“Se nos acosaba para que viéramos al ángel y luego a la Virgen, y aquellos fanáticos no se detuvieron hasta tener redactado incluso un mensaje, como había acontecido siempre en otras apariciones, como en Lourdes o en Fátima”
“Si aquella tarde del 18 de junio Conchita no hubiera estado con nosotras en la finca del maestro, la historia no se habría montado y San Sebastián de Garabandal hubiera seguido por los siglos de los siglos su vida rutinaria y tranquila”.
Mari Cruz González durante su boda.
(Transcrito de El País 17.06.1984)
Mari Cruz González, 34 años, casada desde hace 14 y con cuatro hijos, es la única de las niñas videntes que reside actualmente en España y la primera, hasta el momento, que ha confesado públicamente lo que ya dijera ante la comisión creada por el obispo de Santander al principio de las supuestas apariciones de la Virgen y del arcángel san Miguel: “Yo nunca vi a la Virgen ni tampoco al ángel”.
Mari Cruz González tenía 11 años cuando en el verano de 1961 se produjeron los hechos que transformarían radicalmente la vida de la localidad cántabra de Garabandal. En sus manifestaciones, 23 años más tarde, Mari Cruz señala a Conchita, que actualmente reside en Nueva York y está casada con un ciudadano americano, al igual que Mari Loli y Jacinta, como la inductora de las visiones.
“De repente se puso en éxtasis”, recuerda Mari Cruz, “y hasta nos dio miedo aquella especie de comedia, y pensamos que podría haberse puesto mala. Nos metió a las tres en la cabeza que había visto al ángel”. Insiste Mari Cruz González en que sus declaraciones de ahora coinciden con las realizadas en su día ante la comisión episcopal creada al efecto, pese a lo cual, y con la única excepción de Vicente Puchol, obispo de Santander, muerto prematuramente en un accidente automovilístico, las reacciones de la Iglesia fueron siempre contemporizadoras ante las supuestas apariciones.
La presión ambiental a la que se vieron sometidas las niñas videntes fue un factor determinante para que se prolongaran durante casi tres años las concentraciones para asistir a las supuestas apariciones. “Se nos acosaba para que viéramos al ángel y luego a la Virgen, y aquellos fanáticos no se detuvieron hasta tener redactado incluso un mensaje, como había acontecido siempre en otras apariciones, como en Lourdes o en Fátima”.
Mari Cruz González, 34 años, casada desde hace 14 y con cuatro hijos, es la única de las niñas videntes que reside actualmente en España y la primera, hasta el momento, que ha confesado públicamente lo que ya dijera ante la comisión creada por el obispo de Santander al principio de las supuestas apariciones de la Virgen y del arcángel san Miguel: “Yo nunca vi a la Virgen ni tampoco al ángel”.
Mari Cruz González tenía 11 años cuando en el verano de 1961 se produjeron los hechos que transformarían radicalmente la vida de la localidad cántabra de Garabandal. En sus manifestaciones, 23 años más tarde, Mari Cruz señala a Conchita, que actualmente reside en Nueva York y está casada con un ciudadano americano, al igual que Mari Loli y Jacinta, como la inductora de las visiones.
“De repente se puso en éxtasis”, recuerda Mari Cruz, “y hasta nos dio miedo aquella especie de comedia, y pensamos que podría haberse puesto mala. Nos metió a las tres en la cabeza que había visto al ángel”. Insiste Mari Cruz González en que sus declaraciones de ahora coinciden con las realizadas en su día ante la comisión episcopal creada al efecto, pese a lo cual, y con la única excepción de Vicente Puchol, obispo de Santander, muerto prematuramente en un accidente automovilístico, las reacciones de la Iglesia fueron siempre contemporizadoras ante las supuestas apariciones.
La presión ambiental a la que se vieron sometidas las niñas videntes fue un factor determinante para que se prolongaran durante casi tres años las concentraciones para asistir a las supuestas apariciones. “Se nos acosaba para que viéramos al ángel y luego a la Virgen, y aquellos fanáticos no se detuvieron hasta tener redactado incluso un mensaje, como había acontecido siempre en otras apariciones, como en Lourdes o en Fátima”.
Mari Cruz confiesa su oposición frontal hacia quienes han hecho de Garabandal un centro de peregrinación: “Siempre que tengo ocasión, aunque nunca la busco, así lo hago saber, pero no desean escuchar esa verdad”.
Las miradas de las “videntes”; hacia todas partes, pero nunca hacia el mismo punto…
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