jueves, 13 de junio de 2024

EL ATAQUE CONTRA LAS HERMANAS CLARISAS DE BELORADO

Cuando la “misericordia” bergogliana se pone en acción, ocurren hechos miserables... 


Queridos hermanos en Cristo: 

Paz y bien.

Hoy nos vemos obligadas a publicar la realidad que estamos viviendo y que no parece de interés para los medios de comunicación.

Hace días que no podemos acceder a varias cuentas bancarias, dado que D. Mario ha tomado el control de las mismas, bloqueando de esta forma el acceso al fruto de nuestro trabajo diario

No podemos entender que una declaración pública y expresa de abandono de la Iglesia conciliar no tenga el efecto inmediato de nuestra exclusión del ámbito de aplicación del Código de Derecho Canónico. 

La prudencia no parece haber regido el obrar de las entidades bancarias, que parece haberse guiado más por la confusión mediática que por la lógica y la legalidad vigente

No obstante, D. Mario ha tenido mucho cuidado al elegir las cuentas: aquellas desde las que se tienen que realizar los pagos periódicos para zanjar las obras del monasterio de Orduña, no parecen ser de su interés.

Esta realidad tiene como consecuencia directa la imposibilidad de comprar desde los productos básicos para mantenernos, como el alimento y los materiales de cuidado de las hermanas mayores, hasta la materia prima para la elaboración de nuestros productos de chocolate, alimento para los animales de nuestra granja doméstica, pago de nóminas y demás pagos para mantener a flote el monasterio. 

D. Mario, que detenta el control de las cuentas corrientes, pretende que le solicitemos a él nuestro dinero, lo que supondría, de facto, el reconocimiento de la legitimidad de la usurpación

Pero lo cierto es que nuestros empleados se están viendo impelidos a ir al obispado de Burgos, a reclamar lo que por derecho les pertenece.

A todo esto, hay que sumar que el revuelo mediático parece haber creado un “todo vale” contra las monjas: lanzamiento de petardos y botes de humo al monasterio de madrugada, gritos, e incluso intrusiones en el perímetro de la clausura, también de madrugada, cámaras ocultas y acoso periodístico a todo aquel que entra o sale del monasterio, lo que nos hace plantear como necesaria la contratación de servicios de seguridad privada, para garantizar en lo posible nuestra integridad física y la conservación del patrimonio.


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