Por Francesca de Villasmundo
Bromas aparte, si se necesitara una prueba de que la "pandemia de cov1d" que ha mantenido a buena parte de la población mundial confinada, asustada, enmascarada e inyectada con sueros génicos, es una inmensa farsa, la "crisis ucraniana" es esa prueba.
En pocos días, la narrativa mediática cov1d1ana, la lista de muertos, luego de casos, luego de números de contaminaciones, de hospitalizaciones, dio paso a la narrativa mediática sobre la "guerra en Ucrania", enfrentando al malvado Putin con la simpática Unión Europea y la humanista OTAN....
El mismo control de la narración, el mismo servilismo acrítico de los periodistas occidentales, las mismas imágenes de guerra trucadas y manipuladas, sacadas de los cajones de las redacciones donde se habían ido pudriendo desde la última ofensiva del campo del Bien contra el campo del Mal, nunca muy antigua hay que decirlo...
Sin embargo, aunque el cov1d ha desaparecido repentinamente, la "emergencia sanitaria" persiste a través del "pase sanitario" aún vigente en Francia, Italia y algunos otros países gobernados por los jóvenes de Schwab, la suspensión de los trabajadores no vacunados, el tráfico de influencias de los laboratorios, los efectos secundarios de las inyecciones que no escapan a pesar de la guerra en Ucrania, la dictadura sanitaria en Canadá, la locura cov1d1ana en Australia, en Nueva Zelanda donde la marea parece haberse vuelto contra la psicópata Jacinda Arden después de que un Tribunal Superior dictaminara que su obligación de vacunación representaba una "flagrante violación de los derechos humanos" de los neozelandeses, etc.
Siguen publicándose estudios que demuestran la nocividad de las “vacunas”, y el profesor Raoult se hace eco de uno de ellos, que muestra la transformación del ARN de las vacunas de Pfizer en ADN en cultivos de células hepáticas, lo que plantea la cuestión de su integración en el genoma (el informe en francés aquí).
Pero los medios de comunicación han dado vuelta la página, y por eso desvían la atención del escándalo cov1d1ano que está surgiendo lenta pero inexorablemente para juzgar la gestión calamitosa y dictatorial de los pequeños tiranos deseosos de aplicar la Agenda de Davos con la ayuda de los periodistas del sistema, su correa de transmisión.
Medias-Presse
El mismo control de la narración, el mismo servilismo acrítico de los periodistas occidentales, las mismas imágenes de guerra trucadas y manipuladas, sacadas de los cajones de las redacciones donde se habían ido pudriendo desde la última ofensiva del campo del Bien contra el campo del Mal, nunca muy antigua hay que decirlo...
Sin embargo, aunque el cov1d ha desaparecido repentinamente, la "emergencia sanitaria" persiste a través del "pase sanitario" aún vigente en Francia, Italia y algunos otros países gobernados por los jóvenes de Schwab, la suspensión de los trabajadores no vacunados, el tráfico de influencias de los laboratorios, los efectos secundarios de las inyecciones que no escapan a pesar de la guerra en Ucrania, la dictadura sanitaria en Canadá, la locura cov1d1ana en Australia, en Nueva Zelanda donde la marea parece haberse vuelto contra la psicópata Jacinda Arden después de que un Tribunal Superior dictaminara que su obligación de vacunación representaba una "flagrante violación de los derechos humanos" de los neozelandeses, etc.
Siguen publicándose estudios que demuestran la nocividad de las “vacunas”, y el profesor Raoult se hace eco de uno de ellos, que muestra la transformación del ARN de las vacunas de Pfizer en ADN en cultivos de células hepáticas, lo que plantea la cuestión de su integración en el genoma (el informe en francés aquí).
Pero los medios de comunicación han dado vuelta la página, y por eso desvían la atención del escándalo cov1d1ano que está surgiendo lenta pero inexorablemente para juzgar la gestión calamitosa y dictatorial de los pequeños tiranos deseosos de aplicar la Agenda de Davos con la ayuda de los periodistas del sistema, su correa de transmisión.
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