14 de Mayo: San Pacomio, abad y confesor
(✞ 348)
San Pacomio abad, padre y maestro de innumerables monjes y varón perfectísimo, nació de padres gentiles en la Tebaida.
Siendo ya de veinte años se halló en la guerra que Constantino emperador hizo a Majencio, tirano.
Llegando una vez al puerto de Tebas, Pacomio, con una legión de soldados hambrientos y fatigados por los trabajos y peligros en el mar, fueron acogidos por los cristianos de aquel puerto, los cuales les visitaron y les trajeron muchas cosas para comer, remediando con incomparable desinterés aquella gran necesidad que padecían.
Pacomio se admiró de lo que veía y preguntó qué gente era aquella tan nueva para él, y como le respondiesen que eran cristianos, alzó las manos al cielo y dijo:
- Señor Dios, que criaste el cielo y la tierra, yo te prometo servirte como cristiano.
Y desde aquel día comenzó el santo capitán a resistir a la sensualidad y terminada su milicia, se fue a la alta Tebaida donde moraban algunos siervos de Dios, por los cuales fue enseñado y bautizado.
Era discípulo del santo anciano Palemón, cuando yendo a la isla de Taberma el Señor le ordenó que edificase allí un monasterio y le dio una tabla en la que estaba escrita la Regla que había de guardar.
La vida de Pacomio fue perfectísima y como de hombre a quien Dios había escogido para capitán y maestro de tantos monjes.
No es fácil decir las gloriosas victorias que alcanzó sobre los enemigos infernales.
El Señor le dio dominio sobre las bestias feroces, y hasta los mismos cocodrilos del Nilo le servían, y cuando quería pasar el Nilo, ellos le transportaban de una parte a otra.
Tres años probaba a sus discípulos y no permitía que ninguno aspirase al sacerdocio.
Vino una hermana suya a visitarle, y no la quiso ver; le envió a decir que estaba sano, y que ella se volviese a su casa si ya no quería dar la mano al mundo y mover con su ejemplo a otras mujeres.
Con estas palabras se compungió su hermana, y se ofreció a obedecer al hermano, el cual le hizo hacer una casa apartada, que en breve fue monasterio de perfectísimas monjas.
Entrando una vez Pacomio a visitar un monasterio de los que estaban a su cargo, vio que algunos muchachos subían a una higuera grande para tomar higos sin licencia, y llegándose un poco más cerca, advirtió que un demonio estaba sentado en lo alto de la higuera.
A la mañana siguiente, la encontraron seca por la oración del santo.
Le concedió el Señor el don de lenguas para tratar en todas las lenguas a los extranjeros que venían a él.
Pacomio fundó muchos monasterios donde vivían como angeles unos siete mil monjes.
Finalmente cargado de daños y de merecimientos, el bienaventurado padre hizo juntar a sus Religiosos y con un semblante amoroso les avisó que el Señor le llamaba, exhortándoles a amarse entrañablemente en Cristo y habiéndoles echado su bendición, dio su espíritu al Señor a la edad de 110 años.
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