jueves, 5 de agosto de 2021

EL PAPA QUIERE MÁS A LOS COMUNISTAS QUE A LAS VÍCTIMAS DEL COMUNISMO

Noticias desconcertantes que no causan admiración, sino estremecimiento. Noticias que no construyen, sino todo lo contrario. Noticias que ni el mismo Dios entiende.


Francisco I ha aprovechado el Ángelus en la plaza de San Pedro para felicitar a Perú por la llegada al poder de los comunistas. No queremos criticar a nadie, menos a SS el papa Francisco, pero estamos en el derecho de exponer -al menos por ahora- que no lo entendemos. Ni pizca.

El papa felicita a un grupo de peruanos que asistió a la Plaza de San Pedro del Vaticano para escuchar el Ángelus después de que el comunista Pedro Castillo haya tomado posesión del cargo como presidente del Perú. Un acto en el que, por cierto, insultó gravemente a España, con el rey presente; el país gracias al cual el cristianismo llegó a Iberoamérica. Pero eso no lo vio Su Santidad, como los obispos españoles no vieron que Franco libró del exterminio a los religiosos españoles que en nombre del cristianismo sufrieron en España la mayor persecución religiosa desde Diocleciano. A Franco le dan el mismo tratamiento que le da la izquierda que provocó todo aquello igual que hace hoy con todo esto.

Aquí cada cual ve lo que le da la gana, e interpreta la religión a su manera. "Veo algunas banderas peruanas, saludo a los peruanos, tienen un nuevo presidente, que el Señor bendiga a vuestro país, siempre", ha dicho Francisco asomado desde la ventana del palacio apostólico del Vaticano.

Un papa muy amable con la extrema izquierda que causa estupor. Las excelentes relaciones de Bergoglio con las dictaduras de izquierdas en Iberoamérica han sido un motivo permanente de polémica durante su papado, llegando a provocar momentos esperpénticos como cuando Evo Morales le regaló un Cristo con la hoz y el martillo que el papa aceptó.


En otras ocasiones la cosa ha sido menos graciosa y más terrorífica, como en la inclasificable visita que hizo a Cuba en la que se reunió con los más destacados líderes de la dictadura e incluso visitó en su casa a Fidel Castro ya retirado, pero se negó a mantener reuniones con la disidencia, a pesar de que su propia visita provocó un aumento de la represión. Menos para condenar la actual represión cubana por manifestarse el pasado mes.



Parece ser que la represión a los más débiles no le importa mucho al Sumo Pontífice que les dedica muchos discursos, pero que no hace el mínimo gesto en favor de los oprimidos, más bien al contrario, como evidencia el que recibiera en Roma a Nicolás Maduro durante una oleada de violencia de la dictadura chavista, a la que siempre ha prestado un apoyo o, cuanto menos, un silencio cómplice.


Efectivamente el papa quiere a los comunistas, pero se olvida de las víctimas que causa el comunismo. ¿Lo sabrá? Esto es así, y quien lo quiera que lo compre. Al papa lo tachan de comunista, y la pregunta es, ¿se puede ser algo peor que comunista? Con estos precedentes, no es de extrañar si Francisco I contempla con buenos ojos la llegada al poder de los comunistas peruanos y estamos bastante seguros que cuando empiecen los abusos y la represión propias del comunismo, mirará hacia otro lado, como es su natural modo de ser.

Las fotos lo dicen todo, a lo largo de su pontificado; lo feliz que se le ve al papa con los comunistas, por ejemplo, con el catalán Jordi Évole, de la Sexta de TV., cuando lo entrevistó en "Salvados", que le preguntó a quién prefería para tomar un café, Trump o Maduro. Con el primero, fue muy comentada la cara que tenía a su lado en la foto. No se sentía a gusto. Parece que Su Santidad está mejor con los que son de su cuerda. Esa cuerda que no se puede nombrar en casa del ahorcado.

¿Cómo se puede entender todo esto? Algunos purpurados deben de estar bajo el imperio de la mentira, o esa impresión dan, que son incapaces de ver la verdad, y si así lo fuera, están contra Dios que es la verdad suprema, y al que no comulga con ruedas de molino pues lo descomulgan. Y si no llegan a tanto, porque tampoco es posible, pues que pregunten a Benedicto XVI, a quien retiraron al igual que sus libros. Así el demonio, cuando no se le planta cara frontal, pues avanza más cada día en la destrucción del mundo, porque los que debían luchar contra él y pararle los pies, no lo hacen o lo blanquean, y le dejan el camino expedito. 



El Correo de España


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