“La sabiduría y la prudencia de la diplomacia vaticana, es hoy bajo la dirección de Pietro Parolin un recuerdo lejano: intereses cortesanos, ganancias económicas y connivencias criminales, todo prevalece descaradamente ante los ojos de Dios y de los hombres”.
Recientemente se anunció que el cardenal Joseph Zen ha sido arrestado por las autoridades de Hong Kong. La investigación y detención estuvo a cargo de la sección especial de policía creada por el gobierno de Pekín para velar por la seguridad nacional china, es decir, reprimir cualquier forma de disidencia o protesta por las violaciones de derechos humanos cometidas por la dictadura china.
El anciano cardenal, que en el pasado ha expresado fuertes críticas al Acuerdo secreto firmado entre el régimen chino y la Santa Sede, fue interrogado y luego puesto en libertad bajo fianza. Su pasaporte también fue confiscado. Lo que ha ocurrido es una gravísima violación de las libertades y derechos de que goza toda persona humana, tanto más deplorable en el caso de un Cardenal de la Santa Iglesia Romana. La Oficina de Prensa del Vaticano, con evidente vergüenza, se limitó a expresar “preocupación” sin realizar ninguna protesta formal al gobierno de Beijing. Solo unos días antes, otros diez sacerdotes de la comunidad de Baoding, que pertenecen a la Iglesia clandestina, fueron secuestrados y enviados a “reeducación” forzada por el Partido Comunista Chino porque no querían unirse a la secta patriótica.
Los frutos envenenados del Acuerdo Sino-Vaticano son ahora evidentes. La iglesia bergogliana prefiere guardar silencio sobre la persecución a los católicos pertenecientes a la Iglesia clandestina tras haberlos entregado a las represalias de la secta patriótica y del Partido Comunista Chino. A cambio, Pekín recompensa a la Santa Sede por sus servicios con una cuantiosa financiación anual: los mercenarios se dejan comprar con treinta piezas de plata que chorrean con la sangre de los mártires de la Iglesia del silencio.
En septiembre de 2020, en vísperas de la renovación de ese infame Acuerdo, el cardenal Zen acudió a Roma para encontrarse con Bergoglio, quien lo humilló con una negativa indignante a reunirse con él debido a la conocida posición del cardenal chino sobre el Acuerdo y sus reiteradas violaciones. Esta afrenta a un Príncipe de la Iglesia dio una clara señal a la dictadura china, que se sintió entonces libre para actuar sin temer consecuencias o que el Vaticano tomara posición. El inquilino del Vaticano, sin embargo, encuentra tiempo para recibir a altos representantes del Nuevo Orden Mundial, representantes del globalismo y las finanzas usureras, dictadores y criminales de guerra, e incluso las esposas de los soldados que luchan en el batallón neonazi Azov, que en los últimos días utilizó a civiles como escudos humanos durante el asedio ruso a la planta siderúrgica de Azovstal. Alguien señaló que el activista ruso-canadiense Piotr Verzilov acompañó a dos esposas ucranianas a la audiencia papal: es el fundador y portavoz del grupo feminista Pussy Riot, conocido por realizar profanaciones y sacrilegios contra las iglesias ortodoxas en Rusia, siguiendo el modelo de Femen en Occidente. Nos deja desconcertados que el representante de un movimiento anticristiano que ha hecho de la blasfemia el corazón de su acción subversiva haya sido admitido a una audiencia en el Vaticano.
Esta actitud de duplicidad sin igual, que es cualquier cosa menos ambigua, muestra cómo la iglesia profunda de Bergoglio está totalmente alineada no solo con la narrativa de la psicopandemia sino también con la gestión insana de la crisis ruso-ucraniana por parte del estado profundo. El cardenal Zen se sumó a la lista los cardenales dubia, aquellos a quienes Bergoglio nunca ha respondido o recibido en audiencia, aún cuando personalmente ha escrito a mano una carta de apoyo a James Martin, SJ. Con ese enésimo respaldo, Bergoglio confirma que tiene la intención para normalizar el pan-sexualismo de la infame ideología lgbt dentro de la Iglesia Católica, y junto con ello, la consecuente perdición eterna de muchas almas.
La sabiduría y la prudencia de la diplomacia vaticana, un precioso legado de siglos de experiencia que alguna vez fue admirado por todas las Cancillerías del mundo, es hoy bajo la dirección de Pietro Parolin un recuerdo lejano: intereses cortesanos, ganancias económicas y connivencias criminales, todo prevalece descaradamente ante los ojos de Dios y de los hombres. Los fieles miran escandalizados la transformación de la Santa Sede en una cueva de ladrones (Lc 19,46).
Exhorto a mis hermanos obispos y sacerdotes, así como a los fieles laicos, a apoyar a Su Eminencia con la oración, expresándole su cercanía y solidaridad en este momento difícil. Que las pruebas a las que está siendo sometido el Cardenal Zen merezcan del Cielo esa recompensa que el Señor ha prometido a los que sirven con fidelidad a la Santa Iglesia y se mantienen firmes en la Fe, sin dejarse contaminar por el espíritu del mundo.
+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo
13 mayo 2022
Aniversario de la aparición de la Santísima Virgen María en Fátima
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