El jesuita español, experto en bioética, es conocido por estar a favor del aborto (incluso como un deber en determinadas situaciones), la eutanasia, el divorcio, además de haber negado el dogma de la virginidad de María, el de su Asunción a los cielos, etc.
Su última hazaña ha sido revelar que durante años ha hecho varios simulacros de sacramentos en los momentos en que un fiel católico más necesita de la gracia sacramental: la hora de su muerte.
En una entrevista concedida al director de Religión Digital, José Manuel Vidal, el P. Masiá ha dicho:
- Sin necesidad de acudir a la pandemia, hace unos años que he administrado el sacramento de los enfermos a personas moribundas por el teléfono desde Japón hasta Europa.
- ¿Y qué hiciste con los santos óleos?
- Se encargó el Espíritu Santo de ungirlos directamente. Su internet es más potente y directo que todos los Google and company juntos.
- ¿Y también se confesaron contigo por teléfono?
- No, se confesaron ante Dios en silencio como recomendó Francisco. Eso que dijo el papa era mucho más avanzado que los que discutían si era válida o no la absolución. Cuando me han llamado al Centro internacional para confesarse, les he dado la paz y les he leído una palabra evangélica para invitarles después a rezar juntos reconociendo las culpas y creyendo en el perdón, después les he dicho que se queden en silencio un rato confesando ante Dios y luego les he dado la absolución.
La Iglesia enseña que para la administración válida de los sacramentos de la unción de enfermos y la confesión, es necesaria la presencia física tanto del sacerdote como del fiel que va a recibir dichos sacramentos.
Esta verdad ha sido recordada recientemente, con la rectificación que tuvo que hacer Mons. Reinhold Mann, obispo de Caraveli (Perú) recientemente.
Asimismo, en un artículo publicado el 18 de marzo por CNA, el miembro de la Comisión Teológica Internacional del Vaticano, P. Thomas Weinandy, señaló que «la presencia física es absolutamente válida para la promulgación del sacramento».
- «La razón por la que digo eso es porque el sacramento es la acción de Cristo realizada por el ministro, y para que esa acción tenga lugar, el sacerdote y el penitente deben estar en comunión unos con otros, de manera física», indicó.
La confesión es un «intercambio interpersonal», la presencia física del confesor y el penitente apuntan al significado de la Encarnación de Jesucristo, reiteró.
El miembro de la Comisión Teológica Internacional del Vaticano explicó que «los sacramentos fluyen de la Encarnación, y por eso, tiene que haber una presencia corporal de quien está promulgando el sacramento, y de quien está recibiendo el sacramento. Están haciendo el sacramento juntos».
En el siglo XVII, la Iglesia declaró que la confesión por carta era inválida. Más recientemente, en 2011, el entonces portavoz vaticano, padre Federico Lombardi, respondió a la propuesta de que "la confesión sacramental podría algún día tener lugar mediante una aplicación de iPhone".
«Es esencial comprender bien que el sacramento de la penitencia requiere necesariamente la relación de diálogo personal entre el penitente y el confesor y la absolución del actual confesor», dijo el padre Lombardi, y por tanto no se puede hablar de ninguna manera de 'confesión por iPhone', agregó.
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