La mitad de la vida es alrededor de los cuarenta años. Es en torno a este pivote que muy a menudo comienza la crisis...
Por el Abad Guy Castelain
Françoise Millet-Bartoli publicó en 2002 un libro titulado “La crise du milieu de vie” (La crisis en el entorno de vida) (Éditions Odile Jacob, bolsillos, volumen n ° 171, 2002). Este libro no es el de un católico sino el de un psicólogo que, sin darse cuenta, explica por qué son necesarios los retiros espirituales.
Los profesionales de la psicología informan del inicio de lo que se denomina una “crisis de la mediana edad”. Nuestros contemporáneos ya no creen en el más allá ni en la vida eterna. Al mismo tiempo, la existencia se limita, en el mejor de los casos, a ochenta años. Lo que sitúa el entorno de vida en torno a los cuarenta años. Es en torno a este pivote donde se desencadena la crisis...
Los factores de esta crisis son múltiples. Se pueden agrupar en tres categorías:
1) envejecimiento: conciencia de la finitud de la vida y el inevitable y progresivo acercamiento de la muerte, aparición de problemas de salud, disminución del potencial físico y psicológico, que puede llegar hasta la depresión;
2) preocupaciones familiares y de relación: desacuerdo con el cónyuge, problemas generacionales con padres o hijos, especialmente con adolescentes;
3) preocupaciones profesionales y económicas: competencia, despido, desempleo, desafíos personales, descubrimiento de incapacidad profesional o límites de habilidades, estrés y exceso de trabajo.
Para concluir este rápido diagnóstico, cabe señalar que esta crisis es una etapa difícil de la vida. Puede volverse doloroso e, incluso en algunos casos, peligroso, ¡incluso muy peligroso! Françoise Millet-Bartoli cuestionó los sujetos de esta crisis en el entorno de vida. Podemos leer un testimonio:
“Necesito aislarme”, me dice Jacques. Este hombre de 43 años vino a verme a pedido de su familia, que lo encontró deprimido. “No estoy convencido en un principio: realmente no veo qué puedes hacer por mí”, me explica a modo de preámbulo; no obstante, volverá después de darse cuenta de que nuestras entrevistas le ayudan a ver más claramente lo que él mismo llama “la crisis de la mediana edad”.
“Cuando estoy en casa, a menudo me encierro en mi oficina, me siento frente a mi computadora o no hago nada”, desea aclarar en una consulta posterior. “Necesito estar solo y pensar. Mi esposa me culpa, me dice que los niños se quejan. De hecho, necesitaría irme solo... Unos días... Bueno, no sé cuánto tiempo exactamente”.El autor del libro comenta:
Algunas personas que han llegado a la mediana edad expresan esta necesidad de distanciarse de sí mismas en un proceso psicoterapéutico. Para ellos, la mirada externa y neutra del terapeuta es una especie de espejo que les permite dar un paso atrás, atravesar este pasaje crítico y encontrar hitos perdidos gracias a un mejor conocimiento de uno mismo. Otros, en cambio, prefieren aislarse en un lugar apartado, como un monasterio, para hacer balance y reflexionar sobre su vida. Sin practicar ninguna religión, manifiestan la misma necesidad de salir de su entorno habitual para encontrarse cara a cara con ellos mismos.Basándonos en este pasaje del libro, resumamos las necesidades que sienten las víctimas de la crisis en el entorno de vida:
1) salir del propio entorno para remediar la opresión del lugar y el tiempo;
2) enfrentarse cara a cara con uno mismo y escapar de la fuerte influencia del entorno familiar, profesional y amistoso;
3) tómese el tiempo para reflexionar sobre su vida, hacer un balance del pasado, sus éxitos y sus fracasos;
4) adquirir un mejor conocimiento de sí mismo: ser más lúcido sobre las propias fortalezas y debilidades;
5) redescubra puntos de referencia perdidos para orientar mejor su futuro y reenfocar su vida en lo esencial.
Esto es muy curioso: todas las necesidades de las personas en medio de una crisis de la mediana edad corresponden exactamente a lo que ofrecen los retiros espirituales. ¿No es en estos retiros donde podemos escapar de la terrible vida cotidiana personal, familiar, profesional, social y política (a cinco días del mundo)? ¿No es en un retiro espiritual donde hacemos balance del pasado (confesiones, entrevistas), del presente (cualidades y defecto dominante) y del futuro (resoluciones)? ¿No son estos retiros espirituales los que nos permiten aligerar el peso del pasado? ¿Ordenar y organizar una verdadera vida cristiana? ¿Reorientar su futuro hacia el Cielo, abrir nuevas perspectivas y horizontes espirituales?
Finalmente, Françoise Millet-Bartoli nos informa sobre la necesidad de los retiros, no solo desde un punto de vista sobrenatural, sino también desde un punto de vista natural. Natural, oímos: es desde el punto de vista de la naturaleza herida por el pecado original. De este análisis, por lo tanto, saco una conclusión: cualquier persona que se jubile fiel y seriamente cada año, o cada dos años, seguramente reducirá el riesgo de experimentar una crisis de la mediana edad, o incluso podrá evitarla por completo...
La Porte Latine
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