Por Anthony Esolen
Los pastores deben tener “olor a ovejas”, dice Francisco.
No sé a qué huele Andrés Serrano. Puedo hacer una buena conjetura sobre su arte. Es el tipo que puso un pequeño crucifijo en un cubo lleno con su propia orina ("Cristo de pis") y luego lo fotografió. Francisco le honró recientemente con un “reconocimiento”.
Hace un par de años, al obispo de la diócesis donde hemos vivido en verano se le metió en la cabeza exigir que las parroquias quitaran los campanarios de sus iglesias. Creo que le preocupaban los gastos de mantenimiento.
Los feligreses, esas ovejas corrientes, no quisieron realmente complacerle. Cuando se trata de arte y arquitectura, a las ovejas no les gusta mucho lo raro y lo feo.
Toda mi vida he visto el mismo juego.
El padre quiere quitar el comulgatorio. Las ovejas no ven por qué es necesario, pero siguen adelante, refunfuñando.
Quieren, por así decirlo, que se les invite a las fiestas adecuadas. Así que, si las ovejas no se calientan ante un cubo de pis con el Señor crucificado dentro, si lo consideran una blasfemia y un fraude, tanto peor para ellas. Nosotros sabemos más que ellos. Nosotros hicimos un curso de arte moderno en la universidad. Nosotros entendemos su significado profundo: hacer una pausa para entornar los ojos mientras parecemos comulgar con lo divino.
Pues bien, después de varias generaciones que han espolvoreado con ese veneno, la mayoría de esas personas corrientes ya no tienen ninguna experiencia sobre la excelencia del arte sacro, y sus sacerdotes y obispos se encuentran muy a menudo en la misma posición, independientemente de cuál sea su postura en los temas mayoritariamente nauseabundos de nuestro tiempo.
“Oler a oveja”, entonces, es tratar de entender cuán desnuda y pobre ha sido nuestra educación, incluso mientras se nos ha hecho creer que “somos más sabios y mejores que nuestros antepasados”.
Tienes entonces la oportunidad sin precedentes de introducir a la gente en las tradiciones populares cuando les has robado las suyas propias y cualquier experiencia secundaria de las tradiciones de otros. Puedes mostrarles que el problema más flagrante de la "música folclórica católica" es que no es música folclórica en absoluto: tiene la estructura y las características melódicas de las melodías de espectáculo, pensadas para solistas, y por lo general, son melodías torpes.
La verdad es que el auténtico arte sagrado es para todos, y está ahí, esperando a que se le preste atención de nuevo, y a ser apreciado nuevamente.
Y creo que la gente responderá. ¿Por qué no? Porque el arte, en sus fuentes humanas y materiales, siempre surgió de los sentimientos más profundos y universales de la humanidad.
Uno ve “La Piedad” de Miguel Ángel, y aunque hay cientos de cosas fascinantes que un especialista puede decir sobre ella, uno sabe inmediatamente lo que está viendo, y le sobrecoge: es la Madre esencial, que llora la pérdida de su Hijo, que yace en su regazo, con las piernas y los brazos flojos, como si alguna vez fueran a volver a moverse.
O escuchas “La Pasión según San Mateo” de Bach, y cada vez que el coro entra a cantar una estrofa del Coral de la Pasión, "Oh sagrada cabeza, rodeada", sientes un escalofrío de reconocimiento, la majestuosa e inquietante melodía toca cuerdas en tu alma, y dices: "Enséñame más".
De hecho, esta gratificante labor de restauración y reintroducción se está llevando a cabo entre nosotros, aunque Francisco parece no ser consciente de ello, porque se junta con gente como Andrés Serrano, y no con gente como Duncan Stroik, el arquitecto que construye iglesias que parecen iglesias, como lugares que derivan su forma de las inspiraciones del culto divino, y no como centrales nucleares, almacenes, escarabajos de piedra o locutorios.
Estos artistas católicos no suelen pedir mucho, como tampoco piden mucho los curas trabajadores que “huelen a oveja”, es decir, los que se meten de verdad en la marea de aguas residuales que pasa por nuestra cultura, y que llegan a conocer a sus víctimas humanas.
El obispo quiere que se cambien los bancos, sin tener en cuenta las tallas ejecutadas por aquellos hombres de antaño que construyeron la catedral con sus propias manos. La gente no quiere, pero ¿quiénes son ellos para aconsejar a un obispo sobre lo que es bello?
El esnobismo del modernista es casi axiomático, pues ¿qué es el modernismo sino el rechazo, generalmente con desprecio, de las formas tradicionales, o incluso de la forma misma? Pero, ¿por qué los prelados de la Iglesia habrían de estar de acuerdo con el modernismo? No es difícil de explicar. A los responsables les gusta mucho parecer que están al tanto de todo, que están a la vanguardia, que llevan la voz cantante.
El esnobismo del modernista es casi axiomático, pues ¿qué es el modernismo sino el rechazo, generalmente con desprecio, de las formas tradicionales, o incluso de la forma misma? Pero, ¿por qué los prelados de la Iglesia habrían de estar de acuerdo con el modernismo? No es difícil de explicar. A los responsables les gusta mucho parecer que están al tanto de todo, que están a la vanguardia, que llevan la voz cantante.
Quieren, por así decirlo, que se les invite a las fiestas adecuadas. Así que, si las ovejas no se calientan ante un cubo de pis con el Señor crucificado dentro, si lo consideran una blasfemia y un fraude, tanto peor para ellas. Nosotros sabemos más que ellos. Nosotros hicimos un curso de arte moderno en la universidad. Nosotros entendemos su significado profundo: hacer una pausa para entornar los ojos mientras parecemos comulgar con lo divino.
Pues bien, después de varias generaciones que han espolvoreado con ese veneno, la mayoría de esas personas corrientes ya no tienen ninguna experiencia sobre la excelencia del arte sacro, y sus sacerdotes y obispos se encuentran muy a menudo en la misma posición, independientemente de cuál sea su postura en los temas mayoritariamente nauseabundos de nuestro tiempo.
“Oler a oveja”, entonces, es tratar de entender cuán desnuda y pobre ha sido nuestra educación, incluso mientras se nos ha hecho creer que “somos más sabios y mejores que nuestros antepasados”.
Una de las bazofias del “padre” Rupnik que el Vaticano pretende que creamos que es Arte
La verdad es que el auténtico arte sagrado es para todos, y está ahí, esperando a que se le preste atención de nuevo, y a ser apreciado nuevamente.
Y creo que la gente responderá. ¿Por qué no? Porque el arte, en sus fuentes humanas y materiales, siempre surgió de los sentimientos más profundos y universales de la humanidad.
Uno ve “La Piedad” de Miguel Ángel, y aunque hay cientos de cosas fascinantes que un especialista puede decir sobre ella, uno sabe inmediatamente lo que está viendo, y le sobrecoge: es la Madre esencial, que llora la pérdida de su Hijo, que yace en su regazo, con las piernas y los brazos flojos, como si alguna vez fueran a volver a moverse.
O escuchas “La Pasión según San Mateo” de Bach, y cada vez que el coro entra a cantar una estrofa del Coral de la Pasión, "Oh sagrada cabeza, rodeada", sientes un escalofrío de reconocimiento, la majestuosa e inquietante melodía toca cuerdas en tu alma, y dices: "Enséñame más".
De hecho, esta gratificante labor de restauración y reintroducción se está llevando a cabo entre nosotros, aunque Francisco parece no ser consciente de ello, porque se junta con gente como Andrés Serrano, y no con gente como Duncan Stroik, el arquitecto que construye iglesias que parecen iglesias, como lugares que derivan su forma de las inspiraciones del culto divino, y no como centrales nucleares, almacenes, escarabajos de piedra o locutorios.
Pulgar para arriba para el blasfemo Serrano
Cuando alabas a Serrano, le tuerces el brazo a innumerables artistas, compositores, músicos, poetas, novelistas y arquitectos católicos, cuyos principales obstáculos no han venido de las ovejas, sino de los burócratas de la cancillería.
Estos artistas católicos no suelen pedir mucho, como tampoco piden mucho los curas trabajadores que “huelen a oveja”, es decir, los que se meten de verdad en la marea de aguas residuales que pasa por nuestra cultura, y que llegan a conocer a sus víctimas humanas.
¿Reconocimiento, una palabra de aprobación de vez en cuando, una pizca de gratitud?
Eso estaría más allá de sus expectativas. Sobre todo, les gustaría que les dejaran en paz para hacer ese trabajo duro e ingrato.
Eso significa que les gustaría que no despreciaras su trabajo; que es lo que haces cuando das el visto bueno a Andrés Serrano; y cuando hueles los salones del prestigio y el poder.
The Catholic Thing
Eso significa que les gustaría que no despreciaras su trabajo; que es lo que haces cuando das el visto bueno a Andrés Serrano; y cuando hueles los salones del prestigio y el poder.
The Catholic Thing
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