Por Federico Catani
La Santa Casa de Loreto fue el lugar donde la Virgen nació, creció y recibió el encargo del Ángel Gabriel de ser la Madre de Dios. Por lo tanto, es un santuario que puede servir de "pulmón" espiritual, especialmente para aquellos que luchan por defender principios no negociables, como el derecho a la vida, la defensa de la familia natural y el derecho de los padres a educar a sus hijos.
Los acontecimientos que tuvieron lugar en la Santa Casa son de la mayor importancia para la historia de la humanidad. El lugar es aún más significativo para quienes profesan la fe católica.
Defender el derecho a la vida desde la concepción...
Nuestra Redención comenzó entre esos muros sagrados. Allí no sólo fue concebido Nuestro Señor Jesucristo, sino que también fue el lugar de la Inmaculada Concepción y del nacimiento de María. Entre esos muros, el Verbo se hizo carne y vino a habitar entre los hombres. ¿Cómo no pensar entonces en la dignidad intrínseca del ser humano desde el momento de la concepción al contemplar este lugar? El propio Jesús, el Salvador, asumió la condición humana desde el principio. Nuestro Señor fue un embrión y un feto y vivió durante nueve meses en el seno virginal de María Santísima en este lugar.
Por ello, Loreto debe convertirse en el punto de referencia espiritual para todos aquellos que trabajan en la defensa del derecho a la vida de los niños no nacidos. No hay diferencia en dignidad y sacralidad entre una persona no nacida y otra ya nacida. Tampoco hay diferencia entre un joven y un anciano, hombre o mujer. Un ser humano es siempre humano en todas las fases de su existencia.
Por ello, debemos oponernos clara y radicalmente a la manipulación genética, a la producción artificial de niños y al crimen del aborto provocado. Toda ley que admita el asesinato de niños o los reduzca a objetos es intrínsecamente inicua y debe ser rechazada y derogada.
El mismo razonamiento se aplica obviamente a la práctica bárbara de convertir el vientre materno en una mercancía mediante la maternidad subrogada, que algunos asocian blasfemamente con la Anunciación que tuvo lugar en la Santa Casa. Es evidente que esta comparación no tiene sentido, aunque sólo sea porque la Virgen no pidió ser la Madre de Dios, sino que lo aceptó diciendo "Sí" a la Voluntad Divina. Este "sí" estaba abierto a la vida, que hoy tantos rechazan con la anticoncepción y el hedonismo desenfrenado.
...A la muerte natural
No olvidemos que, según la tradición, San José murió en la Santa Casa de Nazaret (que luego se trasladó a Loreto), asistido por María Santísima y por Nuestro Señor. Por esta razón, el glorioso patriarca se convirtió en el patrón de los moribundos. En efecto, nadie en el mundo recibió una gracia tan grande: pasar de esta vida a la otra en los brazos de Nuestra Señora y de Jesús. La bendita muerte de San José fue el broche de oro de una vida que pasó enteramente al servicio de Dios, de quien se hizo voluntariamente un instrumento dócil.
Por ello, los católicos deberían hacer de Loreto el punto de referencia espiritual para la lucha contra cualquier legislación que pretenda introducir la eutanasia, a menudo disfrazada con expresiones como "suicidio asistido" o testamento vital (en nombre de una falsa misericordia). Los ataques a la vida en su fase terminal son muy peligrosos porque pretenden reconocer sólo las vidas viables y sanas como poseedoras de dignidad humana.
Sin embargo, el ser humano siempre conserva su nobleza en cualquier condición y situación, por muy dolorosa y trágica que sea. Los enfermos no deben ser asesinados, sino asistidos por sus seres queridos y recibir cuidados que alivien el sufrimiento, como San José. Eliminar a los enfermos no es un gesto de amor sino de egoísmo, que esconde muchos intereses económicos y, sobre todo, la agenda de la "cultura de la muerte".
Defensa de la familia natural, basada en el matrimonio y la propiedad privada
La Sagrada Familia, modelo de todas las familias, vivió en la Santa Casa de Nazaret. Por eso, Loreto es el lugar privilegiado para rezar por la institución de la familia, hoy amenazada dentro y fuera de la Iglesia.
Hoy debemos emprender la batalla decisiva, tanto en el ámbito temporal como en el espiritual, para defender la indisolubilidad del matrimonio y la única y verdadera definición de familia, compuesta por un hombre y una mujer. Frente a la marea creciente de las tendencias dominantes, la Santa Casa de Loreto debe convertirse en el centro del que sacar fuerzas para reafirmar un claro "No" al divorcio, a la cohabitación, al feminismo, al "transgenerismo" y a las uniones homosexuales. Todos ellos son pecados que destruyen la familia estable y unida, que es el pilar fundamental de la sociedad.
Por último, teniendo en cuenta que la propiedad de la Santa Casa estaba en manos de la Sagrada Familia, debemos luchar por una verdadera justicia social reconociendo y protegiendo el derecho a la propiedad privada. Este derecho conduce a una economía favorable a la familia que apoya una mayor tasa de natalidad.
Derecho primordial de los padres a educar a su descendencia
En la Santa Casa, Nuestro Señor Jesucristo creció y fue educado por su Madre y San José. Jesús vivió con sus padres hasta la edad de treinta años. En este lugar santo vivió una vida de oración y trabajo, de obediencia y sacrificio, de sobriedad y pureza. La propia Virgen fue criada y educada por sus padres, Joaquín y Ana, entre aquellos muros. Loreto es, por tanto, el punto de referencia también en el ámbito de la educación, tan pisoteado hoy.
Hoy nos enfrentamos a una educación pública laica, controlada por el Estado, que inculca el indiferentismo religioso y los valores anticristianos. Impone la ideología de género, que pretende disolver la propia naturaleza humana. Por ello, nos parece más necesario que nunca reiterar el derecho primordial de los padres a educar a sus hijos sobre la base de los principios católicos. De ahí la necesidad de crear escuelas auténticamente católicas dirigidas por los padres y libres de las trabas del Estado. Ningún poder puede arrebatar a los niños de sus familias y adoctrinarlos contra la voluntad de sus padres.
La lucha por la pureza y la castidad
La Santa Casa acogió una familia especial, enteramente santa, caracterizada por la virginidad perpetua. En cuerpo y espíritu, Jesús, María y José conservaron la pureza integral y la castidad durante toda su vida. Hoy en día, para muchas personas, incluso católicas, vivir en continencia antes del matrimonio, durante el mismo o a lo largo de la vida parece una empresa imposible.
Mientras tanto, la pornografía es desenfrenada y tan poco controlada como la anticoncepción. La gente ha perdido el sentido del sacrificio y la pureza hasta el punto de que cualquier capricho y placer parece tener que convertirse en un derecho legalmente reconocido, protegido e incluso exigido.
Por el contrario, la Sagrada Familia vivió en completa pureza como una única y gran ofrenda a Dios, convirtiéndose realmente en un ejemplo para todos: niños, jóvenes, adultos y ancianos. Es un ejemplo para todos que cada vez está más aplastado por la omnipresente Revolución Sexual.
El artículo anterior está extraído del libro del autor “The Miracle of the Holy House of Loreto”.
Tradition, Family, Property
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