Por Leonardo Guerra
Todo el asunto coს1d-l9 nunca ha tenido nada que ver con la defensa de la salud pública, sino todo lo contrario. Por el contrario, siempre se ha tratado de contribuir a la transformación de las personas y de la sociedad, debilitándolas a todos los niveles. El ser humano, según los poderosos del mundo, debe convertirse en un “bien” rastreable digitalmente, en un código QR, y la sociedad en una masa controlable y maleable.
Para conseguirlo, casi todos los políticos, periodistas, y muchos científicos, médicos, profesores, jueces, etc. se han alineado, han mentido y seguirán haciéndolo, interesados sólo en su propio beneficio personal, su carrera, sus ventajas materiales, a costa de la vida de los demás.
El bien se ha convertido en mal y el mal en bien. Han ido tan lejos como para pedirnos que: “no creamos a nuestros propios ojos, sino sólo a los suyos...”
Con la guerra contra los ს1rus, contra los rusos, contra el camb1o cl1mát1co, quieren que nos acostumbremos a tener siempre un enemigo al que combatir de forma hetero-dirigida y a renunciar constantemente a la verdad.
Estamos ante una transformación antropológica de nuestra sociedad y civilización, programada (¿será la “nueva normalidad”?).
El sentido de comunidad, en el que todos contribuían al bienestar de todos, ha sido erradicado. Nos hemos sumido en un “tecnofeudalismo” imbuido de individualismo tecnocrático y materialismo nihilista.
Han vaciado progresivamente desde dentro la consistencia, la estructura y la identidad constitutivas del ser humano. Llevan décadas conspirando a nuestras espaldas para cercenar nuestras raíces socioculturales (grecorromanas) y religiosas (cristianas), borrando a Dios del corazón de las personas, el sentido y el propósito de la vida en esta tierra. El vacío resultante generado en la gente fue rápidamente llenado por los valores del individualismo, el materialismo y el consumismo nihilista.
Para muchos de estos poderosos se trata de un mecanismo subconsciente impulsado por una mente y una razón totalmente materializadas, con la conciencia y el conocimiento anclados y confinados permanentemente en el tronco encefálico (la parte ancestral de nuestro cerebro, que gobierna los instintos más bajos y primordiales: la codicia, el miedo, la competencia por la supervivencia, etc. etc.). Así se convirtieron inmediatamente en cómplices de esta élite globalista, nuestros verdugos. Ahora acusan y acusarán (incluso frente a hechos objetivos irrefutables) a todos los que dicen y dirán la verdad, de ser “fraudes” para encubrir su verdadero carácter moral y ético, cuando se exponen a la confrontación y al escrutinio públicos.
¿Con qué desvergüenza han podido y pueden seguir haciéndolo? Desgraciadamente, están legitimados por el inmovilismo y la falta de coraje de la mayoría de la población.
Entonces, ¿qué se necesita para provocar un cambio rápido en una situación tan compleja y aparentemente insoluble?
Lo que se necesita es una urgente recuperación de la conciencia y de la razón humana a nivel individual, en todas las personas de buena voluntad. El despertar del coraje y de actuar en favor de lo que es justo hasta alcanzar una cuota de población suficiente para oponerse eficazmente a sus planes inhumanos y hacerles comprender claramente que el “maleficio” ha terminado y que deben prepararse para responder de su comportamiento, no sólo ante Dios.
Il Blog di Sabino Paciolla
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