Por John Horvat II
Facebook es un ejemplo de nuestra economía posmoderna. Es una de esas empresas "divertidas" que rompen todas las reglas, destrozan las jerarquías tradicionales y dejan que sus empleados ejerzan su creatividad sin todas las restricciones de tiempos pasados. Y parece que funciona fabulosamente.
Los becarios ganan hasta 74.000 dólares al año y muchos otros puestos tienen sueldos de seis cifras, por lo que Facebook puede elegir a los mejores graduados de las mejores universidades del país. Los empleados disfrutan de muchas ventajas, prestigio y opciones sobre acciones. Todo el mundo tiene, literalmente, una comida gratis en las cafeterías gourmet de la empresa. No es de extrañar que Facebook sea votado como uno de los mejores lugares del mundo para trabajar y que mucha gente haga clic en el botón "me gustaría [trabajar]".
Parece que el éxito de Facebook invalida las afirmaciones de quienes critican a la empresa como ejemplo de lo que yo llamo la "intemperancia frenética" de la economía moderna. El célebre estilo desenfadado de Facebook, su espectacular crecimiento y sus 100.000 millones de dólares de beneficios dicen que la intemperancia frenética da buenos resultados.
Pero, al igual que las páginas personales de Facebook que alberga, las apariencias pueden ser engañosas. Detrás de las imágenes optimistas que se publican en todos los medios de comunicación, hay una realidad inquietante que no suele verse. No todo el mundo está contento de trabajar en el clima supuestamente idílico de la empresa.
En el sitio web de preguntas y respuestas Quora, antiguos empleados expresaron su descontento con Facebook. La franca discusión se centró especialmente en el frenético ritmo de trabajo y las agotadoras consecuencias psicológicas de trabajar bajo presión. Un artículo del Daily Telegraph en el que se informaba de la discusión también suscitó cientos de comentarios que se hacían eco de un sorprendente desencanto con Facebook.
¿De qué se quejan estos antiguos empleados? Curiosamente, precisamente de esas cosas "divertidas" que se anuncian como "vanguardia" en el nuevo lugar de trabajo posmoderno: la falta de organización, concentración y reglas.
Trabajar para Facebook puede ser agotador, ya que no es un trabajo normal de 9 a 5 que se rige por las viejas reglas. Todo vale. Los empleados pueden estar sometidos a largas jornadas de 12 a 14 horas en condiciones estresantes. Los ingenieros se quejan de estar de guardia las 24 horas del día durante semanas para mantener el servicio en funcionamiento. Los empleados se ven absorbidos por el ritmo rápido y la intensidad de su trabajo.
El ambiente de libre circulación sin paredes, que se supone que fomenta la creatividad, también es estresante para los trabajadores, que se quejan de la falta total de privacidad en el gigante de las redes sociales.
"En la mayoría de las empresas, se levanta un muro entre la vida laboral y la vida privada", escribió un antiguo empleado. "Este muro no existe en Facebook, lo que puede llevar a algunas situaciones incómodas".
Otra queja popular era la actitud relajada que dejaba todo sin definir y sin centrar. Los empleados perciben una falta de infraestructura para proporcionar orientación o apoyo. Hay constantes juegos de adivinanzas en los que se espera que los trabajadores intuyan lo que ocurre en sus departamentos y lo que se espera de ellos. El resultado es una "falta de profesionalidad" y "estabilidad" en la que las instrucciones no son claras y falta organización, lo que conduce, a su vez, a situaciones de estrés.
Estas y otras quejas subrayan la importancia de las relaciones humanas y el liderazgo en el lugar de trabajo. No es de extrañar que, a pesar de los elevados salarios, las ventajas y el prestigio de formar parte de una empresa sobredimensionada, haya quienes opten por no trabajar en una olla a presión. Las personas no están hechas para vivir en un ambiente en el que domina un espíritu imprudente de desenfreno y gratificación instantánea. Necesitan orientación, infraestructura y liderazgo que les sirva de apoyo. En consecuencia, la intemperancia frenética pasa factura a la psique, provocando agotamiento y desilusión.
Facebook tiene que afrontar el hecho de que la vida no es una página de Facebook que consiste en publicaciones superficiales de diversión y juegos. Hasta que el gigante de las redes sociales no aprenda esta importante lección, puede esperar que sus empleados desilusionados le den cada vez menos "me gusta" y "dejen de ser amigos".
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