domingo, 19 de noviembre de 2023

LA DESTITUCION DE JOSEPH STRICKLAND

¿Dónde está ahora Roma con su “Iglesia sinodal”, con la “Iglesia que escucha”, con la “Iglesia de la Misericordia”? Roma está actuando totalmente en contra de lo que ella misma proclama.

Por el obispo Rob Mutsaerts


La destitución del obispo estadounidense Joseph Strickland, de la diócesis de Tyler (Texas), sigue siendo una historia extraña. Strickland es conocido como un obispo humilde, equilibrado y leal a la Iglesia. También respetuoso con la ley. De ahí que acepte la 
destitución
. Su respuesta no es hostil al papa. Simplemente pide que se rece por él y que nos mantengamos fieles a la Iglesia.

Tuvo lugar una “visita apostólica” y, como resultado, se pidió a Strickland que dimitiera. Él no lo hizo. El pastor no quería abandonar a su rebaño. No se hicieron acusaciones concretas. A Strickland ni siquiera se le dio la oportunidad de ser escuchado. Francisco lo hace a menudo: él mismo firma la decisión. Es la máxima autoridad, no hay apelación ni defensa posible. Lo procedente sería un procedimiento canónico. Es extremadamente inusual verse privado de un procedimiento canónico. Son métodos que podríamos esperar ver en Corea del Norte, o en Roma en tiempos de Nerón. No parece haber razones que lo justifiquen. Strickland mantiene opiniones tradicionales y critica ocasionalmente el curso de los acontecimientos en el Vaticano. Al parecer, eso es suficiente para que le despidan como obispo de Tyler. ¿Dónde está ahora Roma con su “Iglesia sinodal”, con la “Iglesia que escucha”, con la “Iglesia de la Misericordia”? Roma está actuando totalmente en contra de lo que ella misma proclama.

Su destitución es tanto más extraña cuando se observa el estado de cosas en otras partes de la Iglesia: obispos que han encubierto abusos sexuales, miren la locura que está ocurriendo en Alemania donde se va directamente contra las directivas de Roma, obispos que proclaman herejías. Todo se tolera. Pero sólo en el caso Strickland se toman medidas drásticas.

Algunos de la Diócesis de Tyler parece que hicieron saber que no estaban contentos con el Obispo Strickland. Estoy seguro de que lo están. No hay ninguna diócesis en todo el mundo en la que todos estén contentos con su obispo. Por cierto, las quejas eran en su mayoría ad hominem. Strickland sigue proclamando que debemos permanecer fieles al credo de la Iglesia. Considera de gran importancia la Tradición Apostólica. Ésa ha sido siempre la postura de la Iglesia. Pero algo va muy mal en la Iglesia de hoy. Roma ha hecho del diálogo con el mundo secular una prioridad absoluta. De hecho, nuestra tarea es misionar en el mundo secular. Pero lo último que deberíamos hacer es abrazar puntos de vista seculares que son diametralmente opuestos al Evangelio. Roma está realmente obsesionada con la modernidad. Mientras tanto, no oigo a nadie hablar de nuestro negocio principal: la salvación de las almas. En el sínodo sobre la sinodalidad, apenas se habló de ello, si es que se habló. Los resultados no parecen ser tan malos. No, el sínodo no se trata de la Doctrina. Pero mientras tanto, está abriendo una brecha entre la Doctrina y la práctica pastoral. De eso se trata: de permitir en la práctica "por razones pastorales" lo que la doctrina desaprueba. Roma pone el listón cada vez más bajo. Nosotros deberíamos hacer lo contrario: subir el listón más alto, más cerca de Dios.

Hay motivos para preocuparse. No hay motivos para el pesimismo. Piense por un momento en el obispo Atanasio; el solitario que no estaba de acuerdo con la herejía de Adriano; sin embargo, ganó la discusión. O en John Fisher. El único obispo que se negó a firmar el Acta de Supremacía, el único obispo que no rompió con la Iglesia Católica Romana. Murió mártir, pero la Iglesia Católica Romana sobrevivió. Por cierto, piense en el primer Colegio de Apóstoles. Su primera aparición conjunta la leemos en el evangelio de Marcos: “Todos le abandonaron y huyeron” (Mc 14,50). Todos menos uno: Juan. Todo saldrá bien. Dios tiene la última palabra. Es Su Iglesia: la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica. Ningún concilio, padre de la Iglesia o santo le ha añadido la palabra “sinodal”.


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