La religiosa francesa es desde hace varios años la personalidad eclesiástica más longeva.
Nacida como Lucile Randon en una familia protestante no practicante, fue la única niña de tres hermanos, ya que su hermana gemela murió a los 18 meses. Lucile tomó la decisión de recibir el bautismo católico.
“A los 20, dudé. Solo había ido al catecismo durante unos meses, pero sabía que había un Dios y quería encontrarlo. Busqué, hasta que un día me dije: 'Debes entrar en esta religión [católica]. Esto es lo que quieres'. El buen Dios me guió”. Fue bautizada a los 26 años.
Institutriz hasta los 40 años, fue en 1944 cuando ingresó a las Hijas de la Caridad y tomó el nombre de su amado hermano: Sor André. “Fui institutriz-profesora en París, y estaba muy bien, pero quería ir más allá y ser una chica caritativa”, dice.
Después de la Segunda Guerra Mundial, trabajó en un instituto en Vichy que acogía a huérfanos y ancianos, luego en un hospital en Drôme. Al jubilarse en 1979, ingresó en un establecimiento en Saboya, antes de llegar en 2009 a la residencia para ancianos de Toulon, donde vive con otras quince religiosas ancianas. “Soy religiosa porque el buen Dios me quiso”, dijo en un video filmado por Le Figaro.
Sor André continúa llevando una vida de oración, rezando su rosario todos los días. Y reza “por todos y especialmente por los desafortunados, me gusta mimar a la gente, y en la oración encontramos recursos”. También le pide a Dios que venga a buscarla, porque no le teme a la muerte: “¡Ojalá, el buen Dios tenga en cuenta los esfuerzos que he hecho para servirle!”.
Desde la muerte de Kane Tanaka, una mujer japonesa reconocida como la religiosa más longeva de la humanidad, fallecida a la edad de 119 años, el 25 de abril de 2022, la hermana André se ha convertido en la personas más anciana de los habitantes de nuestro planeta.
FSSPX
Nacida como Lucile Randon en una familia protestante no practicante, fue la única niña de tres hermanos, ya que su hermana gemela murió a los 18 meses. Lucile tomó la decisión de recibir el bautismo católico.
“A los 20, dudé. Solo había ido al catecismo durante unos meses, pero sabía que había un Dios y quería encontrarlo. Busqué, hasta que un día me dije: 'Debes entrar en esta religión [católica]. Esto es lo que quieres'. El buen Dios me guió”. Fue bautizada a los 26 años.
Institutriz hasta los 40 años, fue en 1944 cuando ingresó a las Hijas de la Caridad y tomó el nombre de su amado hermano: Sor André. “Fui institutriz-profesora en París, y estaba muy bien, pero quería ir más allá y ser una chica caritativa”, dice.
Después de la Segunda Guerra Mundial, trabajó en un instituto en Vichy que acogía a huérfanos y ancianos, luego en un hospital en Drôme. Al jubilarse en 1979, ingresó en un establecimiento en Saboya, antes de llegar en 2009 a la residencia para ancianos de Toulon, donde vive con otras quince religiosas ancianas. “Soy religiosa porque el buen Dios me quiso”, dijo en un video filmado por Le Figaro.
Sor André continúa llevando una vida de oración, rezando su rosario todos los días. Y reza “por todos y especialmente por los desafortunados, me gusta mimar a la gente, y en la oración encontramos recursos”. También le pide a Dios que venga a buscarla, porque no le teme a la muerte: “¡Ojalá, el buen Dios tenga en cuenta los esfuerzos que he hecho para servirle!”.
Desde la muerte de Kane Tanaka, una mujer japonesa reconocida como la religiosa más longeva de la humanidad, fallecida a la edad de 119 años, el 25 de abril de 2022, la hermana André se ha convertido en la personas más anciana de los habitantes de nuestro planeta.
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