DECLARACIÓN SOBRE LA FRATERNIDAD HUMANA
ROMA, Plaza de San Pedro, 10 de junio de 2023
“Somos diversos, somos diferentes, tenemos culturas y religiones distintas, pero somos hermanos y queremos vivir en paz” (Papa Francisco).
Cada hombre es nuestro hermano, cada mujer es nuestra hermana, siempre. Queremos que todos vivan juntos, como hermanos y hermanas en el Jardín que es la Tierra. El Jardín de la fraternidad es la condición de toda vida.
Somos testigos de cómo, en cada rincón del mundo, la armonía perdida vuelve a florecer cuando se respeta la dignidad, se enjugan las lágrimas, se remunera justamente el trabajo, se garantiza la educación, se cuida la salud, se aprecia la diversidad, se restaura la naturaleza, se honra la justicia y las comunidades afrontan su soledad y sus miedos.
Juntos, elegimos vivir nuestras relaciones desde la fraternidad, alimentadas por el diálogo y por un perdón que “no significa olvido” (FT, n. 250), sino renuncia y no “cede a la misma fuerza destructora” (FT, n. 251) cuyas consecuencias sufrimos todos.
Unidos al Papa Francisco, queremos reafirmar que “la auténtica reconciliación no huye del conflicto, sino que se realiza en el conflicto, resolviéndolo mediante el diálogo y la negociación abierta, honesta y paciente” (FT, n. 244). Todo ello en el contexto del marco de los derechos humanos.
Queremos gritar al mundo en nombre de la fraternidad: ¡Nunca más la guerra! Son la paz, la justicia, la igualdad las que guían el destino de toda la humanidad. ¡No al miedo, no a la violencia sexual y doméstica! Hay que poner fin a todos los conflictos armados. No más armas nucleares, no más minas terrestres. No más migraciones forzadas, limpiezas étnicas, dictaduras, corrupción y esclavitud. Detengamos la manipulación de la tecnología y la IA, antepongamos la fraternidad al desarrollo tecnológico, para que lo impregne.
Animamos a los países a promover esfuerzos conjuntos para crear una sociedad de paz, por ejemplo instituyendo Ministerios de Paz.
Nos comprometemos a sanar la tierra manchada por la sangre de la violencia y el odio, por las desigualdades sociales y la corrupción del corazón. Contrarrestemos el odio con el amor.
La compasión, el compartir, la generosidad, la sobriedad y la responsabilidad son para nosotros las opciones que alimentan la fraternidad personal, la fraternidad del corazón.
Cultivar la semilla de la fraternidad espiritual empieza por nosotros. Basta con plantar una pequeña semilla cada día en nuestras relaciones: nuestros hogares, barrios, escuelas, lugares de trabajo, plazas públicas y dentro de las instituciones que toman decisiones.
Creemos también en la fraternidad social que reconoce la igual dignidad de todos, fomenta la amistad y la pertenencia, promueve la educación, la igualdad de oportunidades, el trabajo digno y la justicia social, la hospitalidad, la solidaridad y la cooperación, la economía social solidaria y una transición ecológica justa, una agricultura sostenible que garantice el acceso a los alimentos para todos, favoreciendo así relaciones armoniosas basadas en el respeto mutuo y el cuidado del bienestar de todos.
En esta perspectiva, es posible desarrollar acciones de proximidad y leyes humanas, porque “la fraternidad reclama necesariamente algo más grande, que a su vez potencia la libertad y la igualdad” (FT, n. 103).
Juntos, queremos construir una fraternidad medioambiental, hacer las paces con la naturaleza, sabiendo que “todo está en relación con todo lo demás”: el destino del mundo, el cuidado de la creación, la armonía de la naturaleza y los estilos de vida sostenibles. Queremos construir el futuro sobre las notas del Cántico de las Criaturas de San Francisco, el canto de la Vida eterna. La trama de la fraternidad universal teje los hilos de los versos del Cántico: todo está en relación, y en relación con todo y con todos está la Vida.
Por eso, nosotros, reunidos con ocasión del primer Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana, hacemos un llamamiento a todas las mujeres y hombres de buena voluntad para que hagan suyo nuestro llamamiento a la fraternidad. Nuestros hijos, nuestro futuro, sólo pueden prosperar en un mundo de paz, justicia e igualdad, en beneficio de la única familia humana: sólo la fraternidad puede generar humanidad.
De nuestra libertad depende querer la fraternidad y construirla juntos, en unidad. Únete a nosotros para firmar este llamamiento a abrazar este sueño y transformarlo en prácticas cotidianas, para que llegue a la mente y al corazón de todos los dirigentes y de quienes, a todos los niveles, tienen una pequeña o gran responsabilidad cívica.
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