miércoles, 30 de septiembre de 2020

LAS AÑADIDURAS




Si queremos de verdad a los pobres, toca predicar el Reino, animar a la conversión, bautizar, reconciliar, ofrecer vida sacramental, llevar a todos a Cristo. El resto se nos dará por añadidura.

Por el padre Jorge González Guadalix



Repasaba esta mañana este precioso texto del evangelio según san Mateo:

“No estéis agobiados por la vida pensando qué vais a comer, ni por el cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?

¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso.

Sobre todo buscad el Reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos”.

Me parece que andamos exactamente al revés en esta Iglesia nuestra. Nos pasamos el día preocupadísimos por la gente que no tiene vestido, techo o comida. Nos rasgamos las vestiduras por los inmigrantes. Vivimos el agobio de los desastres ecológicos, nos implicamos en toda causa que nos parezca medio solidaria. Es decir, las añadiduras.

Cuando tanto se nos dice de ser más evangélicos, yo digo que estoy plenamente de acuerdo. Ser evangélico es buscar sobre todo el Reino y su justicia, y lo demás se nos dará por añadidura. Buscar el Reino, es decir, buscar que todas las cosas sean según el plan de Dios. Evidentemente, si el Reino de Dios se instaura, si todos los hombres se convierten, bautizan y viven según el evangelio, entonces todos tendrán vestido, comida, techo, dignidad y justicia. Y todo esto, por supuesto, sin olvidar que el pobre necesita también a Dios, que aquí nos parece que Dios es para los ricos.

He dicho muchas veces que el mayor y mejor servicio que podemos hacer a los pobres es predicar el evangelio, animar a la conversión y llevar a todos los hombres a Cristo. Cuando uno se entrega a Cristo del todo, la justicia llega, la bondad se derrocha y los pobres por fin podrán vivir con dignidad de hijos de Dios.

Estamos optando por el revés. Por dedicarnos a las añadiduras sin comprender que eso es hacer las cosas a medias.

Es que hay que estar con los pobres. Por supuesto. Y cuando hay una persona con hambre hay que darle alimento. Pero comprendiendo que la labor fundamental es la de anunciar y promover el Reino de Dios, porque lo demás se nos dará por añadidura. Si solo andamos preocupados por la añadidura, estamos faltando gravemente a nuestra vocación de constructores del Reino de Dios.

Si queremos de verdad a los pobres, toca predicar el Reino, animar a la conversión, bautizar, reconciliar, ofrecer vida sacramental, llevar a todos a Cristo. El resto se nos dará por añadidura.


De profesión, cura





ARZOBISPO TRANSFERIDO

Así los grandes seguidores se convierten en los pequeños sepultureros…


¡Ten piedad, Señor, todos podemos caer!

El dia 24 de Septiembre de 2020, los restos mortales de Mons. Lefebvre fueron trasladados de la bóveda junta al Seminario de Écône donde habían descansado temporalmente desde su muerte en 1991, a un espléndido sarcófago en la cripta debajo de la Capilla del Seminario especialmente preparado para su reposo permanente. Todo el esplendor es apropiado para el lugar de sepultura del más grande hombre de Dios, el más grande héroe de la Fe Católica, de los tiempos modernos, el Arzobispo que prácticamente por sí solo salvó la doctrina católica, los sacramentos y el sacerdocio de su corrupción y eliminación por parte de hombres modernos que ya no creían en ellos, por lo menos así como habían sido transmitidos por la fiel Iglesia Católica a lo largo de casi dos mil años.

Y se puede decir que después de su muerte sus sucesores continuaron su trabajo más o menos fielmente por otros 20 años, pero luego en 2012 se produjo un cambio en su Fraternidad San Pío X que obligó a muchas almas a hablar de una Neo-fraternidad, algo así como los cambios en la Iglesia después del Concilio Vaticano II (1962–1965) obligaron a muchos católicos a hablar de una Neo-iglesia, tan radicales fueron los cambios. Desgraciadamente, la ceremonia de traslado de los restos del Arzobispo reflejó este traslado de su obra de la Fraternidad a la Neo-fraternidad, porque no fue celebrada por el actual Superior General, el P. David Pagliarani, sino por su predecesor como Superior General, el principal responsable del traslado de la Fraternidad a la Neo-Fraternidad. Esta elección del predecesor del P. Pagliarani para celebrar un acontecimiento tan destacado en honor del Fundador de la Fraternidad no es ni un buen augurio ni un accidente. Nos recuerda la cita de Nuestro Señor (Mt. XXIII):
29 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis las tumbas de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, 30 diciendo: “Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no habríamos participado con ellos en el derramamiento de la sangre de los profetas”.
Puede ser que hoy en día, la hipocresía universal de todo un mundo que rechaza a Nuestro Señor sea tan profunda que muchas de las almas que participaron en la ceremonia de hace unos días no eran hipócritas conscientes, Dios lo sabe, ni tan severos para ser condenados como Nuestro Señor condenó a aquellos que Él sabía que estaban a punto de crucificarlo. Porque, en efecto, los líderes de la Fraternidad del Arzobispo fueron hábiles en engañar a los católicos que fielmente seguían al Arzobispo en su “desobediencia” a los líderes normales de la Iglesia. Estos, de hecho, los habían estado llevando de la religión católica de Dios a la religión conciliar del hombre. Sin embargo, objetivamente hablando, el paralelo es claro.

* Los fariseos construyeron monumentos en honor a los profetas que ellos mismos también habrían matado. La Neo-Fraternidad construye un sarcófago para su Fundador cuando ella misma se hace amiga de los pachamamistas a los que ya abominaba.

* A los fariseos Nuestro Señor prometió enviar mensajeros para denunciar su infidelidad, pero a éstos los matarían igualmente. A la Neo-iglesia y a la Neo-fraternidad envía a un arzobispo Viganò para recordarles su infidelidad. La Neo-iglesia lo mataría. La Neo-fraternidad hace todo lo posible por no prestarle atención.

* Los fariseos fueron advertidos por Nuestro Señor de las graves consecuencias de su infidelidad, y de hecho en el año 70 d.C. Jerusalén fue completamente destruida. En cuanto a la Neo-Fraternidad, ha reducido el trabajo del Arzobispo a una impotencia radical, porque la red mundial de la Fe que él construyó está en absoluta necesidad de nuevos obispos para mantener esa Fe, pero por la negativa de la Neo-Fraternidad a consagrar nuevos obispos sin el consentimiento de los pachamamistas, está rechazando nuevos obispos que mantengan la fe de Mons. Lefebvre, porque los pachamamistas nunca consentirán a obispos que defiendan esa fe.

En resumen, los miembros de la Neo-fraternidad permitieron que el predecesor del padre Pagliarani honrara el lugar de sepultura de su Fundador, quien hizo más que nadie para enterrar su obra. ¿Se dan cuenta que están contribuyendo al traslado de una obra de héroes en un parque de Neo-fariseos, obedientes al NOM?

Kyrie eleison.


Non Possumus



LA BELLEZA DE LA LITURGIA

“Así que, como nacimos para amar a Dios con todo nuestro corazón, fuerza y ​​alma”, dice el P. James Jackson, FSSP, “nuestra atracción por la belleza es nuestro anhelo de unión con Dios”.

Por Paul Senz


En este artículo, veremos cómo la belleza puede llevarnos a Dios, transmitir un sentido de lo sagrado, señalarnos hacia la Verdad e incluso ayudarnos a saber cómo ser buenos. 

Los "olores y campanas" de la liturgia son una de las imágenes católicas más reconocibles que se pueden evocar. De hecho, se ha convertido en una especie de tropo que cuando los cineastas quieren representar la religión de una manera visualmente estimulante o poderosa, muestran una Misa católica tradicional. Hay algo en la Misa que simplemente pide que sea bella, y algo en la belleza que parece absolutamente apropiado para la Misa.

El padre James Jackson es sacerdote de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro y autor de Nothing Superfluous: An Explanation of the Symbolism of the Rite of St. Gregory the Great (Redbrush, 2017). En ese libro (y en otros lugares), escribe de manera elocuente y esclarecedora sobre los rituales y símbolos de la Misa tradicional en latín, demostrando que cada gesto, cada símbolo, cada segundo de silencio, está lleno de significado y profunda intención.



El padre Jackson mantuvo correspondencia recientemente con Catholic World Report sobre la belleza, su poder evangelizador y el papel especial e importante de la belleza en la Sagrada Liturgia.

CWR: ¿Por qué nos atraen las cosas bellas?

P. James Jackson, FSSP: Ésta es una pregunta esencial. Primero puede responderse con una explicación práctica. Los antiguos babilonios y más tarde los griegos propusieron nociones sobre una "proporción áurea" y un "rectángulo áureo". Es una lectura fascinante. Pocos leen sobre estas cosas; ven tarjetas de crédito y pantallas de televisión y libros e iPods en forma de rectángulos, pero rara vez se preguntan por qué algunas cosas tienen esa forma. Los investigadores han notado que las personas procesan información dentro de rectángulos, como el texto en un párrafo, de manera rápida y eficiente. Hablan de una carga cognitiva más ligera, por eso un libro nos parece fácil de leer.

Esto también está en toda la naturaleza. Los fractales, geometría irregular y auto-similar, ocurren en todas partes de la naturaleza, desde las costas hasta los copos de nieve y las venas de las hojas. Incluso están en nuestros pulmones. Respondemos tan bien a estos patrones que solo mirarlos puede reducir nuestros niveles de estrés hasta en un 60%.

Pero hay una gran complejidad en esto. Los científicos no pueden encontrar un principio impulsor de esta atracción. Por lo tanto, debemos recurrir a otros modos de conocimiento para profundizar en la cuestión.

San Agustín hizo una clara distinción entre la creación de Dios (ex nihilo o de la nada) y la creación de artistas (ex materia o de material existente). Y la belleza natural, que fue creada por Dios, es una mera sombra de la belleza de Dios. En cierto sentido, la belleza de Dios emana a las cosas naturales a través de Su acto de creación. El marco de esta idea tuvo su origen en los filósofos neoplatónicos, particularmente en Plotino. Dios creó la materia, que inicialmente carecía de forma, "sin ninguna belleza" (Agustín, Confesiones , Bk. 12.3). La tierra ocupa la forma más baja de belleza, y las cosas se vuelven más hermosas a medida que poseen más forma y menos vacío. Dios es sumamente hermoso, ya que sólo Dios posee la forma perfecta.

Agustín, por lo tanto, cree en una jerarquía de cosas bellas, basada en cuánta forma poseen o carecen.

Entonces, como nacimos para amar a Dios con todo nuestro corazón, fuerza y ​​alma, nuestra atracción por la belleza es nuestro anhelo de unión con Dios. 

CWR: ¿Qué hace que las cosas bellas sean bellas y las cosas feas sean feas?

P. Jackson: De nuevo, consideremos lo que escribió San Agustín. La belleza tiene ciertos elementos en su pensamiento: unidad, igualdad, número, proporción y orden. No los presenta sistemáticamente; se encuentran a lo largo de sus escritos.

Primero, todo existe como una unidad completa separada; por tanto, cada cosa tiene unidad. En pocas palabras, algo no puede tener el potencial de ser bello, a menos que exista. Y si tiene existencia, también será un todo unificado. Por tanto, la unidad es un elemento necesario de la belleza. Cuanto más unificado sea algo, más hermoso será.

En segundo lugar, en cuanto a la igualdad (o semejanza), la existencia de las cosas individuales como unidades, la posibilidad de repetirlas y comparar grupos de ellas con respecto a la igualdad o desigualdad, da lugar a proporción, medida y número.

En tercer lugar, "El número, la base del ritmo, comienza desde la unidad" (De Musica , xvii. 56). El número, para Agustín, mide el ritmo. Dado que el ritmo se basa en el número, Agustín cree que es inmutable, se sigue que el ritmo es igualmente inmutable. Cuarto, “en todas las artes es la simetría [o la proporción] la que da placer, preservando la unidad y embelleciendo todo” (Of True Religion, xxx. 55). Quinto, Agustín afirma, "todo es hermoso en el debido orden" (Of True Religion, xli. 77). Además, dice Agustín, "el orden es la distribución que asigna las cosas iguales y desiguales, cada una en su lugar" (Ciudad de Dios, XIX, xiii). En resumen, el grado en que las cosas están en su lugar apropiado es el grado en que son hermosas.

CWR: ¿Algunas cosas son intrínsecamente hermosas?

P. Jackson: Si San Agustín tiene razón en lo anterior, entonces sí, se deduce que la belleza es inherente y no está en el "ojo del espectador".


Considere ahora lo que escribió Santo Tomás de Aquino sobre el tema. Él tampoco tiene un tratado sistemático de belleza; su pensamiento al respecto está en diferentes lugares. Pero dio una definición: "La belleza es lo que da placer cuando se ve". (ST, I-II, 27.1) Esto parece completamente subjetivo en la primera lectura. Pero eso se debe a que equiparamos ver con una mirada, o tomar nota de algo, que es pasivo, algo que simplemente nos sucede.

En cambio, lo visto está más cerca de la actividad de la reflexión o incluso de la contemplación, por lo que conocer la belleza es una actividad de la mente. Tomemos como ejemplo una flor. Veo la flor y luego comienza a existir en mi mente. Entonces puedo contemplar su forma y descubrir su belleza. Por cierto, esto puede suceder muy rápidamente. Veo la flor pasivamente, pero pienso en ella activamente. La belleza es causada por la forma de la flor, y nuestra comprensión de esto es el resultado de la cognición o el pensamiento.

Así que la vista y el oído son las formas en que recibimos la forma del objeto, y para Santo Tomás estos son los sentidos más importantes para percibir lo bello. Así que la belleza está en el objeto, y no es un concepto en la mente que el espectador impone a un objeto dado. Si la belleza es objetiva, entonces debe haber algunos criterios mediante los cuales podamos descubrirla.

Sin embargo, los criterios no son fórmulas precisas como las que podemos encontrar en química. En cambio, son más como guías para ayudarnos a percibir la belleza. Estos indicadores son actualidad, proporción, luminosidad e integridad. No tienen que estar todos presentes y objetar para ser considerados bellos, y la presencia de uno solo no garantiza que el objeto sea bello. Y sorprendentemente, Santo Tomás centra las pautas en la relación de la Santísima Trinidad, especialmente en referencia al Hijo. El Hijo tiene integridad en la medida en que "tiene en sí mismo verdadera y perfectamente la naturaleza del Padre". El Hijo tiene proporción "en cuanto es la Imagen expresa del Padre". Por último, la tercera propiedad [resplandor ,brillo, o claridad] se encuentra en el Hijo, como el Verbo, "que es la luz y el esplendor del intelecto".

Entonces, lo anterior es una respuesta larga a la pregunta. La respuesta corta es "Sí, la belleza es inherente".

CWR: Los tres trascendentales son lo verdadero, lo bueno y lo bello. ¿Puede lo bello llevarnos a lo verdadero y lo bueno?

P. Jackson: Sí , puede. Volviendo nuevamente a Santo Tomás, los trascendentales son propiedades del ser como tal (es decir, todo ser). Cada trascendental es convertible con el ser. En otras palabras, los trascendentales están presentes dondequiera que esté presente el ser. Sin embargo, al igual que el ser se puede encontrar en diversos grados, los trascendentales también se pueden encontrar en grados. Por ejemplo, todo ser no es perfecto o completamente bueno, pero todo ser es bueno hasta cierto punto. Entonces, la lista de trascendentales de Aquino consiste en lo siguiente: cosa, uno, algo, verdadero y bueno. No incluyó la belleza.

Sin embargo, Santo Tomás escribe: “Ellos [la belleza y la bondad] difieren lógicamente, porque la bondad se relaciona propiamente con el apetito (la bondad es lo que todas las cosas desean); y por tanto tiene el aspecto de un fin (el apetito es una especie de movimiento hacia una cosa). Por otro lado, la belleza se relaciona con la facultad cognitiva; porque las cosas bellas son las que agradan cuando se ven. Por tanto, la belleza consiste en la debida proporción; porque los sentidos se deleitan en las cosas debidamente proporcionadas, como en lo que es según su propia especie, porque incluso el sentido es una especie de razón, como lo es toda facultad cognitiva. Ahora bien, como el conocimiento es por asimilación y la semejanza se relaciona con la forma, la belleza pertenece propiamente a la naturaleza de una causa formal” ( ST I.5.4 )

Entonces, comentaristas como Jacques Maritain sobre Santo Tomás intentan mostrar que él veía la belleza y la bondad como conceptualmente diferentes, pero metafísicamente idénticas. Si esto es cierto (creo que lo es), entonces la belleza podría contar como una propiedad trascendental del ser. Por lo tanto, en respuesta a la pregunta, sí, si ves la verdadera belleza, invariablemente serás conducido a la bondad y la verdad. Una vez escuché a un niño (de unos seis años) decir de una misa: “No fue bonito. Esa no fue una buena misa”. Los niños muy pequeños pueden tener esta conexión.

CWR: ¿Es importante que la liturgia sea estéticamente bella? ¿Por qué?

P. Jackson: Henri Charlier escribió una vez: "Es necesario perder la ilusión de que la verdad puede comunicarse fructíferamente sin ese esplendor que es una naturaleza con ella y que se llama belleza". La Iglesia es la Esposa de Cristo. Es tanto natural como esperado que la Novia se adorne para su Novio. La belleza es de una naturaleza con la verdad y la bondad. La falta o incluso lo opuesto de los trascendentales no puede reflejar la naturaleza de Dios. Entonces, si una liturgia es caótica (no una), falsa (plagada de herejías), malvada (abuso litúrgico) y fea (digamos una desproporción monstruosa), entonces no puede conducir a Dios. Solo conducirá en una dirección opuesta.

CWR: ¿Cómo puede la belleza de la liturgia, específicamente, llevarnos a Dios y enseñarnos la Verdad?

P. Jackson: Un monje de Le Barroux escribió un libro , y en él se encuentra este pasaje: “Lleve a un grupo de turistas japoneses que visitaban Notre Dame en París. Miraron la altura de los arcos, el esplendor de las vidrieras, la armonía de las proporciones. Supongamos que en ese momento, los ministros sagrados vestidos con capas de terciopelo orphried entraban en procesión para las Vísperas solemnes. Los visitantes mirarían en silencio; estarían encantados: la belleza les habría abierto sus puertas. Ahora la Summa Theologica y Notre Dame son de la misma época. Dicen lo mismo. Pero, ¿quién entre los visitantes ha leído la Summa?? Los turistas que visitan la Acrópolis de Atenas se enfrentan a una civilización de belleza. Pero, ¿quién de ellos puede entender a Aristóteles?

Y lo mismo ocurre con la belleza de la liturgia. Más que cualquier otra cosa, merece ser llamado el esplendor de la verdad. Abre a los pequeños y a los grandes por igual el tesoro de su magnificencia: la belleza de la salmodia, los cantos y textos sagrados, las velas, la armonía del movimiento y la dignidad del porte. Con el arte soberano, la liturgia ejerce una influencia verdaderamente seductora sobre las almas, a las que toca directamente, incluso antes de que el espíritu perciba su influencia. Pero se trata de un arte delicado, diametralmente opuesto a un cierto tipo de liturgia posconciliar “opacada y aburrida, gracias a su gusto por lo banal y lo mediocre, hasta el punto de hacer estremecer a uno”
(Joseph Cardinal Ratzinger en The Ratzinger Informe).

CWR: A muchas personas les encanta la misa en latín tradicional debido a su hermosa estética. ¿Por qué cree que esto atrae a la gente?

P. Jackson: Parte de la respuesta se puede encontrar en la fealdad de nuestras ciudades, en los anuncios, la ropa, la música degradada y el habla. Entrar en una hermosa iglesia con una Misa tradicional Latina bien celebrada es dejar esa fealdad por un tiempo. Es cierto que esto se puede hacer en la naturaleza, donde encontrará un pequeño arroyo encantador para sentarse y admirar el sonido del agua en las rocas. Sin embargo, la pequeña corriente no es el sacrificio de la misa. Hacer una buena confesión junto con una hermosa adoración de Dios no es igual que ser confesado en la fealdad del interior de un edificio.

Y en la Misa Tradicional Latina se puede experimentar la integridad a un nivel que es extraordinariamente difícil de lograr en el Novus Ordo. Es decir, nadie diría que el canto gregoriano y la polifonía no pertenecen a la Misa Tradicional Latina, pero es fácil encontrar a quienes argumentan que nuestra herencia latina no tiene cabida si entras en una iglesia moderna con el altar mayor sobrante de épocas anteriores siendo utilizado como soporte para plantas, esa persona podría pensar que es un mejor uso del altar que la demolición. Pero nadie pensaría que un altar mayor gótico realmente va con el Novus Ordo. Así que hay una sensación de que todo encaja: el altar mayor, el silencio, el incienso, los cánticos, el latín… todo. El sentido de integridad alcanza niveles profundos en quienes asisten a la Misa Tradicional Latina.

CWR: Por otro lado, a muchas personas les encanta el Novus Ordo porque para ellos se siente más personal, más "hogareño". ¿Hay belleza en esto también?

P. Jackson: Sí. ¡Somos criaturas de costumbre! En general, los católicos de edad avanzada que cambiaron al Novus Ordo en lengua vernácula se oponen generalmente a “volver” a la Misa Tradicional Latina. Pero he visto muchas misas en el Novus Ordo donde hay mucha belleza, desde el decoro del celebrante y los servidores hasta un cáliz de calidad. Es solo que incluso la mejor de estas misas está abrumada por cosas como una traducción que suena como si hubiera sido hecha por el Comité Internacional para la Abolición de la Poesía.

CWR: ¿La belleza de la liturgia ha jugado un papel en su propia fe a lo largo de su vida?

P. Jackson: Sí. Mi primera experiencia de la misa fue cuando era un joven estudiante universitario (no católico, soy un converso) en la abadía benedictina de Notre Dame de Fontgombault en Francia. Allí escuché el canto gregoriano por primera vez en mi vida, y el chico a mi lado (él tampoco era católico, pero luego se convirtió) se inclinó y dijo: “No sé qué es esto, pero es realmente sagrado”. No podría haber estado más de acuerdo.


Catholic World Report




martes, 29 de septiembre de 2020

LOS JESUITAS, LA IGLESIA Y EL ESTADO PROFUNDO

No es de extrañar que, en el proceso de disolución y autodemolición al que está sometido todo el cuerpo eclesial, la contribución de los jesuitas haya sido - y sigue siendo - decisiva.

Por el Arzobispo Carlo Maria Viganò 

“Corruptio optimi pessima”

San gregorio el grande




Buscar una coherencia de la acción reciente de la Compañía de Jesús con las intenciones originales de San Ignacio de Loyola es una tarea ardua, si no imposible, hasta el punto de que en retrospectiva se plantea la reconstitución de la Orden en 1814 tras su supresión por Clemente XIV en 1773 no fue aconsejable. No es de extrañar que, en el proceso de disolución y autodemolición al que está sometido todo el cuerpo eclesial, la contribución de los jesuitas haya sido - y sigue siendo - decisiva. No es casualidad que desde 2013 hasta el trono más alto lo ocupe un jesuita, Jorge Mario Bergoglio, aunque esto es una violación de la Regla ignaciana que prohíbe a los miembros de la Compañía de Jesús ocupar cargos en la jerarquía.

En el contexto geopolítico internacional, el papel de Italia puede parecer de alguna manera marginal, pero en realidad Italia es un campo de pruebas para los experimentos de ingeniería social que la agenda globalista pretende extender a todos los gobiernos durante los próximos diez años, tanto en el ámbito económico y político como en el religioso. Por tanto, es comprensible por qué La Civiltà Cattolica y su director omnipresente el padre Antonio Spadaro, SJ, se ha gastado en apoyos descompuestos tanto de la izquierda italiana como global, incluido el Partido Demócrata en Estados Unidos y el Partido Comunista en China. Por otro lado, la cercanía ideológica de la Compañía de Jesús a los movimientos revolucionarios de izquierda se remonta a los primeros síntomas de 1968, en los que el Vaticano II sentó las bases ideológicas y que encontró su máxima expresión en la teología de la liberación, tras haber eliminado la condena del comunismo de los documentos preparatorios del Concilio. Es significativo que muchos de los protagonistas de esa desafortunada temporada en América Latina, luego de las indulgencias y sanciones moderadas impuestas por la Santa Sede en las últimas décadas, hayan sido rehabilitados y promovidos por el jesuita argentino.

Ver a Prodi y Gentiloni [dos ex primeros ministros italianos] junto al padre Spadaro para la presentación del ensayo Nell'anima della Cina[En el alma de China] no debería sorprender a nadie: son la expresión de ese deplorable “Catolicismo adulto” que ignora la necesaria coherencia de los católicos en la política deseada por Juan Pablo II y Benedicto XVI, pero que mantiene unido el heterogéneo bestiario del progresismo en nombre del ambientalismo maltusiano, la acogida indiscriminada de inmigrantes, la teoría de género y la religión indiferentista sancionada en la Declaración de Abu Dhabi. La Conferencia de Asís - Economía de Francisco - y la próxima Encíclica Fratelli Tutti confirman la impronta antropocéntrica y el cambio verde de la iglesia bergogliana, que en lugar de la proclamación valiente y “políticamente incorrecta” del Evangelio a todas las naciones ha preferido las afirmaciones ambientalistas e inmigratorias más fáciles de la agenda globalista, que son dramáticamente arriesgadas para nuestra Civilización. Y el presidente Trump lo ha entendido muy bien.

Prodi y Gentiloni en Italia, y también agregaríamos al primer ministro Conte, dado su origen y su educación, tienen sus contrapartes en el lado estadounidense en las llamadas personalidades católicas como Joe Biden, Nancy Pelosi y Andrew Cuomo: todos ellos apoyan con orgullo el aborto y el adoctrinamiento de género, y todos ellos orgullosamente están a favor de los movimientos Antifa y Black Lives Matter que están incendiando ciudades enteras de Estados Unidos. Un análisis equitativo y honesto de los patrocinadores internacionales de estos partidos, estos movimientos "espontáneos" y el progresismo católico revela un inquietante hilo común que atraviesa a todos estos supuestos filántropos que manipulan las fortunas políticas y económicas del planeta con enormes fondos. En los últimos días se ha informado en las noticias que los jesuitas en América han recibido becas de casi dos millones de dólares (durante cuatro años) de George Soros, y parece que el mismo acuerdo entre la Santa Sede y el régimen comunista chino ha sido financiado por grandes donaciones anuales de Beijing a las arcas del Vaticano que se encuentran en un estado desastroso. El hecho de que la Iglesia cayera postrada, suspendiendo las celebraciones litúrgicas y cerrando iglesias en todo el mundo, ha provocado considerables daños económicos colaterales, por los cuales las donaciones chinas y el lucrativo negocio de recibir inmigrantes representan una obvia compensación.

Estados Unidos es testigo de los más altos niveles y centros de influencia cultural de la Iglesia católica estadounidense poniéndose descaradamente a favor del candidato demócrata y más en general, a favor de todo el aparato que se ha ido consolidando en las últimas décadas dentro de la administración pública. El Deep State, el enemigo jurado de Trump, se une a una Deep Church que no escatima en críticas y acusaciones contra el presidente en ejercicio mientras hace un guiño indecoroso a Biden y BLM, siguiendo servilmente la narración impuesta por la corriente principal. Poco importa que Trump sea abiertamente pro-vida y defienda los principios innegociables a los que los demócratas han renunciado - lo importante es transformar a la Iglesia católica en el brazo espiritual del Nuevo Orden Mundial, para tener un imprimatur del máxima autoridad moral del mundo, algo que era imposible con Benedicto XVI.

¡El secretario de Estado Pompeo hizo bien en censurar la renovación del acuerdo secreto firmado entre Bergoglio y Xi Jinping! Su lúcida denuncia saca a la luz la actitud aberrante del Vaticano, la traición a la misión de la Iglesia, el abandono de la comunidad católica china por siniestros cálculos políticos y la forma en que está acorde con el pensamiento alineado. Tampoco es sorprendente la reacción de los jesuitas y el progresismo católico, comenzando por Avvenire [el diario de la Conferencia Episcopal Italiana]. Si Bergoglio puede afirmar impunemente que “Trump no es cristiano”, evocando los fantasmas del nazismo y el populismo, ¿por qué el secretario de Estado de Estados Unidos no tendría derecho a expresar su opinión -con el más que legítimo objetivo de la seguridad internacional- sobre la ¿Connivencia de la Santa Sede con la dictadura comunista que es más feroz pero también más poderosa e influyente que nunca? ¿Por qué el Vaticano, que guarda silencio ante el apoyo del Partido Demócrata al aborto y la violación de los derechos humanos más básicos en China, considera que la Administración Trump no tiene derecho a interferir en un acuerdo que tiene obvias repercusiones en el ámbito internacional? Causa tanto asombro ver que la parresia en la confrontación política que se pide con palabras se contradice de hecho por aquellos que ven sus malvados planes traídos a la luz. Y no está claro por qué un acuerdo presentado como absolutamente transparente y desprovisto de puntos oscuros se ha mantenido en secreto y ni siquiera el merecido cardenal chino Joseph Zen puede leerlo. Por otro lado, si tenemos en cuenta que entre las personas que se ocuparon de la redacción del Acuerdo entre la Santa Sede y el Partido Comunista de China se encontraba el entonces cardenal McCarrick, que fue enviado por Bergoglio en su nombre, también entenderemos la razón por la que los actos del proceso canónico que llevaron al poderoso prelado a ser reducido al estado laical quedan envueltos en el secreto: en ambos casos una operación de transparencia y verdad es urgente y necesaria, porque el honor y la autoridad moral de la Iglesia católica está en juego ante los ojos del mundo entero.

+ Carlo Maria Viganò, arzobispo
22 de septiembre de 2020



DISPARATES CIENTÍFICOS

Lo que a mí más me asombra son las ganas de combatir la familia. La destrucción de la familia, como dicen las principales ideólogas de género, es uno de los objetivos principales a conseguir. 

Por el padre Pedro Trevijano


La primera vez que oí hablar de la ideología de género, pensé, ante tal sarta de disparates, que mi interlocutor me estaba tomando el pelo. Cuando, a mi vez, me ha tocado explicar ante personas que me preguntan que qué es eso de la ideología de género, es decir gente que no tiene ideas preconcebidas, normalmente tengo que asegurarles que estoy hablando en serio y que no me estoy riendo de ellos.

Y es que, si nos fijamos bien, la ideología de género encadena los disparates científicos con las aberraciones morales.

Empecemos por el aspecto científico. La ideología de género transmite una burda mentira, ya que niega la realidad del ser humano como hombre o mujer. Como dijo Benedicto XVI: “Según esta filosofía, el sexo ya no es un acto originario de la naturaleza, que el hombre debe aceptar y llenar personalmente de sentido, sino un papel social sobre el que se decide autónomamente… Niega la propia naturaleza y decide que ésta no se le ha dado como hecho preestablecido, sino que es él mismo quien se la debe crear” (Discurso a la Curia Romana del 21 de Diciembre del 2012). Según esta ideología soy yo quien decide libremente si deseo ser varón o mujer, como si yo, varón, no tuviese el cromosoma Y un aparato genital masculino, bien distinto del femenino. Ahora bien, si yo decido ser mujer, pues lo soy y se acabó, lo que no impide que si fuese más joven y me mandan a una cárcel de mujeres, pueda dejar a alguna embarazada, como ya ha sucedido. El colmo de la idiotez es que me contaron que le preguntaron a una embarazada si esperaba niño o niña y respondió: «No lo sé, ya lo decidirá cuando sea mayor».

Me parece también muy interesante lo sucedido en la clínica Johns Hopkins de Baltimore, donde el Dr. Money (Money es apellido) realizó numerosas operaciones de reasignación de sexo. Al morir este médico, se les ocurrió investigar a cincuenta transexuales tratados por el famoso médico. El resultado fue demoledor: ninguno de ellos había obtenido ningún beneficio con esos programas de identidad sexual.

El problema de esta ideología y sus afines es que, cuando lo que ellos defienden choca con la realidad, es la ideología la que tiene razón, no la realidad, mientras recuerdo que a mí me enseñaban en el Seminario: «contra el hecho no valen argumentos», que desde luego me parece mucho más serio. Y aquí no puedo sino recordar el famoso autobús de Hazte Oir con su eslogan «Los niños tienen pene, las niñas tienen vagina», pero que se oponía al políticamente correcto de «los niños tiene pene; los niños tienen vagina; las niñas tienen vagina; las niñas tienen pene» … Pregunto: ¿desde cuándo los niños tienen vagina y las niñas pene? Pues el citado autobús no pudo entrar en varias ciudades por políticamente incorrecto para vergüenza y ganas de hacer el ridículo de quienes tal cosa impidieron.


Acabo de leer en InfoCatólica que Martina Navratilova, la mejor tenista mundial durante varios años y lesbiana se opone rotundamente a que los transexuales participen en competiciones femeninas, pues afirma en contra de lo políticamente correcto: «Las reglas sobre los atletas trans recompensan a los tramposos y castigan a los inocentes». No hace mucho escribí en mi artículo en InfoCatólica «Necios» lo siguiente: «Creo que la tumba de la ideología de género va a ser el deporte femenino. Cuando se den treinta o cuarenta casos de transexuales que se llevan las medallas en los deportes femeninos, las mujeres, hartas que les roben sus medallas, se plantarán y dirán que el varón es varón y la mujer, mujer, y si alguien pretende otra cosa, que lo pruebe, que su palabra no basta». A Navratilova se le están uniendo muchas otras deportistas, por lo que este movimiento ya ha empezado.

Pero sobre todo lo que a mí más me asombra es sus ganas de combatir la familia. La destrucción de la familia, como dicen las principales ideólogas de este movimiento, es uno de los objetivos principales a conseguir. En esta línea Simone de Beauvoir afirmó: «no debe permitirse a ninguna mujer quedarse en casa para criar a sus hijos. La sociedad debe ser totalmente distinta. Las mujeres no deben tener esa posibilidad, precisamente porque si existiese, demasiadas mujeres optarían por ella». Para nosotros el matrimonio y la familia son ciertamente el fundamento básico de la sociedad, su célula primordial, el núcleo fundamental de la convivencia humana, el lugar privilegiado para todos y muy especialmente para los niños, de aprendizaje de los valores morales, espirituales y religiosos, lo que permite crear el espacio adecuado donde el amor, la educación y el desarrollo integral de la persona pueden realizarse de la mejor manera posible.

Lo malo de estos disparates científicos es que, con frecuencia, van acompañados de la maldad. Detrás de la ideología de género, y como bien escribió el entonces cardenal Bergoglio, en Carta a las Carmelitas Descalzas de Buenos Aires, está el príncipe de este mundo, es decir Satanás.





MÁS CORRUPCIÓN Y MALVERSACIÓN EN LA IGLESIA DE BERGOGLIO

El creador de santos bergoglianos, Angelo Becciu, ha sido destituido de su papel de curial y ha perdido sus derechos como cardenal. Bergoglio nombró a este cabrón y es imperdonable que no pudiera haber sabido de sus hechos. 

Desde el blog del Padre Z.

Ahora queda claro por qué el papa se movió tan rápido para destituir al cardenal Becciu, antes de que L'Espresso publicara una exposición sobre cómo Becciu desvió el dinero de San Pedro a fondos especulativos administrados por su hermano, y a una compañía donde otro hermano es accionista mayoritario https://t.co/dvkhdgZ6VV— Catholic Sat (@CatholicSat) 24 de septiembre de 2020

De un amigo, que es sacerdote y permanecerá sin nombre… “Esto es enorme. El cardenal Becciu fue el hombre que criticó las reformas financieras del cardenal Pell después de que el Cardenal Pell detectara la participación de Becciu en uno de los escándalos financieros más grandes que jamás haya sacudido al Vaticano. No parece una coincidencia que Becciu haya sido disciplinado tan severamente sólo meses después de que el cardenal Pell fuera exonerado y liberado. Siempre hubo preocupaciones sobre posibles titiriteros romanos que inflaron la persecución de la policía de Victoria contra el Cardenal Pell. ¿Quizás hemos encontrado uno? La pregunta es, ¿quién dirigió Becciu? Ellos son los titiriteros".

No se preocupe. Bergoglio lo reemplazará pronto con más de su clase.

Le gusta nombrar cabrones.







lunes, 28 de septiembre de 2020

JIM CAVIEZEL: “NUESTROS OBISPOS Y PASTORES SE ESTÁN DANDO POR VENCIDOS”


El protagonista de La Pasión de Cristo habló en Fox News sobre una cultura que presenta iglesias destruidas y asaltadas, sin mayor reacción del clero.

Hablar de James Patrick Caviezel – o en americano el más conocido ‘Jim Caviezel’ – no es solo tratar de un actor bastante famoso, principalmente por su principal protagónico en la muy conocida The Passion of the Christ, La Pasión de Jesucristo.

Es también hablar de un hombre para el cual la fe siempre ha sido parte esencial de su ser y su actuar.


La fe es fundamental en su vida

“Es fundamental, como la alimentación. Tienes que comer todos los días; tienes que recibir la Eucaristía. Dios me entregó a mi esposa. Ella es un regalo. Yo la cuido, ella me cuida a mí. Nos encanta la manera en que Dios quiere que amemos. Tratamos de ser un ejemplo para las demás personas. A veces nos equivocamos pero seguimos intentando para luego levantarnos si caemos. Permanecemos juntos y nos amamos tanto como podemos. Mi fe alimenta todo, mi actuación y todo el resto. Es el alma de mi vida”, decía Caviezel en un entrevista con Aciprensa.

De hecho la actuación en la pasión de Cristo marcó profundamente la carrera de Jim, tal vez más que a otros actores que interpretaron al Salvador en recordadas producciones. Incluso se afirma que por haber protagonizado el filme tuvo que pagar el santo impuesto, y fue vetado por Hollywood.

Ahora trabaja en la saga de la Pasión, cuyo guión ya está en el tercer borrador y que probablemente será lanzada en el año 2022. Tratará sobre los días posteriores a la muerte de Nuestro Señor. Sobre esta Caviezel ha declarado que será “la más grande película de la historia”.


Fuertes declaraciones, sobre la reacción a una cultura cristianofóbica

Pero en estos días Caviezel es noticia no solo por su protagonismo en el próximo filme sino por una entrevista concedida a Fox News Nightly, con ocasión de su más reciente película.

Dijo que hoy por hoy hay una 
cultura de la cancelación”, que presencia iglesias asaltadas y destruidas, pero también un silencio surrealista de parte del clero.

Acerca de este último tópico, sus palabras fueron fuertes:

“Muchos de nuestros pastores, nuestros obispos y sacerdotes se están dando por vencidos […] están dejando que se quemen las iglesias, que se derriben las estatuas y no dicen nada”.

Tras constatar que uno de los aspectos de la cultura que se quiere imponer es la cristianofobia, y que algunos violentos la ponen en obras agrediendo los símbolos cristianos, Caviezel expresa que 
hay un tipo de resignación que se llama tibieza. Jesús tiene un lugar muy especial para los tibios y ellos lo saben”.

No son pocos los que esperan que el próximo filme “Resurrección” que puede ser una película que marque una época, reencienda el entusiasmo y la fortaleza para defender el infinito patrimonio de la Iglesia.


Gaudium Press


PECADORES, PERO NO HIPÓCRITAS

¿Cuál es la diferencia entre un hipócrita y un pecador? Se parecen muchísimo. El hipócrita se presenta de una manera y luego actúa de otra. El pecador elige deliberadamente lo que sabe que no debe elegir. 

Por el padre Paul D. Scalia

Ambos sufren una división interior. De hecho, nosotros mismos podemos sentirnos hipócritas cuando pecamos, cuando elegimos lo contrario a lo que creemos. Aún así, sentimos una diferencia entre los dos. Con razón intuimos que no todo el que peca es por eso un hipócrita.

La distinción radica en esto. El hipócrita ha hecho las paces con la división dentro de sí mismo; el pecador lucha contra ella. Ahora, podría luchar mal y fallar la mayoría de las veces, pero sin embargo sigue presionando contra esa desintegración interior. El pecador se arrepiente y trata de conformar su vida a la verdad. El hipócrita se niega a arrepentirse y, en cambio, intenta torcer la realidad para adaptarla a su forma de vida. Quizás sin darse cuenta, se ha sentido cómodo con su división interior.

La diferencia entre el hipócrita y el pecador explica por qué reaccionamos de manera tan diferente ante ellos. Podríamos sentirnos frustrados o enojados por la pecaminosidad de un hombre, o podríamos sentir lástima por su debilidad. Pero un hipócrita es diferente. Sentimos que sufre una deshonestidad más profunda y fundamental. Es peligroso de una manera que el pecador no lo es. Mientras que el pecador pierde el rumbo ocasionalmente (quizás a menudo), el hipócrita directamente, ha perdido el rumbo.

Ésta es la diferencia entre los dos hijos en la parábola de nuestro Señor. (Mt 21: 28-32.) Si bien ambos hijos obran mal, el primer hijo es capaz de arrepentirse y el segundo no. Los primeros pecados en su desafío; el segundo se ha sentido cómodo en su duplicidad. El primero es simplemente un pecador; el segundo un hipócrita.

Como ocurre con muchas otras parábolas, nuestro Señor dirige esta "a los principales sacerdotes y a los ancianos". El punto no es simplemente que estos hombres hayan pecado. Nuestro Señor los distingue claramente de los pecadores, de los recaudadores de impuestos y de las prostitutas que entran en el reino de Dios antes que ellos. No, hay un defecto dentro de ellos más profundo que el pecado, peor que cualquier pecado específico. Son hombres que se han sentido cómodos con la división dentro de ellos, que han cambiado la integridad por el poder. Son, como Jesús declara en otra parte (cf. Mt 24, 13-29), hipócritas.

Tenemos una reacción visceral contra la hipocresía precisamente porque sentimos su poder desintegrador en la persona. La hipocresía involucrada en los escándalos de la Iglesia nos enoja más que los pecados reales. Del mismo modo, la hipocresía de nuestros políticos católicos pro-aborto, demasiado prominentes, es de alguna manera peor que cualquier pecado en particular o incluso una falla moral habitual. Se han vuelto tan cómodos con su desintegración interior que pueden reclamar alegremente el manto católico y defender la causa pro-aborto.

Lo opuesto a la hipocresía es la integridad, esa cualidad que protege la unidad de la persona. La integridad convierte a una persona en un número entero en lugar de una fracción; garantiza que está íntegro, no dividido. El hombre íntegro ha combinado y unido, ha integrado, todos los aspectos de su vida. Lo que cree, piensa, dice y hace es uno. Y aunque la integridad técnicamente no es una virtud, ella, o al menos el deseo y la lucha por ella, hace posible la virtud. Y las virtudes a su vez ayudan a profundizar esa integración.

Debido al pecado original, todos experimentamos división y conflicto entre lo que sabemos que es bueno y verdadero, por un lado, y lo que deseamos y elegimos, por el otro. “No entiendo mis propias acciones. Porque no hago lo que quiero, pero hago exactamente lo que odio”. (Rom 7:15.) Cuando pecamos, exacerbamos esa división y corremos el riesgo de caer en la hipocresía. Cuando nos arrepentimos, encontramos sanidad para esa división. Simplex fac cor meum, reza el salmista (Sal 86,12): haz mi corazón sencillo, íntegro y completo.

El mundo espera que los cristianos sean ante todo hombres y mujeres íntegros. De hecho, cuánto daño ha causado la hipocresía de los cristianos en la difusión del Evangelio. ¿Cómo, entonces, crecemos en integridad de corazón?

Primero, por la devoción a la verdad. Nota: no solo un interés por la verdad, sino un deseo de conformarnos a ella; no solo para saber, sino para responder a la verdad. Después de todo, el mismo hipócrita podría recitar verdades profundas. Pero él no se conforma con ellas. Santiago nos advierte que no seamos el tipo de persona que encuentra la verdad interesante pero no determinante:

Sed hacedores de la palabra, y no solamente oidores, engañándose a ustedes mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra y no hacedor, es como un hombre que observa su rostro natural en un espejo; porque se observa a sí mismo y se va y de inmediato olvida cómo era. Pero el que mira en la ley perfecta, la ley de la libertad, y persevera, sin ser un oidor que olvida, sino un hacedor que actúa, será bienaventurado en su obra. (Santiago 1: 22-25)

O, como dijo el Venerable Fulton Sheen: "Si no te comportas como crees, terminarás por creer como te comportas".

En segundo lugar, la devoción al sacramento de la penitencia. La diferencia entre el pecador y el hipócrita es que el pecador se arrepiente. Nuestro crecimiento en la integridad de corazón requiere no solo la visita ocasional al confesionario, sino la realineación de nuestra voluntad con la de Dios al frecuentar ese sacramento. En la Confesión, ya no intentamos rehacer la realidad en nuestros propios términos, sino que ponemos nuestras vidas en conformidad con la voluntad de Dios.

Quizás la acusación más común contra los católicos (y los cristianos en general) es que somos hipócritas. Por supuesto, ese insulto a menudo se lanza sin motivo. Sin embargo, hagamos todo lo posible para asegurarnos de que, aunque sigamos siendo pecadores, no seamos hipócritas.


Imagen: Dante y Virgilio mirando a hipócritas encapuchados de Gustave Doré, c. 1869 [Canto XXIII Bolgia 6, de La Divina Comedia: Inferno]

LAS HEREJÍAS DEL "CARDENAL" MÜLLER (PARTE 2): SU NEGACIÓN DE LA VIRGINIDAD PERPETUA DE LA MADRE DE DIOS

La parte más aterradora y absurda de todo esto es que Müller es considerado un gran bulldog conservador y ultraortodoxo, simplemente porque se opone al pecado de adulterio y a la idea de permitir que adúlteros públicos impenitentes reciban el sacramento. Eso realmente dice mucho sobre el estado del “catolicismo” en nuestros días.

En los últimos años se ha puesto de moda en los círculos conservadores del Novus Ordo e incluso en los semitradicionalistas promover al "cardenal" alemán Gerhard Ludwig Müller (n. 1947) como un incondicional conservador de la doctrina católica, simplemente porque se opone al adulterio, la ordenación de mujeres y algunas otras ideas de mascotas ultramodernas. En febrero de este año, Müller emitió lo que llamó un Manifiesto de Fe y el mes pasado publicó un libro completo que pretende ser una defensa del catolicismo contra los errores actuales difundidos principalmente por Francisco y sus secuaces.

La verdad sobre este ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (2012-2017), sin embargo, es bastante diferente. Müller no solo no es un guardián de la ortodoxia, sino que en sus posiciones como profesor de teología, consejero doctrinal de la conferencia de obispos alemanes Novus Ordo y jefe de un período de la oficina doctrinal del Vaticano, pocos hombres en el mundo han hecho más por socavar el dogma católico y dañar almas que este Gerhard Müller.

En la parte 1 de esta serie, expusimos y refutamos la audaz y atroz negación del hombre del dogma católico de la transubstanciación, en lugar del cual él tiene una posición extraña que quizás sea mejor denominar “transcomunicación”. Según Müller, durante la consagración el sacerdote no transforma la sustancia del pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo mientras permanezcan las apariencias del pan y el vino. Más bien, “cuerpo y sangre aquí significan la presencia de Cristo en el signo del medio del pan y el vino, que se hace comunicable en el aquí y ahora de la percepción humana ligada a los sentidos”, afirma el neomodernista, y agrega que “como antes de Pascua los discípulos estaban perceptiblemente junto con Jesús al escuchar sus palabras y percibirlo en su figura sensorial de acuerdo con la naturaleza humana, ahora tenemos comunión con Jesucristo, comunicados a través de comer y beber el pan y el vino”. (Toda la documentación fuente es proporcionada en nuestro artículo).

En este post actual examinaremos lo que ha dicho el cardenal herético Novus Ordo sobre la virginidad perpetua de la Santísima Virgen María, la Madre de Dios.

Antes de que podamos hacerlo fructíferamente, debemos recordar lo que dice el dogma católico sobre este tema, a saber, que la Santísima Virgen María era virgen (a) antes del nacimiento de Cristo; (b) durante el nacimiento de Cristo y (c)  después del nacimiento de Cristo. Que esto ha sido enseñado por la Iglesia Católica dogmáticamente es fácil de demostrar (todo subrayado agregado; las citas que se aplican a más de una categoría se repetirán según sea necesario para un registro más completo):

(a) La Santísima Madre Virgen antes del Nacimiento de Nuestro Señor
Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, creo en Jesucristo, Su único hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen….
(Credo Apostólico; Denz.2 )
Porque ahora no deberíamos poder vencer al autor del pecado y la muerte a menos que [Cristo] tome nuestra naturaleza sobre Él y la haga suya, a quien ni el pecado podría contaminar ni la muerte retener. Sin duda, entonces, fue concebido del Espíritu Santo en el seno de su Virgen Madre, quien lo dio a luz sin perder su virginidad, como ella lo concibió sin perderla.
(Papa San León I, Epístola 28 a Flavio, sec. II)
Por tanto, debido a que el Hijo de Dios se hizo carne propia y verdaderamente de ella y nació de ella, confesamos que ella fue propia y verdaderamente la Madre de Dios encarnado y nacido de ella, y (en verdad), para que no se crea que el Señor Jesús recibió el nombre de Dios por honra o gracia, como piensa el necio Nestorio; pero verdaderamente por eso, para que no se crea que tomó carne en un fantasma o de alguna otra manera, no la verdadera carne de la virgen, como ha afirmado el impío Eutyches.
(Papa Juan II, Epístola Olim Quidem; Denz.202 )
Con el corazón creemos y con la boca confesamos que la Encarnación de la Divinidad no tuvo lugar ni en el Padre ni en el Espíritu Santo, sino únicamente en el Hijo; de modo que Aquel que era en la Divinidad el Hijo de Dios Padre, verdadero Dios del Padre, era en la humanidad el hijo del hombre, el verdadero hombre desde la madre, teniendo verdadera carne desde el vientre de su madre y un alma humana racional; al mismo tiempo de cada naturaleza, es decir, Dios y hombre, una Persona, un Hijo, un Cristo, un Dios con el Padre y el Espíritu Santo, el autor y gobernante de todos, nacido de la Virgen María en un verdadero nacimiento de la carne….
(Papa Inocencio III, Carta Apostólica Eius Exemplo; Denz.422)
Y finalmente el unigénito Hijo de Dios, Jesucristo, encarnado por toda la Trinidad en común, concebido de María siempre Virgen con la cooperación del Espíritu Santo, hecho verdadero hombre, formado de alma racional y carne humana, una Persona en dos naturalezas, señaló claramente la forma de vida.
(Cuarto Concilio de Letrán, Capítulo 1; Denz.429 )
Dado que la depravación y la iniquidad de algunos hombres han llegado a tal punto en nuestro tiempo que, de los que se desvían de la fe católica, muchos de hecho no sólo presumen de profesar herejías diferentes, sino también de negar los fundamentos de la fe misma, y con su ejemplo llevamos a muchos a la destrucción de sus almas, nosotros, de acuerdo con nuestro oficio pastoral y caridad, deseando, en la medida en que podamos con Dios, alejar a tales hombres de un error tan grave y destructivo, y con paternal severidad advertir a los demás, para que no caigan en tal impiedad, todos y cada uno de los que hasta ahora han afirmado, reclamado o creído que ... la Santísima Virgen María no era la verdadera madre de Dios, y no permaneció siempre en la integridad de la virginidad, es decir, antes de dar a luz, al dar a luz y siempre después de dar a luz, por parte del Dios omnipotente Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo, con autoridad apostólica exigimos y aconsejamos. etc.
(Papa Pablo IV, Ordenanza Cum quorundam; Denz 993)

(b) La Santísima Madre Virgen durante el Nacimiento de Nuestro Señor

Porque ahora no deberíamos poder vencer al autor del pecado y la muerte a menos que [Cristo] tome nuestra naturaleza sobre Él y la haga suya, a quien ni el pecado podría contaminar ni la muerte retener. Sin duda, entonces, fue concebido por el Espíritu Santo en el seno de su Virgen Madre, quien lo dio a luz sin perder su virginidad, como ella lo concibió sin perderla.
(Papa San León I, Epístola 28 a Flavio, sec. II)
Si alguno no confiesa propia y verdaderamente, de acuerdo con los santos Padres, que la santa Madre de Dios y siempre Virgen e inmaculada María en los primeros tiempos concibió al Espíritu Santo sin semilla, es decir, Dios el Verbo mismo de manera específica y verdadera, que nació de Dios Padre antes de todos los siglos, y que lo dio a luz incorruptible, siendo su virginidad indestructible incluso después de su nacimiento, sea condenado.
(Papa San Martín I, Sínodo de Letrán, Sesión 5, Canon 3; Denz. 256 )
Dado que la depravación y la iniquidad de algunos hombres han llegado a tal punto en nuestro tiempo que, de los que se desvían de la fe católica, muchos de hecho no sólo presumen de profesar herejías diferentes, sino también de negar los fundamentos de la fe misma, y con su ejemplo llevamos a muchos a la destrucción de sus almas, nosotros, de acuerdo con nuestro oficio pastoral y caridad, deseando, en la medida en que podamos con Dios, alejar a tales hombres de un error tan grave y destructivo, y con paternal severidad advertir a los demás, para que no caigan en tal impiedad, todos y cada uno de los que hasta ahora han afirmado, reclamado o creído que ... la Santísima Virgen María no era la verdadera madre de Dios, y no permaneció siempre en la integridad de la virginidad, es decir, antes de dar a luz, al dar a luz y siempre después de dar a luz, por parte del Dios omnipotente Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo, con autoridad apostólica exigimos y aconsejamos. etc.
(Papa Pablo IV, Ordenanza Cum quorundam; Denz 993 )

(c) La Santísima Madre, Virgen después del nacimiento de nuestro Señor


Ciertamente, no podemos negar que con respecto a los hijos de María se censura justamente la afirmación, y con razón vuestra santidad la ha aborrecido, que del mismo seno virginal, del que según la carne nació Cristo, nació otra descendencia. Porque tampoco el Señor Jesús hubiera elegido nacer de una virgen, si hubiera juzgado que ella sería tan incontinente, que con la semilla de la cópula humana contaminaría esa cámara generadora del cuerpo del Señor, ese palacio del Rey eterno. Porque el que imputa esto, no imputa otra cosa que la falsedad de los judíos, que dicen que no pudo haber nacido de una virgen. Porque, si aceptan esta autoridad de los sacerdotes, que María parece haber dado a luz muchos hijos, se esfuerzan por barrer la verdad de la fe con mayor celo.
(Papa San Siricio, Epístola Accepi Litteras vestras; Denz 91)
Enseñamos con razón que los hombres católicos reconocen que la gloriosa y santa siempre Virgen María es, propia y verdaderamente, la que dio a luz a Dios, y la Madre de la Palabra de Dios, encarnada en ella.
(Papa Juan II, Epístola Olim Quidem; Denz.202)
Si alguno no confiesa que hay dos generaciones de la Palabra de Dios, una del Padre antes de los siglos, sin tiempo e incorporada, la otra en los últimos días, cuando él mismo descendió del cielo y se encarnó del Santa y gloriosa Madre de Dios y siempre Virgen María, y nació de ella, sea anatema.
(Segundo Concilio de Constantinopla, Anatemas sobre los “Tres Capítulos”, Canon 2; Denz. 214)
Si alguno no confiesa propia y verdaderamente, de acuerdo con los santos Padres, que la santa Madre de Dios y siempre Virgen e inmaculada María en los primeros tiempos concibió al Espíritu Santo sin semilla, es decir, de Dios el Verbo mismo, de manera específica y verdadera, que nació de Dios el Padre antes de todos los siglos, y que lo dio a luz incorruptible, siendo su virginidad indestructible incluso después de su nacimiento, sea anatema.
(Papa San Martín I, Sínodo de Letrán, Sesión 5, Canon 3; Denz. 256)
Y finalmente el unigénito Hijo de Dios, Jesucristo, encarnado por toda la Trinidad en común, concebido de María siempre Virgen con la cooperación del Espíritu Santo, hecho verdadero hombre, formado de alma racional y carne humana, una Persona en dos naturalezas, señaló claramente la forma de vida.
(Cuarto Concilio de Letrán, Capítulo 1; Denz.429)
Dado que la depravación y la iniquidad de algunos hombres han llegado a tal punto en nuestro tiempo que, de los que se desvían de la fe católica, muchos de hecho no sólo presumen de profesar herejías diferentes, sino también de negar los fundamentos de la fe misma, y con su ejemplo llevamos a muchos a la destrucción de sus almas, nosotros, de acuerdo con nuestro oficio pastoral y caridad, deseando, en la medida en que podamos con Dios, alejar a tales hombres de un error tan grave y destructivo, y con paternal severidad advertir a los demás, para que no caigan en tal impiedad, todos y cada uno de los que hasta ahora han afirmado, reclamado o creído que ... la Santísima Virgen María no era la verdadera madre de Dios, y no permaneció siempre en la integridad de la virginidad, es decir, antes de dar a luz, al dar a luz y siempre después de dar a luz, por parte del Dios omnipotente Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo, con autoridad apostólica exigimos y aconsejamos. etc.
(Papa Pablo IV, Ordenanza Cum quorundam; Denz 993)

Dado que la Madre de Dios permaneció virgen incluso durante el Nacimiento de nuestro Bendito Señor, está claro que Su sagrado Nacimiento fue milagroso. Sobre este punto, Santo Tomás de Aquino y San Agustín nos instruyen:
Por lo tanto, debemos decir que todas estas cosas sucedieron milagrosamente por el poder divino. De donde dice Agustín (Sup. Joan. Tract. 121): “Para la sustancia de un cuerpo en el que estaba la Deidad, las puertas cerradas no eran obstáculo. Porque verdaderamente tuvo poder para entrar por puertas no abiertas, en cuyo nacimiento la virginidad de su Madre permaneció inviolable”.
(Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica, III, q. 28, a. 2 , ad 3)

A modo de analogía, podemos decir que nuestro Señor salió del vientre de la Santísima Virgen de una manera similar a cómo los rayos de luz atraviesan el vidrio sin dañar su integridad. No debería sorprendernos que así como la Concepción de nuestro Señor en la Anunciación fue milagrosa, ¡también lo fue Su santo nacimiento! De hecho, toda la Encarnación, Dios hecho hombre, ¡no es más que un milagro! Así escribe el Papa Pío XII:
En su seno virginal Cristo nuestro Señor ya llevaba el exaltado título de Cabeza de la Iglesia; en un maravilloso nacimiento lo dio a luz como la fuente de toda vida sobrenatural, y lo presentó, recién nacido, como Profeta, Rey y Sacerdote a aquellos que, de entre judíos y gentiles, fueron los primeros en venir a adorarlo.
(Papa Pío XII, Encíclica Mystici Corporis, n. 110; subrayado agregado).

Antes de desarmar las tonterías modernistas que el “cardenal” Müller ha impuesto a las masas sobre este tema, notamos que el padre Ludwig Ott etiqueta los tres componentes de este dogma “de fide” en su manual sobre teología dogmática anterior al Vaticano II (ver Fundamentals of Catholic Dogma, 4ª ed. [Reimpresión de TAN Books, 2009], págs. 204-206).

Esto significa que negar incluso uno de estos tres elementos constituye una herejía. Si se sostiene de manera pertinaz y se divulga públicamente tal herejía, automáticamente se expulsa a uno de ser miembro de la Iglesia Católica: “Porque no todo pecado, por grave que sea, es de su propia naturaleza para separar a un hombre del Cuerpo de la Iglesia, como hacer cisma o herejía o apostasía” (Pío XII, Mystici Corporis, n. 23; cf. Canon 2314 §1).

El padre Ott también aclara el significado preciso del término "virginidad" con respecto a este dogma:

La virginidad de María incluye virginitas mentis, es decir, una disposición virginal constante, virginitas sensus, es decir, estar libre de movimientos desordenados del deseo sexual y virginitas corporis, es decir, integridad física. La doctrina de la Iglesia se refiere principalmente a Su integridad corporal.

(Rev.Dr. Ludwig Ott, Fundamentals of Catholic Dogma, p. 204; cursiva agregada; subrayado agregado).

Aunque la Virginidad Perpetua es obviamente un milagro y un gran misterio, obra del omnipotente poder de Dios, no es difícil comprender el contenido de este dogma; es decir, sabemos lo que dice el dogma y lo que significa.

Aquí es donde entra el “cardenal” Müller.

Como todos los modernistas, Müller tiene el asombroso don de ofuscar y reducir un dogma claro y preciso hasta el punto de la total ininteligibilidad, con la engañosa justificación de que esto es de alguna manera útil para comunicar la teología al hombre moderno. (Todos sabemos lo bien que ha funcionado.) Dado que las partes pertinentes de su manual de teología dogmática de 900 páginas Katholische Dogmatik (publicado parcialmente como Catholic Dogmatics) aún no se han publicado en inglés, usaremos el texto original en alemán. y proporcionamos nuestra propia traducción. Estamos utilizando la décima y última edición de Katholische Dogmatik (Freiburg: Herder, 2016).

Müller es extremadamente difícil de leer y seguir. Si las citas a continuación parecen difíciles de entender, por lo tanto, la culpa debe buscarse en el autor y no con el traductor. Es un galimatías confuso y desordenado, tanto si está en alemán como traducido al español.

Prepárense, entonces. Va a ser un viaje salvaje.


(a) Müller sobre la virginidad de María antes del nacimiento de nuestro Señor

Aunque la negación más flagrante del dogma de Müller se refiere a la virginidad de la Santísima Madre durante el nacimiento de nuestro Señor, como veremos en breve, el pensador pseudocatólico también socava la concepción virginal de Cristo al intentar forzarla a través de conceptos filosóficos extraídos del trascendental idealismo del padre del Modernismo, el luterano Immanuel Kant (1724-1804). El resultado es un lío completamente confuso que dice lo siguiente:
La concepción del Verbo eterno de Dios como hombre de la Virgen María a través del poder creador del Espíritu divino (conceptus de spiritu sancto natus ex Maria virgine) aparece ya en los primeros credos como parte integral del dogma católico.
Lo que se quiere decir [con este dogma] no es la desviación de una regla biológica y la generación de Jesús de una unión teógama, como se encuentra en los mitos egipcios y helenísticos, donde resulta en la constitución biológica de un híbrido divino-humano. Más bien, lo que se quiere decir es un proceso que supera toda posibilidad de la naturaleza y de la imaginación humana, [es decir, la] de autocomunicación del Verbo (Hijo) eterno de Dios en la existencia concreta de un hombre histórico sin la causal secundaria y medios creativos de procreación. La concepción virginal no es la causa de la eterna Filiación Divina del Logos [= Verbo] y de la inclusión de la naturaleza humana de Cristo en la relación del Hijo eterno con el Padre pero [es] su efecto y su representación simbólica en el marco de condiciones de la experiencia humana. El objeto directo de la fe [en este dogma] es la acción de Dios y su presencia en el efecto, es decir, en la concepción y nacimiento del eterno Hijo de Dios como hombre de la Virgen María. Así, la concepción de Jesús por el Espíritu Santo es la causa metafísica de la Encarnación, mientras que la concepción y el nacimiento [de Jesús] de la Virgen María representa la realidad-símbolo de la Encarnación.
[Original alemán:]
Die Empfängnis des ewigen Wortes Gottes als Mensch von der Jungfrau Maria durch die Schöpfermacht des göttlichen Geistes (conceptus de spiritu sancto natus ex Maria virgine) erscheint schon in den frühesten Glaubensbekenntnissen als fester Bestandteil des kirchlichen Dogmas.
Gemeint ist nicht die Abweichung von einer biologischen Regel und die Entstehung Jesu aus einer theogamen Verbindung, wie sie in den ägyptischen und hellenistischen Mythen vorkommt und dort die biologische Konstitution eines götter-menschlichen Mischwesens zur Folge hat. Thematisiert wird vielmehr der alle Möglichkeiten der Natur und der menschlichen Vorstellung übergreifende Vorgang der Selbstvermittlung des ewigen Wortes (Sohnes) Gottes in die konkrete Existenz eines geschichtlichen Menschen ohne die zweitursätglichhe und gesugen gesu. Die jungfräuliche Empfängnis ist nicht die Ursache der ewigen Gottessohnschaft des Logos und der Aufnahme der menschlichen Natur Christi in die Relation des ewigen Sohnes zum Vater, sondern ihre Wirkung und ihre symbolische Repräsentanz im Bedingungsrahmen menschlicher Erfahrung. Der Glaube richtet sich unmittelbar auf das Wirken Gottes und seine Vergegenwärtigung in der Wirkung, nämlich der Empfängnis und Geburt des ewigen Gottessohnes como Mensch aus der Jungfrau Maria. So ist die Empfängnis Jesu vom Heiligen Geist die metaphysische Ursache der Inkarnation, während die Empfängnis und Geburt aus der Jungfrau Maria das Realsymbol der Inkarnation darstellt.
(Gerhard Ludwig Müller, Katholische Dogmatik, 10a ed., P. 489; subrayado añadido).

Es difícil descifrar exactamente lo que Müller está tratando de proponer aquí, pero está claro que no tiene en cuenta el dogma católico tradicional de la concepción virginal del Niño Jesús o la verdad de la Santísima Madre como “Esposa del Espíritu Santo” (Papa Pío X, Encíclica Une Fois Encore, n. 21). Si lo hiciera, simplemente lo habría dicho. En cambio, se esfuerza por proponer todo tipo de conceptos extraños y que suenan inteligentes que no reafirman ni explican, sino que oscurecen la enseñanza, ya que la Iglesia la ha transmitido de manera bastante inteligible durante veinte siglos, como se citó anteriormente.

Además, note que Muller no dice que la concepción virginal de Cristo por el Espíritu Santo en el vientre de la Virgen María es más que la mera desviación de una regla biológica. Más bien, dice que no es tal desviación, cuando el hecho obvio del asunto es que si una concepción virginal es algo, ¡es una desviación de la biología humana!

Más adelante en su tratado, el modernista alemán se duplica:
El significado de la creencia en la concepción virginal de Jesús por el Espíritu Santo no puede deducirse del horizonte de una excepción biológica sino únicamente del horizonte teológico del hecho único de que Dios no quiere asumir un hombre ya existente y revelarlo. él mismo a través de él, sino, más bien, que Dios mismo quiere hacerse hombre.
[Original alemán:]
Der Sinn des Glaubens an die jungfräuliche Empfängnis Jesu aus dem Heiligen Geist erschließt sich nicht im Horizont eines biologischen Ausnahmefalles, sondern allein im theologischen Horizont der einzigartigen Tatsache, dass Gott nicht einen vorchnehdehn i werden will.
(Katholische Dogmatik, pág.491)

¡Tantos horizontes, tan poco catolicismo! Cortando la verborrea, uno puede simplemente observar que las dos ideas que Muller yuxtapone no son coherentes una con la otra. El hecho de que Dios mismo quiera hacerse hombre no excluye la excepción biológica de una concepción y un nacimiento virginales. Por el contrario, lo hace, si quizás no absolutamente necesario, al menos muy apropiado.


(b) Müller sobre la virginidad de María durante el nacimiento de nuestro Señor

Mientras que algunos argumentarán que la exposición de Müller de la concepción virginal de Cristo todavía puede ser de alguna manera "entendida en un sentido ortodoxo" - como si el modernista alemán no pudiera simplemente haberla escrito de una manera incuestionablemente ortodoxa - este mismo argumento no se puede hacer con respecto a a lo que dice sobre la virginidad de la Madre durante el Nacimiento de Nuestro Señor:
Más allá de una mala interpretación gnóstico-dualista de la virginitas in partu [virginidad durante el nacimiento] como una negación de la realidad de la humanidad de Cristo... la doctrina católica debe ser interpretada en el sentido de la realidad de la Encarnación. No estamos hablando de desviarse de las particularidades fisiológicas durante el proceso de parto natural (como la no apertura del canal de parto, la no lesión del [término suprimido por el traductor por modestia] y la ausencia de dolores de parto) sino sobre el influjo salvador y redentor de la gracia del Redentor sobre la naturaleza humana, que había sido “herida” por el pecado original. Para una madre, dar a luz no se limita simplemente a un proceso biológico. Constituye una relación personal con el niño. Las condiciones pasivas del nacimiento están integradas en esta relación personal y están intrínsecamente determinadas por ella. La peculiaridad de la relación personal de María con Jesús está determinada por el hecho de que él es el Redentor y de que su relación con él debe entenderse dentro de un horizonte teológico abarcador… A través de su “sí” a Dios encarnándose de ella, en el acto de dar a luz, la relación de María con Jesús se ve también ya en el horizonte de la salvación escatológica que tuvo lugar en Cristo. El contenido de la doctrina, entonces, no se refiere a detalles somáticos fisiológicos y empíricamente verificables. Más bien, reconoce en el nacimiento de Cristo ya los signos de la salvación escatológica del fin mesiánico que comenzó con Jesús (cf. Is 66, 7-10; Ez 44, 1 s.). En cuanto a la interpretación teológica de la liberación de María del “dolor” en el acontecimiento salvífico del nacimiento del Redentor, también debe tenerse en cuenta la doctrina de la aceptación de la Cruz por María, que está atestiguada en la Biblia (Lc 2: 35; Jn 19, 25). Con María como modelo, la espiritualidad cristiana reconoce en cada nacimiento que una mujer acepta en la fe, una experiencia de la llegada escatológica de la salvación.
[Original alemán:]
Jenseits einer gnostisch-dualistischen Missdeutung der virginitas in partu als Verleugnung der Realität der Menschheit Jesu… muss die kirchliche Lehre im Sinne der Realität der Inkarnation ausgelegt werden. Es geht nicht um abweichende physologische Besonderheiten in dem natürlichen Vorgang der Geburt (wie etwa die Nichteröffnung der Geburtswege, die Nichtverletzung des [ vom Übersetzer der Sittsamkeit wegen gelöscht] und der nicht eingetretenen Geburtsschmerzen), sondern um den heilenden und erlösenden Einfluss der Gnade des Erlösers auf die menschliche Natur, die durch die Ursünde “verletzt” world war. Die Geburt beschränkt sich für die Mutter nicht lediglich auf einen biologischen Vorgang. Sie konstituiert ein personales Verhältnis zum Kind. Die passiven Bedingungen der Geburt sind in diese Personalrelation integriert und innerlich davon bestimmt. Die Besonderheit des Personalverhältnisses Marias zu Jesus ist dadurch bestimmt, dass er der Erlöser ist und dass ihr Verhältnis zu ihm in einem umgreifenden theologischen Horizont zu verstehen ist. … Durch ihr Ja-Wort aber zur Menschwerdung Gottes aus ihr ist Marias Verhältnis zu Jesus auch im Akt der Geburt schon im Horizont des escatologischen Heils zu sehen, das sich in Christus ereignet hat. Der Inhalt der Glaubensaussage bezieht sich también nicht auf fisiologisch und empirisch verifizierbare somatische Details. Sie erkennt vielmehr in der Geburt Christi schon die Vorzeichen des eschatologischen Heils der messianischen Endzeit, die mit Jesus angebrochen ist (vgl. Jes 66,7-10; Ez 44,1 f.). Bei der theologischen Interpretation der Freiheit Marias vom “Schmerz” bei dem Heilsereignis der Geburt des Erlösers ist auch die biblisch bezeugte Lehre von der Kreuzesnachfolge Marias zu berücksichtigen (Lc 2,35; Jn 19,25). Die christliche Spiritualität erkennt, nach dem Vorbild Maria, in jeder Geburt, die eine Frau im Glauben annimmt, eine Erfahrung des endzeitlich gekommenen Heiles. Sie erkennt vielmehr in der Geburt Christi schon die Vorzeichen des eschatologischen Heils der messianischen Endzeit, die mit Jesus angebrochen ist (vgl. Jes 66,7-10; Ez 44,1 f.). Bei der theologischen Interpretation der Freiheit Marias vom “Schmerz” bei dem Heilsereignis der Geburt des Erlösers ist auch die biblisch bezeugte Lehre von der Kreuzesnachfolge Marias zu berücksichtigen (Lc 2,35; Jn 19,25). Die christliche Spiritualität erkennt, nach dem Vorbild Maria, in jeder Geburt, die eine Frau im Glauben annimmt, eine Erfahrung des endzeitlich gekommenen Heiles. Sie erkennt vielmehr in der Geburt Christi schon die Vorzeichen des eschatologischen Heils der messianischen Endzeit, die mit Jesus angebrochen ist (vgl. Jes 66,7-10; Ez 44,1 f.). Bei der theologischen Interpretation der Freiheit Marias vom “Schmerz” bei dem Heilsereignis der Geburt des Erlösers ist auch die biblisch bezeugte Lehre von der Kreuzesnachfolge Marias zu berücksichtigen (Lc 2,35; Jn 19,25). Die christliche Spiritualität erkennt, nach dem Vorbild Maria, in jeder Geburt, die eine Frau im Glauben annimmt, eine Erfahrung des endzeitlich gekommenen Heiles. Bei der theologischen Interpretation der Freiheit Marias vom “Schmerz” bei dem Heilsereignis der Geburt des Erlösers ist auch die biblisch bezeugte Lehre von der Kreuzesnachfolge Marias zu berücksichtigen (Lc 2,35; Jn 19,25). Die christliche Spiritualität erkennt, nach dem Vorbild Maria, in jeder Geburt, die eine Frau im Glauben annimmt, eine Erfahrung des endzeitlich gekommenen Heiles. Bei der theologischen Interpretation der Freiheit Marias vom “Schmerz” bei dem Heilsereignis der Geburt des Erlösers ist auch die biblisch bezeugte Lehre von der Kreuzesnachfolge Marias zu berücksichtigen (Lc 2,35; Jn 19,25). Die christliche Spiritualität erkennt, nach dem Vorbild Maria, in jeder Geburt, die eine Frau im Glauben annimmt, eine Erfahrung des endzeitlich gekommenen Heiles.
(Katholische Dogmatik, p. 492; subrayado agregado).


¡Guauu!

Envuelto en una enrevesada cascada de palabras, Müller niega directamente la esencia misma de este elemento del dogma, que es precisamente la integridad física de la Santísima Virgen durante el acto de dar a luz, y no una especie de experiencia maravillosa de corrientes de gracia en una relación personal única dentro de un horizonte escatológico, sea lo que sea que se suponga que eso signifique.

Recordamos aquí las palabras del padre Ott de que “la doctrina de la Iglesia se refiere principalmente a Su integridad corporal”, como se citó anteriormente. “La virginidad es la integridad corporal de una mujer”, el P. Joseph de Aldama, SJ, también lo explica en su Tratado mariológico para la colección Sacrae Theologiae Summa. Con respecto a la virginidad de María específicamente durante el nacimiento, explica:

b) El nacimiento virginal de Cristo, ocurrió sin detrimento de la integridad corporal. La conservación de esta integridad corporal y la ausencia de dolor al dar a luz están tan conectadas en la creencia perpetua de la Iglesia y en la tradición patrística con el nacimiento virginal que deben ser retenidas como elementos necesarios del dogma del nacimiento virginal. Sin embargo, solo afirmamos el hecho de este elemento, prescindiendo de cualquier explicación adicional. Esta es la virginidad al dar a luz.

(Rev. Joseph A. de Aldama, Sacrae Theologiae Summa IIIA: Sobre la Santísima Virgen María, n. 104; cursiva dada
)

En una nota a pie de página, de Aldama añade: “De ahí que de ninguna manera se pueda consentir la interpretación reciente de la virginidad, que quiere prescindir de esta integridad corporal y ausencia de dolor en el parto” (ibid., Nota al pie 1). Y, sin embargo, eso es precisamente lo que han estado haciendo Müller y sus colegas y mentores modernistas. La virginidad perpetua de la Santísima Virgen es una virginidad corporal en todos los sentidos, y ese es el dogma, nada más.

El célebre teólogo del siglo XIX, padre Matthias Scheeben (1835-1888) escribe en su obra de dos volúmenes sobre la doctrina mariana:
… María conservó su virginidad al dar a luz como lo hizo cuando concibió.
... El primer y más esencial elemento en el nacimiento sobrenatural de Cristo reside en el hecho de que apareció del seno de su madre utero clauso et obsignato [de un vientre cerrado y sellado], como luego apareció en su resurrección ex sepulchro clauso et obsignato [de una tumba cerrada y sellada], que formó como si fuera Su segundo nacimiento corporal. Como segundo elemento, naturalmente consecuente del primero, el nacimiento de Cristo también se efectuó sin dolor para la madre, así como se produjo sin la violación de la integridad corporal de la madre por medio de effractio [ruptura] o violatio claustri virginalis [violación del recinto virginal].
(Rev. MJ Scheeben, Mariology, vol. 1, trans. Por Rev. TLMJ Geukers [St. Louis, MO: B. Herder Book Co., 1946], págs. 102, 103-104; cursiva dada; subrayado agregado)

Aquí también vemos que el dogma de la Virginidad Perpetua se refiere a la integridad física de la Santísima Madre durante el Nacimiento de Cristo, que obviamente fue milagroso.

Pero Müller aún no ha terminado. Como si quisiera hacer aún más cierta su depravación herética, el “cardenal” pseudocatólico pasa a remitir al lector a un héroe teológico suyo, diciendo que “el contenido de fe de la Virginitas in partu [virginidad durante el nacimiento] es acertadamente transmitido por Karl Rahner”, a quien luego cita de la siguiente manera:
“… La doctrina de la Iglesia afirma, con la sustancia real de la tradición, que el nacimiento de María, tanto en el hijo como en la madre, como la concepción, es, en su realidad total, como el acto completamente humano de esta 'virgen', en sí mismo (y no solo por razón de la concepción…), acto que corresponde a la naturaleza de esta madre, y por tanto es único, milagroso y 'virginal'. Pero esta proposición, directamente inteligible, no nos ofrece la posibilidad de deducir afirmaciones sobre los detalles concretos del proceso, que serían ciertas y universalmente vinculantes.
(Karl Rahner, "Virginitas in Partu", en Theological Investigations, vol. IV, traducción de Kevin Smyth [Baltimore, MD: Helicon Press, 1966], p. 162; cursiva dada).
[Original alemán:]
“… Die Lehre der Kirche sagt mit dem eigentlichen Kern der Tradition: die (aktive) Geburt Marias ist (von dem Kind und seiner Mutter her), so wie ihr Empfangen, von der Gesamtwirklichkeit her (als ganzmenschlicher Akt dieser 'Jungfrau') auch in sich (und nicht nur von der Empfängnis her […]) dieser Mutter entsprechend und darum einmalig, wunderbar, 'jungfräulich', ohne daß wir aus diesem Satz (der in sich aber verständlich ist), die Möglichkeit haben, sicher und für alle verpflichtend, Aussagen über konkrete Einzelheiten dieses Vorgangs abzuleiten”.
(Karl Rahner, “Virginitas in Partu”, en Schriften zur Theologie, vol. IV [Einsiedeln: Benziger Verlag, 1966], p. 205; citado en Müller, Katholische Dogmatik , p. 492-493.)

¡Herejía! ¡Blasfemia!

Este, señoras y señores, es el gigante del Novus Ordo, el padre Karl Rahner, SJ (1904-1984) , citado con aprobación por el "Cardenal" Muller, la supuesta gran contraparte conservadora y ortodoxa del Francisco modernista.

Cuando Rahner publicó por primera vez esta basura, aunque el Papa Pío XII ya había muerto, no quedó sin consecuencias: “Un artículo sobre la virginidad perpetua de María, publicado en 1960, generó tal ansiedad que, en 1962, el Santo Oficio requirió su obra para ser sometida a una censura aún más estricta”, escribe el teólogo del Novus Ordo, el padre Fergus Kerr (Teólogos católicos del siglo XX [Malden, MA: Blackwell Publishing, 2007], p. 89).

¡Note que Rahner incluso tiene el descaro de poner entre comillas burlonamente los términos “virgen” y “virginal” cuando se refiere a la Madre de Dios y su maternidad! Como Müller está de acuerdo con él, también hay que culparlo.

Todo esto es suficiente para condenar al “cardenal” Müller por herejía, pero aún queda un poco más por repasar.


(c) Müller sobre la virginidad de María después del nacimiento de nuestro Señor

Sorprendentemente, nuestro "guardián de la ortodoxia" no niega que la Santísima Madre fue virgen después del Nacimiento de Jesucristo. Sin embargo, incluso en este punto, Müller sienta las bases para socavar el dogma. Después de admitir que María no consuma su matrimonio con San José en ningún momento, Müller escribe:
Esta declaración de fe se basa en un argumento de idoneidad. Se origina en una reflexión llena de fe. La iglesia primitiva entendió la virginidad de María como una declaración sobre su relación integralmente humana, personal y salvífica históricamente significativa con el Dios de la revelación y con el cumplimiento histórico de la revelación en la vida de Jesús. La singularidad de esta concepción y nacimiento corresponde también a la singularidad de la relación de María con Dios. La maternidad virginal divina es, pues, el centro personal de esta relación con Dios y de la realización de su vida.
Las ideas mariológicas de los Padres de la Iglesia sobre la virginidad de María después del nacimiento [de Cristo] se formaron en particular en relación con el ideal cristiano del celibato por el reino de los cielos (Mt 19, 12) y el consejo evangélico de este modo de vida cristiano “por las cosas del Señor” (1 Co 7, 25-38).
[Original alemán:]
Die Glaubensaussage ruht hier auf einem Konvenienzargument. Sie entstammt glaubender Überlegung. Die frühe Kirche begriff die Jungfräulichkeit Marias als eine Aussage über ihre ganz-menschliche, personal und heilsgeschichtlich bedeutsame Bezogenheit auf den Gott der Offenbarung und auf die geschichtliche Realisierung der Offenbarung im Leben Jesu. Der Einzigartigkeit dieser Empfängnis und Geburt entspricht auch die Einzigartigkeit der Beziehung Marias auf Gott. Die jungfräuliche Gottesmutterschaft ist somit die personale Mitte dieser Gottesbeziehung und der Realisierung ihres Lebens.
Die mariologischen Ideen der Kirchenväter bezüglich der Jungfräulichkeit Marias nach der Geburt bildeten sich besonders aus in Verbindung mit dem christlichen Ideal der Ehelosigkeit um des Himmelreiches willen (Mt 19,12) und des evangelischen Rates zu dieser christlicum des Herlichen Sabensformlen” (1 Cor 7,25-38).
(Katholische Dogmatik, p. 494; subrayado agregado).

Müller hace que parezca que el dogma de la virginidad perpetua no fuera más que una idea noble que se les ocurrió a los Padres de la Iglesia, una inferencia que ellos hicieron porque les parecía adecuada, ¡en lugar de una verdad revelada por Dios!

Como si los primeros cristianos se hubieran dicho a sí mismos: “Conviene que la Madre de Dios haya sido lo más santa y especial posible debido a su relación única con Dios; pero como el celibato es el ideal y, por tanto, lo más apropiado, expresaremos esta idoneidad diciendo que ella era una virgen perpetua”. Una idea tan blasfema subvierte y destruye el concepto mismo de dogma y es el error exacto que el Papa San Pío X condenó en su plan de estudios anti-modernista Lamentabili Sane: “Los dogmas que la Iglesia profesa como revelados no son verdades caídas del cielo, sino son una especie de interpretación de los hechos religiosos, que la mente humana preparó para sí con un esfuerzo laborioso” (error n. ° 22; Denz. 2022).

Compare las tonterías modernistas subversivas de Müller con lo que el padre De Aldama escribe sobre el origen de este bello artículo de fe: “… el origen de este dogma no puede ser otra cosa que una revelación de Dios. Hemos presentado argumentos más que suficientes a favor de esta revelación. Pero las diferentes etapas de su evolución, tal como las presentan los racionalistas [= Modernistas], carecen de todo fundamento” (Sobre la Santísima Virgen María, n. 115; subrayado añadido).

Como ocurre con cualquier dogma, su origen se encuentra en la revelación de Dios al hombre, no en la “reflexión llena de fe” ni en ningún otro tipo de proceso de pensamiento humano.


La falsa teología de Müller condenada

Prescindiendo por un momento de la cuestión de la herejía, pregúntese: después de leer a Müller sobre el dogma de la Virginidad Perpetua de la Santísima Madre, ¿ese dogma le resulta más claro o siente que lo comprende menos? ¿Müller explicó y aclaró la enseñanza católica o la mistificó y confundió?

Hacer la pregunta es responderla, y hay una razón para ello. Müller fue alumno del infame "Cardenal" Karl Lehmann (1936-2018) , el "obispo" liberal de mucho tiempo de Mainz, Alemania. El mismo Lehmann fue alumno del ya mencionado modernista Rahner, a quien Müller claramente admira y le gusta citar como una autoridad teológica.

Como se dijo al principio de este artículo, la teología de Müller está contaminada por la falsa filosofía de Kant, que Rahner trató de fusionar con la enseñanza de Santo Tomás de Aquino, dando lugar a un sistema de pensamiento increíblemente peligroso conocido como “tomismo trascendental”. El teólogo conservador del Novus Ordo, padre Georg May da en el clavo cuando dice sobre Rahner:
Los efectos de su trabajo han sido fatales. Tiene su parte considerable en la autodestrucción de la Iglesia. Habla siempre tanto tiempo y con tanta intensidad de un objeto de fe hasta que ha superado su comprensión anterior y lo ha puesto en el ataúd de su trascendental lecho de Procusto.
(Rev. Georg May, 300 Jahre gläubige und ungläubige Theologie [Bobingen: Sarto Verlag, 2017], p. 817).

No es difícil ver que la teología de Müller está significativamente influenciada por el trascendentalismo de Rahner, y los frutos son igualmente devastadores: como se desprende de las citas anteriores, una vez que Müller toca el dogma, se vuelve irreconocible y no queda nada más que confusión, desconcierto y náuseas. Literalmente, nadie tendrá una mejor comprensión de la fe católica después de leer las "explicaciones" de Müller. Con frases como: "En la hermenéutica del dogma se produce una dinámica espiritual en la trascendencia de la fórmula relativa al contenido intencionado cada vez mayor al que apunta el dogma" (Katholische Dogmatik, p. 79), está claro que la intención de Müller es no para explicar nada, mucho menos para comunicar la verdad. Más bien, su intención es hacer todo lo contrario. Si este hombre es un guardián de la ortodoxia, ¿qué le queda por hacer a un hereje?

Que el dogma católico no es una mezcolanza de ideas vagas y elusivas sobre horizontes contextuales, marcos trascendentales y perspectivas hermenéuticas se ve fácilmente por el hecho de que antes del Vaticano II y de toda la Nueva Teología (Nouvelle Theologie) se basa el concilio, la Sagrada Teología era bastante comprensible y, sin embargo, de ninguna manera simplista o superficial. Los neo-modernistas de nuestros días son maestros en el uso de palabrerías para simular profundidad teológica.

Algunos pueden decir que no es justo acusar de herejía Müller en relación con el dogma virginidad perpetua, con el argumento de que no , después de todo, cree en alguna versión de ella. Pero este argumento se responde fácilmente al señalar que la Iglesia enseña que es necesario creer en el dogma precisamente como ha sido definido por la Iglesia y en ningún otro sentido:
Porque la doctrina de la fe que Dios reveló no ha sido transmitida como invención filosófica a la mente humana para que la perfeccione, sino que ha sido confiada como depósito divino a la Esposa de Cristo, para que sea fielmente guardada e infaliblemente interpretada. Por lo tanto, también debe mantenerse perpetuamente esa comprensión de sus dogmas sagrados, que la Santa Madre Iglesia ha declarado una vez; y nunca debe haber una recesión de ese significado bajo el nombre engañoso de una comprensión más profunda.
(Vaticano I, Constitución Dogmática Pastor Aeternus, Capítulo 4; Denz.1800 ; subrayado agregado).

La teología modernista de Müller no se puede excusar ni defender, como se hace a menudo, sobre la base de que, así como Santo Tomás de Aquino se basó en el marco filosófico de Aristóteles, el teólogo contemporáneo puede utilizar otros sistemas filosóficos al servicio de la verdad teológica. Esta idea fue condenada rotundamente por el Papa Pío XII en 1950:
... Afirman que cuando la doctrina católica se haya reducido a esta condición, se encontrará un camino para satisfacer las necesidades modernas, que permitirá que el dogma se exprese también en los conceptos de la filosofía moderna, ya sea de inmanentismo o idealismo o existencialismo o cualquier otro sistema. Algunos más audaces afirman que esto puede y debe hacerse, porque sostienen que los misterios de la fe nunca se expresan mediante conceptos verdaderamente adecuados, sino sólo mediante nociones aproximadas y siempre cambiantes, en las que la verdad se expresa en cierta medida, pero necesariamente se distorsiona. Por tanto, no consideran absurdo, sino del todo necesario, que la teología sustituya por nuevos conceptos a los antiguos, de acuerdo con las diversas filosofías que a lo largo del tiempo utiliza como instrumentos, para que dé expresión humana a las verdades divinas de diversas formas, incluso algo opuestas, pero equivalentes, como dicen. Añaden que la historia de los dogmas consiste en el relato de las diversas formas en que se ha revestido la verdad revelada, formas que se han sucedido de acuerdo con las diferentes enseñanzas y opiniones surgidas a lo largo de los siglos.
Es evidente, por lo que ya hemos dicho, que tales tentativas no solo conducen a lo que ellos llaman relativismo dogmático, sino que en realidad lo contienen. El desprecio de la doctrina comúnmente enseñada y de los términos en que se expresa la favorece fuertemente. De todos es sabido que la terminología empleada en las escuelas e incluso la empleada por la Autoridad Docente de la Iglesia misma es susceptible de ser perfeccionada y pulida; y sabemos también que la Iglesia misma no siempre ha utilizado los mismos términos de la misma manera. También es manifiesto que la Iglesia no puede estar ligada a todos los sistemas filosóficos que han existido durante un corto espacio de tiempo. Sin embargo, las cosas que han sido compuestas a través del esfuerzo común de los maestros católicos a lo largo de los siglos para lograr cierta comprensión del dogma ciertamente no se basan en un fundamento tan débil. Estas cosas se basan en principios y nociones deducidas de un verdadero conocimiento de las cosas creadas. En el proceso de deducir, este conocimiento, como una estrella, iluminó la mente humana a través de la Iglesia. De ahí que no sea sorprendente que algunas de estas nociones no sólo hayan sido utilizadas por los Concilios Ecuménicos, sino que incluso las hayan sancionado, por lo que es incorrecto apartarse de ellas.
De ahí descuidar, rechazar o devaluar tantos y tan grandes recursos que han sido concebidos, expresados ​​y perfeccionados tan a menudo por la obra milenaria de hombres sin talento común ni santidad, trabajando bajo la atenta supervisión de la Santo Magisterio y con la luz y el liderazgo del Espíritu Santo para enunciar las verdades de la fe con mayor precisión, hacer esto para que estas cosas puedan ser reemplazadas por nociones conjeturales y por algunos principios informes e inestables de una nueva filosofía, principios que, como las flores del campo, existen hoy y mueren mañana; esto es una imprudencia suprema y algo que haría del dogma mismo una caña sacudida por el viento. El desprecio por los términos y nociones habitualmente utilizados por los teólogos escolásticos conduce por sí mismo al debilitamiento de lo que ellos llaman teología especulativa, disciplina que estos hombres consideran desprovista de verdadera certeza porque se basa en el razonamiento teológico.
Desafortunadamente, estos defensores de la novedad pasan fácilmente de despreciar la teología escolástica al descuido e incluso al desprecio por la Autoridad Docente de la Iglesia misma, que otorga tal aprobación autorizada a la teología escolástica.
(Papa Pío XII, Encíclica Humani Generis, nn. 15-18; subrayado agregado).

Esta condena papal se publicó hace 69 años. Hoy tenemos el beneficio de la retrospectiva para arrancar: dado que la condena fue efectivamente anulada por la revolución del Novus Ordo de Juan XXIII y sus sucesores y, por lo tanto, toda la furia de la Nouvelle Theologie se desató sobre las masas desprevenidas, sus frutos podridos se han multiplicado exhibiéndose en el páramo teológico, litúrgico y espiritual que es la Iglesia del Vaticano II. Ese viñedo devastado, como lo llamó Dietrich von Hildebrand ya en 1973, es el producto de la teología de Rahner, Joseph Ratzinger, Yves Congar y todos los demás teólogos neo-modernistas influyentes en el Vaticano II, entre cuya prole intelectual debemos contar a Gerhard Ludwig Müller.

Quizás la parte más aterradora y absurda de todo esto, sin embargo, es que Müller es considerado un gran bulldog conservador y ultraortodoxo, simplemente porque se opone al pecado de adulterio y a la idea de permitir que adúlteros públicos impenitentes reciban el sacramento Novus Ordo. Eso realmente dice mucho sobre el estado del “catolicismo” en nuestros días.

Hacia el final de su célebre Manifiesto de Fe Novus Ordo, que ha sido ampliamente visto como un golpe a Francisco, el hereje Müller declara:
Guardar silencio sobre estas y las otras verdades de la fe y enseñar a la gente en consecuencia es el mayor engaño contra el que el Catecismo advierte enérgicamente. Representa la última prueba de la Iglesia y lleva al hombre a un engaño religioso, “el precio de su apostasía” (CIC 675); es el fraude del Anticristo.

¡Al menos en ese punto, podemos estar de acuerdo!


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