sábado, 6 de febrero de 2021

EL FIN JAMÁS PUEDE JUSTIFICAR LOS MEDIOS

No nos vendría mal un repaso de algunas cuestiones fundamentales de moral católica. Me quedo con los ojos a cuadros cuando vengo a dar con personas o personajes para los cuales ayudar a los pobres es un valor absoluto que justifica todo lo demás. He de decir, con la moral católica en la mano, que eso es una auténtica barbaridad.

Por el padre Jorge González Guadalix


Recuerdo aún con estupor el llamado por algunos gesto profético y por otros gesto de ladronzuelo que supuso que nada menos que el limosnero del papa se atreviera a entrar en una casa ocupada ilegalmente y realizar un enganche ilegal de luz eléctrica. Tampoco se me va a olvidar cuando escuché, y no voy a decir ahora a quién, recuerden lo del pecado y el pecador, que la pobre chica tenía que abortar porque de lo contrario arruinaría su vida y del que iba a nacer.

Llegados a este punto me atrevo a copiar dos números del compendio del catecismo de la Iglesia católica que literalmente dicen así:

368. ¿Cuándo un acto es moralmente bueno?

El acto es moralmente bueno cuando supone, al mismo tiempo, la bondad del objeto, del fin y de las circunstancias. El objeto elegido puede por sí solo viciar una acción, aunque la intención sea buena. No es lícito hacer el mal para conseguir un bien. Un fin malo puede corromper la acción, aunque su objeto sea en sí mismo bueno; asimismo, un fin bueno no hace buena una acción que de suyo sea en sí misma mala, porque el fin no justifica los medios. Las circunstancias pueden atenuar o incrementar la responsabilidad de quien actúa, pero no puede modificar la calidad moral de los actos mismos, porque no convierten nunca en buena una acción mala en sí misma.

369. ¿Hay actos que son siempre ilícitos?

Hay actos cuya elección es siempre ilícita en razón de su objeto (por ejemplo, la blasfemia, el homicidio, el adulterio). Su elección supone un desorden de la voluntad, es decir, un mal moral, que no puede ser justificado en virtud de los bienes que eventualmente pudieran derivarse de ellos.

Cualquiera que lea estos dos puntos del catecismo entenderá perfectamente lo que son los principios básicos de la moral cristiana. Y comprenderá, si va con la buena voluntad por delante, que el fin no justifica los medios y que hay actos que jamás se pueden justificar.

Es que uno se harta de ver cómo se utiliza a los pobres para justificar todo, incluso desde el propio gobierno.

Como la gente tiene derecho a una vivienda, legalizamos en la práctica la usurpación. Pues no. El fin, aunque fuera bueno, dar vivienda al que no la tiene, no justifica la usurpación al propietario.

Y como los pobres no tienen luz, hacemos un enganche ilegal. Tampoco. El fin que puede ser bueno de garantizar suministros básicos no puede lograrse saltando otras cosas.

Y como la pobre está en situación gravísima, porque el niño no es deseado, no tiene medios, viene con problemas o es fruto de una relación adulterina y el marido no lo sabe, mejor que aborte. Espero que a nadie se le ocurra meter en medio la palabra misericordia en esto.

Y si sigo en cosas de liturgia y moral… Sigo:

Pues ya ve usted, señor cura, como la gente viene cada vez menos a la parroquia, hemos decidido dispensar un par de mandamientos de la ley de Dios y otros dos de la Iglesia, sobre todo lo de la misa del domingo que es una pesadez. Además, nos vamos a cargar los milagros, que la gente no comprende, el infierno, el purgatorio y lo que sea menester.

Qué quieren que les diga. La intención parecería buena, pero los medios son inaceptables, además de equivocados, que es ya opinión mía, aunque contrastada por años de experiencia.

Toca repasar. El fin jamás justifica los medios. Jamás. Escríbase en letras de oro en la primera clase de moral católica. Amén.


De profesión, cura



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