Por el padre Leonard Goffine (1648-1719)
Observaciones preliminares: Ten presente, oh, alma cristiana, que aquellos que estarían presentes en el santo Sacrificio de la Misa, si fuera posible, como los enfermos, los inválidos, los ancianos, los padres o madres que deben permanecer en casa con los niños pequeños, y por otras razones, están todos incluidos en el santo Sacrificio, es decir, toman parte en las oraciones de la Iglesia, en las bendiciones y méritos del Sacrificio, si tienen un deseo sincero de oír Misa.
El santo Sacrificio de la Misa se ofrece por todos los fieles. Como Cristo se ofreció por todos los hombres en la cruz, así se ofrece ahora en la Misa de modo incruento por todos, por lo que todos participan de las bendiciones y méritos de su sacrificio, quienes asisten a la Misa con sentimientos agradables a Él. Y si os quedáis en casa, el sacerdote reza, la Iglesia reza, nuestro Salvador Jesucristo se ofrece, y los méritos y bendiciones del santo Sacrificio fluyen hacia vosotros, si tan sólo lo deseáis de corazón, y unís vuestras oraciones en casa a las oraciones del sacerdote y de toda la congregación. Por lo tanto, arrodíllate en espíritu ante tu altar y haz devotamente una buena intención.
Buena intención:
Padre mío y Dios mío, Tú sabes cuán sinceramente quisiera asistir al Sacrificio de Tu amado Hijo, mi Redentor, que ahora te está siendo ofrecido sobre el altar por las manos del sacerdote; pero los obstáculos, como Tú sabes, me lo impiden.
Ya que ahora no puedo estar presente en tu santa casa, mira bondadosamente el deseo de mi corazón, y permíteme participar en las oraciones de tu santa Iglesia y en las bendiciones y méritos de tu divino Hijo, que murió por mí en la cruz, y de nuevo se ofrece incruentamente sobre el altar.
Con la misma intención con que el sacerdote ofrece el santo Sacrificio sobre el altar, yo también te lo ofrezco a Ti para tu alabanza y gloria, en acción de gracias por todos los dones y gracias que me has concedido, para reconciliarte conmigo, pobre pecador, y para el perdón de mis pecados, y con la más ferviente súplica de que seas para mí en mis preocupaciones y aflicciones, un Padre bondadoso, y por amor de tu Hijo Jesús no me niegues tu ayuda.
Oh mi santo Ángel de la Guarda, permanece a mi lado y une tus oraciones a las mías, para que sean aceptables a la Majestad de Dios, y tú, mi amada Madre María, ayúdame para que pueda asistir en espíritu al incruento Sacrificio de la Misa con la misma intención que tenías, cuando asistías al sangriento Sacrificio de la cruz.
Oh mi santo Ángel de la Guarda, permanece a mi lado y une tus oraciones a las mías, para que sean aceptables a la Majestad de Dios, y tú, mi amada Madre María, ayúdame para que pueda asistir en espíritu al incruento Sacrificio de la Misa con la misma intención que tenías, cuando asistías al sangriento Sacrificio de la cruz.
Amén.
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