Por Gary Isbell
Quienes lo padecen experimentan nerviosismo, una sensación inminente de peligro o pánico, aceleración del ritmo cardíaco, respiración acelerada, sudoración y falta de concentración. Los informes sobre la categoría de 18 a 24 años revelan que hasta la mitad sufre ansiedad o depresión. Por desgracia, no todo el mundo puede abordar estos problemas de forma eficaz.
Diferentes tipos de ansiedad
El aumento de la ansiedad no se limita a una única causa. Son muchas las fuentes de ansiedad que afligen a la nación. Entre ellas se incluyen:
◆ Ansiedad por extinción: El “debate ecológico” cuestiona la capacidad de la humanidad para sobrevivir en un futuro próximo. La referencia diaria al “cambio climático” crea la impresión de que el mundo podría acabarse pronto. Los individuos emocionales y los jóvenes impresionables sin ningún anclaje en la noción de la Divina Providencia o incluso en los datos científicos se creen la retórica y responden con ansiedad.
◆ Ansiedad por enfermedades: El miedo que rodea a las “pandemias globales” es comprensible, pero la aplicación de políticas de pánico empeoró los niveles de ansiedad. Este no fue el mejor enfoque. Los encierros, el cierre de escuelas, el enmascaramiento, la desinfección de los alimentos, el distanciamiento social, la cancelación de eventos, el cierre de iglesias y la inoculación obligatoria han contribuido significativamente a aumentar la ansiedad. Incluso hoy, tras el levantamiento de estas restricciones, algunas personas siguen enmascarándose y tomando medidas que reflejan esta ansiedad.
◆ Ansiedad por el estatus: Algunas personas se apresuran por destacarse en sus campos o en su vida social y se sienten inadecuadas y abrumadas cuando se enfrentan al rechazo o al fracaso. Esta sensación de fracaso es muy dura para las generaciones más jóvenes, acostumbradas a recibir premios de participación y validación constante sin esfuerzo. Esta ansiedad se ve agravada por las redes sociales, donde la gente compite entre sí para parecer la más feliz en Internet. Uno de los resultados es la aparición de jóvenes mimados, conocidos como “copos de nieve”.
◆ Ansiedad por hablar: Algunas personas sienten la necesidad de tener cuidado con cómo se expresan en público. El auge de las “políticas de identidad” da lugar a formas de dirigirse a los demás y al uso de “pronombres preferidos”. Las palabras equivocadas pueden hacer que las personas sean tachadas de “opresoras”, “intolerantes” u “odiosas”. El miedo a herir sensibilidades fomenta una cultura de microagresiones, avisos de activación, espacios seguros y cancelación.
◆ Ansiedad por la tecnología: La creciente dependencia excesiva de la tecnología lleva a buscar en este medio un fin. La gente ha empezado a buscar consuelo y respuestas en espacios virtuales como plataformas de encuentro en línea, redes sociales, servicios de streaming y videojuegos. Expresan el miedo a perderse algo cuando están desconectados. En consecuencia, estas actividades refuerzan los comportamientos adictivos, que a su vez aumentan el aislamiento y la ansiedad.
◆ Ansiedad espiritual: La cultura materialista actual satisface muchas necesidades corporales. Sin embargo, el lado espiritual de la humanidad -el más importante- queda desatendido. El alma busca sustitutos de la verdadera religión en las drogas, las supersticiones, las sectas y el ocultismo. Como estas cosas nunca satisfacen, la ansiedad y la desesperación penetran en el alma.
Tres ingredientes que faltan
Todas estas ansiedades tienen tres cosas en común: la falta de certeza, la supresión de la sociabilidad y la ausencia de Dios. En lugar de confiar en la medicación o en los tratamientos psicológicos de moda, la gente debería centrarse en el remedio natural a estas deficiencias: la práctica de la Fe.
La Fe Católica aborda la falta de certeza proponiendo al creyente un marco racional que explica el sentido y la finalidad de la vida. Ofrece las metas de la santificación y la vida eterna. La Enseñanza de la Iglesia y la Moral proporcionan los medios que orientan a la persona hacia un fin último.
La Iglesia proporciona una comunidad visible para ayudar a la persona en este arduo viaje. Gran parte de la vida dentro de la Iglesia se desarrolla en un entorno comunitario y familiar, como el Santo Sacrificio de la Misa, las devociones populares o las actividades parroquiales. La gente puede recurrir a muchas personas para aliviar ansiedades y crear confianza.
Por último, las personas pueden apelar a una realidad sobrenatural superior. Las personas con ansiedades pueden dirigirse a un Dios personal que las comprende y desea su bien. Dios permite a los fieles participar en su vida sobrenatural mediante la concesión de la gracia, que hace a las almas capaces de acciones más allá de la naturaleza humana. Está la Santísima Madre que cuidará de sus hijos con solicitud y afecto. La intercesión de los ángeles y de los santos está asegurada a quienes recurren a su ayuda.
Hacia soluciones reales
El drástico cambio de perspectiva y de valores entre la población en general, y especialmente entre las generaciones más jóvenes, condujo a la actual situación de ansiedad generalizada. Este cambio ha vaciado la vida de las personas y las ha dejado solas ante un mundo cruel.
La Virgen de Fátima se apareció en Portugal en 1917 y abordó estas cuestiones que ya estaban presentes en aquella época. Propuso soluciones que incluían la oración, la enmienda de vida y la penitencia. Advirtió de la desintegración de la sociedad y del orden si no se atendían estas peticiones. Es hora de confiar en Ella y, como buena Madre, tranquilizará a todas las almas angustiadas.
Tradition, Family Property
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