Su teología se reduce al catecismo que aprendió en los ’50 y ‘60 y alguna que otra lectura adicional. Sólo eso y nada más que eso. Y porque está regido por un intelecto meramente práctico, sus decisiones no se toman en relación a los principios y verdades de la fe —que no entiende y no le interesan—, sino a la conveniencia política, la suya en primer término, y la luego la de la iglesia en el mejor de los casos.
Lo que afirmo no es una mera suposición. Los que conocen el decurso biográfico de Jorge Bergoglio, y que son muchos en Argentina aunque sólo hablen despacito para evitar misericordiaciones, pueden confirmarlo ampliamente. No está de más recordar, por ejemplo, que después de su cargo de joven provincial de la Compañía en Argentina, durante el cual se mostró duramente conservador y apoyó a la Junta Militar que en ese momento gobernaba el país, llegando a concederle el doctorado honoris causa de la universidad jesuita del Salvador al almirante Massera, fue recluido por sus hermanos de religión como confesor de un colegio de Córdoba.
Lo que afirmo no es una mera suposición. Los que conocen el decurso biográfico de Jorge Bergoglio, y que son muchos en Argentina aunque sólo hablen despacito para evitar misericordiaciones, pueden confirmarlo ampliamente. No está de más recordar, por ejemplo, que después de su cargo de joven provincial de la Compañía en Argentina, durante el cual se mostró duramente conservador y apoyó a la Junta Militar que en ese momento gobernaba el país, llegando a concederle el doctorado honoris causa de la universidad jesuita del Salvador al almirante Massera, fue recluido por sus hermanos de religión como confesor de un colegio de Córdoba.
Rápidamente su figura se transformó para los obispos y sacerdotes conservadores argentinos —que eran mayoría—, en un mártir del progresismo y de la teología de la liberación, y hacia su celda cordobesa peregrinaban a consolarlo los mejores obispos, entre ellos Mons. Rodolfo Laise.
Y así como Boecio durante su prisión buscó consuelo en la filosofía, Bergoglio lo buscó en aquellos que podían darle un aventón hacia la mitra. Insistió hasta el cansancio —muchos lo atestiguan—, hasta que finalmente el cardenal Quarracino, y a pesar de los informes negativos recibidos del P. Kolvenbach, prepósito general de los jesuitas, logró que Juan Pablo II lo eligiera obispo auxiliar de Buenos Aires y enseguida fue nombrado vicario general. Ya tenía asegurada la sede primada argentina y, como las brisas habían cambiado, también cambió Mons. Bergoglio hacia la progresía, lo que le permitió, con el tiempo, suceder al Papa Benedicto XVI aupado por los cardenales complotados de San Gallo, como lo confesó uno de ellos, el cardenal Daneels.
Pero estos favores se pagan, el papa Francisco tienen muchas deudas que pagar a sus electores. Y él no piensa pagarlas, porque para hacerlo debería avalar cambios revolucionarios en la iglesia que no está dispuesto a firmar, y no por una cuestión de principios, sino por una cuestión de instinto de supervivencia… de la memoria. No querría pasar como el papa que permitió el sacerdocio femenino o legitimó el “amor” homosexual, es decir, que liquidó a la iglesia.Y es así que, cuando los perros comienzan a morderle los talones, les arroja un hueso para entretenerlos. Esa fue su táctica desde el comienzo mismo de su pontificado: darles lo que ya tienen; apenas un hueso sin carne. Veamos algunos ejemplos:
1. Cuando declaró inadmisible la pena de muerte modificando el Catecismo —un acto que contentó a la progresía mundial—, la pena de muerte de hecho no existía en ningún país occidental, excepto Estados Unidos. En la práctica, no concedió nada más que lo que ya existía. Un hueso del papa Francisco.
2. Cuando en una nota a pie de página de Amoris laetitiae permitió que los separados que viven en adulterio, luego de un periodo de discernimiento, pudieran comulgar, no hizo más que dar lo que ya existía desde hace décadas. En todos los países del mundo era esta una práctica habitual, y sin ningún proceso previo. Una vez más, no concedió más que lo que ya existía. Un hueso del papa Francisco.
3. Sus varias alusiones de simpatías hacia los que practican actos homosexuales no hacen más que decir muy quedamente lo que sucede en la iglesia desde hace décadas. Y no me refiero solamente a la presencia abrumadora de homosexuales en actividad dentro de las filas del clero, sino a las ceremonias de “bendición” de parejas homosexuales que se hacen con discreción desde hace muchos años en las iglesias católicas. Y esto ocurre en todo el mundo. Es algo que ya existe y que Francisco le da una cierta legitimación. Un hueso del papa Francisco.
4. La modificación del canon 230, por el cual permite conceder el ministerio del lectorado y el acolitado también a las mujeres no hace más que legitimar una práctica que existe desde los años 70. Y fue Juan Pablo II — hay que decirlo—, quien la legitimó de hecho permitiendo que en las misas que él celebraba las mujeres leyeran las lecturas, o de derecho habilitando que las mujeres pudieran ayudar a misa en 2001. Un hueso del papa Francisco.
Algunos comentarios sobre la estrategia del papa Francisco:
1. Se trata de una picardía propia del Viejo Vizcacha y que tiene patas cortas. Los alemanes y todos los progres que lo votaron ya no se comen los huesos que les tira y apenas se entretienen con ellos. Quieren al cordero entero. Y por algo apareció el famoso sínodo alemán: para hacerse ellos mismos del borrego viendo que el pastor le daba largas al asunto. Esto no se le escapaba a Bergoglio pero, a mi entender, él preveía un pontificado más corto, lo cual iba a evitarle los problemas que tiene ahora: se le está acabando la mecha.
2. Una vez más se confirma el origen en los bajos fondos peronistas del pontífice. Su estrategia es análoga a la de aquellos gobernadores o presidentes peronistas que inauguran tres o cuatro veces una obra que hace años está en funcionamiento, o que nunca se termina de acabar. Todo sea para lograr algunos votos y calmar al pobrerío.
3. Lo grave de todo esto, por supuesto, es que con su acción, el Santo Padre hipoteca a la iglesia entera. Es verdad que las situaciones detalladas más arriba existían de hecho, pero su legitimación a través de modificaciones en el catecismo o en el Código de Derecho Canónico compromete a la iglesia en el futuro y sienta un peligrosísimo precedente. Como ya había sido alertado en 2018, la habilitación canónica de otorgar ministerios a mujeres hace más fácil que, en un futuro no muy remoto, puedan acceder al diaconado, lo cual confirma lo que decíamos al comienzo: a Bergoglio lo tiene sin cuidado la doctrina, y es por eso que no le importa cambiarla.
4. En este blog dijimos en varias ocasiones que la brutalidad y vulgaridad de Bergoglio nos hace olvidar que la mayor parte de las actitudes que le cuestionan tradicionalistas y conservadores, se refieren a situaciones que se habían dado con anterioridad pero que la memoria las había borrado saludablemente de la memoria de muchos, sobre todo de los neocones. En 2016, por ejemplo, hablábamos de que el pontificado francisquista no era más que una fétida supuración de los pontificados anteriores. Lo dispuesto por la modificación del canon 230, que tantas vestiduras hizo desgarrar en los últimos días, había sido ya concedido hace veinte años por el papa Juan Pablo II, a quien muchos exaltan como el acabose de la ortodoxia, de la prudencia y de la santidad. ¡Qué la memoria les valga!
Nota bene: Con alguna frecuencia me dicen que soy demasiado duro e irrespetuoso con el papa Francisco. No creo ser irrespetuoso aunque sí soy duro, pero recuerdo que Dante ubicó en el infierno de su Divina Comedia a un Papa y a varios más en el purgatorio, y que Miguel Ángel también mandó al hades de su Juicio final a un poderoso cardenal. Yo no llego a tanto. Rezo para que Francisco se arrepienta del terrible daño que está causando a la iglesia y logre salvar su alma.
Wanderer
Pero estos favores se pagan, el papa Francisco tienen muchas deudas que pagar a sus electores. Y él no piensa pagarlas, porque para hacerlo debería avalar cambios revolucionarios en la iglesia que no está dispuesto a firmar, y no por una cuestión de principios, sino por una cuestión de instinto de supervivencia… de la memoria. No querría pasar como el papa que permitió el sacerdocio femenino o legitimó el “amor” homosexual, es decir, que liquidó a la iglesia.Y es así que, cuando los perros comienzan a morderle los talones, les arroja un hueso para entretenerlos. Esa fue su táctica desde el comienzo mismo de su pontificado: darles lo que ya tienen; apenas un hueso sin carne. Veamos algunos ejemplos:
1. Cuando declaró inadmisible la pena de muerte modificando el Catecismo —un acto que contentó a la progresía mundial—, la pena de muerte de hecho no existía en ningún país occidental, excepto Estados Unidos. En la práctica, no concedió nada más que lo que ya existía. Un hueso del papa Francisco.
2. Cuando en una nota a pie de página de Amoris laetitiae permitió que los separados que viven en adulterio, luego de un periodo de discernimiento, pudieran comulgar, no hizo más que dar lo que ya existía desde hace décadas. En todos los países del mundo era esta una práctica habitual, y sin ningún proceso previo. Una vez más, no concedió más que lo que ya existía. Un hueso del papa Francisco.
3. Sus varias alusiones de simpatías hacia los que practican actos homosexuales no hacen más que decir muy quedamente lo que sucede en la iglesia desde hace décadas. Y no me refiero solamente a la presencia abrumadora de homosexuales en actividad dentro de las filas del clero, sino a las ceremonias de “bendición” de parejas homosexuales que se hacen con discreción desde hace muchos años en las iglesias católicas. Y esto ocurre en todo el mundo. Es algo que ya existe y que Francisco le da una cierta legitimación. Un hueso del papa Francisco.
4. La modificación del canon 230, por el cual permite conceder el ministerio del lectorado y el acolitado también a las mujeres no hace más que legitimar una práctica que existe desde los años 70. Y fue Juan Pablo II — hay que decirlo—, quien la legitimó de hecho permitiendo que en las misas que él celebraba las mujeres leyeran las lecturas, o de derecho habilitando que las mujeres pudieran ayudar a misa en 2001. Un hueso del papa Francisco.
Algunos comentarios sobre la estrategia del papa Francisco:
1. Se trata de una picardía propia del Viejo Vizcacha y que tiene patas cortas. Los alemanes y todos los progres que lo votaron ya no se comen los huesos que les tira y apenas se entretienen con ellos. Quieren al cordero entero. Y por algo apareció el famoso sínodo alemán: para hacerse ellos mismos del borrego viendo que el pastor le daba largas al asunto. Esto no se le escapaba a Bergoglio pero, a mi entender, él preveía un pontificado más corto, lo cual iba a evitarle los problemas que tiene ahora: se le está acabando la mecha.
2. Una vez más se confirma el origen en los bajos fondos peronistas del pontífice. Su estrategia es análoga a la de aquellos gobernadores o presidentes peronistas que inauguran tres o cuatro veces una obra que hace años está en funcionamiento, o que nunca se termina de acabar. Todo sea para lograr algunos votos y calmar al pobrerío.
3. Lo grave de todo esto, por supuesto, es que con su acción, el Santo Padre hipoteca a la iglesia entera. Es verdad que las situaciones detalladas más arriba existían de hecho, pero su legitimación a través de modificaciones en el catecismo o en el Código de Derecho Canónico compromete a la iglesia en el futuro y sienta un peligrosísimo precedente. Como ya había sido alertado en 2018, la habilitación canónica de otorgar ministerios a mujeres hace más fácil que, en un futuro no muy remoto, puedan acceder al diaconado, lo cual confirma lo que decíamos al comienzo: a Bergoglio lo tiene sin cuidado la doctrina, y es por eso que no le importa cambiarla.
4. En este blog dijimos en varias ocasiones que la brutalidad y vulgaridad de Bergoglio nos hace olvidar que la mayor parte de las actitudes que le cuestionan tradicionalistas y conservadores, se refieren a situaciones que se habían dado con anterioridad pero que la memoria las había borrado saludablemente de la memoria de muchos, sobre todo de los neocones. En 2016, por ejemplo, hablábamos de que el pontificado francisquista no era más que una fétida supuración de los pontificados anteriores. Lo dispuesto por la modificación del canon 230, que tantas vestiduras hizo desgarrar en los últimos días, había sido ya concedido hace veinte años por el papa Juan Pablo II, a quien muchos exaltan como el acabose de la ortodoxia, de la prudencia y de la santidad. ¡Qué la memoria les valga!
Nota bene: Con alguna frecuencia me dicen que soy demasiado duro e irrespetuoso con el papa Francisco. No creo ser irrespetuoso aunque sí soy duro, pero recuerdo que Dante ubicó en el infierno de su Divina Comedia a un Papa y a varios más en el purgatorio, y que Miguel Ángel también mandó al hades de su Juicio final a un poderoso cardenal. Yo no llego a tanto. Rezo para que Francisco se arrepienta del terrible daño que está causando a la iglesia y logre salvar su alma.
Wanderer
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