¿No están de más los secretos en una sociedad que se dice únicamente benéfica y filantrópica?
Por Monseñor de Segur (1878)
V
PRIMERA Y TERRIBLE PRUEBA DEL APRENDIZ MASÓN
En el centro de la logia hay preparado un gran marco con papel un poco tirante, como los aros que atraviesan los volatineros en los circos ecuestres. Varios Hermanos sostienen este marco, instrumento de la primera prueba.
“¿Qué debemos hacer del profano?” pregunta el H∴ Terrible al Venerable. Y el Venerable responde: “Metedlo en la caverna”. Dos francmasones agarran al aspirante, lo lanzan con toda su fuerza sobre el marco, y el papel, desgarrándose, le abre paso. Otros dos Hermanos, colocados al otro lado, reciben al paciente en sus brazos entrelazados. Al mismo tiempo cierran con furia las dos hojas de la puerta, y se imita el ruido de cerrojos; de modo que el paciente puede creerse encerrado en la famosa caverna... Pásanse algunos momentos en un profundo silencio... ¡El silencio de la tumba!
De repente el Venerable (estornuda), da un fuerte martillazo (sobre no importa cuál objeto), manda al aspirante que se arrodille, y dirige una especie de súplica al Patrón del establecimiento, a quien llaman ellos el Gran Arquitecto del Universo. La francmasonería es muy pródiga de esta clase de plegarias, y pone el nombre de Dios en toda clase de salsas, lo cual es una hipocresía indigna, porque, como veremos más adelante, la francmasonería es atea, y el objeto supremo del francmasón es el culto de la Naturaleza, como se atreve a declararlo en uno de sus libros oficiales (1).
El Venerable manda al aspirante que se siente, por supuesto, con los ojos vendados, en un sitio erizado de puntas (para mayor comodidad), y le pregunta si persiste en su noble determinación; a lo que el otro responde majestuosamente que sí. Siguen algunas preguntas morales y descabelladas, un discurso patético del Venerable sobre los deberes de los francmasones, siendo el primero, dice, “guardar un silencio absoluto sobre los secretos de la francmasonería”.
Ya veremos si tales secretos guardan la armonía con todo ese ridículo ceremonial; fuera de que ¿no están de más los secretos en una sociedad que se dice únicamente benéfica y filantrópica?
No termina aquí el sainete. El Venerable pregunta al aspirante si puede dar su palabra de honor de que obra con sinceridad. A una indicación suya, el H∴ Sacrificador conduce al paciente “al altar”, y le hace beber en una copa de doble fondo. “Si no sois sincero -dice el Venerable- la dulzura de esta bebida se cambiará en sutil veneno”. Y gracias al mecanismo de la copa, hacen beber al de los ojos vendados primero agua clara, y luego una bebida amarga, seguida, como es natural, de mil mensajes. Al punto el Venerable, más zorro de lo que parece, exclama dando otro golpe de mazo: “¿Qué veo? ¿Qué significa esa súbita alteración del rostro? ¿Se habrá transformado ya en veneno esta dulce bebida?...¡Alejad al profano!”
El H∴ Terrible, conduce otra vez al aspirante a las dos columnas, y el Venerable añade: “Si pensáis engañarnos, no lo conseguiréis jamás; más valdría que os fueseis al momento; sois todavía libre. La seguridad que pudiéramos tener de vuestra perfidia os sería fatal y deberíais renunciar al ver de nuevo la luz del día. H... Terrible, volved a colocar este profano en el banquillo de las reflexiones”.
Si el postulante se decide continuar, se pasa a la segunda prueba...
Continúa...
1 - Los Francmasones
Nota:
1) El H∴ Ragón Curso filosófico e interpretativo de las iniciaciones antiguas y modernas.
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