Si no partimos de estas afirmaciones y nos adentramos en ellas por un momento, no nos resultará fácil entender lo que está ocurriendo hoy en día.
Buonaiuti fue un sacerdote muy dinámico (1881-1946), sin duda también animado por un cierto amor a la Iglesia pero que, sin embargo, era de un amor tan perverso y pervertido que al final fue excomulgado. Hay que tener en cuenta y preguntarse, por lo tanto, ¿por qué hoy, y desde 2014 concretamente, hay corrientes modernistas que presionan a Bergoglio para que rehabilite a Buonaiuti [1]? Y no sólo a él, de hecho se ha abierto el camino para la beatificación del jesuita Pedro Arrupe... y la rehabilitación del jesuita neopanista Teilhard de Chardin (cuyos escritos fueron condenados ya en los años 30 y luego por Juan XXIII en 1962). En definitiva, una verdadera GLORIFICACIÓN DEL MODERNISMO condenado, sin embargo, por San Pío X en la famosa Pascendi Dominici gregis.
La historia con la que hoy se quiere presentar a Ernesto Buonaiuti "SÓLO" como “un inocente perseguido por el fascismo” (y por la Iglesia)... porque en realidad era un antifascista convencido, desorienta y falsea las verdaderas razones por las que entró en colisión con la Doctrina Católica, que nada tiene que ver con la política del fascismo. Por poner un ejemplo y para que te hagas una idea, la propia Wikipedia publica la historia de Buonaiuti sin ninguna referencia a sus herejías, centrándose exclusivamente en la persecución política. Y no sólo éstas, sino también otras publicaciones (supuestamente) “católicas”, presentando una visión muy distorsionada de Buonaiuti, encaminada a una rehabilitación en la visión -incluso- de los mismos planteamientos con el proyecto de este actual Pontificado. Como si dijera: ¿has visto esto? Buonaiuti tenía razón, fue injustamente perseguido, sus ideas hoy son la nueva pastoral, fue un verdadero profeta incomprendido, no un hereje.
Pero este aspecto nos lleva, en cambio, a comprender cómo la herejía modernista de Buonaiuti ha penetrado tan profundamente en la Iglesia que -es evidente- quienes en aquellos años fueron justamente detenidos por la Iglesia con las Normas de Derecho Canónico en defensa de la sana doctrina, hoy encuentran su “canonización”. Al igual que se intentó hacer con Lutero, cuya doctrina -dicen hoy en día [2]- “no iba en absoluto en contra de la doctrina católica”, pero fue la Iglesia la que fue madrastra y desconoció la grandeza del gran revolucionario. Estas consideraciones se prueban también con los hechos de los pontificados recientes y pasados -por ejemplo- desde Juan XXIII en adelante, hasta Benedicto XVI, en los que Buonaiuti no sólo no fue nunca mencionado en el Magisterio papal, sino que ni siquiera fue tomado en consideración si no es para poner FRENO a sus ideas modernistas que sin embargo -gracias a sus “discípulos” que no son pocos- han seguido viviendo dentro de la Iglesia en el ala modernista, ahora en el poder.
Es una cuestión de honestidad recordar hasta qué punto Buonaiuti había sido, al principio de su ministerio sacerdotal, un defensor del tomismo sobre todo frente a ese río revuelto que era y es el "dealismo alemán", pero también italiano, una corriente verdaderamente desgraciada (precisamente sin gracia) que de hecho deriva del protestantismo histórico. Buonaiuti fue también un defensor de la misma Jerarquía Católica empeñada en salvaguardar ese principio incuestionable de la Sucesión Apostólica, esto también repudiado por el protestantismo y sin embargo... es también a partir de aquí que comienza a surgir la verdadera perversión y el pensamiento diabólico de Buonaiuti cuando, en defensa de esa "Sucesión Apostólica y la defensa de la jerarquía", comienza a criticar duramente primero la Pascendi Dominici Gregis de San Pío X.... y luego pasó a exigir la LIBERTAD dentro de la Iglesia, reclamando el derecho a una verdadera REVOLUCIÓN INTERNA destinada a modificar EL SERVICIO DE LA JERARQUÍA Y EL PROPIO SERVICIO PAPAL... en clave “democrática”. No es casualidad que sus “Cartas de un cura modernista”, naturalmente anónimas, sean un éxito...
Para aquellos que están familiarizados con estos argumentos (pero también para los que no lo están, y quieran aprender algo) comenzarán a entender bien, así, la famosa frase de Buonaiuti:
“Hasta ahora se ha querido reformar Roma sin Roma, o incluso contra Roma. Debemos reformar Roma con Roma; hacer que la reforma pase por las manos de quienes deben ser reformados. Este es el método verdadero e infalible; pero es difícil. Hic opus, hic labor. El culto externo perdurará siempre como la jerarquía, pero la Iglesia, como señora de los sacramentos y de sus órdenes, modificará la jerarquía y el culto según los tiempos; la jerarquía se hará más sencilla, más liberal y el culto más espiritual; así Ella (la Iglesia) se convertirá en un protestantismo; pero un protestantismo ortodoxo, gradual, no violento, agresivo o revolucionario” [3].“Lutero está a las puertas...” comentó amargamente el Cardenal Ernesto Ruffini de Palermo durante la primera sesión del Vaticano II [4]. Veinte años después, el Cardenal Giuseppe Siri confirmó al vaticanista Benny Lai que algunos obispos alemanes presentes en el Vaticano II habrían querido que la Iglesia Católica retirara las condenas del Concilio de Trento a la doctrina de Lutero [5]. No llegó de repente. Los “innovadores” están recogiendo los frutos podridos de lo que han plantado. Después de todo, ¿qué es el modernismo sino un luteranismo filosófico [6] y, nos atrevemos a decir, incluso irónicamente “ortodoxo”?
Ernesto Buonaiuti es, pues, reconocido como uno de los “fundadores” -o al menos como el principal responsable- del modernismo en Italia, el tipo de modernismo condenado por San Pío X. Sin embargo, hoy se le quiere rehabilitar, ya que es el único condenado. Y sin embargo, hoy la gente quiere rehabilitarlo, ¿por qué? ¿Quizás porque lo que afirmaba y enseñaba, ayer condenado por la verdadera Iglesia, hoy es visto como un "PROFETA" de la "nueva-falsa-iglesia"?
A través de sus publicaciones, Buonaiuti no sólo cuenta "sólo" su vida como sacerdote, sino que llega a confesar sus ideas para una visión de un cristianismo NUEVO Y MODERNISTA... que era para él la verdadera Reforma de la Iglesia para este tiempo moderno. Fue él quien empezó a "justificar" a los que la Iglesia, a lo largo del tiempo, había declarado herejes, definiéndolos como de BUENA FE y a la Iglesia como "incapaz de entender EL ESPÍRITU DE LA ÉPOCA"... ese mismo concepto de "espíritu" que luego acompañaría al Concilio Vaticano II y a toda el ala modernista [7].
Buonaiuti era tan radical en sus propias herejías que no encontró lugar en las páginas de la entonces Civiltà Cattolica, e incluso fue duramente criticado, cuando el jesuita Rosa no hizo ningún obituario de él a su muerte. Buonaiuti murió negándose a retractarse de sus herejías, hasta el punto de que ni siquiera su amigo Roncalli, el futuro Juan XXIII, pudo ayudarlo en vida y rehabilitarlo en la muerte, porque sus herejías no eran sólo de carácter "pastoral" y metódico, como afirman hoy sus ardientes partidarios, sino que llegaron a ser doctrinales, contra la Divina Presencia de Jesús en la Eucaristía e incluso en un concepto desviado de la Santísima Trinidad.
Habiendo llegado hasta aquí, es necesario ahora describir breve, pero necesariamente, este MODERNISMO.
Como explica San Pío X en su célebre Pascendi, no es nada fácil de identificar en un movimiento o en una doctrina, porque es LA SÍNTESIS DE TODAS LAS HERENCIAS modernas y antiguas, es LA MADRE DE TODAS LAS HERENCIAS porque se mueve de forma artera utilizando incluso contenidos que son verdaderos, cuya verdad se consigue sin embargo derribar. Cualquiera y todos pueden formar parte de él, a menudo de buena fe y sin darse cuenta... Es un MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO que actúa desde dentro, socavando los fundamentos de la doctrina católica. Es como un cáncer dentro del organismo... una célula que enloquece, infectando otras células y luego, lentamente, todos los órganos vitales.
El modernismo se mueve simultáneamente, por lo tanto, en varios frentes, y por eso no es fácil de identificar, se mueve desde dentro de la Iglesia y principalmente desde la Jerarquía -después de haberla corrompido-, penetrando así en los seminarios, en las escuelas católicas, en las editoriales católicas. Estos caminos son expuestos por escrito por San Pío X en Pascendi. Uno de estos frentes es el llamado "modernismo doctrinal y teológico" confiado a los fieles “discípulos” de los modernistas por el propio Buonaiuti que, como otros, tuvo su propia fundación al conocer a George Tyrrell... ¿y quién era Tyrrell?
Tyrrell era un sacerdote que se convirtió del anglicanismo al catolicismo y se hizo jesuita, pero no abjuró del todo de la herejía. De hecho, se le considera el principal exponente del modernismo inglés que se reunió con Buonaiuti en 1907..... Tyrrell se opuso al dogma de la infalibilidad papal y, de hecho, fue uno de los principales defensores de la anulación de la función petrina. Volviendo a Tyrrell, Buonaiuti escribió: "recogió ideas muy brillantes sobre la distinción entre la fe teológica y la fe, la facultad del espíritu; entre el catolicismo dogmático y el catolicismo idealista; entre la teología y el sentimiento religioso..."; desempeñó un papel importante tanto en la sistematización de la "doctrina modernista"...
Tyrrell escribió sobre la cuestión antropológica: "debemos mantener firmemente la distinción entre dos conceptos fundamentales: es decir, entre la 'fe en la Revelación Cristiana' y la 'teología' que busca traducir esta revelación del lenguaje poético e imaginativo de los antiguos al lenguaje del pensamiento científico contemporáneo, que cambia de generación en generación, adaptándose a las necesidades de los tiempos...". Tyrrell vuelve a escribir a su amigo antropólogo: "Al fin y al cabo, no es con la Iglesia con quien estás en conflicto, sino con los teólogos; no es con la autoridad eclesiástica, sino con una determinada teoría relativa a la naturaleza, los límites y los grados de esta autoridad, y el valor de la interpretación de sus decisiones [...] con quien estás en conflicto". Y termina con una afirmación bastante fuerte, diciendo que el catolicismo actual no es más que un episodio pasajero de su historia; tal vez deba "pasar por la muerte, para revivir en una forma mayor y más sublime". La Carta, como era de esperar, suscitó inmediatamente duras protestas por parte de muchos católicos, y el arzobispo de Milán, el cardenal Ferrari, que se enteró de la identidad exacta de su autor, informó inmediatamente al general de los jesuitas, el padre Luis Martín.
Tyrrell fue inmediatamente expulsado de la Compañía de Jesús y suspendido a divinis. Unos meses más tarde decidió publicar el texto completo de la Carta con su propio nombre, para eliminar las especulaciones y falsas interpretaciones que se hacían sobre el texto parcial de la Carta publicado en el periódico milanés, pero en realidad nunca abjuró de sus pretensiones de una iglesia idealista y moderna, terminando por alimentar toda la nueva ala del jesuitismo modernista, cuyos mayores exponentes fueron Karl Rahner y el mismo general jesuita Pedro Arrupe.
No subestimemos estas ideas y expresiones porque son una forma solapada y grave de la herejía modernista. Es el desprendimiento de los teólogos del Magisterio de la Iglesia; es su orgullosa pretensión de independencia de la enseñanza bimilenaria de la Iglesia. Es el camino que muchos, demasiados, teólogos de nuestro tiempo tomaron contra el Magisterio de los Pontífices, pues fueron ellos los que mandaron y dirigieron las partidas en el Concilio Vaticano II.
Por supuesto, Tyrrell, al igual que Buonaiuti, criticó la teología protestante (y ahí radica el engaño), haciendo aparecer a estas personas como defensores de la teología católica tomista cuando, en verdad, apuntaban a algo muy distinto que era un DESARROLLO DEL PROTESTANTISMO pero que, a diferencia de éste, mantendría, dentro de la Iglesia, SU APARIENCIA "católica" ORTODOXA.
Tyrrell escribió sobre la cuestión antropológica: "debemos mantener firmemente la distinción entre dos conceptos fundamentales: es decir, entre la 'fe en la Revelación Cristiana' y la 'teología' que busca traducir esta revelación del lenguaje poético e imaginativo de los antiguos al lenguaje del pensamiento científico contemporáneo, que cambia de generación en generación, adaptándose a las necesidades de los tiempos...". Tyrrell vuelve a escribir a su amigo antropólogo: "Al fin y al cabo, no es con la Iglesia con quien estás en conflicto, sino con los teólogos; no es con la autoridad eclesiástica, sino con una determinada teoría relativa a la naturaleza, los límites y los grados de esta autoridad, y el valor de la interpretación de sus decisiones [...] con quien estás en conflicto". Y termina con una afirmación bastante fuerte, diciendo que el catolicismo actual no es más que un episodio pasajero de su historia; tal vez deba "pasar por la muerte, para revivir en una forma mayor y más sublime". La Carta, como era de esperar, suscitó inmediatamente duras protestas por parte de muchos católicos, y el arzobispo de Milán, el cardenal Ferrari, que se enteró de la identidad exacta de su autor, informó inmediatamente al general de los jesuitas, el padre Luis Martín.
Tyrrell fue inmediatamente expulsado de la Compañía de Jesús y suspendido a divinis. Unos meses más tarde decidió publicar el texto completo de la Carta con su propio nombre, para eliminar las especulaciones y falsas interpretaciones que se hacían sobre el texto parcial de la Carta publicado en el periódico milanés, pero en realidad nunca abjuró de sus pretensiones de una iglesia idealista y moderna, terminando por alimentar toda la nueva ala del jesuitismo modernista, cuyos mayores exponentes fueron Karl Rahner y el mismo general jesuita Pedro Arrupe.
No subestimemos estas ideas y expresiones porque son una forma solapada y grave de la herejía modernista. Es el desprendimiento de los teólogos del Magisterio de la Iglesia; es su orgullosa pretensión de independencia de la enseñanza bimilenaria de la Iglesia. Es el camino que muchos, demasiados, teólogos de nuestro tiempo tomaron contra el Magisterio de los Pontífices, pues fueron ellos los que mandaron y dirigieron las partidas en el Concilio Vaticano II.
Por supuesto, Tyrrell, al igual que Buonaiuti, criticó la teología protestante (y ahí radica el engaño), haciendo aparecer a estas personas como defensores de la teología católica tomista cuando, en verdad, apuntaban a algo muy distinto que era un DESARROLLO DEL PROTESTANTISMO pero que, a diferencia de éste, mantendría, dentro de la Iglesia, SU APARIENCIA "católica" ORTODOXA.
La herejía de Tyrrell (no hay que olvidar que es "su" exposición idealista de la "evolución del papel eclesiástico; la evolución de los dogmas.... la cuestión antropológica", adoptada más tarde por el jesuita Karl Rahner...) fue condenada bajo el pontificado de San Pío X, pero como es propio del padre de la Mentira, esta herejía desembocó en las ideas de Buonaiuti y otros. No es casualidad que describiera a San Pío X como "un pontífice aristocrático y, por lo tanto, estéril, con una tendencia pastoral dictatorial y esclavizante...".
En las “Cartas de un sacerdote modernista”, publicadas de forma anónima, Buonaiuti expresa el fulcro central de sus ideas y al expresar su “nueva experiencia religiosa” llega a afirmar que “los soportes de la vieja mentalidad católica pueden ser abandonados con seguridad porque es necesario reunir, si acaso, todas aquellas experiencias que la precedieron pero que fueron declaradas heréticas por la Iglesia”. En esencia, se trata de tomar lo que se considera positivo del protestantismo, y de otras sectas, y convertirlo en católico... Este razonamiento empuja a Buonaiuti hacia una verdadera ADVERSION DE LOS DOGMAS no tanto como tal, sino por su "presunta inmutabilidad", y en consecuencia castrando la conciencia.
El engaño del modernismo, del que habla el propio San Pío X en Pascendi, se puede vislumbrar muy bien aquí: Buonaiuti no reniega de los dogmas, pero luchará durante toda su vida para que puedan evolucionar y cambiar...
En las “Cartas de un sacerdote modernista”, publicadas de forma anónima, Buonaiuti expresa el fulcro central de sus ideas y al expresar su “nueva experiencia religiosa” llega a afirmar que “los soportes de la vieja mentalidad católica pueden ser abandonados con seguridad porque es necesario reunir, si acaso, todas aquellas experiencias que la precedieron pero que fueron declaradas heréticas por la Iglesia”. En esencia, se trata de tomar lo que se considera positivo del protestantismo, y de otras sectas, y convertirlo en católico... Este razonamiento empuja a Buonaiuti hacia una verdadera ADVERSION DE LOS DOGMAS no tanto como tal, sino por su "presunta inmutabilidad", y en consecuencia castrando la conciencia.
El engaño del modernismo, del que habla el propio San Pío X en Pascendi, se puede vislumbrar muy bien aquí: Buonaiuti no reniega de los dogmas, pero luchará durante toda su vida para que puedan evolucionar y cambiar...
Los Fieles (de buena fe) no se dan cuenta de esto en principio, juzgan que la idea es inofensiva porque no se impone ni se presenta imponiéndose contra la Jerarquía o la propia doctrina, sino que aderezan sus ideas revistiéndolas de la PASTORAL DE CARIDAD, AMOR AL HOMBRE hacia el que, las doctrinas o dogmas inmutables, ya no son un servicio para el hombre, SINO SU NUEVA Y MODERNA FORMA DE ESCLAVITUD.
¿Significa este enfoque algo para usted hoy en día? Para Buonaiuti, si el hombre no puede entender la forma de pecado en la que vive (aquí está la raíz luterana contra el libre albedrío), entonces no hay lugar para la formulación del dogma, las doctrinas deben ser dejadas de lado, deben de alguna manera ADAPTARSE AL MOMENTO HISTÓRICO. Entonces DEBE SER UNA NUEVA PASTORAL la que piense en el dogma como una ADAPTACIÓN de las verdades religiosas AMPLIADAS, ACTUALIZADAS; y esto no es el objetivo de Buonaiuti, es la EXPERIENCIA DEL HOMBRE, a su sentir común, incluso a sus estados de ánimo para una constante adaptación.
¿Significa este enfoque algo para usted hoy en día? Para Buonaiuti, si el hombre no puede entender la forma de pecado en la que vive (aquí está la raíz luterana contra el libre albedrío), entonces no hay lugar para la formulación del dogma, las doctrinas deben ser dejadas de lado, deben de alguna manera ADAPTARSE AL MOMENTO HISTÓRICO. Entonces DEBE SER UNA NUEVA PASTORAL la que piense en el dogma como una ADAPTACIÓN de las verdades religiosas AMPLIADAS, ACTUALIZADAS; y esto no es el objetivo de Buonaiuti, es la EXPERIENCIA DEL HOMBRE, a su sentir común, incluso a sus estados de ánimo para una constante adaptación.
De esta manera la VERDAD RELIGIOSA se convertirá en el verdadero servicio para el hombre y al mismo tiempo... la evolución de los dogmas para seguir adecuadamente la EVOLUCIÓN DE LOS HOMBRES EN EL TIEMPO.
Es la inversión de las prioridades: ya no es el Hombre el que debe convertirse a Cristo Jesús, sino Cristo Jesús el que se adaptaría así a todas las necesidades de la humanidad porque, dice Buonaiuti, para eso vino "A SERVIR, Y NO A SER ADORADO". ¿Significan esas palabras algo para ti? Es el preludio del nefasto "giro antropológico" de Karl Rahner, denunciado por el padre Cornelio Fabro, que conducirá a la "nueva Iglesia" de este jesuita, como bien ha explicado Stefano Fontana.
Es la inversión de las prioridades: ya no es el Hombre el que debe convertirse a Cristo Jesús, sino Cristo Jesús el que se adaptaría así a todas las necesidades de la humanidad porque, dice Buonaiuti, para eso vino "A SERVIR, Y NO A SER ADORADO". ¿Significan esas palabras algo para ti? Es el preludio del nefasto "giro antropológico" de Karl Rahner, denunciado por el padre Cornelio Fabro, que conducirá a la "nueva Iglesia" de este jesuita, como bien ha explicado Stefano Fontana.
Karl Rahner
Otro fundamento del componente modernista es... LA RECONSTRUCCIÓN HISTÓRICA DE LOS EVANGELIOS (historicismo, por cierto condenado por Pío XII), DE LA ENSEÑANZA DE JESÚS Y DE LA HISTORIA ECLESIÁSTICA MISMA.....
¿Te suena un general de los jesuitas modernistas como Arturo Sosa que afirma que “en tiempos de Jesús no había grabadoras” (ver aquí), y que se puede reescribir y reinterpretar fácilmente lo que dijo porque sería el Espíritu Santo quien releería TODO en clave modernista? Estamos ante el llamado "Modernismo histórico", también presente -proféticamente- en la denuncia de San Pío X en Pascendi.
La FE debe ser releída y reinterpretada en clave histórica, es decir, también se modifica como los dogmas y las doctrinas, en un flujo totalmente natural e histórico. En esencia, ya no es la FE de los Padres y de la Iglesia, la Fe Apostólica para educar a las nuevas generaciones, para dictar las normas y doctrinas inmutables, sino que será la HISTORIA DE LOS FIELES la que modifique todo según sus EXPERIENCIAS HISTÓRICAS. Estamos en la Teología del Pueblo...
Disculpen si estamos resumiendo, pero estas son las bases fundamentales para luego avanzar en los estudios en profundidad que cada uno de ustedes puede hacer. Aquí no hacemos más que condensar las responsabilidades de este sacerdote, que no fue el único, pero cuyas ideas desembocaron inevitablemente en la corriente que conocemos como "Nouvelle Teologie", cuya nueva teología -el jesuitismo modernista, con algunos dominicos como el padre Chenu e incluso algunos franciscanos- se encontraba entonces entre los principales exponentes (entre sus principales exponentes, de hecho, encontramos también a algunos futuros cardenales: el dominico Congar, y los jesuitas de Lubac y Daniélou) [8].
Más compleja fue y es una tercera forma de modernismo: el político. Hubo en Buonaiuti un cambio necesario en el concepto de la "societas Christiana" hasta entonces apoyado por todos los Pontífices y, ciertamente, por el Magisterio de la Iglesia. En otro de sus famosos libros, Pellegrino di Roma (Peregrino en Roma), Buonaiuti especifica cómo: “el cristiano no se diferencia de sus conciudadanos en nombre de una eventual participación en determinadas posiciones políticas o en organizaciones económicas fragmentarias, sino que adopta formas de bondad, templanza, mansedumbre, condescendencia y perdón, que debe ejercer en favor de todos sus hermanos y hermanas que son sus compañeros de peregrinación y sufrimiento...”
La FE debe ser releída y reinterpretada en clave histórica, es decir, también se modifica como los dogmas y las doctrinas, en un flujo totalmente natural e histórico. En esencia, ya no es la FE de los Padres y de la Iglesia, la Fe Apostólica para educar a las nuevas generaciones, para dictar las normas y doctrinas inmutables, sino que será la HISTORIA DE LOS FIELES la que modifique todo según sus EXPERIENCIAS HISTÓRICAS. Estamos en la Teología del Pueblo...
Disculpen si estamos resumiendo, pero estas son las bases fundamentales para luego avanzar en los estudios en profundidad que cada uno de ustedes puede hacer. Aquí no hacemos más que condensar las responsabilidades de este sacerdote, que no fue el único, pero cuyas ideas desembocaron inevitablemente en la corriente que conocemos como "Nouvelle Teologie", cuya nueva teología -el jesuitismo modernista, con algunos dominicos como el padre Chenu e incluso algunos franciscanos- se encontraba entonces entre los principales exponentes (entre sus principales exponentes, de hecho, encontramos también a algunos futuros cardenales: el dominico Congar, y los jesuitas de Lubac y Daniélou) [8].
Más compleja fue y es una tercera forma de modernismo: el político. Hubo en Buonaiuti un cambio necesario en el concepto de la "societas Christiana" hasta entonces apoyado por todos los Pontífices y, ciertamente, por el Magisterio de la Iglesia. En otro de sus famosos libros, Pellegrino di Roma (Peregrino en Roma), Buonaiuti especifica cómo: “el cristiano no se diferencia de sus conciudadanos en nombre de una eventual participación en determinadas posiciones políticas o en organizaciones económicas fragmentarias, sino que adopta formas de bondad, templanza, mansedumbre, condescendencia y perdón, que debe ejercer en favor de todos sus hermanos y hermanas que son sus compañeros de peregrinación y sufrimiento...”
En esencia, para Buonaiuti, Cristo habría roto la concepción estatista del imperio de Roma y el propio nacionalismo de Israel, y en consecuencia era necesario retrotraer a la Iglesia a sus orígenes (esa arqueología histórica [9] condenada por Pío XII en Mediator Dei), a los orígenes del cristianismo, suprimir toda barrera nacionalista, limpiar la Iglesia de su historia política pasada en virtud de ese "he venido a servir, no a ser servido". Este historicismo conduciría de hecho a la soberbia y especiosa reforma litúrgica de la misa conocida como “de Pablo VI”...
La cuestión política de Buonaiuti y su modernismo es, como hemos dicho, muy compleja e imposible de tratar aquí. Sólo mencionaremos, para que se entienda, cómo no sólo fue un antifascista convencido, sino que también estuvo en contra del famoso Concordato de 1929, denunciándolo como inconcebible para la Iglesia. Era una "aberración mezclar la Iglesia y el Estado" y, citando a Tertuliano, mostraba la irreconciliabilidad del cristianismo con el imperio; no sólo le parecía que cualquier mezcla de poder religioso y político era perjudicial para la Iglesia, sino que el verdadero cristiano debe permanecer desprendido; no se sirve a dos señores. En la interpretación de Buonaiuti de ese "dad al César", Cristo habría impuesto el desprecio por lo que es dinero, por lo que es parte del César... con toda su política, sin embargo, iba de la mano del comunismo [10].
Por supuesto, el argumento debe desarrollarse más, es demasiado "fácil" resumir la cuestión de "modernista" o Buonaiuti exclusivamente a lo que hemos tenido que sintetizar, pero estos son los puntos de partida para entender cómo nada viene de repente... y que con lo que tenemos que luchar hoy es precisamente contra el modernismo condenado por San Pío X y que nunca, los Pontífices pasados podrían haber pensado en él como un terremoto interno, una implosión interna de la Iglesia, hoy devastadora.
Es cierto que creemos en la promesa de Cristo: "las puertas del infierno no prevalecerán" y que esta "implosión" nunca derribará a LA IGLESIA, pero sin duda el daño es tan grande que la propia Virgen vino a prometer la Buena Batalla con nosotros, con la Iglesia "una, santa, católica, apostólica y romana"... hasta que su Corazón Inmaculado triunfe sobre todos sus enemigos, pero mientras tanto la batalla continúa.
Después de la condena del Modernismo con Pascendi de San Pío X, con la que la Iglesia tuvo que intervenir duramente para defender al rebaño de los lobos, proteger lo que se debe creer, distinguir entre el Bien y el Mal, entre lo que es la verdadera Fe y lo que no lo es... también hubo una feroz "caza del modernista"... pensad que entre los primeros fieles ejecutores de la condena -y para hacerla cumplir- estaban paradójicamente, hasta los jesuitas.... San Padre Pío, el mismo Don Dolindo Ruotolo, fueron algunos de los que pagaron las consecuencias, no porque fueran acusados de modernismo.... sino porque todos fueron filtrados por el mismo criterio. La caza de modernistas fue a veces injustificada. Sin embargo, CUIDADO con los que acusan a la Iglesia de haber exagerado contra el Modernismo porque no es cierto en absoluto... Una cosa era los que defendían tenazmente a Pascendi para llevar a cabo sus propias vendettas.... y otra era perseguir inexorablemente todo viento del Modernismo.
Cardenal Carlo Perosi
El propio Buonaiuti cuenta que el cardenal Carlo Perosi (hermano del gran músico monseñor Lorenzo Perosi), secretario del Santo Oficio, lo despidió, en aquella reunión de 1924 que precedió a su excomunión, diciendo: "No hay nada que hacer, tienes un cerebro demasiado diferente al nuestro"... Lo que Buonaiuti tiene en común con la dramática apostasía de nuestro tiempo es precisamente esta "diversidad" del pensamiento católico [11] y no es casualidad que llegara a dudar de la Presencia Divina en la Eucaristía y que comenzara a desarrollar un pensamiento ambiguo sobre la Santísima Trinidad....
Estaba animado por un gran optimismo, creía realmente que el hombre podía arreglárselas por sí mismo, a través de una conciencia ya no atada a dogmas y doctrinas, olvidando sin embargo aquellas palabras de Cristo "sin mí no podéis hacer nada" que son la doctrina misma, "el que quiera venir a mí, que tome su cruz cada día y me siga", "el que me ame que guarde mis mandamientos"..., "me sorprende que tan rápidamente paséis del que os llamó con la gracia de Cristo a otro evangelio. Pero en realidad no hay otro evangelio; sólo hay algunos que lo perturban y quieren subvertir el evangelio de Cristo. Pero si nosotros mismos, o un ángel del cielo, os predicara otro evangelio distinto del que os hemos predicado, que sea anatema", "Ya lo hemos dicho, y ahora lo vuelvo a decir: si alguien os predica un evangelio diferente al que habéis recibido, ¡que sea anatema! Porque ¿es el favor de los hombres lo que busco ganar, o no el de Dios? ¿O busco complacer a los hombres? Si siguiera complaciendo a los hombres, ya no sería un siervo de Cristo" (Gal.1,1-10). Ese es en cambio que pretendía Buonaiuti, lo que quiere el Modernismo, lo que está haciendo la pastoral de hoy: un evangelio modelado sobre el hombre, sobre el pobre, sobre el migrante... donde no es el hombre el que debe convertirse a Cristo, sino que se utiliza el evangelio para que sea actualizado y adaptado a las dificultades del hombre de hoy.
Lo que está claro hoy para muchos (quizás inconscientemente) católicos modernistas no es la herejía de Buonaiuti, que probablemente ni siquiera conocen, sino el hecho de que fue "desafortunado" por no haber sabido esperar "la evolución de los tiempos", pero nació en esa época y por eso, hoy debe ser declarado "profeta" porque sus enseñanzas no sólo han entrado en la Iglesia, ¡sino que hoy la dirigen!
Tenemos un ejemplo de ello en Angelo Giuseppe Roncalli, el futuro Juan XXIII que, por obediencia, nunca se unió a Buonaiuti al que conocía personalmente y fueron compañeros de viaje durante un tiempo, sino que respiró el aire, aprendiendo a esperar la evolución de "tiempos más favorables" y de hecho, cuando fue elegido papa, estas fueron sus aperturas básicas: "un ir despacio" inventando un concilio "PASTORAL" (esto nunca había sucedido en la Iglesia, esta era la verdadera novedad) a través del cual filtrar el pensamiento mismo del modernismo, un modernismo moderado, como si dijéramos "una herejía moderada". Pocos saben, de hecho, que Roncalli durante un periodo de tiempo fue profesor eclesiástico de historia y patrología, pero se le prohibió enseñar porque "ya era sospechoso" de modernismo...
Sólo podemos preguntarnos: ¿El modernismo no sería ya una herejía contraria a la fe y, por lo tanto, una causa de autoexclusión de la Iglesia Católica? ¿Dejaría de ser válida esta condena, que está en el Magisterio de los Papas y especialmente en San Pío X? ¿Con qué argumentación? ¿Por qué los documentos del Vaticano II no lo confirman?
Sólo podemos preguntarnos: ¿El modernismo no sería ya una herejía contraria a la fe y, por lo tanto, una causa de autoexclusión de la Iglesia Católica? ¿Dejaría de ser válida esta condena, que está en el Magisterio de los Papas y especialmente en San Pío X? ¿Con qué argumentación? ¿Por qué los documentos del Vaticano II no lo confirman?
Los errores del modernismo contaminaron primero la vida social con el democratismo imperante que pone los principios a la par de las opiniones, la realidad al nivel de la ilusión y la verdad a merced de la voluntad del pueblo. Esos errores fueron condenados por el Syllabus de Pío IX que, una vez maduros, se emanciparon de la autoridad de las Escrituras, del poder jerárquico de la Iglesia y del orden social cristiano. Un proceso que conduce al abandono del principio de trascendencia por el de inmanencia, hace del hombre el centro de todo y, por lo tanto, reduce la religión a un mero humanitarismo, como quiere la masonería. Se comprende, pues, la atracción que la masonería ejercía sobre Roncalli. El hecho cierto es que los modernistas están excomulgados de hecho por la Iglesia con un juicio imprescriptible porque son enemigos de la verdadera fe, y en esta calidad, son infiltrados para demoler la fe tradicional y la autoridad católica con su pensamiento y actuación traicionera, condenada por la Iglesia.
No es de extrañar... la Jerarquía Católica se sintió emocionalmente implicada en las dos Guerras Mundiales, los sentimientos de culpa aumentaron y no fueron pocos dentro de la Iglesia los que sintieron la necesidad de un "cambio". El esfuerzo que todos los Pontífices trataron de hacer, hasta el Venerable Pío XII, fue el de condenar la herejía, señalar qué errores debían evitarse y, al mismo tiempo, avanzar lentamente en las reformas esenciales, especialmente en el campo ecuménico. Pero desde Juan XXIII -con la novedad de un concilio PASTORAL- ha cesado la denuncia y condena de la herejía, como si fueran dos realidades incompatibles, opuestas entre sí, como si la Verdad (es decir, la Doctrina y los Dogmas) fuera un impedimento para la verdadera felicidad del hombre... mientras se intenta seguir defendiendo el núcleo doctrinal. Pero era evidente que una Doctrina defendida de esta manera (véase Pablo VI con la Humanae Vitae, o el Magisterio de Juan Pablo II en defensa de la Vida y la Familia, así como el famoso Documento Dominus Iesus), tarde o temprano fracasaría en nombre de la Misericordia... y esto es lo que sigue ocurriendo hoy.
Habría y hay, por supuesto, mucho más que decir, pero por el momento, me parece útil detenerme aquí para darles la oportunidad de reflexionar con gran serenidad para comprender la gravedad del Modernismo y de qué maneras tortuosas (a menudo también de forma dulce y cautivadora) no sólo se ha insinuado en la Iglesia (el famoso "humo de Satanás", expresado literalmente por Pablo VI, que sin embargo favoreció su entrada, apoyando el Humanismo Integral de Jacques Maritain y dictando la reforma litúrgica), sino cómo se ha impuesto sobre todo con diabólica pertinacia.
Queremos cerrar este excursus con un elocuente pasaje de Benedicto XVI en su grandiosa "Lectio" -ver aquí- que, como bien afirma el profesor Stefano Fontana, corrige Amoris laetitia y responde a las famosas Dubia, aquellas que el papa Francisco no quiso responder. He aquí un pasaje importante: "Ante la extensión de la pederastia, me viene a la mente una palabra de Jesús cuando dice: "Quien escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le pusieran una piedra de molino al cuello y lo arrojaran al mar" (Mc 9,42). En su significado original, esta palabra no se refiere a la captación de niños con fines sexuales. El término "pequeños" en el lenguaje de Jesús se refiere a los creyentes sencillos, que podrían ser sacudidos en su fe por la arrogancia intelectual de los que se creen inteligentes. Jesús protege aquí el bien de la fe con una amenaza perentoria de castigo para los que la ofenden. El uso moderno de estas palabras no es en sí mismo incorrecto, pero no debe oscurecer su significado original. (..) En la conciencia jurídica común, la fe ya no parece tener el estatus de un bien a proteger. Se trata de una situación preocupante, sobre la que los pastores de la Iglesia deben reflexionar y considerar seriamente".
Ahora bien, dos palabras son indispensables para entender el siguiente pasaje de la Pascendi de San Pío X, destinado a proteger a los futuros sacerdotes del contagio del modernismo: el Motu Proprio Sacrorum antistitum (1910) con EL JURAMENTO ANTIMODERNISTA, que publicaremos al final.
Pascendi de San Pío X tuvo el mérito de resumir el peligro del modernismo hasta tal punto que los verdaderos enemigos de la Iglesia tuvieron que esforzarse cada vez más en filtrar sus ideas heréticas. De ahí la famosa frase de Buonaiuti publicada al principio de este artículo, que resume la diabólica labor de los modernistas: combatir a Roma no desde fuera, sino desde dentro, es decir, apoderarse de los puestos de mando, de los seminarios, de las escuelas, de la industria editorial, de todos los rincones católicos y desarmarla desde adentro para cambiar la propia Iglesia. De hecho, no quieren "demolerla" en absoluto, sino cambiarla y modificarla desde dentro [12], sean los pastores quienes lo hagan, conscientemente o no. Esto, sin embargo... era también el proyecto de la masonería reportado incluso por San Juan Bosco en sus Cuadernos, ¡así que no nos acusen de conspiración!
Es el propio Buonaiuti quien confiesa, en sus “Cartas de un sacerdote modernista”, esta escalofriante afirmación: “Los modernistas nos vemos dolorosamente obligados a conspirar en la sombra, a fomentar silenciosamente el fuego sagrado de los nuevos ideales religiosos en el seno del joven clero. Sentimos que pesa sobre nuestras cabezas, como una espada de Damocles, la amenaza de la desautorización pública del Vaticano, tal vez la excomunión. Pero estamos preparados para todo. Nuestras ideas se han apoderado de nuestro espíritu: han echado raíces profundas en él; nadie podrá deshacerlas. Por lo tanto, esperamos con confianza el futuro, convencidos de que, por medios pacíficos o por los estallidos de la rebelión, la Iglesia dogmática cederá, lenta pero seguramente, a las nuevas corrientes y a las nuevas formas de la religiosidad contemporánea (...) ¿Qué importa si nuestra existencia se desmorona antes de cosechar los resultados tangibles de nuestro trabajo? Con nuestra mano, llena de gérmenes, inclinada sobre el surco, estamos seguros de trabajar para una cosecha lejana. La causa de nuestro éxito infalible está aquí: en la certeza de que no trabajamos para hoy ni para mañana, sino 'alteri saeculo'” (para las generaciones futuras).
En definitiva, según Buonaiuti, “la mejor manera de servir a la Iglesia visible es precisamente resistirla y desafiarla... Si, en las duras horas de la transición, los valores terrenales contaminan demasiado íntimamente los organismos depositarios de su función, la insurrección es lógica y saludable...”
San Pío X lo sabía tan bien que escribió y amonestó en Pascendi:
“Nos impulsa a romper sin más demora el hecho de que los defensores del error no sólo no se encuentran entre los enemigos declarados, sino que, lo que es más angustioso y aterrador, se esconden en el seno mismo de la Iglesia, tanto más perniciosos cuanto menos se les ve. Aludimos, oh Venerables Hermanos, a muchos de los laicos católicos, y, lo que es más deplorable, a no pocos de la propia clase sacerdotal, que, bajo el pretexto de amor a la Iglesia, privados de toda sólida guarnición de conocimientos filosóficos y teológicos, penetrados todos por las venenosas doctrinas de los enemigos de la Iglesia, se autodenominan, sin freno alguno, reformadores de la Iglesia. Y habiendo hecho un despliegue audaz, se lanzan sobre las cosas más santas de la obra de Cristo, sin escatimar la persona misma del divino Redentor, a quien, con atrevimiento sacrílego, reducen a la condición de un simple hombre... ”
La relevancia de estas palabras radica en que, también por un cierto ecumenismo "loco", ecumaníaco, hay quienes creían (y siguen creyendo) que el Modernismo está "pasado de moda", que terminó incluso en los años 30 y con él, el mismo Juramento Antimodernista, sustituido por Pablo VI (a su vez sustituido por el realizado en el pontificado de Juan Pablo II) siempre con una Profesión de Fe sin duda, pero menos incisiva desde el punto de vista de un compromiso más fuerte contra toda herejía.
Buonaiuti sale “a la luz”, podemos decir, con estas Cartas suyas despotricando contra San Pío X por Pascendi. Acusa al Pontífice de estar "engañado por los jesuitas obtusos y demasiado fieles a Roma", de ser un "opresor de la libertad en la Iglesia"; de "oprimir a los sacerdotes" asfixiándolos. Reconociendo su integridad moral y espiritual, acusa al Pontífice de fanatismo, y define su elección como "UN MAL SUEÑO DE VERANO, una pesadilla". .... y le acusa de querer ser "DEMASIADO FIEL A LOS PADRES Y AL NUEVO TESTAMENTO" y no niega lo bueno de esto, pero denuncia su método como "demasiado anticuado e inadecuado a los tiempos modernos"... y denuncia: "Pío X sigue un solo criterio: conservar lo antiguo, a costa de sacrificar hombres, ideas, cosas, sin piedad..." y afirma además: "El antiguo Patriarca de Venecia, al subir al papado, lanzó el lema de un programa grandioso: Instaurare omnia in Christo. Pero, muy pobre en ideas..." e insiste: "es obtuso e insensible a la voz del ESPÍRITU.... sembrador de discordia, el que ha hecho estragos en las diócesis, actitud intelectual negativa hacia la libertad de conciencias, sembrador de pensamiento destructivo...." y aquí nos detenemos, ¡juzgue usted!
SIN MISERICORDIA... por lo tanto, un pensamiento que se convertiría en propio en todos los modernistas, incluso en el joven Montini - el futuro Pablo VI - y en el mismo Roncalli, su amigo, el futuro Juan XXIII, un "adagio para ir" desde el Concilio hasta hoy porque nada viene de repente.... Mientras que a partir de aquí podemos ver porque Buonaiuti no apeló a Benedicto XV, Pío XI ni a Pío XII.
¡Invitamos, pues, a todos nuestros Lectores a que hagan suyo el Juramento antimodernista, a que lo desempolven, lo aprendan de memoria y lo divulguen porque éste fue y es el Magisterio que sigue siendo válido porque LA FE Y LA DOCTRINA no cambian, lo que ayer era pecado es pecado hoy también, lo que ayer era herejía es herejía hoy también!
Recordando bien lo que es y lo que no es la verdadera infalibilidad papal, así el Beato Pío IX en Pastor Aeternus sancionó la infalibilidad del Papa con estas palabras: "Porque el Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de Pedro para revelar, por su inspiración, una nueva doctrina, sino para custodiar escrupulosamente y dar a conocer fielmente, por su asistencia, la revelación transmitida por los Apóstoles, es decir, el depósito de la fe..."
Laudetur Jesus Christus
Notas:
[1] Il dramma umano e sacerdotale di Ernesto Buonaiuti, prete modernista (Luca Caruso, Korazym.org, 10-07-2014)
Adesso Papa Francesco perdoni l’eretico Buonaiuti (Giordano Bruno Guerri, Il Giornale, 18-04-2016)
[2] Papa Francesco: abbandonati pregiudizi su Lutero, cattolici e luterani mai più avversari (Giada Aquilino, VaticanNews, 07-12-2017).
[3] Il modernismo cattolico (Ernesto Buonaiuti, Guanda, 1943, pp. 128-130).
[4] Il Concilio parallelo. L’inizio anomalo del Vaticano II (Paolo Pasqualucci, Fede&Cultura, Verona, 2014).
[5] Il Papa non eletto. Giuseppe Siri, cardinale di Santa Romana Chiesa, cardenal de la Santa Iglesia Romana (Benny Lai, Laterza, 1993).
[6] Il protestantesimo, culla del modernismo teologico (Corrado Gnerre, Il settimanale di Padre Pio, 22-10-2017)
[7] Il Concilio Vaticano II. Una storia mai scritta (Roberto de Mattei, Lindau, 2010).
No es de extrañar... la Jerarquía Católica se sintió emocionalmente implicada en las dos Guerras Mundiales, los sentimientos de culpa aumentaron y no fueron pocos dentro de la Iglesia los que sintieron la necesidad de un "cambio". El esfuerzo que todos los Pontífices trataron de hacer, hasta el Venerable Pío XII, fue el de condenar la herejía, señalar qué errores debían evitarse y, al mismo tiempo, avanzar lentamente en las reformas esenciales, especialmente en el campo ecuménico. Pero desde Juan XXIII -con la novedad de un concilio PASTORAL- ha cesado la denuncia y condena de la herejía, como si fueran dos realidades incompatibles, opuestas entre sí, como si la Verdad (es decir, la Doctrina y los Dogmas) fuera un impedimento para la verdadera felicidad del hombre... mientras se intenta seguir defendiendo el núcleo doctrinal. Pero era evidente que una Doctrina defendida de esta manera (véase Pablo VI con la Humanae Vitae, o el Magisterio de Juan Pablo II en defensa de la Vida y la Familia, así como el famoso Documento Dominus Iesus), tarde o temprano fracasaría en nombre de la Misericordia... y esto es lo que sigue ocurriendo hoy.
Habría y hay, por supuesto, mucho más que decir, pero por el momento, me parece útil detenerme aquí para darles la oportunidad de reflexionar con gran serenidad para comprender la gravedad del Modernismo y de qué maneras tortuosas (a menudo también de forma dulce y cautivadora) no sólo se ha insinuado en la Iglesia (el famoso "humo de Satanás", expresado literalmente por Pablo VI, que sin embargo favoreció su entrada, apoyando el Humanismo Integral de Jacques Maritain y dictando la reforma litúrgica), sino cómo se ha impuesto sobre todo con diabólica pertinacia.
Queremos cerrar este excursus con un elocuente pasaje de Benedicto XVI en su grandiosa "Lectio" -ver aquí- que, como bien afirma el profesor Stefano Fontana, corrige Amoris laetitia y responde a las famosas Dubia, aquellas que el papa Francisco no quiso responder. He aquí un pasaje importante: "Ante la extensión de la pederastia, me viene a la mente una palabra de Jesús cuando dice: "Quien escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le pusieran una piedra de molino al cuello y lo arrojaran al mar" (Mc 9,42). En su significado original, esta palabra no se refiere a la captación de niños con fines sexuales. El término "pequeños" en el lenguaje de Jesús se refiere a los creyentes sencillos, que podrían ser sacudidos en su fe por la arrogancia intelectual de los que se creen inteligentes. Jesús protege aquí el bien de la fe con una amenaza perentoria de castigo para los que la ofenden. El uso moderno de estas palabras no es en sí mismo incorrecto, pero no debe oscurecer su significado original. (..) En la conciencia jurídica común, la fe ya no parece tener el estatus de un bien a proteger. Se trata de una situación preocupante, sobre la que los pastores de la Iglesia deben reflexionar y considerar seriamente".
Ahora bien, dos palabras son indispensables para entender el siguiente pasaje de la Pascendi de San Pío X, destinado a proteger a los futuros sacerdotes del contagio del modernismo: el Motu Proprio Sacrorum antistitum (1910) con EL JURAMENTO ANTIMODERNISTA, que publicaremos al final.
Pascendi de San Pío X tuvo el mérito de resumir el peligro del modernismo hasta tal punto que los verdaderos enemigos de la Iglesia tuvieron que esforzarse cada vez más en filtrar sus ideas heréticas. De ahí la famosa frase de Buonaiuti publicada al principio de este artículo, que resume la diabólica labor de los modernistas: combatir a Roma no desde fuera, sino desde dentro, es decir, apoderarse de los puestos de mando, de los seminarios, de las escuelas, de la industria editorial, de todos los rincones católicos y desarmarla desde adentro para cambiar la propia Iglesia. De hecho, no quieren "demolerla" en absoluto, sino cambiarla y modificarla desde dentro [12], sean los pastores quienes lo hagan, conscientemente o no. Esto, sin embargo... era también el proyecto de la masonería reportado incluso por San Juan Bosco en sus Cuadernos, ¡así que no nos acusen de conspiración!
Es el propio Buonaiuti quien confiesa, en sus “Cartas de un sacerdote modernista”, esta escalofriante afirmación: “Los modernistas nos vemos dolorosamente obligados a conspirar en la sombra, a fomentar silenciosamente el fuego sagrado de los nuevos ideales religiosos en el seno del joven clero. Sentimos que pesa sobre nuestras cabezas, como una espada de Damocles, la amenaza de la desautorización pública del Vaticano, tal vez la excomunión. Pero estamos preparados para todo. Nuestras ideas se han apoderado de nuestro espíritu: han echado raíces profundas en él; nadie podrá deshacerlas. Por lo tanto, esperamos con confianza el futuro, convencidos de que, por medios pacíficos o por los estallidos de la rebelión, la Iglesia dogmática cederá, lenta pero seguramente, a las nuevas corrientes y a las nuevas formas de la religiosidad contemporánea (...) ¿Qué importa si nuestra existencia se desmorona antes de cosechar los resultados tangibles de nuestro trabajo? Con nuestra mano, llena de gérmenes, inclinada sobre el surco, estamos seguros de trabajar para una cosecha lejana. La causa de nuestro éxito infalible está aquí: en la certeza de que no trabajamos para hoy ni para mañana, sino 'alteri saeculo'” (para las generaciones futuras).
En definitiva, según Buonaiuti, “la mejor manera de servir a la Iglesia visible es precisamente resistirla y desafiarla... Si, en las duras horas de la transición, los valores terrenales contaminan demasiado íntimamente los organismos depositarios de su función, la insurrección es lógica y saludable...”
San Pío X lo sabía tan bien que escribió y amonestó en Pascendi:
“Nos impulsa a romper sin más demora el hecho de que los defensores del error no sólo no se encuentran entre los enemigos declarados, sino que, lo que es más angustioso y aterrador, se esconden en el seno mismo de la Iglesia, tanto más perniciosos cuanto menos se les ve. Aludimos, oh Venerables Hermanos, a muchos de los laicos católicos, y, lo que es más deplorable, a no pocos de la propia clase sacerdotal, que, bajo el pretexto de amor a la Iglesia, privados de toda sólida guarnición de conocimientos filosóficos y teológicos, penetrados todos por las venenosas doctrinas de los enemigos de la Iglesia, se autodenominan, sin freno alguno, reformadores de la Iglesia. Y habiendo hecho un despliegue audaz, se lanzan sobre las cosas más santas de la obra de Cristo, sin escatimar la persona misma del divino Redentor, a quien, con atrevimiento sacrílego, reducen a la condición de un simple hombre... ”
La relevancia de estas palabras radica en que, también por un cierto ecumenismo "loco", ecumaníaco, hay quienes creían (y siguen creyendo) que el Modernismo está "pasado de moda", que terminó incluso en los años 30 y con él, el mismo Juramento Antimodernista, sustituido por Pablo VI (a su vez sustituido por el realizado en el pontificado de Juan Pablo II) siempre con una Profesión de Fe sin duda, pero menos incisiva desde el punto de vista de un compromiso más fuerte contra toda herejía.
Buonaiuti sale “a la luz”, podemos decir, con estas Cartas suyas despotricando contra San Pío X por Pascendi. Acusa al Pontífice de estar "engañado por los jesuitas obtusos y demasiado fieles a Roma", de ser un "opresor de la libertad en la Iglesia"; de "oprimir a los sacerdotes" asfixiándolos. Reconociendo su integridad moral y espiritual, acusa al Pontífice de fanatismo, y define su elección como "UN MAL SUEÑO DE VERANO, una pesadilla". .... y le acusa de querer ser "DEMASIADO FIEL A LOS PADRES Y AL NUEVO TESTAMENTO" y no niega lo bueno de esto, pero denuncia su método como "demasiado anticuado e inadecuado a los tiempos modernos"... y denuncia: "Pío X sigue un solo criterio: conservar lo antiguo, a costa de sacrificar hombres, ideas, cosas, sin piedad..." y afirma además: "El antiguo Patriarca de Venecia, al subir al papado, lanzó el lema de un programa grandioso: Instaurare omnia in Christo. Pero, muy pobre en ideas..." e insiste: "es obtuso e insensible a la voz del ESPÍRITU.... sembrador de discordia, el que ha hecho estragos en las diócesis, actitud intelectual negativa hacia la libertad de conciencias, sembrador de pensamiento destructivo...." y aquí nos detenemos, ¡juzgue usted!
SIN MISERICORDIA... por lo tanto, un pensamiento que se convertiría en propio en todos los modernistas, incluso en el joven Montini - el futuro Pablo VI - y en el mismo Roncalli, su amigo, el futuro Juan XXIII, un "adagio para ir" desde el Concilio hasta hoy porque nada viene de repente.... Mientras que a partir de aquí podemos ver porque Buonaiuti no apeló a Benedicto XV, Pío XI ni a Pío XII.
¡Invitamos, pues, a todos nuestros Lectores a que hagan suyo el Juramento antimodernista, a que lo desempolven, lo aprendan de memoria y lo divulguen porque éste fue y es el Magisterio que sigue siendo válido porque LA FE Y LA DOCTRINA no cambian, lo que ayer era pecado es pecado hoy también, lo que ayer era herejía es herejía hoy también!
Recordando bien lo que es y lo que no es la verdadera infalibilidad papal, así el Beato Pío IX en Pastor Aeternus sancionó la infalibilidad del Papa con estas palabras: "Porque el Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de Pedro para revelar, por su inspiración, una nueva doctrina, sino para custodiar escrupulosamente y dar a conocer fielmente, por su asistencia, la revelación transmitida por los Apóstoles, es decir, el depósito de la fe..."
Laudetur Jesus Christus
Notas:
[1] Il dramma umano e sacerdotale di Ernesto Buonaiuti, prete modernista (Luca Caruso, Korazym.org, 10-07-2014)
Adesso Papa Francesco perdoni l’eretico Buonaiuti (Giordano Bruno Guerri, Il Giornale, 18-04-2016)
[2] Papa Francesco: abbandonati pregiudizi su Lutero, cattolici e luterani mai più avversari (Giada Aquilino, VaticanNews, 07-12-2017).
[3] Il modernismo cattolico (Ernesto Buonaiuti, Guanda, 1943, pp. 128-130).
[4] Il Concilio parallelo. L’inizio anomalo del Vaticano II (Paolo Pasqualucci, Fede&Cultura, Verona, 2014).
[5] Il Papa non eletto. Giuseppe Siri, cardinale di Santa Romana Chiesa, cardenal de la Santa Iglesia Romana (Benny Lai, Laterza, 1993).
[6] Il protestantesimo, culla del modernismo teologico (Corrado Gnerre, Il settimanale di Padre Pio, 22-10-2017)
[7] Il Concilio Vaticano II. Una storia mai scritta (Roberto de Mattei, Lindau, 2010).
[8] Nouvelle Theologie; una nuova veste dell’eresia modernista (CorsiadeiServi.it)
[9] Archeologia o archeologismo? (Don Ivo Cisar, Una Voce Venetia).
[10] "El cristianismo nació comunista y el comunismo nació cristiano. Se trata, por supuesto, de entender el significado de la palabra cristianismo así como el significado de la palabra comunismo" (Ernesto Buonaiuti, La Chiesa e il comunismo. Il problema delle relazioni diplomatiche fra Roma e Mosca, Bompiani, 1945).
[11] Esto es lo que dijo el Papa Pablo VI a Jean Guitton en Castel Gandolfo el 7 de septiembre de 1977: "Lo que me llama la atención, cuando considero el mundo católico, es que dentro del catolicismo parece predominar a veces un tipo de pensamiento no católico, y puede ocurrir que este pensamiento no católico dentro del catolicismo sea mañana el más fuerte. Pero nunca representará el pensamiento de la Iglesia" (Jean Guitton, Paolo VI segreto, IV edición, San Paolo Edizioni, 2002).
[12] "No es necesario hacer otra Iglesia, es necesario hacer una Iglesia diferente" (Yves Congar, OP, Vera e falsa riforma della Chiesa, 1950).
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