La Civilta cattolica ha publicado la conversación que mantuvo el papa Francisco con los jesuitas en Hungría. Como suele acostumbrar, este rato de conversación vuelve a ser lo más interesante junto con la rueda de prensa que ofrece al terminar sus "viajes apostólicos".
Siguiendo el formato pregunta-respuesta, Bergoglio se reunió en la Nunciatura con 32 jesuitas. Hablando sobre los jóvenes, Francisco destacó la importancia del testimonio. “Sin testimonio no se hace nada. Y dar testimonio significa coherencia de vida”, afirmó. El pontífice animó a hablar con claridad y mostrarles coherencia a los jóvenes.
“Los jóvenes no toleran el doble lenguaje, para mí esto está claro. Pero hablar con claridad no significa en absoluto ser agresivos. La claridad debe ir acompañada siempre por la amabilidad, la fraternidad y la paternidad”, agregó el santo padre.
Uno de los jesuitas le hizo una interesante pregunta: “¿Qué podemos hacer para amar a los abusadores? Quisiera ofrecer la compasión y el amor que el Evangelio me pide para todos, incluso para el enemigo. Pero, ¿cómo es posible?”.
A pesar de que en estos momentos se habla día sí y día también de abusos y de misericordia- pero por separado- la pregunta pilló a Bergoglio por sorpresa. “No es para nada fácil. Hoy hemos comprendido que la realidad del abuso es muy amplia: hay abusos sexuales, psicológicos, económicos, con los inmigrantes… Tú te refieres a los abusos sexuales. ¿Cómo acercarnos, cómo hablar con los abusadores por los que sentimos repugnancia? Sí, ellos también son hijos de Dios. Pero, ¿cómo podemos amarlos? Tu pregunta es muy fuerte”, dijo Francisco responder a la pregunta planteada.
Francisco aseguró que “el abusador debe ser condenado, sin duda, pero como un hermano. Una condena entendida como un acto de caridad. Hay una lógica, una forma de amar al enemigo que se expresa así. Y no es fácil comprenderla y vivirla. El abusador es un enemigo. Cada uno de nosotros lo siente así porque empatiza con el sufrimiento de los abusados”.
Bergoglio añadió que “cuando sentimos lo que el maltrato deja en el corazón de los abusados, la impresión que nos llevamos es tremenda. Incluso hablar con el abusador nos provoca repulsión, no es fácil. Pero ellos también son hijos de Dios. Y se necesita una pastoral para ellos. Merecen un castigo, pero también atención pastoral. ¿Cómo hacerlo? No, no es fácil. Tienes razón”, concluyó sin ofrecer una respuesta clara y concreta.
Críticas a la “resistencia” y al “restauracionismo”
Otra de las preguntas dirigidas al obispo de Roma versó sobre el mandato del Concilio Vaticano II y la relación entre la Iglesia y el mundo moderno.
Bergoglio volvió a sacar la artillería contra lo que considera “la tentación del indietrismo”, que significa volver hacia atrás, en clara alusión a los defensores de la Tradición Católica.
Francisco subrayó que “el Concilio está todavía en vías de aplicación. Y sé que las resistencias son terribles. Hay un restauracionismo increíble. Lo que yo llamo en italiano ‘indietrismo'”.
“Retrocediendo no se conserva la vida, nunca. Hay que cambiar, como escribe San Vicente de Lerins, cuando afirma en Commonitórium primum que también el dogma de la religión cristiana progresa, consolidándose con los años, desarrollándose con el tiempo, profundizándose con la edad”, agregó.
Bergoglio insistió en señalar que “el peligro hoy es el indietrismo, la reacción contra lo moderno. Es una enfermedad nostálgica. Este es el motivo por el cual decidí que en adelante la concesión de celebrar según el Misal Romano de 1962 fuese obligatoria para todos los sacerdotes recién consagrados”.
“Después de todas las consultas necesarias, lo hice porque vi que esa medida pastoral, bien hecha por Juan Pablo II y Benedicto XVI, estaba siendo usada de modo ideológico, para retroceder. Había que parar este indietrismo, que no formaba parte de la visión pastoral de mis predecesores”, añadió Bergoglio.
InfoVaticana
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