La “Campaña de Oración”, patrocinada por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral consiste en 7 oraciones, una para cada objetivo establecido por el Año Especial de Laudato si’, ninguna que insinúe siquiera indirectamente que nuestro objetivo sea alcanzar la vida eterna.
Por Carlos Esteban
“Señor de la Creación, rezamos por todas nuestras comunidades, y especialmente por nuestros líderes, para que 'podamos escuchar el Clamor de la Tierra' y 'apoyar la energía limpia, garantizar aire y agua limpios para todos', y redescubrir nuestra vocación original como co-creadores de un planeta sano”, es la primera “oración” que propone para este Adviento el Dicasterio para el ‘Servicio del Desarrollo Humano Integral’, que, creemos, no deja de ser un organismo de la Curia que gobierna la Iglesia de Cristo.
La Iglesia tiene un mensaje, increíblemente desarrollado y pulido por la Doctrina, pero que puede resumirse así: Dios se hizo hombre para, con su Pasión y Muerte, salvarnos del pecado y, adheriéndonos a la Redención, alcanzar la vida eterna donde viviremos con Él para siempre. Este sencillo mensaje tiene abundantísimas derivaciones, concreciones y consecuencias doctrinales, pero todas ellas están supeditadas a él. Perder esa referencia en la oración, no digamos en la oración preparatoria del Adviento, un tiempo de espera y esperanza, es perder absolutamente el sentido, perder, si se quiere, el ‘oremus’.
Una de las razones por las que, tradicionalmente, los documentos doctrinales de la Iglesia han evitado el lenguaje ambiguo y metafórico es porque lo carga el diablo, es decir, porque se presta a confusiones que en nuestra historia han resultado fatales. Así, ese ‘Clamor de la Tierra’, ese ‘Grito de la Tierra’ que tanto oímos últimamente sugiere la concepción del planeta como ‘un organismo vivo y consciente’, lo que, además de un disparate, es radicalmente incompatible con la concepción cristiana del universo.
Pero, al fin, en el Padre Nuestro, la oración que el mismo Cristo nos enseñó, pedimos pan; ¿por qué no habríamos de pedir ‘energía limpia’ o ‘agua para todos’? La cuestión no es esa; la cuestión es centrarse en esas peticiones con exclusión del objeto mismo de este tiempo litúrgico. Porque en el resto de oraciones se aprecia la misma ausencia de visión sobrenatural. Lean:
“Amante de los pobres, rezamos por todas las familias para que sean el lugar en el que la vida – el don de Dios – pueda ser adecuadamente acogida y protegida. Que trabajemos hacia la plenitud de la vida para todos, especialmente para aquellos que se han empobrecido por negligencia o indiferencia”
“Dios Providente, ayúdanos a reunir 'los diferentes campos del conocimiento, incluida la economía, al servicio de una visión más integral e integradora', y a 'crear un nuevo paradigma económico' que promueva “nuevos modelos de desarrollo integral”.
“Cuidando a Dios, rezamos para que nuestras instituciones, especialmente nuestros hospitales y centros de salud, puedan crecer en la capacidad de atención. Que entendamos y valoremos cómo gestos simples y estilos de vida sencillos hacen posible que otros simplemente vivan”
“Dios del Conocimiento y la Virtud, ayúdanos a 'crecer en solidaridad, responsabilidad y cuidado compasivo'. Que nuestras instituciones educativas ayuden a 'restaurar la armonía dentro de nosotros', con los demás, 'con la naturaleza y otros seres vivos', y con Dios”
“Dios Trino, ayúdanos a desarrollar 'una espiritualidad de solidaridad global' que fluya del misterio de quién eres, una 'comunidad interconectada de amor'. Que esta espiritualidad “nos motive a un interés más apasionado por la protección de nuestro mundo”
“Dios de la comunión, permítenos convertirnos en 'comunidades de acción participativa y de incidencia, para la Tierra y los pobres'. Que formemos 'redes de diálogo abierto' y respetuoso y utilicemos todas las vías de comunicación de que disponemos para el bien de todos”
Todo esto está muy bien para un adepto de cualquier religión semipanteísta de moda derivada de la Nueva Era. Pero no es católico en ningún sentido reconocible.
InfoVaticana
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