martes, 18 de julio de 2023

BAJADA DE PANTALONES

O subida de sotana, que para el efecto deseado viene a ser lo mismo.

Por el padre Jorge González Guadalix


Somos expertos. Vivimos permanentemente asustados por el qué dirán, por si los otros se enfadan, pensando que lo que importa es llevarse bien, no tener problemas, que es mejor aguantar y ceder.

Tenemos miedo a los políticos, por eso presentamos una Iglesia acomodaticia, bobalicona, que va cediendo una y otra vez, sin darnos cuenta de que no nos toman en serio, de que nos han encontrado las cosquillas y que, además, saben que cada día pueden apretarnos un poco más porque estamos confundiendo caridad y generosidad con oferta de retambufa. Lo saben. Y cada vez se hace más complicado retomar lo perdido.

Más que miedo, es horror a los medios de comunicación. No digas, no prediques, no hables de ciertas cosas, imagínate si te sacan en La Sexta, si hablan de ti en Telemadrid, si te dedican un artículo en las redes. Mejor la prudencia, que acabamos confundiendo con dejar el tafanario al aire.

Pavor a lo que digan los medios de información religiosa. Terror, horror y pavor. ¡Imagina que te dedica un artículo “La cigüeña de la torre”! Qué miedo. Eso no, que pierdes el fondillo.

Pánico a la llamada del obispo, de cualquier extensión del obispado correspondiente. ¿Es que he dicho algo en contra del Magisterio de la Iglesia? Hombre, eso no. ¿He negado la legitimidad de Francisco o de mi obispo diocesano? ¿He faltado al respeto? Que no va por ahí. Es que, ya me lo sé, hay que ser prudentes, evitar el conflicto, llevarse bien.

Ya, pero es que me puede suceder que el periodista de turno pretenda que trague cosas imposibles de creer o de aceptar, o que el político me pida que le regale las llaves de la iglesia. Puedo decir que nunca más volveré a afirmar que el aborto es un asesinato y ceder las llaves del templo para que el político vea que hay buena voluntad. El próximo capítulo será pedir por favor al político, que me permita celebrar misa.

Es igual. No espabilamos ni espabilaremos.

Y cuanto más al aire las vergüenzas, más nos tocan los principios fundamentales. Eso sí, nosotros felices porque lo importante es no crispar. Es decir, nos dan por todos lados y encima toca sonreír porque hay que saber convivir y dialogar con todos. Sigan.


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