jueves, 29 de abril de 2021

¿QUÉ NOS ENSEÑAN HOY LAS CRÍTICAS SIN RESPUESTA A AMORIS LAETITIA?

Esta práctica de gobierno contradictoria corre el riesgo de llevar a la Iglesia hacia un cisma grave, o más bien hacia un proceso de fragmentación religiosa que podría tener consecuencias catastróficas. 

Por Roberto de Mattei


Hace cinco años, el 8 de abril de 2016, se publicó la Exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia, el documento más controvertido del pontificado del Papa Francisco. Este documento es el resultado de un proceso iniciado por la intervención del cardenal Walter Kasper en el consistorio de febrero de 2014. La tesis del cardenal Kasper sobre cómo la Iglesia debe renovar su praxis matrimonial formó el leitmotiv de los dos sínodos sobre la familia en 2014 y 2015. Desafortunadamente, la exhortación final Amoris Laetitia resultó ser incluso peor que el informe del cardenal Kasper. Mientras que el cardenal alemán había hecho algunas preguntas, Amoris Laetitia ofreció la respuesta, abriendo la puerta a divorciados vueltos a casar y autorizando implícitamente más cohabitaciones. Por eso, en 2017, el filósofo Josef Seifert llegó a decir que Amoris Laetitia “tiene la consecuencia lógica de destruir toda la doctrina moral católica”.

Sin embargo, las innumerables críticas a Amoris Laetitia -en libros, artículos, entrevistas- han hecho historia incluso más que el propio documento. Entre estas críticas, destacan dos de forma particular. La primera es el Dubia presentada al Papa y a la Congregación para la Doctrina de la Fe el 19 de septiembre de 2016 por los cardenales Walter Brandmüller, Raymond Burke, Carlo Caffarra, Joachim Meisner; la segunda es la Correctio filialis de haeresibus propagatis, dirigida al papa Francisco el 11 de agosto de 2017 por más de 60 eruditos católicos y pastores de la Iglesia, que, al mes de la publicación del documento, se convirtieron en 216 teólogos, profesores y eruditos de la Iglesia de todas las nacionalidades.

Tanto la Dubia como la Correctio filialis han tenido un impacto mundial, pero ninguno de estos documentos ha recibido respuesta; a pesar de que el 25 de abril de 2017 los cuatro autores de la “Dubia” solicitaron audiencia al papa Francisco, dos de los cuales (Caffarra y Meisner) ya han fallecido. La negativa del Sucesor de Pedro a recibir a los cardenales que son sus consejeros parece inexplicable, tanto más cuanto que Francisco quiso hacer de la “acogida” la marca de su pontificado, afirmando en una de sus primeras homilías (25 de mayo de 2013), que “Los cristianos que preguntan… nunca deberían encontrar puertas cerradas”. Por otra parte, el 15 de marzo de 2021, Luis Cardenal Ladaria, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en respuesta a un dubium con respecto a la pregunta “¿Tiene la Iglesia el poder de bendecir las uniones de personas del mismo sexo?”, definió la bendición de las uniones homosexuales como “ilícita”, dado que “no hay absolutamente ningún fundamento para considerar que las uniones homosexuales sean de alguna manera similar o incluso remotamente análoga al plan de Dios para el matrimonio y la familia”. Esta declaración, que reafirmó la doctrina católica, provocó una explosión de disensión, especialmente en Alemania. El silencio sobre las cuestiones planteadas por la Dubia y Correctio filialis, en cambio, ha provocado una gran exasperación en el mundo católico tradicional.

Esta práctica de gobierno contradictoria corre el riesgo de llevar a la Iglesia hacia un cisma grave, o más bien hacia un proceso de fragmentación religiosa que podría tener consecuencias catastróficas. La responsabilidad principal de esta situación recae en el pastor supremo, y no en el rebaño desconcertado. Seguramente aumentará el número de ovejas enloquecidas hasta que Roma haga oír su voz de forma clara y definitiva. En esta confusión, la publicación de dos libros serios y bien documentados que ofrecen una imagen sombría de la tragedia religiosa actual, es aún más oportuna.

La primera, compilada por Voice of the Family (en inglés), es una publicación electrónica titulada Las preocupaciones sin respuesta sobre Amoris Laetitia: por qué la exhortación apostólica sigue siendo un peligro para las almas. Un equipo de Voice of the Family estuvo presente en Roma tanto en el Sínodo Extraordinario de octubre de 2014 como en el Sínodo Ordinario de octubre de 2015. Voice of the Family produjo análisis en profundidad de los documentos sinodales más importantes desde la perspectiva de la pro-vida y defensores de la familia y los distribuyó a cardenales y obispos de todo el mundo. De hecho, como señala la introducción al volumen, “hay declaraciones en Amoris Laetitia que contradicen directamente la enseñanza autorizada de la Iglesia Católica, y hay más declaraciones que la socavan sin contradecirla directamente”.

El segundo volumen (en inglés), Defendiendo la fe contra las herejías presentes, está editado por los profesores John RT Lamont y Claudio Pierantoni y tiene un prefacio del arzobispo Carlo Maria Viganò. Ambas obras contienen los textos de las Dubia y filialis Correcio. El libro La Voz de la Familia también incluye “Censuras teológicas contra Amoris Laetitia” de cuarenta y cinco teólogos y la “Declaración de las verdades sobre algunos de los errores más comunes en la vida de la Iglesia de nuestro tiempo de mayo de 2019”. El libro de Lamont y Pierantoni también contiene la "Carta abierta a los obispos de la Iglesia católica", "Un llamamiento a los cardenales de la Iglesia católica" y la protesta "Contra recentia sacrilegia". En su introducción, John Lamont recuerda cómo surgieron estos documentos; el libro también incluye contribuciones de Anna M. Silvas, P. John Hunwicke, Claudio Pierantoni, Claire Chretien, Roberto de Mattei, Robert Fastiggi y Dawn Eden Goldstein, Joseph Shaw, Michael Sirilla, Edward Peters, Edward Feser, P. Brian Harrison, John Rist , Peter A. Kwasniewski, Maike Hickson, Thomas G. Weinandy, OFM Cap, Pauper Peregrinus y el propio profesor Lamont.

Releer estos textos hoy es instructivo, tanto en términos de forma como de fondo. En los últimos años, la sustancia teológica de los temas se ha perdido y el lenguaje a menudo se ha vuelto tosco y agresivo. Estas dos colecciones de documentos, por otro lado, nos ayudan a comprender cómo hablan los católicos dentro de la Iglesia. Es una lástima ver una pérdida de esta sustancia teológica y estilo equilibrado en las controversias que han surgido con respecto a la vacunación contra Covid-19. En este debate, algunos críticos de Amoris Laetitia han sido acusados ​​de inconsistencia por aceptar las declaraciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre vacunas emitidas en 2008 y 2015. La respuesta a esta objeción es simple. Los firmantes del Correctio filialis nunca criticaron la autoridad del papa ni de la Congregación para la Doctrina de la Fe, porque la Iglesia es una sociedad jerárquica y no puede prescindir de una autoridad suprema. En cambio, criticaron un documento promulgado por la autoridad suprema, encontrándolo en contradicción con el Magisterio de la Iglesia anterior. De acuerdo con las verdades teológicas y morales, el tribunal supremo es la conciencia; pero se requiere un principio o norma objetivo externo sobre el que pueda fundamentarse la conciencia. Esta ley exterior la afirma la Iglesia a través de su Magisterio que es, en este sentido, la norma próxima de nuestra fe. Si esto se expresa de manera equívoca o ambigua, negando incluso implícitamente a nivel práctico una verdad de fe, concerniente, por ejemplo, a la unión conyugal, los católicos tienen el deber de recordar que la doctrina sobre el matrimonio sacramental no puede ser modificada por ninguna autoridad eclesiástica, ni siquiera por el Sumo Pontífice. Los que critican Amoris Laetitia no utilizan su propia conciencia como punto de referencia, sino el eterno Magisterio de la Iglesia.

La víspera de posibles cismas no es el momento de dividir el mundo católico sino de unirlo sobre la base de la Tradición de la Iglesia. Claudio Pierantoni en sus “Reflexiones sobre un nuevo diálogo entre católicos tradicionalistas y conservadores”, explica cuántos documentos presentados en el libro que editó con John Lamont son el resultado del feliz encuentro entre los representantes del “tradicionalismo católico” y el “catolicismo conservador” de cuyas filas proviene. “Que este libro sea un testimonio y un ejemplo del esfuerzo conjunto que se ha realizado en los últimos cuatro años, y un estímulo para los próximos años”, escribe. Hago mío el deseo del profesor Pierantoni: formar, en estos tiempos difíciles, “un nuevo frente de ortodoxia más compacto”. Lo que se necesita es una convergencia y alianza de diferentes iniciativas de clérigos y laicos, cada uno a su nivel y según las posibilidades de que disponga, para afrontar el caos que nos amenaza, confiando nosotros mismos y el éxito de nuestra batalla a la ayuda de Dios, sin quien ningún éxito será posible jamás. Los dos libros que se acaban de publicar señalan el camino.





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