- ¿Puede explicar la diferencia entre bendiciones imprecatorias, aquellas que se dan a modo de orden en virtud de la autoridad espiritual de uno sobre alguna persona o cosa, y bendiciones deprecatorias, aquellas que se ofrecen a través de una oración de petición dirigida directamente a Dios? ¿Bajo qué categoría caen las bendiciones sacerdotales? ¿Se ha dado alguna vez el caso de que una bendición sacerdotal no sea un acto litúrgico como ha afirmado el cardenal Fernández?
- Una bendición imprecatoria es: “Yo”, luego “mi nombre”, luego hay una bendición, “te bendigo”. Un ejemplo clásico es una bendición que falta en la iglesia doméstica, dentro del hogar, y es muy simple: “Yo, tu padre, te bendigo en el nombre de nuestro Padre, Dios Todopoderoso”. Esa es una bendición imprecatoria correctamente dicha. Ahora bien, como cabeza de mi hogar y como padre de mis hijos, sólo puedo dar esa bendición en mi hogar y a mis hijos. Así que ese es un uso muy limitado de la forma imprecatoria.
La diferencia es que [con] un sacerdote del Dios Altísimo, todas sus bendiciones son imprecatorias, porque está configurado con Dios de una manera tan ontológica que no puede actuar “como un hombre”. La idea de que un sacerdote es sólo un hombre es una idea falsa. Hay un cambio ontológico, metafísico, que lo conforma con Dios Todopoderoso como un sacrificio apartado. En su vida, en sus pensamientos, palabras, acciones, todo debe concordar con eso, la nueva identidad, la nueva conformidad ontológica con Dios.
Y por eso [el cardenal] Fernández se equivoca en esto, como en muchas otras cosas, y no hay manera de explicarlo, no hay manera de maquillar nada. Cada bendición sacerdotal es un acto litúrgico, es una afirmación del estatus de esa persona dentro de la Iglesia. Ese es el sentido de la bendición.
- Si un sacerdote “bendice” a una pareja que vive en adulterio o fornicación, o a una “pareja” homosexual, ¿invitará esto a la actividad demoníaca en lugar de las bendiciones de Dios, ya que está invocando el nombre de Cristo y la Santísima Trinidad sobre una pareja constituida por una relación sexual mortalmente pecaminosa?
- El verdadero peligro de este tipo de bendición es que afirma al alma en un estado de pecado mortal habitual e impenitente. Y al hacerlo, esto se convierte en un momento decisivo para el sacerdote. ¿Qué significa eso? “Es mejor que le aten al cuello una piedra de molino y lo arrojen al mar, que extraviar a uno de estos pequeños” (Mt 18,6). Muy simplemente, este es un momento de piedra de molino para el sacerdote. Y es necesario decirlo. Como tal, esto es algo muy peligroso.
- La profanación del oficio sacerdotal mediante alguna actividad sacrílega, como el intento de impartir una bendición a una pareja constituida por una relación sexual pecaminosa, o mediante la comisión de algún pecado sexual, ¿invita o abre a un sacerdote a la actividad o influencia demoníaca?
- Absolutamente lo hace. Abre la puerta de par en par. La otra cosa también son los pecados de estos clérigos. Hay una lista de sacerdotes y obispos que han accedido a sitios web y lugares desviados, como Grindr, y otros que han visto material pornográfico y/o [cometido] pedofilia. Han estado involucrados en cosas inapropiadas y tienen asociaciones inapropiadas que son conocidas.
Deberían ser suspendidos, sencillamente. Esto debe abordarse. El fomento y la promoción del estilo de vida y la actividad homosexual entre el sacerdocio es absolutamente inadmisible. Está canónicamente prohibido. Y, sin embargo, es algo que se ha infiltrado en los seminarios hasta [tal] punto que hombres jóvenes, rectos y ortodoxos están siendo expulsados de los seminarios.
La asociación continua con McCarrick, el haber sido promovidos por él, el defenderlo - esas personas necesitan ser censuradas, si no laicizadas. Sin duda, deben ser investigados. Y lo mismo con la pedofilia. Esta jerarquía ha hablado de la boca para afuera sobre la pedofilia [y] sobre otras cosas, pero al fin y al cabo, no lo ha hecho adecuadamente, especialmente cuando tienes a un cardenal que preside una orgía y tiene antecedentes policiales por haberlo hecho varias veces, [que] ahora se convierte en portavoz de un falso acercamiento ecuménico o diálogo con masones que él conoce. Ni siquiera debería conocer a estas personas.
¿Cuándo diremos “¡Basta! ¡Basta! ¡Ya basta!” ¿Cuándo lo haremos?
- ¿Existen demonios de la homosexualidad, el adulterio y la fornicación que impulsan a bendecir y legitimar estos pecados dentro de la Iglesia? ¿Cómo se puede contrarrestar este ataque a la Iglesia y al matrimonio? ¿Cuáles son las armas espirituales que hay que utilizar?
- Excelente pregunta. Esto habla directamente de Nuestra Señora, la aparición en Fátima cuando Nuestra Señora dijo que el último ataque será contra el matrimonio. Es absolutamente el ataque al matrimonio. Ahora bien, debemos entender que en el santo Sacramento del matrimonio, matrimonio se toma de matris, que significa el oficio de la maternidad.
Este ataque es directamente contra la Santísima Madre y su maternidad de Cristo, Rey del Universo. Esto está militando contra la maternidad rectamente ordenada, el matrimonio.
Todo esto se convierte en una burla. Qué interesante que los hombres homosexuales se burlen de la feminidad. No se ven mujeres lesbianas burlándose de la hombría. Los hombres homosexuales se burlan de las madres. Se burlan de la maternidad. Se burlan de lo femenino. Y ahí es donde se centra el ataque. El foco del primer ataque estaba en la mujer, en Eva. Ahora vemos que esto se repite.
¿Cuáles son las armas? Las armas son volver a una época en la que había, no perfección, pero sí mucha más pureza de la que tenemos ahora; que es hablar abiertamente como grupo, como fieles laicos, y decir, no seremos llevados a este páramo aullante desprovisto de virtud, verdad y bondad, este páramo aullante de modernismo, relativismo y equivocación, este páramo aullante donde cualquiera puede ser llamado santo, pero nadie es santo, este falso ecumenismo que dice que la masonería puede ahora entrar en la Iglesia contra la que ha luchado constantemente, es al revés, lo correcto es lo incorrecto, que celebra a Martín Lutero, uno de los mayores enemigos de la Iglesia, y una persona cuyo nombre y cuya acción ha hecho más daño que cualquier otro individuo a la integridad del depósito de la fe.
Tenemos que detenernos y decir que debemos regresar a la razón correcta y al orden correcto.
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