o de religiosos, fundadas con el aliento de Monseñor Lefebvre (comunidades benedictina, capuchina o dominica), se vuelven hacia él.
‘La edad no aminora su paso’
El arzobispo recorrió el mundo para predicar la Fe pura e íntegra, sostener a las familias, alentar a los fieles. Igualmente, confirió el sacramento de confirmación a pesar del frecuente descontento de los obispos locales.
A la edad de 77 años, en 1982, renunció a sus funciones de Superior general de la Fraternidad y pasó el gobierno de la misma a su sucesor, el Padre Franz Schmidberger. Durante mucho tiempo siguió esperando que algún obispo se decida a asegurar después de él las confirmaciones y sobre todo las ordenaciones sacerdotales, o de forma más duradera, que Roma acabara reconociendo de nuevo la Fraternidad San Pío X dándole un estatuto canónico adaptado: la suficiente libertad de acción respecto de las diócesis, y la concesión de al menos un obispo, miembro de la Fraternidad, para conferir las santas órdenes.
‘Operación sobrevivencia’
Pero sus esfuerzos en este sentido ante las autoridades romanas fracasaron el mes de mayo de 1988. Dada su edad avanzada, y no queriendo dejar huérfanos a centenares de seminaristas y a miles de fieles, no le quedó otra opción que consagrar él mismo a cuatro obispos, a pesar de la oposición del papa Juan Pablo II. Así, el 30 de junio de 1988 consagró en Ecône, en unión con Monseñor de Castro Mayer, a sus sucesores en el episcopado.
Resignándose a incurrir injustamente en la pena de excomunión, consideró que la situación de necesidad de los fieles, causada por el modernismo de las autoridades eclesiales más elevadas, legitimaba estas consagraciones, a las que llamó «operación sobrevivencia».
Falleció el 25 de marzo de 1991 en la más perfecta paz de alma.
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