martes, 8 de octubre de 2024

LA IGLESIA NO ES PECADORA

La Iglesia NO es “pecadora”. La Iglesia es Una, SANTA, Católica y Apostólica: Verdad de Fe, explícita, recogida y proclamada en el Credo.

Por el padre José Luis Aberasturi


Por nacimiento y por definición: así la hizo Jesucristo. Y así es. Y así permanece, mientras exista.

Por nuestra parte, todos sus hijos somos ciertamente “pecadores”. Sin exclusión. Sólo hay en Ella una y única excepción: la Santísima Virgen María.

Sí ha podido haber almas que no hayan tenido más que el Pecado Original. Ésto, también ha podido pasar; aunque es más una suposición que una certeza, pues se nos tendría que haber dicho por parte de Dios para saberlo con seguridad.

Pero todos los demás somos pecadores tout court y por la directa, pues “todos hemos pecado con responsabilidad personal”. Sin paliativos.

Por lo tanto, NO se puede poner en el mismo saco “Iglesia” y “pecadores”, por muy hijos suyos que sean: “los pecados de los hijos SON de los hijos: NO de los padres”. Ésto también está Revelado. Luego “va a Misa”.

A cada uno lo suyo.

Pero NO se puede decir de “la Iglesia” que es “pecadora”; o quizá y pretendiendo matizar lo que NO es matizable: “Santa y pecadora”. En absoluto.

Porque, de entrada y para más INRI: si la Iglesia es “pecadora” NO hay Salvación, ni fuera ni dentro de Ella. Lo de “extra Ecclesia nulla salus” se habría caído automáticamente por su propio peso. Sin otra posibilidad: si la Iglesia Católica no es Santa no pasa de ONG: en lo que, con suerte, ha quedado en tantos sitios.

Precisamente, lo que hace Jesucristo es: cargó sobre Sí con nuestros pecados, para Redimirnos y Salvarnos. Y lo puede hacer porque es Santo: Se hizo semejante en todo a nosotros, menos en el pecado. De ahí no se podía apear.

Lo mismo cabe afirmar de la Virgen Santísima: Corredentora, y Modelo de la Iglesia. Y lo mismo puede hacer y hace la Iglesia.

Como es lógico, cada uno -Cristo, la Virgen, la Iglesia- a su modo, a su manera y a su nivel; porque no son lo mismo ni actúan de igual modo y virtud. Pero los Tres con la misma Misión. Que sólo pueden llevarla a cabo desde su Santidad propia, constante y perpetua.

Es penoso, por decirlo suavemente, todo este lenguaje vacío de Doctrina, sin discernir, sin clarificar, sin enseñar, contradictorio…, sin sentido.

Lenguaje que inaugura y al que se abonan algunos con fruición en el CV II. Y que sólo cabe calificarlo de total e infumable CONFUSIÓN.

Una confusión que, para peor, sólo puede ser “intencional”. Es decir: que se busca ex profeso, y con afición de hooligans: de recién “convertidos” a la vorágine mundana.

Los “por qué” se utiliza este lenguaje imposible por irracional, tendrían que aclararlo sus autores. Al no hacerlo, no nos dejan más opción que poner de manifiesto lo que ES manifiesto: que no cabe: la Verdad está reñida con la confusión, con la oscuridad, con la contradicción…

Porque el lenguaje de toda la Escritura Santa es de un nítido que se hace luminoso por si mismo. No aparece, a lo largo de toda Ella, un doble lenguaje. Podríamos decir, con expresión coloquial que, dentro de Ella: “Al pan, pan y al vino, vino”. Y punto.

Y en Cristo exactamente igual. Incluso nos da este criterio para manejarnos: Sea vuestro hablar: sí, sí y no, no; que todo lo que excede de aquí, de mal procede.

Pues eso: para NO olvidarlo; y mucho menos los eclesiásticos que no sólo debemos hablar como Él nos indica; sino que únicamente debemos utilizar “sus” Palabras, que deben ser las nuestras. Ésta es nuestra grandeza, y nuestra garantía respecto a las almas, de ser “otro Cristo, el mismo Cristo”.

Por lo tanto, debemos huir como de la peste de cualquier tentación de “originalidad” al respecto: nada más lejos de nuestro “ser Cristo” por la Ordenación Sacerdotal, que pretender ser “originales”. La “originalidad” está reñida con ser Sacerdote, Obispo, etc.

Pero el mayor problema, siendo éste que acabamos de señalar ya de por sí más que notable, es que esa afirmación sobre la Iglesia -"Santa y pecadora": un imposible metafísico-, se hace en el contexto de pretender rechazar y denigrar los abusos sexuales que han arrasado la credibilidad de los eclesiásticos; y, de rebote y con razón, de la misma Institución: los eclesiásticos somos la parte visible del Misterio de la Iglesia. Y esos abusos se califican -delante de las cámaras, para que quede de manifiesto la postura “oficial y publica”-, como “vergüenza!”; añadiendo que “bastaría un sólo caso” para manifestar rechazo y repugnancia.

Da la impresión de que, al tildar a la Iglesia de “pecadora”, se pretendan “tapar” o, como mínimo, se intenten “minimizar”, los pecados de sus hijos: si la madre es así…, ya me dirás qué se puede esperar de los hijos!!! O sea: nada pues fuera de lo “normal”…

Denigrar, está muy bien; pero la Institución y sus miembros -la Jerarquía-, quedan sin credibilidad si callan sobre el “por qué” se ha llegado a ésto en la Iglesia Católica.

Puesto que incluso se han llegado a señalar distintas “sociedades” y/o ambientes homosexuales entre eclesiásticos y asimilados. Auténticas “mafias rosas” o “lobys gays”. Y no sólo en Roma, a la sombra del mismo Vaticano, como salió a la luz. O en USA. También las hay en España.

Ni una palabra al respecto. Y es lo más grave. Porque significa que ni se va a entrar a las causas -por tanto, NO se va a poner ningún remedio-, ni se va a perseguir lo existente y activo. Sí se van a hacer incluso Cardenales “aficionados” al mundillo…!!!

Por supuesto: pretender -"a buenas horas mangas verdes!"- que, con pagar a las víctimas, la Institución Eclesial ya ha cumplido con su papel, es salirse por la tangente, no arreglar nada, incidir en el error de lo actuado hasta ahora, y hacer más grande el desastre…

Y que se sigan produciendo tales cosas: el grito, por lo oficial, es: “caben todos, todos, todos!”. Y de ahí no se va a apear la oficialidad.

No se ha publicado, hace bien pocas semanas, que el James y la otra, van a estar en el sínodo como invitados de postín? Blanco y en botella.

Un último apunte al respecto, como demostración de lo que estoy escribiendo: No ha saltado al público conocimiento la muerte, en Bélgica, de un sacerdote inglés en una fiestecita homosex cargada de todo lo cargable?

Y toda esta desidia y “acogimiento” materno-eclesial de todos estos pobrecitos que tanto han sufrido la “crueldad” de la Iglesia, deja en un ridículo espantoso -muy en concreto: “con las vergüenzas al aire”-, a los de las indemnizaciones. Además de desautorizados.

Y lo de “vergüenza!”, no va a pasar de ser una pose más, que se suma a las ya habituales. Y es también y por lo mismo una nueva “sinrazón”. Nada Eclesial, por cierto.

San Juan nos alerta y previene, por si las moscas, que las hay: No queráis creer a todo espíritu, mas probad los espíritus, si son de Dios. No creyeran a cualquier espíritu (I Ioan 4, 37-39). Elemental: “…si son de Dios”; no vaya a ser que nos dejemos embaucar. Con todo y lo queramos o no, el efecto es el mismo: un desastre, quizá ya irremediable, puesto que:

Entregan su querida alma en las manos de sus enemigos (Ier., 12, 7).

Comenta sesudamente al respecto un famoso predicador de primeros del s. XVIII, que no se mordía la lengua precisamente, y que adquiere una grandísima actualidad: “Y ésta es solicitud de salvarse? Ay de mí, que antes parece ésta es una ansia frenética de perecer a despecho ajeno, y un convertirse los auxilios en daños, los socorros en riesgos, y los mismos antídotos en más nocivos venenos” (Cuaresma, padre Pablo Señeri, SJ, predicador y teólogo del Papa Inocencio XII, tomo I, sermón 7, pág 140, año 1717).

Denunciaba ya un mundo al revés, no católico, en el que se le daba la vuelta a las cosas, arrasando con lo católico.

Siempre nos quedarán las Palabras de Jesucristo: La Verdad os hará libres.

Por cierto: la primera “salvación” que nos trae es de nosotros mismos; pero también de la kultureta imperante, civil y eclesial.

Palabras remachadas con aquellas otras: El que crea se salvará; el que no crea, se condenará.

San Cipriano, converso desde estar en la pomada de la jet-set de Cartago, y elegido Obispo por su gran prestigio, confirmaba a sus fieles, perseguidos por los poderes públicos trufados de “religión oficial”, confirmándolos en la Fe genuina, la que Salva:

“Entonces se descubre toda la fuerza de la Fe, cuando eres traído a las conversaciones y al oprobio del vulgo [o de las autoridades: por lo civil, por lo Eclesial y/o por lo kultural]; y cuando te fortaleces con mente religiosa contra aquellas locuras populares [u oficialistas, del bando que sean], convenciendo y repugnado cualquiera cosa que el lenguaje profano echare sobre tu persona en injuria de Christo” (De Laud. Mart.).

Lo había aprendido en Isaías -entre otros sitios-: No queráis temer el escarnio de los hombres, y no queráis tener miedo de sus vituperios. Porque se los comerá el gusano, como se come el vestido; y los despedazará la polilla, como despedaza la lana. Más mi Salud durará eternamente (Isai. 51, 7).

Amén.


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