Por Manuel Zunin
La administración de Trump está limitando el uso de tejidos fetales obtenidos de abortos electivos para la investigación biomédica. ¿Debería el gobierno pagar por la investigación médica que usa tejido de fetos abortados? ¿Se puede utilizar el tejido humano como objeto de investigación? ¿Pueden los resultados positivos eventuales justificar tales medios? Este debate, cada vez más lento, ha vuelto a estallar, enfrentando a las fuerzas humanitarias y antiaborto en la administración Trump contra algunos científicos que dicen que el tejido es esencial para los estudios que podrían beneficiar a los pacientes.
Como dijo The New York Times: “el Departamento de Salud Humana (HHS por sus siglas en inglés) emitió una declaración en septiembre pasado diciendo que llevaría a cabo una revisión exhaustiva de todas las investigaciones que involucren tejidos fetales para garantizar la coherencia con los estatutos y las regulaciones”. La declaración citó “consideraciones legales, morales y éticas serias” y dijo que el departamento “continúa revisando si existen alternativas adecuadas al uso de tejido fetal humano en la investigación financiada por el HHS y asegurará que los esfuerzos para desarrollar tales alternativas sean financiados y acelerados”.
A mediados de diciembre del año pasado, representantes de la administración de Trump informaron a una universidad de California que no iban a extender sus proyectos de investigación por contrato con tejidos de abortos electivos.
Del mismo modo, en septiembre de 2018, los científicos de los Institutos Nacionales de la Salud en Bethesda, Maryland, fueron informados de que ya no podían adquirir tejido fetal nuevo para sus experimentos. Acciones similares se están llevando a cabo en otros institutos de investigación de América del Norte (ver AQUÍ en inglés) .
Bioethics Observatory
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