sábado, 8 de octubre de 2022

SOBRE LOS ORNAMENTOS SAGRADOS (Y CONTRA EL PAUPERISMO LITÚRGICO)

La Iglesia quiere muy sabiamente que sus sacerdotes al celebrar la Santa Misa se adornen con vestimentas especiales bendecidas por el obispo con este fin, que se denominan ornamentos sagrados


Si en la sociedad civil se usan distintos hábitos de acuerdo con las diferentes funciones civiles que se van a realizar, y si la forma y el color de la ropa cambian entre las personas del mundo y varían según los días de solemnidad, júbilo o dolor, no deberá ciertamente ser asombroso que en la sociedad cristiana se utilicen adornos particulares en sus oficios divinos. Esto se ajusta maravillosamente a nuestra naturaleza que necesita que los sentidos sean sacudidos por el aparato externo de las cosas para elevarse a contemplar la sublimidad de los santos misterios. Por eso la Iglesia quiere muy sabiamente que sus sacerdotes al celebrar la Santa Misa se adornen con vestimentas especiales bendecidas por el obispo con este fin, que se denominan ornamentos sagrados. […] En un principio estas prendas en forma eran similares a las que usaban los laicos constituidos en dignidad: y solo se diferenciaban en la preciosidad del material y el trabajo porque parece que incluso en las catacumbas en la celebración de la Santa Misa, cuando era posible, se usaban prendas tejidas en oro y adornadas con gemas. Los primeros cristianos solían consagrar al servicio de Dios el oro y las piedras preciosas que habían usadas para ofenderlo cuando aún eran gentiles.

Dado que esas formas de ropa entraron en desuso entre los laicos, la Iglesia conservó la forma antigua con algunas modificaciones. Estas ropas deben ser, como dijimos, bendecidas por el obispo, y el sacerdote cada vez que las usa recita oraciones por su misterioso significado. Estas túnicas son las siguientes:

Amito utilizado en la Edad Media

1.º El amito o paño con una cruz en el medio, con la que el sacerdote se cubre la cabeza. Nos recuerda el velo con el que los judíos cubrieron el rostro del Salvador, abofeteándolo en su pasión. Colocado sobre la cabeza del sacerdote, presenta el casco militar, y le recuerda la fortaleza con la que debe librar las batallas del Señor y la modestia y el respeto con que debe abordar los santos misterios. Este adorno, dice el Papa Inocencio III (Del mist. De la Santa Misa), nos recuerda que Jesucristo para trabajar nuestra salud ha escondido su divinidad bajo el velo de la naturaleza humana.



2.º El alba, que en el Imperio Romano vestían personajes notables, y que la Iglesia ha conservado, porque con su blancura indica la pureza interior que debe tener el sacerdote para subir al altar y sacrificar el Cordero inmaculado. Nos recuerda la túnica blanca, que el malvado Herodes hizo que se vistiera al divino Salvador por burla, y nos enseña a soportar, por ejemplo, con paciencia las burlas de los hombres que con burla persiguen nuestra virtud.



3.º El cíngulo, que simboliza la cuerda con la que los judíos amarraron a nuestro divino Salvador en el huerto de los olivos. Recuerda la castidad y represión de todos los placeres carnales, en los que el ministro sagrado debe distinguirse.



4.º En la antigüedad el manípulo era un pequeño pañuelo que ocupaba el lugar de la estola, cuando ésta se había convertido en un simple adorno y se usaba, como la estola, para enjugar el sudor y las lágrimas. Después del siglo XII también se convirtió en un simple adorno en las vestiduras sacerdotales, que se coloca en el brazo izquierdo. Sin embargo, conservó su sentido original, es decir, el de los dolores, los sudores, las lágrimas, a los que está sujeta la vida cristiana. Atado al brazo del sacerdote significa los giros con los que el adorable Redentor fue atado a la columna.



5.º La estola, es un paño que los ricos usaban para limpiarse la cara. En el siglo VI cambió de uso y forma, pues comenzó a ser de tela de forma alargada y estrecha, como vemos hoy. Por lo tanto, llegó a ser una prenda de honor y autoridad, un símbolo del poder que se atribuye al carácter sacerdotal: y, por lo tanto, el sacerdote la usa en todas las funciones, que tienen como objeto inmediato el cuerpo de Jesucristo, y en la mayor parte de los otros misterios sagrados. Ella significa esa gloria e inmortalidad, que el abuso del primer Adán nos hizo perder, pero que el segundo Adán, Jesucristo, recuperó para nosotros. Esta prenda sacerdotal que ata el cuello y cruza el pecho del sacerdote, mientras se celebra el Santa Misa, también representa la cuerda con la que Jesucristo fue atado cuando subió al Calvario. La cruz, que forma sobre el pecho del ministro de Dios, le enseña que todo poder sacerdotal está en la cruz de Jesucristo.



6.º El planeta, llamado casulla en latín (caja), se llama así, porque en su forma antigua era una capucha que tenía la forma de una choza y cubría toda la persona del sacerdote desde el cuello hacia abajo, con una sola abertura arriba para entrar en la cabeza. Los ministros que asistían al sacerdote en el altar levantaban este pesado manto mientras él tenía que levantar las manos, ya sea incensándose con el incensario o levantando la hostia o el cáliz, costumbre que aún se conserva en la actualidad. El planeta significa la prenda sin cortar, es decir, sin costura, de la cual Jesucristo fue despojado por los malvados en su crucifixión. Superponiéndose a todas las demás prendas, es un signo de caridad, que debe extenderse sobre todas nuestras virtudes. También denota el suave yugo de la ley de Jesucristo, que los sacerdotes y los fieles deben llevar todos los días para conseguir la gracia y la gloria celestial.

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En las Misas solemnes, el diácono usa una túnica llamada Dalmática, llamada así porque su uso se introdujo por primera vez en Dalmacia: y el subdiácono se adorna con una túnica llamada tunicella o una pequeña sotana. Hoy en día no hay diferencia de forma entre la dalmática y la tunicella, pero en la antigüedad la primera era mucho más ancha, larga y ornamentada que la segunda. Enmiende estas vestiduras que tienen mangas grandes para indicar que los ministros sagrados deben ser generosos en obras de caridad y estar dispuestos al servicio del Señor. En ciertas funciones sagradas, el sacerdote viste la capa que en la antigüedad era una especie de manto, que solía usar en tiempo de lluvia, y para ello le había puesto una capucha para cubrir la cabeza. Un vestigio de ella queda ahora en esa pieza en forma de media luna que cuelga por detrás. La capa en sentido estricto no es un hábito sagrado, por lo tanto, no es bendecida y no es usada exclusivamente por el sacerdote como lo es el planeta, sino que también es usada por otros ministros inferiores a él.

Como el planeta, la capa también significa caridad evangélica, que debe, por así decirlo, abarcar todas las obras del ministro sagrado. Las túnicas sacerdotales con sus símbolos sirven para alimentar la piedad no solo del sacerdote que las viste, sino también de los fieles, que asisten al augusto sacrificio. Por eso el amito debe recordarnos y recomendar a toda modestia en la vestimenta, recogimiento y silencio en la casa del Señor. La túnica y el cíngulo pureza de mente y corazón; el manípulo, la vida trabajadora y las buenas obras, que debemos ofrecer junto con la víctima sacrosanta; la estola debe recordarnos a todos los cristianos la dignidad de nuestra vocación para que podamos ofrecer sacrificios en la tierra y reinar en el cielo; el planeta el yugo de la religión, a lo que debemos someternos en todas las circunstancias de la vida. Finalmente, todo el aparato externo de las funciones sagradas debe hablar a nuestros ojos de una manera que eleve nuestra alma a Dios para que podamos notar la excelencia y grandeza del Santo sacrificio de la Misa y de todos los misterios divinos.

SAN JUAN BOSCO. Il Cattolico proveduto per le pratiche di pietà con analoghe istruzioni secondo il bisogno dei tempi. Turín, Imprenta del oratorio de San Francisco de Sales, 1868, págs. 121-128. En Vademecum Cristiano. Manuale di guerra per essere fedeli a Cristo nella società dell’apostasia, Edizioni Radio Spada, 2021.


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BENEDICTIO SACERDOTALIUM INDUMENTORUM

℣. Adjutórium nostrum in nómine Dómini.

℟. Qui fecit cœlum et terram.

℣. Dóminus vobíscum.

℟. Et cum spíritu tuo.

Orémus


ORATIO

Omnípotens sempitérne Deus, qui per Móysen fámulum tuum pontificália et sacerdotália seu levítica vestiménta, ad expléndum in conspéctu tuo ministérium eórum, ad honórem et decórem nóminis tui fíeri decrevísti: adésto propítius invocatiónibus nostris: ut hæc induménta sacerdotália, désuper irrigánte grátia tua, ingénti benedictióne per nostræ humilitátis servítium puri ✠ ficáre, bene ✠ dícere et conse ✠ cráre dignéris: ut divínis cúltibus et sacris mystériis apta et benedícta exsístant: his quóque sacris véstibus Pontífices, et Sacerdótes, seu Levítæ tui indúti, ab ómnibus impulsiónibus seu tentatiónibus malignórum spirítuum muníti et defénsi esse mereántur: tuísque mystériis apte et condígne servíre et inhærére, atque in his tibi plácite et devóte perseveráre tríbue. Per Christum Dóminum nostrum. R/. Amen.

Orémus


ORATIO

Deus, invíctæ virtútis triumphátor, et ómnium rerum creátor ac sanctificátor: inténde propítius preces nostras; et hæc induménta levíticæ, sacerdotális, et pontificális glóriæ, minístris tuis fruénda, tuo ore próprio bene ✠ dícere, sancti ✠ ficáre et conse ✠ cráre dignéris: omnésque eis uténtes, tuis mystériis aptos, et tibi in eis devóte ac laudabíliter serviéntes, gratos effícere dignéris. Per Christum Dóminum nostrum. R/. Amen

Orémus


ORATIO

Dómine Deus omnípotens, qui vestiménta Pontifícibus, Sacerdótibus et Levítis, in usum tabernáculi fœ́deris necessária, Móysen fámulum tuum ágere jussísti, eúmque spíritu sapiéntiæ ad id peragéndum replevísti: hæc vestiménta in usum et cultum mystérii tui bene ✠ dícere, sancti ✠ ficáre et conse ✠ cráre dignéris: atque minístros altáris tui, qui ea indúerint, septifórmis Spíritus grátia dignánter repléri atque castitátis stola, beáta fácias cum bonórum fructu óperum ministérii congruéntis immortalitáte vestíri. Per Dóminum nostrum Jesum Christum Fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte ejúsdem Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. R/. Amen.


Et aspergantur aqua benedicta.


Caballero de la Inmaculada

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