Siempre Dios nos “primerea”. Él nos amó primero porque es el amor mismo, que se hace uno con nosotros en todo, también en nuestro sufrimiento y fracaso. Por eso, la expresión máxima de amor de Dios hecho hombre, es dar su vida en la cruz: “Es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en Él tengan Vida eterna” (Jn. 3, 14)
Es preciso levantar los ojos. Mirarlo a Él, y en Él mirar a cada ser humano. Nuestras pobres fuerzas no dan para levantar esa mirada, porque es la fuerza de su amor la que levanta nuestra mirada, atraídos por la mirada misericordiosa de Dios que nos mira desde la Cruz, ofreciéndonos su amor y su perdón, ofreciéndose a si mismo. Y me llama amigo: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn. 15, 13)
Estas palabras animan nuestro corazón para poder contemplar el misterio de la cruz que, siendo un instrumento de muerte, por Jesús es signo de su amor invencible, porque Él resucitó. “Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, porque al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: Jesucristo es el Señor” (Flp. 2, 9-11)
La devoción a la Santa Cruz se remonta a los primeros cristianos y la fiesta de la Exaltación data desde el siglo VII en Occidente con esta fecha del 14 de septiembre.
Nuestro primer pastor, el Siervo de Dios Padre Obispo Jorge Novak quiso rescatar este título con el que nació la población en Quilmes, con el nombre de Reducción de la “Exaltación de la Cruz de los Quilmes”, la que se constituyó con 260 familias desnaturalizadas cruelmente de su origen el Valle Calchaquí. Por eso, Novak creó la Parroquia Exaltación de la Santa Cruz en la Ribera de la ciudad de Quilmes. Además, dispuso que la Diócesis de Quilmes todos los años celebre su fiesta titular, la solemnidad de la Exaltación de la Santa Cruz (14 de septiembre), y la fiesta patronal de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre).
En estos tiempos de pandemia y de gran pobreza, de tanto sufrimiento de hermanos que la están pasando muy mal, levantamos los ojos para mirar al Señor de Cruz y rogarle que tenga piedad de nosotros; que la fuerza de su amor nos fortalezca para hacer crecer su Reino de justicia y de amor. Que nos sostenga en nuestra acción misericordiosa con los enfermos, con los que lloran a sus seres queridos, con los que se encuentran en angustiosa situación de pobreza, con los que no tienen una tierra y una casa dónde vivir. Nos aliente para unirnos en la defensa de los derechos humanos, tantas veces pisoteados. Que el dolor no nos encierre en la desesperación, en el odio o el rencor. Sea nuestra fe y nuestra esperanza las que animen y robustezcan nuestro amor y nuestro servicio.
El mejor comentario a esta fiesta de la Exaltación, son las estrofas de la canción “En la cruz diste la vida”, del P. Germán Pravia. Aquí algunos de sus versos:
Siendo Dios se hizo carne, Jesucristo servidor;
fiel al pobre y fiel al Padre, al extremo nos amó.
En la cruz ajusticiado, solidario en el dolor,
Tanta siembra da su fruto: él resurge vencedor.
Soy el siervo traspasado, soy Señor, resucité.
En la cruz diste la vida, Dios y hombre redentor.
El vía crucis no termina, ¡danos hoy resurrección!
Hay un pueblo caminando, son los Kilmes rumbo al sur,
reducidos por la fuerza de la espada y de la cruz.
Procesión de condenados, con Jesús van a morir;
Nuestra diócesis de Quilmes con su sangre va a vivir.
+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes
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