sábado, 11 de mayo de 2024

DECLARACIÓN DE LOS NIÑOS SOBRE LA FRATERNIDAD


¿Qué significa realmente vivir como hermanos y hermanas? En primer lugar, comprender que somos como las raíces de un árbol antiguo: nos abrazamos bajo tierra, sin siquiera darnos cuenta, en una alianza silenciosa de vida, apoyándonos contra las tormentas del tiempo.

¿Y qué sería de un árbol sin sus raíces? Las raíces de nuestra humanidad se hunden en el suelo fértil de la solidaridad, crecen en el jardín del encuentro, florecen en la paz de la creación y requieren un cuidado constante, una atención constante y un trabajo constante en el que todos debemos descubrirnos como jardineros atentos.

Nuestras raíces nos recuerdan que, a pesar de la diversidad de ramas, compartimos la misma vida, el mismo sueño, el de un mundo donde el amor sea el único fruto que verdaderamente pueda hacernos felices porque, como escribió el poeta argentino Bernárdez, “lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado”.

Por eso invitamos a cada adulto y a cada niño a plantar semillas de esperanza, a hacer brotar acciones de ternura; Sincronicemos nuestros corazones al ritmo del mundo porque somos viajeros de un mismo camino, buscadores de una misma verdad, somos una sola familia humana, y juntos podemos construir un planeta donde el amor derribe todas las barreras y donde la fraternidad sea la lengua madre de todos.

Creemos verdaderamente en los sueños: cuando somos niños, soñamos con un mundo donde todos, pero realmente todos, podamos tener un lugar donde sentirnos como en casa. Un lugar donde podemos ser nosotros mismos, ser vistos, amados, bienvenidos y apoyados.

Soñamos con un mundo donde todos los niños, en todas partes, puedan vivir en paz, donde sea posible crecer, estudiar, jugar, ser libres y felices.

Un mundo donde las diferencias no sean motivo de enfrentamiento ni de guerra, sino donde sean aceptadas porque todos somos diferentes, y eso hace que el mundo sea más hermoso. Un mundo donde los más débiles sean apoyados, sin ser juzgados; donde se espera y acompaña a los que tienen más dificultades para seguir el ritmo, y donde los que están más adelantados están dispuestos a esperar y ayudar; donde quienes tienen mayores posibilidades ayudan a quienes tienen dificultades.

¡Pero solos no podemos lograrlo!

También depende de vosotros: queremos ver adultos con relaciones positivas y serenas, basadas en la aceptación, la inclusión, el diálogo, el respeto, el perdón y la solidaridad.

Queremos ver que sois capaces de una amistad libre, de esa que ayuda a escalar las montañas del miedo, la tristeza, las dificultades y la soledad.

Mostradnos que la amistad sincera nos permite superar la opresión, el aislamiento y el miedo a sentirnos inadecuados.

Mostradnos que sois verdaderamente “hermanos y hermanas de todos”, sin distinción de nacimiento, situación económica, creencia religiosa, educación u origen étnico. Estamos dispuestos a ser amigos de todos, de todos, de todos, como nos enseñó Jesús, el Amigo más especial.

Ayudadnos a realizar nuestros sueños en un mundo mejor, donde tengamos la oportunidad de tener un futuro, sin que el futuro destruya poco a poco todos nuestros sueños.

Caminemos juntos, con vosotros, adultos, que nos acompañáis, por este camino de paz y comprensión, de fraternidad y crecimiento, de acogida y esperanza.

Sólo así, cuando juntos tengamos las manos sucias de tierra y el corazón lleno de cielo, nos descubriremos felices, nos descubriremos verdaderamente humanos, hermanos de todos y guardianes de nuestra casa común.


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