Por Leonardo Guerra
La tradición cristiana, que es parte fundamental de nuestra identidad, enseña claramente que “.... todo árbol se reconoce por sus frutos” (Mateo 7:16-20). “....ningún árbol puede ocultar su verdadera naturaleza e identidad”. Sin embargo, las raíces filosóficas y religiosas de nuestra cultura milenaria han sido deliberadamente cercenadas y/o corrompidas con la plena colaboración de las instituciones encargadas de salvaguardar su esencia y autenticidad originales.
Uno de los principales problemas de la situación que estamos viviendo, en mi opinión, es el siguiente: “Cuando los hombres deciden no creer en Dios, entonces no creen en nada, entonces se vuelven capaces de creer en cualquier cosa” - Gilbert K. Chesterton.
Las masas, por lo tanto, se inclinan cada vez más a vivir y “reaccionar” desde las entrañas, a seguir creyendo y confiando en las falsas promesas de la clase dirigente de su país, convirtiéndose así, de hecho, en hetero-dirigidas.
Privados, por lo tanto, de la necesaria conciencia, la posibilidad de aprender incluso ante las evidencias puestas ante sus ojos les está prácticamente vedada, como consecuencia de la constante manipulación de su percepción de la realidad.
Desde los años 70, la teoría económica del globalismo se pregonaba como la “panacea” y la solución a todos los problemas de las sociedades humanas. Esta doctrina, que contempla el “fideísmo” en la llamada “ciencia” al servicio del poder, sigue considerando necesario derribar y eliminar todas las barreras culturales, económicas y religiosas posibles, y cortar todas las raíces identitarias de los pueblos para maximizar los intercambios económicos en nombre de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad entre los pueblos. Hemos llegado a tal punto que el Foro Económico Mundial (F.E.M.) promueve el "hackear" del ser humano. Su total sometimiento a las máquinas.
Pero, ¿es realmente así? ¿Cuál es el balance al cabo de 50 años para nuestra nación y nuestra sociedad?
Las altisonantes declaraciones de los “profetas” del neoliberalismo siempre se han basado en palabras y eslóganes “escogidos” de manera científica. El Instituto Tavistock para el comportamiento humano les ha proporcionado los conocimientos necesarios. Se trata, de hecho, de un sistema de manipulación de la conciencia probado y perfeccionado durante siglos.
Han utilizado y utilizan esta estrategia porque saben que tiene el poder de suscitar automáticamente en el inconsciente colectivo de las masas reacciones profundas y viscerales, automáticas y ciegas, llevándolas a una rabia tal que son capaces de empujarlas a atacar incluso a Dios, e incluso a sus propios padres y/o a sus amigos y familiares en nombre de una idea de “bien común superior”. Una verdadera espada de doble filo.
Experimentamos sus efectos durante los encierros obligatorios y con la introducción de la სαcunac1ón obligatoria directa y/o subrepticia introducida por el gobierno de cada país. Así, en aquella época, numerosos ciudadanos se ofrecieron voluntarios, por afán de protagonismo, para actuar como “guardianes de la revolución” garantizando la aplicación acelerada de los programas gubernamentales y contribuyendo directamente a socavar los fundamentos democráticos de nuestra sociedad. En otras palabras, actuando en contra de los derechos naturales y fundamentales de los seres humanos.
De este modo, han conseguido subvertir las reglas sociales, destruir el sentido de comunidad de nuestra población, burlar la Constitución y las leyes, y vaciar al Estado de procesos y mecanismos democráticos. Todas esas medidas fueron aprobadas y firmadas por el Presidente de la República. El resultado de esta operación llevada a cabo desde el interior de las instituciones, fue el vaciamiento de los procesos democráticos, conservando sólo su cáscara exterior: la fachada, es decir, la apariencia.
En resumen, todo estaba bajo control, como estaba previsto y programado. El poder judicial, de hecho, no cede por el momento, ni siquiera ante los recientes y candentes descubrimientos de importantes omisiones e interferencias, documentados por 'fuera del núcleo'.
Entonces, los resultados logrados por el globalismo están ahí para todos los que quieran verlos.
Los indicadores económicos, sanitarios y sociales de los distintos sectores son muy claros. Desempleo crónico y progresivo, pobreza en crecimiento exponencial, economía en recesión y los Servicios de Salud colapsados. Todos estos fenómenos tienen un origen mucho antes de la llamada “emergencia del coს1d (convertida en chivo expiatorio de todo). El estado de salud de la población está en caída libre: nunca había visto tantos infartos, enfermedades repentinas, miocarditis, tumores en los testículos en jóvenes y "turbocáncer" en todos los grupos de edad en los 43 años que llevo trabajando en la sanidad.
Todo esto demuestra claramente que el globalismo no es para nada ese “buen árbol” que nos prometieron y que tanto alabaron. De hecho, es exactamente lo contrario.
Demostrando que el disimulo y el engaño son sus principios básicos con los que los poderosos del planeta se han relacionado en décadas anteriores y se siguen relacionando hoy con los pueblos. La huella mental es única, inconfundible y siempre es la misma, en todas las emergencias de todo tipo de las últimas 5 décadas.
¿Cuál es la traducción práctica de la doctrina del neoliberalismo?
El término práctico y real que tal vez describe mejor la situación en la que estamos, a mi juicio, desde hace unos 70 años es el siguiente: “imperialismo” que se traduce como un efecto en una forma moderna de “esclavitud”.
De hecho, las desigualdades sociales nunca han sido más amplias y fuertes (los ricos son cada vez más ricos, la clase media desaparece y se empobrece y los pobres se empobrecen más). La pobreza (en sus diversas formas) se está disparando. La libertad nunca ha estado tan limitada y comprimida a nivel social e individual. Los derechos naturales de los seres humanos nunca han estado tan reducidos. Esto mucho antes de coს1d, de hecho. Ahora se ha demostrado que el coს1d es parte del mismo plan militar-industrial. La llamada “სαcunα C-19” ha resultado ser una poderosa herramienta geopolítica.
En otras palabras, al aprovechar las “palabras y eslóganes como una ganzúa”, han creado un arma psicológica muy poderosa. Consiguieron sembrar el terror y la ira en las masas al imponerse efectivamente el “principio de la fuerza bruta” que los convertía en armas contra aquellos expertos que expresaban dudas sobre las medidas draconianas del gobierno, que poco después resultaron más que fundadas. Sin embargo, tildando a las voces discordantes de “αnti-სαcunαs” o “putinianos”. Pero sobre todo, la política ha invadido todos los sectores de nuestra sociedad, sometiéndonos: desde la medicina, a la justicia, a la industria, etc.
Con prolongados y continuos lavados de cerebro de los televisores nos han preparado. Luego vino el tratamiento mejorado con la introducción de los teléfonos SMART (hablé de eso aquí, indicando una posible solución). El resultado ha sido la destrucción de la espiritualidad reemplazada por el materialismo nihilista y el hedonismo, borrando la idea de Dios en los corazones y mentes de las masas. Luego, con la destrucción del sentido de comunidad en la población, el individualismo.
Después de todo, el modelo de negocio del globalismo es el siguiente:
a) Separación/distanciamiento emocional entre individuos
b) Competencia perenne
c) Conflictos continuos
El combustible de todo este sistema lo proporciona el caos y el miedo en la sociedad que, por lo tanto, debe ser continuo y progresivo porque mantienen las facultades mentales de las masas aplastadas y confinadas al nivel del tronco cerebral (necesidades primarias de la vida material). Las masas pueden, por lo tanto, encontrar un consuelo momentáneo en el materialismo y el consumismo, alejando constantemente su atención de la posibilidad de reflexionar sobre sí mismas y sobre su condición de vida. “Ocúpate exclusivamente en la constante competencia por la supervivencia”.
Los repetidos choques (económicos, pαndem1cos, etc.) de los últimos 50 años han servido y sirven para generar creciente debilidad mental, anulación de voluntad y energía, resignación en la población y prepararla para acoger e invocar “la mano salvadora de aquellos que tienen casi siempre productos” para restaurar el orden a través de un despotismo legitimado, porque “lo pide el pueblo”.
La moral está teóricamente regulada exclusivamente por las amenazas de la ley y ya no por los principios que en primer lugar fluyeron espontáneamente en la mente de los individuos.
Sin darnos cuenta, estos últimos años hemos entrado en un “tecnofeudalismo apátrida”, en el que los individuos se han vuelto impotentes de facto. La inestabilidad política en el gobierno es una regla constante.
El único enemigo real al que realmente temen estas élites, mucho más que a las masas enfurecidas, es la iniciativa personal que les aterra, porque la inteligencia del individuo no es predecible y puede dañarles enormemente por ser más contagiosa que cualquiera de sus ს1rus construidos en el laboratorio. Además, no saben cómo manejar lo inesperado aunque estén guiados por grandes consultoras que los dirigen y los educan.
Por eso se preocupan, a través de la escuela y la educación, de adoctrinar a los jóvenes para asegurar la “nesciencia” y producir en serie continuas generaciones de “cobardes”, carentes de sentido crítico e iniciativa y así, consolidar el sentimiento de impotencia en la sociedad.
Para contener y ojalá bloquear los efectos de este globalismo, sería recomendable volver a lo esencial en nuestra vida cotidiana (familia, religión, amigos, vida al aire libre, etc.), huyendo en la medida de lo posible de este “sistema pavloviano”, junto con una reorganización social y actuando fuera de los esquemas habituales, sorprendiéndolos.
Il Blog di Sabino Paciolla
El combustible de todo este sistema lo proporciona el caos y el miedo en la sociedad que, por lo tanto, debe ser continuo y progresivo porque mantienen las facultades mentales de las masas aplastadas y confinadas al nivel del tronco cerebral (necesidades primarias de la vida material). Las masas pueden, por lo tanto, encontrar un consuelo momentáneo en el materialismo y el consumismo, alejando constantemente su atención de la posibilidad de reflexionar sobre sí mismas y sobre su condición de vida. “Ocúpate exclusivamente en la constante competencia por la supervivencia”.
Los repetidos choques (económicos, pαndem1cos, etc.) de los últimos 50 años han servido y sirven para generar creciente debilidad mental, anulación de voluntad y energía, resignación en la población y prepararla para acoger e invocar “la mano salvadora de aquellos que tienen casi siempre productos” para restaurar el orden a través de un despotismo legitimado, porque “lo pide el pueblo”.
La moral está teóricamente regulada exclusivamente por las amenazas de la ley y ya no por los principios que en primer lugar fluyeron espontáneamente en la mente de los individuos.
Sin darnos cuenta, estos últimos años hemos entrado en un “tecnofeudalismo apátrida”, en el que los individuos se han vuelto impotentes de facto. La inestabilidad política en el gobierno es una regla constante.
El único enemigo real al que realmente temen estas élites, mucho más que a las masas enfurecidas, es la iniciativa personal que les aterra, porque la inteligencia del individuo no es predecible y puede dañarles enormemente por ser más contagiosa que cualquiera de sus ს1rus construidos en el laboratorio. Además, no saben cómo manejar lo inesperado aunque estén guiados por grandes consultoras que los dirigen y los educan.
Por eso se preocupan, a través de la escuela y la educación, de adoctrinar a los jóvenes para asegurar la “nesciencia” y producir en serie continuas generaciones de “cobardes”, carentes de sentido crítico e iniciativa y así, consolidar el sentimiento de impotencia en la sociedad.
Para contener y ojalá bloquear los efectos de este globalismo, sería recomendable volver a lo esencial en nuestra vida cotidiana (familia, religión, amigos, vida al aire libre, etc.), huyendo en la medida de lo posible de este “sistema pavloviano”, junto con una reorganización social y actuando fuera de los esquemas habituales, sorprendiéndolos.
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