Un aspecto íntimamente relacionado con la Eucaristía es la Caridad, como respuesta que Cristo quiere dar desde nosotros al hermano que sufre, al pobre. Por ello, no podríamos ser fieles a la eucaristía que recibimos y adoramos, si no asumimos la actitud de Jesucristo frente al dolor.
Por Mons. José María Arancedo
Este fin de semana la Iglesia celebra la Fiesta del Corpus Christi, que este año coincide con la Colecta anual de Caritas. Nuestra mirada se dirige en este día a la presencia viva de Jesucristo en la Eucaristía; frente a ella sentimos la necesidad de hacer pública nuestra adoración como testimonio visible de fe y gratitud. En todos nuestros pueblos es común la procesión del Corpus Christi, aquí en la ciudad de Santa Fe la realizamos este sábado, hoy, a partir de las 15, 30. Desde ya los invito a todos.
La Eucaristía es la presencia viva de Jesucristo que ha querido quedarse como sacramento de nuestro alimento espiritual. El día de su despedida, el jueves santo, Jesús, tomando el pan, les dijo a los apóstoles: “tomen y coman esto es mi Cuerpo que se entrega por ustedes”, hagan esto en memoria mía. Esto es lo que la Iglesia ha recibido y nos trasmite en cada celebración de la Misa. La certeza de esta presencia llevó a los primeros cristianos, incluso en tiempos de persecución, a decirle a aquellos que les exigían renegar de su fe: “no podemos vivir sin la Misa del domingo”, porque en ella nos encontramos con Jesucristo que es la fuente de nuestra vida cristiana.
Un aspecto íntimamente relacionado con la Eucaristía es la Caridad, como respuesta que Cristo quiere dar desde nosotros al hermano que sufre, al pobre. Por ello, no podríamos ser fieles a la eucaristía que recibimos y adoramos, si no asumimos la actitud de Jesucristo frente al dolor. La pobreza es un tema ético y político, pero el pobre siempre será un tema evangélico. La presencia de la Iglesia cerca del pobre no es una estrategia o sentimiento ocasional, sino signo de fidelidad a Jesucristo.
Este fin de semana se celebra la Colecta de Caritas Argentina, bajo el lema: “Es posible, tu solidaridad transforma”. Lo que quiebra la solidaridad es la actitud de egoísmo o individualismo, que nos encierra en nuestros pequeños límites y no dejamos espacio en nuestra vida para el otro. La solidaridad nos enriquece, porque nos permite conocernos y abrirnos a esa dimensión que nos descubre como hermanos. Todo hombre es mi hermano, es el primer principio de la moral social y la base de una sociedad justa.
Al tiempo que deseo agradecer en este día a todos los voluntarios de Caritas la tarea que vienen realizando en cada Parroquia y Capilla, quiero alentarlos a todos a responder con generosidad hoy a este llamado que presenta, por diversas circunstancias sociales y políticas del país, una necesidad y urgencia que reclama de nuestra solidaridad. Es posible transformar este mundo herido, comencemos ya. Caritas nos presenta un camino posible, pero necesita de nuestra presencia.
Queridos amigos, no podemos negar los males de la pobreza, la violencia y la droga que destruyen la dignidad del hombre, pero no nos quedemos contemplando un mal, seamos protagonistas de un mundo nuevo al que Jesucristo nos convoca y del que Caritas es un camino concreto. Reciban junto a mi afecto y oraciones, mi bendición de Padre y Obispo.
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